Febrero de 1934: 80 años de la insurrección austriaca
Republicamos este artículo de Michael Pils del año 2004, aparecido en la revista de la Corriente Marxista Internacional en Austria, Der Funke, escrito para conmemorar el 70º aniversario del levantamiento obrero de Viena contra el golpe fascista de Dollfus.
Hace setenta años los trabajadores austriacos fueron los primeros en Europa que emprendieron la lucha armada contra un régimen fascista en ascenso. A diferencia de sus hermanas y hermanos alemanes, fueron los únicos que hasta aquel momento lucharon contra los fascistas.
La república austriaca emergió del imperio de los Habsburgo después de la Primera Guerra Mundial y era más o menos un niño de la revolución. La desintegración de la monarquía austriaca fue un duro golpe para la burguesía austriaca que se encontró sin acceso a los vastos recursos de Checoslovaquia y Hungría. La burguesía austriaca era históricamente muy débil y todavía estaba estrechamente ligada a los señores feudales, a la Iglesia y a la monarquía. Por esa razón, el proletariado austriaco y su principal organización, el Partido Socialdemócrata de los Trabajadores (PSdA), se encontraban en una posición fuerte.
El Partido Comunista Austriaco, debido a razones subjetivas particulares, nunca hizo grandes avances ni consiguió una base entre capas importantes de la clase obrera. El PCA fue fundado en noviembre de 1918, en el momento en que acababa de comenzar la radicalización dentro del PsDA. Por esa razón, su base se nutrió de trabajadores pobres y desempleados, mientras que la capa más avanzada de trabajadores permanecía en el PsDA. El PC austriaco fue uno de los primeros partidos comunistas de Europa en “bolchevizarse”. Con esto queremos decir que su política estuvo sometida y sincronizada con Moscú bajo Stalin y el PC austriaco hizo los mismos zigzag políticos que la camarilla moscovita.
Contenido
El movimiento obrero austriaco después de la guerra
El sentimiento de los trabajadores y soldados contra la guerra quedó demostrado en las huelgas espontáneas que estallaron a finales de 1917 y que culminaron con la “huelga Jaenner” en enero de 1918. Los motines en el ejército y las huelgas de trabajadores hambrientos en ese momento estaban a la orden del día. El PsDA no intentó vincular y coordinar las huelgas de las distintas zonas y sólo intentó calmar a los trabajadores para canalizar las huelgas en acciones “disciplinadas”.
Cuando el 12 de noviembre de 1918 en Viena se anunció la República, los trabajadores se manifestaron delante del parlamento con pancartas en las que se podía leer la siguiente inscripción: “¡Larga vida a la República Socialista de Austria!” y cortaron la banda blanca de la bandera austriaca para dejarla completamente roja.
El Estado prácticamente colapsó y en muchas ciudades los trabajadores formaron espontáneamente comités obreros que organizaban la vida cotidiana. Estaban inspirados por las ideas de la Revolución de Octubre en Rusia y deseaban convertir a Austria en el próximo estado obrero. Durante un período en Austria existió una situación de doble poder. En algunas ciudades no era posible hacer nada sin el permiso de los consejos obreros, especialmente en Viena. Para los dirigentes del PsDA habría resultado fácil realizar en Austria la transformación socialista de la sociedad.
Sin embargo, la dirección no quería para Austria una revolución socialista. Decían que Austria todavía no estaba madura y temían la intervención de las potencias que formaban la Entente [1]. Los dirigentes del PsDA eran los únicos que tenían el poder para “instaurar el orden y la democracia”, es decir, mantener el sistema capitalista vivo en Austria. La burguesía era consciente de esto y, por lo tanto, permitió que los dirigentes del PsDA participaran en la gestión del estado.
En 1917 los austro-marxistas de “izquierda” consiguieron llegar a la dirección del PsDA. Entre la clase obrera se habían extendido hasta tal punto las ideas radicales y revolucionarias que la única manera de que el SdAP pudiera mantener su autoridad entre los trabajadores era eligiendo una dirección “austro-marxista” [2] .
Los austro-marxistas con sus discursos radicales se ganaron la confianza de los trabajadores. Por ejemplo, cuando estalló la revolución en Hungría en marzo de 1919, que fue recibida afectuosamente por los trabajadores austriacos, Otto Bauer envió a los trabajadores húngaros un mensaje de solidaridad y sus “mejores saludos”, pero en la misma declaración decía que Austria no tenía posibilidades de salir en su ayuda porque si lo hacían la Entente intervendría en el país. Éste era el internacionalismo de los austro-marxistas. En julio de 1919 la revolución húngara fue derrotada gracias a la intervención extranjera y se estableció el régimen fascista de Horty.
Antes de 1934 el PsDA se concentró en la construcción de su “Viena Roja”. Financiaron un programa nunca antes visto de viviendas sociales, educación y asistencia social con impuestos progresivos a los capitalistas. Desde 1923 a 1933 construyeron con este dinero 64.000 pisos. Otto Bauer primero desarrolló un plan de edificios socializados que debían ser gestionados a través de las estructuras democráticas de los residentes. Sin embargo, abandonaron este plan porque iba “demasiado lejos”. La “Viena roja” se podría haber convertido en una isla socialista en medio del mar del capitalismo, podría haber convencido a las capas más atrasadas de los trabajadores del campo y el PsDA podría haber obtenido la victoria en el frente electoral e implementar el socialismo a través de medios parlamentarios.
Sin embargo, las fuerzas reaccionarias se recuperaron de la conmoción provocada por los acontecimientos revolucionarios austriacos de 1918-19. Después de que la socialdemocracia hubiera completado el trabajo para la burguesía y cambiado la reivindicación de “revolución” por la de “democracia”, el PsDA cayó bajo la presión de la burguesía.
Las elecciones celebradas a finales de 1920 las ganaron las fuerzas de la reacción. El Partido Social Cristiano (conocido hoy en día como Partido Popular) consiguió el 41,8 % de los votos y el PsDA el 36 %, esto provocó su salida del gobierno. La burguesía estaba sedienta y quería que la clase obrera pagase la restauración del sistema capitalista en Austria. Su objetivo era “aplastar la basura revolucionaria” (como dijo Ignaz Seipel, sacerdote y dirigente del Partido Social Cristiano). Exigió un crédito de 650 millones a la Liga de Naciones y la clase obrera era la que debía pagar los intereses. De esta manera fue posible, con ayuda del imperialismo, poner en práctica en Austria una política reaccionaria. El PsDA no se movilizó contra este crédito y si aceptó formar un consejo de gobierno (con representantes del PsDA) que “controlaría” el uso del crédito.
La reacción del PsDA en todos los casos fue una resistencia muy feroz en palabras, pero un silencio absoluto en los hechos. El llamado “austro-marxismo” sufría la presión de trabajadores que querían seguir el camino de la revolución, como hicieron los bolcheviques dirigidos por Lenin y Trotsky. Por esa razón los dirigentes del PsDA tuvieron que adoptar un lenguaje muy radical. Otto Bauer, por ejemplo, dijo que en aquel momento no era posible criticar a los dirigentes bolcheviques porque si lo hubiesen hecho, los trabajadores austriacos habrían irrumpido violentamente en los locales del PsDA.
Tropas paramilitares
Igual que en Alemania la burguesía austriaca formó grupos paramilitares. Estaban formados principalmente por veteranos de guerra y campesinos, representaban a las capas más atrasadas de la sociedad. En Austria eran conocidos como “Heimwehr”(que significa literalmente “guardia de la casa”) y estaban financiados por los propietarios de la gran industria. La Heimwehr estaba bien armada y tenía un programa fascista claro. La formulación más clara del programa fascista se puede encontrar en el “Korneuburger Eid” (Juramento de Korneuburger) del 18 de mayo de 1930. Ésta era una declaración programática contra la democracia parlamentaria y burguesa, y exigía la instauración en Austria de un régimen fascista basado en las castas.
Para defender a las organizaciones obreras en 1923-24, se fundó el Cuerpo Republicano de Defensa (CRD). Pero sólo era una formación defensiva para proteger las reuniones y las manifestaciones del PsDA. La militancia más alta se alcanzó en 1928 con 80.000 miembros, pero su militancia no fue lo suficientemente elevada y además estaba mal armada. El CRD tenía una concepción completamente apolítica. Sólo era una organización militar y a los ojos de los trabajadores se convirtió en un substituto de la lucha revolucionaria de las masas.
15 de julio de 1927
El aparato del estado se preparó para aplastar a la socialdemocracia y a sus fuertes organizaciones. Hubo muchos incidentes de “justicia de clase” clara en contra de los trabajadores. A principios de enero de 1927, hubo un enfrentamiento entre el CRD y la Heimwehr en Schattendorf. Asesinaron a un anciano y a un niño. Este tipo de incidentes sucedían muy a menudo y los problemas los provocaban con frecuencia los reaccionarios.
Los asesinos de las filas de la Heimwehr fueron llevados a juicio, pero ninguno de ellos fue condenado. Cuando aparecieron en los periódicos los resultados del juicio en varias fábricas de Viena los trabajadores se declararon en huelga y se dirigieron al Palacio de Justicia para protestar por el veredicto de los jueces. Dentro del edificio comenzó un incendio y la policía abrió fuego contra los manifestantes. Algunos sectores de la manifestación se dispersaron, otros respondieron al ataque. En total cayeron asesinados 85 manifestantes y otros quinientos resultaron heridos.
Los testigos presenciales dicen que los trabajadores que huyeron a través de las calles gritaban y exigían armas para defenderse. La dirección del PsDA convocó una huelga general de veinticuatro horas con la intención de calmar a los trabajadores que estaban furiosos con los acontecimientos del 27 de julio.
Aunque los reaccionarios continuaron atacando más y más a la clase obrera, lo único que hizo la socialdemocracia fue intentar apaciguar a los trabajadores. En la conferencia del PsDA celebrada en Linz, aprobaron el “Programa de Linz” y que fue considerado uno de los principales documentos del austro-marxismo. Los capitalistas atacaron al PsDA por este programa porque para su gusto era demasiado “radical”. En realidad, era el típico austro-marxismo. El programa decía que el PsDA debía cambiar la sociedad a través de medidas parlamentarias, de una manera “pacífica” (“más del 50% de los votos”). Sólo cuando los capitalistas intentaran establecer un sistema fascista sería necesario el establecimiento de la dictadura del proletariado. En realidad se trataba de una capitulación abierta ante los reaccionarios. Cada vez que los capitalistas atacaban el PsDA respondía con un nuevo paso atrás y la amenaza de que la “próxima vez” no se retirarían tan fácilmente. Cuando se crearon los sindicatos de empresa abiertamente reaccionarios el PsDA no reaccionó. Todo lo que hicieron iba destinado a evitar las y restaurar la “paz”. En realidad ya estaban en guerra pero se defendían.
En octubre de 1933, Otto Bauer dijo lo siguiente en la conferencia de Partido:“En cuanto a la disolución del Partido, no permitiremos que un partido tan enorme, grande y glorioso sea destruido tan fácilmente. Sería entonces el momento en que comenzaríamos a luchar en todos los frentes. Si estos `caballeros’ desean imponer una constitución fascista que suprima el derecho al sufragio universal, que abandone la soberanía del pueblo para gobernar desde arriba, entonces ser el momento en el que los trabajadores tendrán que resistir”.
Otto Bauer ponía la resistencia contra fascismo en algún tiempo futuro, cuando el gobierno burgués intentara imponer un régimen fascista. No comprendía que los burgueses no recurren a los métodos fascistas tan fácilmente. La burguesía cambia según la situación de la correlación de fuerzas. Cuando el movimiento obrero estaba debilitado era más fácil aplastarlo con métodos “legales” era más fácil aplastarlos y lo hicieron.
León Trotsky en su artículo, La crisis austriaca y el comunismo (13 de noviembre de 1929) lo expresó de la siguiente forma:
“Es difícil imaginar tontería más concentrada que la de los argumentos de Otto Bauer sobre la inadmisibilidad de la violencia excepto en defensa de la democracia existente. Traducido al lenguaje de las clases esto significa: la violencia es admisible para defender los intereses de la burguesía organizada como estado, pero no lo es para implantar un estado proletario. Esta teoría lleva como apéndice una fórmula jurídica. Bauer se burla de las viejas formulaciones de Lasalle sobre la ley y la revolución. [6] Pero Lasalle planteaba sus argumentos durante un juicio, donde eran pertinentes. En cambio, el intento de convertir un duelo jurídico con un fiscal en una teoría del desarrollo histórico no es más que un subterfugio cobarde. Según Bauer, la utilización de la violencia es admisible como respuesta a un golpe de estado ya realizado, cuando la «ley» perdió todo fundamento, pero es inadmisible veinticuatro horas antes del golpe, con el objetivo de evitarlo. Siguiendo esta línea, Bauer traza la demarcatoria entre el austro-marxismo y el bolchevismo como si se tratara de dos escuelas de criminología. La diferencia real está en que el bolchevismo pretende derrocar el gobierno burgués mientras que la socialdemocracia pretende eternizarlo. No caben dudas de que si se diera un golpe, Bauer declararía: «No llamamos a los obreros a tomar las armas contra los fascistas cuando contábamos con organizaciones poderosas, una prensa legal, el cuarenta y tres por ciento de los votos y la municipalidad de Viena, cuando los fascistas eran bandas ilegales que atacaban la ley y el orden. ¿Cómo podríamos hacerlo ahora que los fascistas controlan el aparato estatal y se apoyan en las leyes que ellos mismos crearon, cuando se nos quitó todo, se nos puso fuera de la ley y ya no tenemos contacto legal con las masas (que, por otra parte, están desilusionadas y desalentadas y se pasaron en gran proporción al fascismo)? Llamar ahora a la insurrección armada seria propio de aventureros criminales o de bolcheviques.» Con este giro filosófico de ciento ochenta grados los austro-marxistas seguirían simplemente siendo fieles a sí mismos en un cien por ciento”.
Lo que Trotsky había dicho en 1929 se hizo realidad durante los años siguientes, especialmente en las luchas de febrero de 1934.
En marzo de 1933 el gobierno de Dollfuss cerró el parlamento (después de una provocación) y gobernó durante más de un año con poderes especiales. En este tiempo se aprobaron 471 leyes. Los trabajadores y militantes del PsDA presionaron a la dirección para que ésta convocara una huelga general después de los ataques contra la democracia austriaca. Pero no sucedió nada de esto, el PsDA seguía en una situación de retirada permanente. El CRD fue ilegalizado, en abril se prohibieron las huelgas y en el verano de 1933 fue prohibido el PCA. Se aprobaron más leyes contra la clase obrera (por ejemplo se suprimió la ley sobre la jornada laboral, se recortó el subsidio de desempleo y las huelgas prácticamente fueron prohibidas). La única reacción del PsDA fue recurrir a los tribunales de justicia.
12 de febrero de 1934
En los meses previos a febrero la policía intentó confiscar las armas del CRD. La dirección del PsDA aconsejó a sus militantes que no se resistieran para evitar guerra civil.
Pero la clase obrera todavía estaba dispuesta a luchar, aunque la correlación de fuerzas le era muy desfavorable después de todas las retiradas anteriores. Una carta escrita por Richard Bernaschek, Secretario del partido y dirigente del CRD en Austria septentrional, y dirigida a Otto Bauer el 11de febrero de 1934, demuestra muy claramente esta situación:
“Hoy tuve una reunión con cinco camaradas fieles y leales, y hemos tomado una decisión, después de cuidadosas deliberaciones, que es irrevocable […] Para poner en práctica esta decisión, hoy por la tarde y por la noche cogeremos todas las armas que tenemos y las pondremos a disposición de los trabajadores que deseen luchar y defenderse. Si mañana lunes comienza la confiscación de armas o encarcelan a cualquier militante del partido o del CRD, nos resistiremos y consecuentemente comenzaremos a atacar. Esta decisión es irrevocable. Exigimos que cuando llamemos a Viena diciendo: ‘La confiscación ha comenzado, no vamos a aceptar la prisión’, usted de la señal a los trabajadores vieneses y a los del resto de Austria para que vayan a huelga. No consentiremos otra retirada [..] Si el movimiento obrero vienés no nos echa una mano, entonces vergüenza y deshonra para ellos [..] Saludos solidarios, R.B.”.
Cuando la policía intentó irrumpir en un local del PsDA en Linz a las 7 de la mañana, los trabajadores se resistieron y comenzaron a luchar y a defenderse. Pasados algunos minutos las noticias de las luchas en Linz llegaron a Viena. Los trabajadores en algunas fábricas salieron espontáneamente a la huelga, pero la socialdemocracia intentó nuevamente calmar a los trabajadores, pero transcurridas unas horas no les quedó más remedio que convocar la huelga general.
La dirección intentó evitar estos pero los trabajadores en otras ciudades industriales austriacas habían llegado a la conclusión de que si no ayudaban en ese momento a sus camaradas, todo estaría perdido. En las principales ciudades de Austria empezaron las batallas, pero éstas no estaba bien organizadas ya que muchas de las armas del CDR ya habían sido incautadas. En algunas partes de Viena los trabajadores lucharon durante tres días. El foco principal de resistencia estaba en los edificios socializados de Viena (la prensa burguesa los llamaba las “fortalezas”). El Karl-Marx-Hof, en el distrito 21 de Viena (Floridsdorf) fue bombardeado por los soldados del ejército austriaco. La huelga general no era sólida debido a que sectores importantes de la clase obrera, como los trabajadores ferroviarios, no fueron a la huelga.
Los trabajadores cayeron derrotados el 15 de febrero después de cuatro días de lucha. Otto Bauer huyó a Bratislava. Murieron trescientos trabajadores y miles resultaron heridos. Los líderes de la insurrección fueron ejecutados. Las organizaciones de la socialdemocracia fueron prohibidas. Muchos de los líderes del PsDA y de sus organizaciones fueron enviados a campos de concentración (como Woellersdorf). La época del austro-fascismo había comenzado. En marzo de 1938, el Tercer Reich anexionó Austria a Alemania.
Algunos acontecimientos recientes de Austria demuestran que el 12 de febrero de 1934 no es sólo un pedazo de la “historia” austriaca. El presidente del parlamento, Andreas Khol, indicó recientemente que el dictador Dollfuss fue una “víctima” de los nazis y que había defendido a Austria del régimen fascista. El cuadro de dictador Dollfuss todavía ocupa su lugar en la sede del Partido Popular en el parlamento austriaco.
Los acontecimientos de Austria en 1934 y en el período anterior, demuestran claramente que, basándose en el parlamento burgués, no existe una vía “pacífica” y “democrática” hacia el socialismo. El PsDA tuvo la posibilidad de reformar el estado durante un cierto período debido a que la burguesía estaba en una posición débil y el PsDA era el único partido en Austria capaz de levantar nuevamente al capitalismo austriaco. Cuando la burguesía se sintió lo suficientemente fuerte, aplastó al movimiento obrero y estableció un sistema que garantizaba sus beneficios.
En aquel momento habría sido necesaria una dirección revolucionaria con una estrategia clara y un programa marxista. Si ésta hubiera existido la revolución austriaca habría sido proceso relativamente fácil y sin necesidad de un baño de sangre.
Viena, 12 de febrero de 2004
[1] Entente fue el “acuerdo” diplomático por el cual el Reino Unido arregló sus antagonismos con Francia y Rusia en la mitad de la primera década del siglo XX.[2] “Austro-marxismo” fue el nombre acuñado por Lenin para describir al ala izquierda de la socialdemocracia austriaca durante la 1ª Guerra Mundial, y que se caracterizaba por ser muy radical en palabras, pero completamente oportunista en la práctica. Más que marxistas eran “centristas”, es decir que oscilaban entre el reformismo y el marxismo.
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