Sí que existe alternativa a los despidos en FGV
El resultado del referéndum sobre el pre-acuerdo, que fue de un 70% a favor del sí, y de un 30% al no, se explica por el hecho de que ningún sindicato fue capaz de plantear una alternativa mínimamente seria al voto afirmativo. Y, a pesar de eso, hay que tener en cuenta que 435 compañeros votamos en contra. Es evidente que hay una gran cantidad de compañeros que en otras circunstancias habrían cambiado su voto.
Es necesario explicar que la participación de los trabajadores de FGV en las movilizaciones ha sido ejemplar. El seguimiento de los paros ha sido de media de un 95%, y la asistencia a las manifestaciones ha sido multitudinaria. Y no hay que olvidar que había muchos días en que nos encontrábamos el mismo día con: piquete informativo por la mañana, concentración y pitada más tarde en algún centro oficial, y luego manifestación por la tarde. Unas manifestaciones, por cierto, que se han realizado siempre en solitario, sin buscar en ningún momento conectar con otros tantos colectivos en lucha, a pesar de que se demandó así en varias Asambleas por parte de varios compañeros.
Y, al final de todo esto, después de que muchos compañeros nos hayamos volcado de una manera firme y convencida en echar atrás los despidos, y después de tres meses en los que muchos apenas hemos tenido tiempo de disfrutar de nuestras familias, nos encontramos con un acuerdo que apenas rebaja los deseos iniciales de la empresa. Y la sensación que queda entre muchos compañeros es la de que, en realidad, lo que se ha conseguido es lo que buscaba la dirección desde el principio. Muy revelador es el hecho de que en ningún momento habían calculado el ahorro que supondría el despido de 450 trabajadores. Lo que nos viene a decir que el objetivo real eran los 310 despidos, que finalmente se han firmado.
¿Había otro camino?
Ahora es el momento en el que toca hacer un balance de la lucha. Ante todo, hay que situar correctamente esta grave agresión que hemos sufrido los trabajadores de FGV en el contexto de crisis orgánica del sistema, que en nuestro país dio comienzo a raíz del estallido de la burbuja inmobiliaria. Ninguna empresa pública va a poder mantenerse al margen de este intento desesperado de los capitalistas por hacer recaer el peso de su crisis sobre la clase obrera. Pretenden hacer su economía más competitiva a base de reducir costes laborales, y adelgazando el gasto público hasta límites insoportables.
Por esto deberíamos de haber tenido siempre presente, la necesidad de extender nuestra lucha al resto del sector público valenciano y la importancia de conectar con todos los colectivos que se encuentran en estos momentos afectados por los recortes. Desde el comité de empresa no se han tenido en cuenta en ningún momento las demandas que se le han hecho en este sentido por parte de algunos de nosotros.
FGV cuenta con una plantilla importante. Por ello mismo tenemos una responsabilidad más grande que otras. Si fuésemos capaces de echar atrás los planes de la Consellería y del PP, eso sería un ejemplo para los demás trabajadores, y daría un gran impulso a nuestra lucha a un nivel más amplio. Hay que tener presente que mientras los trabajadores no seamos capaces de derrocar al gobierno de Rajoy y, tras esto, levantar un gobierno de izquierdas que se posicione de verdad en defensa de los intereses del conjunto de la clase obrera, no cesarán los ataques contra nuestros derechos más elementales.
Nuestra lucha en FGV ha carecido totalmente de esta amplia perspectiva y, como consecuencia de ello, nuestros representantes han dado la lucha prácticamente por perdida desde el principio ¿Cómo vamos a ser capaces, solamente los trabajadores de FGV, de frenar una auténtica contrarrevolución social, que además viene impuesta desde las instituciones europeas, pero que viene a cumplir los sueños más profundos de nuestra burguesía nacional?
Qué toca hacer ahora
La sensación que ha quedado entre gran parte de los compañeros es de desánimo. Ven cómo sus expectativas de frenar los despidos han sido frustradas. Pero, tras una desbandada inicial que hasta cierto punto es lógica tras la derrota, lo que toca ahora es reagrupar fuerzas.
Esto no se ha acabado, y van a volver a golpear en poco tiempo. Este año nos finaliza la ultraactividad del convenio, con lo que, de no negociar uno nuevo, pasaríamos al Estatuto de los Trabajadores al no haber ningún convenio de rango superior. En este ERE pactado tampoco se ha dejado atado el convenio. Y, en estas condiciones, es obvio que la empresa no va a tener ninguna prisa en llegar a un acuerdo porque su objetivo a ser volver a revisar a la baja nuestras condiciones laborales.
Es necesario dar desde el principio a nuestra lucha y a nuestros sindicatos, una visión más amplia y de clase. Hay que organizar asambleas con otras empresas y colectivos afectados por los recortes y los despidos. Hay que exigirles también a nuestros dirigentes sindicales que convoquen asambleas en las que se haga un balance de lo que se ha conseguido, y en las que podamos reclamar las responsabilidades por el pobre resultado alcanzado.
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