Alemania: Laschet elegido líder de la CDU, pero Merz y las grandes empresas siguen marcando la agenda
Durante décadas, la Unión Cristianodemócrata alemana (CDU) de la canciller Angela Merkel ha sido considerada el partido burgués más grande, estable e influyente de Europa. Pero la CDU está actualmente en crisis y sujeta a un proceso de polarización y demacración. La elección de Armin Laschet como nuevo líder del partido no cambia esta situación.
El pasado fin de semana, la CDU celebró un congreso virtual para elegir a su nuevo líder entre tres candidatos. Los tres tienen mucho en común: entre 50 y 60 años, todos provienen del Estado occidental de Renania del Norte-Westfalia (NRW), son católicos y estudiaron derecho en la Universidad de Bonn, de tradición para hijos de ricos, en las décadas de 1970 y 1980, y en la que, dicho sea de paso, también se matriculó Karl Marx como estudiante de derecho en la década de 1830. Los tres son representantes conscientes de los intereses de la propiedad privada capitalista y de la clase dominante. Cuando a veces se ensarzan en discusiones, tienen que ver sobre todo con asuntos de estrategia, táctica y propaganda, y cómo la CDU puede afirmar su papel dominante y determinante en la política interna alemana y servir mejor a los intereses de la clase capitalista en el año electoral que acaba de empezar. En 2021, habrá seis elecciones estatales, varias elecciones municipales y, sobre todo, las elecciones nacionales al Bundestag, el próximo 26 de septiembre.
El resultado de la votación en la segunda vuelta para elegir al nuevo líder fue relativamente ajustado. Laschet obtuvo 521 votos (53%) mientras que su principal rival, Friedrich Merz, obtuvo el apoyo de 466 delegados (47%). El vencedor, Armin Laschet, se presentó como un hombre de «centro», como «el querido de todos»: el integrador y mediador entre las corrientes del partido. Mostró sus orígenes de clase trabajadora y se presentó como un estadista que ha estado gobernando NRW, el Estado más poblado, como Ministro-Presidente (jefe de gobierno, NdT) durante tres años y medio.
En este sentido, la continuidad de la línea de Merkel dominó la elección de la nueva dirección. En casi 16 años como Canciller Federal, Angela Merkel ha representado constantemente los intereses de las grandes empresas alemanas a nivel nacional e internacional. Pero a diferencia de Merz y de los representantes de la derecha del partido, en general se ha abstenido de usar una retórica agresiva y divisoria.
Sin duda y analizándolo de cerca, el gobierno de Laschet en NRW también ha aplicado una política reaccionaria y contraria a los intereses de la clase trabajadora. Existe una nueva ley policial para fortalecer los órganos estatales represivos. Las operaciones policiales masivas en Hambacher Forst en los últimos años son inolvidables, donde decenas de miles protestaron contra las consecuencias de la minería de carbón a cielo abierto. En Garzweiler, el monopolio energético RWE sigue teniendo luz verde por parte del gobierno de Laschet para la minería a cielo abierto. Las excavadoras de demolición siguen activas provocando la destrucción de varios pueblos de la zona.
En NRW, la CDU y el FDP (el Partido Democrático Liberal, o “los liberales” como también son conocidos. NdT), los dos partidos burgueses tradicionales en Alemania, han estado gobernando en perfecta armonía con una mayoría de solo un voto en el parlamento regional desde 2017. Laschet dijo en una entrevista a principios de este mes que le gustaría que el FDP fuera lo más fuerte posible en las próximas elecciones federales.
Su matrimonio, desde hace décadas, con una miembro de una prominente familia y heredera de Aquisgrán, le sirvió a Laschet para establecer vínculos estrechos con las élites locales en su ciudad natal. Al mismo tiempo, siendo un católico activo desde su infancia y ex editor de periódicos de la Iglesia Católica, a veces usa lemas moralistas tratando de crear la impresión de que tiene en mente las preocupaciones cotidianas de los trabajadores. En 2019, fue el orador principal en una manifestación local del Primero de Mayo organizada por la federación sindical, DGB, en la ciudad de Bielefeld. En septiembre de 2020, habló en una manifestación sindical contra los planes de cerrar la planta de neumáticos de Continental en Aquisgrán y criticó el “capitalismo helado” que emana de la dirección de Continental. Nadie imaginaría a su rival Merz pronunciando alguna vez tales frases.
Pero Laschet, naturalmente, no sacó ninguna conclusión de su crítica verbal a los planes propuestos por los gerentes y propietarios de Continental, que amenazan y destruyen los medios de vida de los trabajadores afectados. De acuerdo con el artículo 27 de la constitución del Estado de Renania del Norte-Westfalia, «las empresas a gran escala en industrias básicas y empresas que son de especial importancia debido a su posición de monopolio» deberían ser en realidad nacionalizadas. Como abogado profesional, el Ministro-Presidente lo sabe. Pero como político burgués, no se le ocurriría tomarse en serio el texto constitucional ni tocar la propiedad privada capitalista.
Para Friedrich Merz, la derrota del pasado fin de semana supone su segunda derrota en su apuesta por la dirección de la CDU. En su primer intento en el congreso del partido de Hamburgo a finales de 2018, obtuvo un mejor resultado: 517 votos (52%) fueron para la mano derecha de Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer (AKK) y 482 (48%) para Merz. Sin embargo, incluso después de su ausencia de 10 años de la política parlamentaria y de cualquier función oficial y en el aparato del partido, Merz pudo nuevamente, por segunda vez, reunir el apoyo de fuertes sectores internos del partido. Fue el campeón de la red de grandes empresas de la CDU organizadas en torno a la llamada «Mittelstandsvereinigung» y la «Wirtschaftsrat»: ultra reaccionarios que dominan la organización juvenil del partido Junge Union (JU) y la mayoría de las federaciones regionales del Este y del suroeste de Alemania. Según los informes, el presidente del Bundestag, exministro de finanzas y veterano del partido, Wolfgang Schäuble, la eminencia gris de la CDU, alentó específicamente a Merz a luchar por un «regreso» en 2018.
¿De dónde proceden los conflictos?
Los partidarios y seguidores de Merz dentro de las bases del partido esperaban que, como presidente del partido y candidato a canciller liderando al partido en la campaña electoral, Merz pudiera usar sus astutas consignas conservadoras, nacionalistas y neoliberales, para recuperar a los votantes renegados y a exmiembros, que en los últimos años se han orientado hacia el partido de extrema derecha AfD en gran número. Los partidarios de Laschet, por otro lado, temían que Merz, como figura decorativa, pudiera polarizar demasiado la situación con sus consignas reaccionarias en la próxima campaña electoral, despertando instintos anticapitalistas entre millones de trabajadores, erigiéndose como figura de odio y que desatara una protesta y un contra-movimiento frente al «capitalismo BlackRock» [BlackRock, la mayor gestora de fondos de inversión del mundo. NdT]. De hecho, Merz se desempeñó durante varios años como jefe de la junta supervisora de Blackrock Alemania después de dejar el parlamento en 2009.
Así, el conflicto entre Merz y Laschet encarna en última instancia una tendencia que se puede observar internacionalmente en el seno de la clase capitalista y sus representantes políticos, en un contexto de profunda crisis del capitalismo e inevitables explosiones sociales que se avecinan: una crisis de poder político y tendencias divisionistas sobre cómo mantener de la mejor manera su poder. Un profundo malestar y temor sobre el futuro se está extendiendo en las capas de la clase media y la pequeña burguesía, que durante décadas formaron la base leal de los partidos burgueses, y ahora cada vez tienen más dudas y cuestionan su lealtad.
Sin embargo, la CDU todavía puede afirmar que es el partido burgués más grande, el más influyente y menos perjudicado de Europa. Sigue recibiendo la mayor parte de las donaciones que las corporaciones, bancos y asociaciones empresariales transfieren año tras año a los principales partidos que apoyan al sistema (CDU, CSU, SPD, FDP, Verdes), según cifras oficiales. La CDU todavía tiene alrededor de 420.000 miembros, y su partido hermano de la Unión Bávara, la CSU, cuenta con unos 120.000 afiliados. En NRW, que fue tradicionalmente el corazón de la industria pesada y se consideró un bastión del SPD durante medio siglo, éste ha caído por debajo de los 100.000 afiliados, mientras que la CDU, con 120.000 miembros, todavía tiene raíces muy profundas en esa región. En sus 75 años de existencia, la CDU, junto con la CSU, ha ganado 16 de las 19 elecciones federales. De los 72 años de República Federal, ha gobernado y proporcionado cancilleres en 52 años. Los líderes de las grandes empresas saben lo esencial que es la CDU para su dominio. Durante muchas décadas, el aparato del partido ha logrado asegurar más o menos su electorado y base de votantes entre la pequeña burguesía, la iglesia y los medios rurales, así como entre los mayores y los trabajadores con menos conciencia política. Los intereses de las grandes empresas han sido bien atendidos en los casi 16 años de Angela Merkel como canciller. Pero en el ala derecha de la CDU / CSU, Merkel ha sido etiquetada repetidamente como «socialdemócrata».
Sin embargo, desde la perspectiva de la clase dominante, es definitivamente un «mérito» de Merkel que hundiera al SPD en una crisis existencial al incluir a los socialdemócratas en su gobierno de 2005 a 2009, y nuevamente desde 2013. En las elecciones de 2005, cuando se formó la primera «gran coalición» bajo Merkel, el SPD todavía consiguió el 34,2 por ciento. En 2017, se desplomó al 20,5 por ciento. Las encuestas de opinión nacionales actuales sitúan a los socialdemócratas entre el 15 y el 17 por ciento.
Pero en los últimos años, incluso la CDU no ha podido escapar de un declive considerable. Los jóvenes se alejaron cada vez más de este partido, siendo las personas mayores de 60 años su apoyo más fuerte. En las elecciones federales de 2017, la CDU / CSU registró su peor resultado nacional desde 1949, con solo el 32,9 por ciento de los votos emitidos. El declive continuó. En octubre de 2018, la CSU en Baviera se desplomó al 37,2 por ciento y la CDU en Hesse al 27 por ciento. Sin embargo, desde el estallido de la pandemia, la CDU y la CSU, que son los principales partidos gubernamentales, se han recuperado y actualmente registran mejores cifras de apoyo en las encuestas. Esta es una característica que hemos visto en muchos países. Sin embargo, queda por ver si esto continuará hasta las elecciones federales.
Las grandes empresas y la CDU
Aunque la CDU-Wirtschaftsrat (Consejo Económico), un gran grupo de presión y lobby empresarial, no es una organización oficial del partido sí ejerce una influencia decisiva en la política del partido en todos los niveles. Merz es su vicepresidente. Otro portavoz de los capitalistas y parte oficial de la estructura del partido es el «Mittelstands und Wirtschaftsunion» (MIT). Su brazo parlamentario, el «Parlamentskreis Mittelstand» (PKM), comprende 161 de los 237 diputados actuales del grupo parlamentario CDU / CSU en el Bundestag. El presidente federal del MIT y diputado de la CDU, Carsten Linnemann, había apostado por la victoria de Merz e inmediatamente después del anuncio del resultado de las elecciones, en una conferencia del partido en una entrevista en vivo por televisión, expresó abiertamente su decepción por la derrota. «Friedrich Merz era el candidato de la base», dijo.
Linnemann instó a Merz a quedarse y defender el presídium del partido, la ejecutiva del partido. Pero Merz no escuchó a su compinche. Se negó a someterse a la disciplina de los comités del partido y se abstuvo de postularse para el presídium. En cambio, antes del final de la conferencia del partido, Merz tuiteó al resto del mundo exigiendo que Laschet le diera de inmediato el puesto de ministro de Economía en el gabinete en funciones de Merkel. Este comportamiento después de la derrota electoral también irritó a algunos de sus propios seguidores e indica que el malestar y la polarización en el partido continuarán. Tilman Kuban, presidente de la derechista organización juvenil (JU) y entusiasta defensor de Merz, se quejó de que varios partidarios de Merz decepcionados en las filas de la JU querían abandonar la CDU y que él, Kuban, tenía que hacer todo lo posible para evitar que lo hicieran.
En las últimas semanas, algunos medios ya se habían referido a Merz como el «Trump alemán». Como canciller me «llevaría bien con Trump», dijo a los reporteros del periódico amarillo Bild el pasado otoño. Por supuesto, cualquier comparación tiene sus límites y puede ser engañosa. Si bien es principalmente un portavoz directo de los monopolios, los bancos y del capital financiero, Merz también representa un pequeño elemento de la imprevisibilidad de Trump. Como la gran mayoría de arribistas de la CDU y otros partidos burgueses, es un abogado al servicio de las grandes empresas. Como buen demagogo de derecha, rápidamente se abrió camino entre sus filas, así como en el Parlamento Europeo y el Bundestag en la década de 1990. En medio del escándalo de financiación del partido, que desacreditó por completo al ex canciller Helmut Kohl en 2000, Merz asumió el liderazgo del grupo parlamentario CDU / CSU, que estaba en la oposición en ese momento después de una gran derrota electoral en 1998. Cuando la nueva líder del partido, Angela Merkel, reclamó la presidencia del grupo parlamentario en 2002 y no había una cartera ministerial disponible para él en la «gran coalición» de la CDU / CSU y SPD formada en 2005, Merz, a diferencia de muchos «soldados del partido», ya no sentía la necesidad de permanecer en el Bundestag como «diputado ordinario» por unos ingresos «miserables» de 10.000 euros al mes. Acumuló una fortuna de millones como abogado comercial, miembro del consejo de supervisión de Blackrock Alemania y otras corporaciones reconocidas, y como consultor y miembro del consejo de supervisión altamente remunerado designado por los gobiernos estatales de la CDU de Renania del Norte-Westfalia. Entre la clase capitalista y en los grandes círculos empresariales, está bien conectado y es popular.
Esta fortuna de varios millones de euros le dio cierta independencia del aparato y de la burocracia del partido en la sede de la CDU, el Konrad Adenauer-Haus. En un arranque de fraseología trumpista, a finales de 2020, Merz se lamentaba abiertamente en una entrevista televisiva: «el establishment del partido hace todo lo posible para evitar mi elección como líder del partido». Mucha gente sospecha que, además de sus puntos de vista abiertamente reaccionarios, Merz tiene un odio profundamente arraigado hacia Merkel. Por lo tanto, no es de extrañar que, después del gran revés de la CDU en las elecciones de Hesse y del repentino anuncio de Merkel de ceder la presidencia del partido en octubre de 2018, Merz apareció en Berlín al día siguiente y anunció públicamente su desafío y ambición de hacerse cargo de la dirección del partido.
¿Qué sigue ahora?
Laschet ahora está reflexionando sobre cómo involucrar y satisfacer a Merz y a sus seguidores. El nuevo líder de la CDU está bajo una enorme presión por parte de las grandes empresas. Rainer Dulger, director de la principal patronal alemana (BDA), exigió de inmediato que Laschet trabajara en pos de «condiciones marco para una rápida recuperación», una «política social sostenible», una «desburocratización del país» y una «moratoria de las cargas para la economía”. Detrás de esta verborrea se esconde la demanda de reducción de salarios y prestaciones sociales, jornadas laborales más largas, recortes del gasto social, aumento de la edad de jubilación a los 70 años, recortes de impuestos para los capitalistas y privatizaciones a favor de las grandes empresas. Merz y sus compinches capitalistas quieren erosionar aún más el sistema estatal de pensiones. En su lugar, quieren obligar a las masas a comprar acciones. «Ahora tenemos que trabajar más intensamente en los temas que Friedrich Merz siempre ha recalcado: la economía, la competitividad, todos los temas que deben abordarse después de la pandemia», prometió Laschet al final de la conferencia del partido, señalando que la agenda de Merz y la BDA es en última instancia también su agenda. Por lo tanto, incluso después de la partida de Angela Merkel y la formación de un nuevo gobierno federal el próximo otoño, el «capitalismo helado» seguirá prevaleciendo, y cada vez más.
Con la elección de Laschet como líder de la CDU, la cuestión del candidato común de la CDU / CSU para canciller aún no se ha decidido. Si la CDU no logra ganar por un claro margen en las elecciones estatales del suroeste en Baden-Württemberg y Renania-Palatinado el 14 de marzo, Laschet tendría dificultades para defender su posición. El bando derrotado de Merz ya parece estar proponiendo al líder de la CSU y primer ministro bávaro, Markus Söder. De hecho, Söder, que ha estado siguiendo desde lejos la discordia en su socio de partido, podría ser el tercero en la carrera y liderar el futuro gobierno.
Söder no es menos reaccionario que Laschet y Merz y también está a favor de las grandes empresas. Pero él y la CSU en su «Estado libre de Baviera» han entendido repetidamente cómo responder tácticamente a los estados de ánimo críticos y aparentemente incorporarlos. En 2019, por ejemplo, Söder aceptó una petición de gran éxito para un referéndum sobre «Salvar a las abejas», iniciado por ecologistas conservadores. A pesar de la oposición de su socio de coalición, los Free Voters, y de partes de su propio partido y del lobby agrícola, impulsó la petición de [protección de] las abejas en el parlamento regional como una ley del gobierno estatal. En 2013, cuando Söder ya era ministro del gabinete en Baviera, la CSU aceptó hábilmente una petición exitosa para un referéndum contra las tasas de matrícula en Baviera. Poco antes, la CSU había introducido dichas tasas en Baviera. Sin embargo, bajo la presión de esta campaña masivamente popular contra la oposición de su entonces socio de coalición, el liberal FDP, los líderes de la CSU dieron un giro de 180 grados, impulsando la abolición de las tasas de matrícula en el parlamento estatal. Este fue un movimiento inteligente para evitar una derrota humillante en un referéndum estatal. Así, en las elecciones de 2014, la CSU se fortaleció y el liberal FDP perdió todos sus escaños en el parlamento estatal de Munich.
Söder y Laschet se están preparando ahora para un posible futuro gobierno de coalición con los Verdes a nivel nacional. El antiguo partido ecologista ha girado hacia la derecha y, como representante moderno del liberalismo del siglo XXI, se esfuerza por ingresar en el gobierno federal. En un gobierno así, con o sin Friedrich Merz como ministro del gabinete, las demandas presentadas por Merz y el líder de la BDA, Rainer Dulger, estarán a la orden del día. Pero antes de las elecciones federales, Laschet, Söder y los Verdes intentarán ocultar sus intenciones haciendo todo tipo de promesas para acaparar de tantos votos como sea posible.
Varios sindicalistas y partes de la federación sindical DGB están encantados de que Merz no se haya convertido en líder de la CDU después de todo, y siguen fomentando ilusiones en Laschet, y su presunta «colaboración social» y actitud colaboracionista de clases. En cambio, los sindicatos deberían preparar a sus afiliados y sectores más amplios de la clase trabajadora para tiempos más difíciles después de las elecciones del Bundestag, y movilizar a toda la clase trabajadora para la resistencia y la lucha de clases. Y el partido de izquierda (die linke) debería deshacerse de cualquier ilusión en la obtención de carteras ministeriales en un gobierno de coalición «rojo-verde-rojo» con los verdes y el SPD. Debemos enfrentarnos a demagogos burgueses como Merz, Laschet, Söder y a la clase dominante ávida de ganancias, y presentar un audaz programa socialista revolucionario para combatir la crisis capitalista, que está socavando los niveles de vida y la calidad de vida de la clase trabajadora y la juventud.
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