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Argentina: balance de las elecciones presidenciales – Ni reír ni llorar, comprender

Con un apretado resultado, según el escrutinio provisorio, el domingo pasado 22 de noviembre, Mauricio Macri, de la coalición Cambiemos, se impuso a Daniel Scioli del Frente para la Victoria (FpV, kirchnerista), por tan sólo un 2,8%, que representa 704.860 electores a favor de Mauricio Macri.

De esta manera, la facción más rancia de la burguesía argentina, vuelve a hacerse del timón del Estado después de 12 años.

Creemos que con estos resultados, cambia el escenario político en el país y a tan sólo unos días de la asunción del nuevo Presidente, los anuncios de Mauricio Macri auspician un 2016 complejo para la clase trabajadora y la juventud.

El gabinete gira en torno a figuras que representan las teorías más retrogradas del pasado. Nos referimos a Alfonso Prat-Gay que estará al frente del Ministerio de Hacienda y Finanzas, Federico Sturzenegger en el Banco Central, y Carlos Melconian en el Banco Nación. Rogelio Frigerio irá al Ministerio del Interior. El Ministerio de Relaciones Exteriores será ocupado por Susana Malcorra funcionaria de la ONU y ex CEO de Telecom, con una frondosa carrera en IBM, Apple y Google. Francisco Cabrera ocupará la cartera de Producción. El ex titular de Shell, Juan José Aranguren, ocupará la cartera de Energía y Minería. El actual ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, seguirá en su cargo, mientras que Jorge Lemus asumirá el Ministerio de Salud. La diputada Patricia Bullrich estará al frente del Ministerio de Seguridad. Además, Esteban Bullrich encabezará el Ministerio de Educación. El de Defensa estará en manos del radical Julio Martínez, el de Transporte en las de Guillermo Dietrich, y Agricultura, Ganadería y Pesca será ocupado por Ricardo Buryaile. El ministro de Justicia será para Germán Garavano, la cartera de Desarrollo Social para Carolina Stanley, y la Secretaría General de la Presidencia estará ocupada por Fernando De Andreis. La cartera laboral estará a cargo de Jorge Triaca (hijo), y como Jefe de Gabinete: Marcos Peña.

A este gabinete de empresarios y banqueros, se suma el intento de aplicar la “cláusula democrática” para sacar a Venezuela del Mercosur “… Vamos a exigir la liberación de Leopoldo López, y si Maduro no acepta, vamos a reunir a los países de Mercosur para pedir que se ejecute la cláusula democrática”. No olvidemos que Leopoldo López está enjuiciado y encarcelado por instar al derrocamiento de Maduro y promover las “guarimbas” (disturbios) en 2014. Su esposa, Lilian Tintori, estuvo el 22 de noviembre en el búnker de Cambiemos.

Otros anuncios por parte del flamante Presidente electo son promover la integración en la Alianza del Pacífico -Chile, Colombia, México y Perú- con la que EEUU cerró el pasado mes de octubre el Tratado de Asociación Transpacífico sumando a su socio más fuerte: Japón. Esto habla claramente de la intención de volver a las relaciones estrechas con el imperialismo yanqui.

Otra novedad es la eliminación de las retenciones (impuesto) a las exportaciones agrícolas del campo, con un primer capítulo sobre el trigo y el maíz. Macri mantiene negociaciones con Luis Miguel Etchevehere, de la patronal Sociedad Rural. Le está ofreciendo suspender por sesenta días las retenciones a las exportaciones de granos, soja incluida, para que los especuladores que tienen retenida las cosechas esperando la devaluación de la moneda nacional –el peso–puedan vender. Así espera que esto permita la entrada en el país de los dólares necesarios para el funcionamiento de la economía hasta que su gobierno pueda organizar gradualmente su programa de liberalización. Pero esto todavía está en discusión. Etchevehere se niega a vender solamente con la eliminación temporal de las retenciones, y exige el cumplimiento del escrito donde Macri se comprometía además a devaluar y liberar el dólar a 15 pesos.

La Corte Suprema de Justicia ya le allanó el camino a Macri, al  declarar la inconstitucional del ente estatal RENATEA y la devolución al burócrata sindical macrista Momo Venegas, dirigente del sindicato UATRE, del control y fiscalización del trabajo de los obreros rurales, labor que correspondía al RENATEA. Todo esto pone en evidencia las perspectivas del nuevo escenario en el país.

Ahora bien, ¿en qué cambia el escenario político? Consideramos un escenario más que probable, que el macrismo se prepare para anunciar los cambios que irá llevando poco a poco, ya que sería un error político considerar que una vez que se encuentre en la Presidencia, avanzaría a capa y espada. Creemos que los planes del gobierno de Cambiemos recorrerán en una primera instancia cierta lógica paulatina de modificación de lo logrado en estos años. No prevemos de manera inmediata la implementación de un shock económico, vía devaluación a través de la unificación del dólar oficial con el del mercado negro (el blue), y llevar al mismo a 15 pesos (frente al 8,30 actual) lo que representaría una devaluación o licuación de un 50% de los salarios en un sólo movimiento. Entonces, resulta posible un escenario de un dólar tipo ahorro que unifique ambos cambios a $12 o $13, sumado al incremento que en esta últimas semanas se aplicaron sobre la canasta básica de alimentos, ya que la expectativa de devaluación sigue empujando los precios. Harina, carnes, insumos para la alimentación, papel, tintas y otros elementos industriales se encarecen por el accionar de los monopolios, que sacan ventaja de la situación, y cierra un cuadro de deterioro del salario. Se suma el anuncio de que seguirán al menos por 6 meses los programas de contención de precios “Ahora 12” y “Precios Cuidados”. El otro escenario sería el shock violento, que sólo sería posible ante una profundización de la crisis mundial y su expresión en la región en un futuro más que inmediato. La idea del macrismo en cómo llevar su plan de gobierno tiene que ver en cómo maneja los tiempos políticos en relación en particular a su base de electores y en general a las masas.

Resulta por demás de evidente que el intento de no incendiar el país recién llegado a la Rosada es parte de una preocupación de la burguesía. Es por esto que en esta fase inicial serán a cuenta gotas las modificaciones y avances sobre salarios y derechos. La idea es pasar unas fiestas y vacaciones “tranquilas” y más luego los nubarrones asomaran por abril mayo con las negociaciones paritarias de los convenios laborales.

La burguesía y el imperialismo se frotan las manos al tener la oportunidad de avanzar sobre los derechos de la clase obrera y la juventud que durante más de 10 años hemos ido recuperando con la lucha y la movilización.

¿Hubo un giro a la derecha de la sociedad?

La conducta y opinión de un sector del activismo y de políticos kirchneristas, que expresan una desazón y desmoralización profunda ante los resultados del 22 de noviembre, se justifica con una caracterización de un giro a la derecha de un sector importante de la sociedad, sumado a sentencias como existe una “derrota cultural”, etc., etc.

Esta caracterización simplemente la consideramos equivocada. Atribuir un giro a la derecha del electorado que votó a Macri solamente es ver la paja en el ojo ajeno.

En estos días se ha escuchado a muchos políticos del Frente Para la Victoria decir “que nos debemos una autocritica, etc., etc.”, pero en realidad nada se ha escuchado de manera seria.

Es verdad que sin ser un factor determinante, la táctica de acoso y derribo impulsada por parte del empresariado a través del terrorismo mediático ha jugado un papel de desgaste.

Cabe señalar la tibieza de la respuesta que tuvo el kirchnerismo en tolerar esto y no avanzar contra diarios como Clarín, La Nación y otras empresas emblemáticas que juegan desde años un socavamiento, desprestigio y desgaste del gobierno. La respuesta que debió encarrilarse hacia las expropiaciones.

La recuperación del caudal de votos por parte de Scioli desde las elecciones del 25 de octubre hasta las pasadas del 22 de noviembre en el balotaje, se debió exclusivamente a la desesperación de los sectores más conscientes de las masas y del activismo kirchnerista, de reagruparse alrededor de Scioli. Independientemente de ser un candidato que no agradó ni agrada a la gran mayoría de la militancia y del electorado K, salieron a militar el No a Macri. Por lo tanto, podemos afirmar que nuevamente las masas o por lo menos un sector importante de éstas, estuvieron a la izquierda de los dirigentes.

Hay que tener en cuenta que el discurso de un fascista, o del fascismo -si se nos permite- dista de una distancia considerable de lo que hablaba Macri. Claro que esto no significa lavarle la cara al político de Cambiemos.

Lo que sí es cierto es que con una hipocresía sin límites, el líder de Cambiemos trabajó con un discurso kirchnerizado para atraer el voto de los sectores que dudaban entre seguir a Scioli o brindar el apoyo a Macri.

Hubo de apoyarse en las conquistas más sentidas por amplios sectores de masas, diciendo que respetaría lo bueno que se realizó en el pasado. Por otro lado, cabalgó sobre el cansancio que genera la tensión casi permanente, del intento de conciliar lo que no se puede: los intereses de banqueros, empresarios  y terratenientes, con los de la inmensa mayoría del país.

Lo anterior se liga al discurso kirchnerista, que fue y es mucho más de lo que en realidad se realizó en esta década. Es verdad que se avanzó de manera gigantesca en materia de derechos civiles, discusiones paritarias en los convenios laborales, derechos humanos, la petrolera YPF, la aerolínea Aerolíneas Argentinas, y demás. Pero no debemos olvidar el punto de inflexión que representó el 2001, que precedió y determinó la conducta a partir del 2003 hasta hoy. Aquel 2001, donde las masas movilizadas irrumpieron en la escena política y donde en tan sólo una semana derrocamos a 5 presidentes. Estas son aún las ondas largas de aquellas gloriosas jornadas. Ondas largas que ayudaron o permitieron en esta coyuntura política que los trabajadores y el activismo recuperara con el voto al kirchnerismo el 22 de noviembre el terreno perdido el 25 de octubre por los resultados electorales de la primera vuelta.

La Presidenta Cristina Fernández ya dio una advertencia a los empresarios y opositores políticos. “Cuando asumí el gobierno en 2003 prometí un país normal, y hoy estamos votando en un país normal, con pleno empleo y sin crisis”.

Dejando para un análisis posterior “sobre el pleno empleo y un país sin crisis”, lo que sí queremos resaltar, que esta advertencia por parte de CFK al empresariado y sectores políticos opositores, es simplemente que ante la crisis capitalista mundial y regional, no volvamos a un 2001. Cabe señalar, que el kirchnerismo tuvo la suerte de gobernar por 12 años en un boom del capitalismo, posterior de la gran recesión de los ’90. Con la crisis desatada en 2008, los economistas más serios del capitalismo mundial vaticinan que vino para quedarse por tres, cuatro y hasta cinco décadas. Claro que con sufrimientos y retrocesos en las condiciones de vida de las masas.  Esta es la realidad con que, Macri electo o Scioli si hubiera ganado el 22 de noviembre, se toparán.

¿Por qué llegamos a esto?

En parte es lo que señalamos arriba, pero no alcanza para explicar la derrota del kirchnerismo.

Lo hemos señalado en un sin número de materiales escritos:

“Este movimiento político peculiar no cayó del cielo, hunde sus raíces en la historia argentina de los últimos 70 años, es una continuación directa del movimiento peronista e incorpora la impronta del último gran acontecimiento político de masas del país como fue el Argentinazo de  2001-2002, enriquecido con los desarrollos políticos y sociales de estos diez años.

El kirchnerismo es un movimiento político nacionalista con una base obrera y popular pero con una dirección no proletaria y un programa burgués al que denomina “capitalismo en serio” o “capitalismo nacional”. En rigor, lo que pretenden los dirigentes kirchneristas es, por un lado, desarrollar su acción de gobierno dentro de los marcos del sistema capitalista y regularlo, sostener su base de funcionamiento que es la propiedad de los grandes medios de producción en manos de los capitalistas y el acrecentamiento de sus ganancias. Y por el otro, atender los intereses de la clase social sobre la que se apoya y cuya presión sienten permanentemente, a través del aparato sindical, en los barrios, en las agrupaciones de base y movimiento sociales, y en la acción directa en las calles.

Por ende, el kirchnerismo es un movimiento contradictorio en su raíz: se asienta predominantemente en clases sociales cuyos intereses son antagónicos a los intereses de la clase capitalista que la acción del gobierno trata de preservar. A cada paso, la realidad desmiente los presupuestos ideológicos de la dirección kirchnerista. Aunque niegan la lucha de clases, cada intento de imponer un “capitalismo serio” y de aplicar reformas progresistas es resistido con uñas y dientes por los grandes empresarios, y el gobierno sólo puede avanzar apoyándose en los trabajadores y demás sectores populares para golpear y disciplinar a los primeros.

El kirchnerismo tuvo la suerte que su acción de gobierno coincidiera con uno de los períodos de mayor crecimiento y estabilidad económica habidos en el país, favorecido por las condiciones excepcionales de la economía mundial en años pasados y la demanda enorme de materias primas que empujó hacia arriba sus precios en el mercado mundial, y que constituyen un pilar básico de la economía argentina”. (Militante. Argentina: los marxistas y el movimiento kirchnerista, 19/2/13)

Se hace evidente que el boom que vivió en esta década ha finalizado, claro que como dijimos no es una crisis cíclica sino una crisis estructural, secular.

Además, hemos señalado que apelar a una burguesía “nacional” es pretender retroceder la rueda de la historia al pasado, claro que el tipo de país que Argentina es, por lo general en su historia, la composición de sus clases sociales, la formación del Estado argentino, su desarrollo económico lejos estuvo de la historia de los países desarrollados. Por el contrario, la formación de la burguesía criolla estuvo íntimamente ligada al imperialismo inglés en un principio y más luego al norteamericano, con un carácter parasitario, débil y rentista en las últimas décadas.

El hecho de un “Estado presente”, con seguridad social inédita para el país, como el intento de desarrollar un mercado interno con un fuerte consumo y endeudamiento,  no resuelven los problemas estructurales de la pobreza y del desarrollo industrial. Y cuando hablamos de desarrollo industrial nos referimos a industrias de industrias, aquellas que desarrollan bienes de capital.

La idea de intentar satisfacer la voracidad de los capitalistas “argentinos” con el reparto de suculentos dividendos para sus bolsillos, como muchas veces explicó la Presidenta CFK, hoy no les alcanza. Claro que estos mismos capitalistas consideran que los incentivos del consumo con la intervención del Estado, sea subsidios u otros medios, ante la crisis son innecesarios y a revertir. Como también lo son las negociaciones paritarias, o sea costo laboral, el cepo cambiario con el dólar (que ahora Macri anuncia liberarlo), la Asignación Universal por Hijo, y demás conquistas de los últimos años.

Entonces, la lógica que rige al capitalismo en el mundo, es la del capitalismo en descomposición, la de un sistema que entró en una profunda crisis de sobreproducción, ya que del inmenso desarrollo de la capacidad instalada hoy, una parte se encuentra ociosa; el desarrollo de la ciencia, la técnica, el dominio de la naturaleza, no están puestas al servicio de satisfacer las demandas elementales de salud, trabajo, educación, vivienda, etc., al servicio de las mayorías del mundo, sino por el contrario están puestas para satisfacer el lucro y la ganancia del los capitalistas. Y la propiedad privada de los medios de producción o su expresión jurídica, aparecen como una traba a derribar para resolver los problemas de las masas arriba señalados.

La idea de aplicar y hasta de ¡¡teorizar!! de Kicillof sobre el keynesianismo como herramienta para detener la descomposición capitalista, resulta simplemente una teoría utópica irrealizable, es como intentar detener la voracidad de una manada de leones hambrientos con hojas de lechuga.

La izquierda

La izquierda jugó nuevamente un papel lamentable, claro que nos referimos a los dirigentes de las tiendas políticas que lideran el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) y demás grupos que acompañaron al voto en blanco o la impugnación del mismoen el balotaje del 22 de noviembre. Pareciera que se empecinan en una concatenación de errores de los que no pueden salir. O simplemente priorizan sus intereses de capilla.

La cuestión es que comparando los resultados del balotaje con las elecciones de octubre, el voto en blanco o nulo, o el no voto para identificar a ambos obtuvo el 2,43% el 22 de noviembre, mientras que el voto en blanco en octubre obtuvo el 2,55% y 0,77% los nulos, el no voto entonces obtuvo un 3,32% en la primera vuelta. Podríamos decir de manera abusiva que casi el 1% de votos de diferencias son parte de la crisis o rebelión de las bases del FIT ante la polarización que se produjo alrededor de ambos candidatos, Scioli y Macri. Pero preferimos debatir con los lineamientos históricos que hacen que estos grupos sigan por el camino de siempre, la cuestión a discutir sigue siendo la política que llevan adelante.

Cuando señalamos que persisten en una concatenación de errores, queremos decir que se empeñan en no acompañar el proceso de maduración de las masas y de su militancia.

Esto no niega independencia organizativa ni política, sólo es respirar el ambiente que las masas, respiran y tratar de conectar con éstas.

Partimos de la base de que a más crisis o más miseria no se corresponde más lucha. Razonar de esta manera es simplemente un error conceptual y metodológico, y no de marxistas revolucionarios.

No se trata de “desear” que las cosas vayan mal para que la clase obrera y la juventud de manera automática sigan a la “vanguardia” constituida en partido, partidos o frentes.

Se es vanguardia en tanto nunca nos separemos de las masas y su dirección, por lo tanto, construir una relación dialéctica y establecer una correspondencia de transformación mutua. Es ahí en el crisol de la lucha de clases donde trabajadores, jóvenes y sectores populares hacen su experiencia, donde los marxistas forjamos y transformamos el programa revolucionario en fuerza material. Por lo tanto, es ahí donde tenemos que estar: estableciendo los lazos necesarios y partiendo de lo que hablan los obreros para construir el dialogo inexcusable, sólo así podemos hablar de transformación social. Lo otro, es la ruptura o la renuncia con la táctica del Frente Único y el programa reivindicativo ligado al programa de poder: el Socialismo.

La convocatoria a una sesión para votar la expropiación del Hotel Bauen de Buenos Aires en manos de sus trabajadores, la creación de la empresa Yacimientos Carboníferos Fiscales reclamada por sus trabajadores hace años, el bono de participación de las ganancias para los empleados de las empresas de servicios audiovisuales y telefónicas, el programa de propiedad participada de ex agentes de gas del Estado, entre otras, encontró al FIT dando quórum a los diputados del FpV.

Pero esta táctica correcta no ha sido la constante de la izquierda, que la hubiera ubicado de una mejor manera ante el sector de masas que apoyó y apoya al kircherismo para dialogar y establecer una corriente anticapitalista y por el Socialismo y que seguramente hubiera potenciado enormemente al conjunto de la izquierda. Por el contrario, fue negada por el papel y participación como la niña mimada de la cadena televisiva TN y del diario Clarín. Si estos izquierdistas hubieran delimitado políticamente con el empresariado que facilitaba su participación en sus medios, hubieran sido criticados como lo son hoy por haber brindado quórum en diputados.

Entonces en las elecciones, como así en otras instancias de la vida política y en las diferentes tácticas de cómo llevar adelante el programa revolucionario, nunca pueden perder de vista a las masas y su vanguardia, en su maduración con relación a las tareas que se corresponden con la época y a la finalidad última: el Socialismo. Se trata de forjar una dirección que sea capaz de liderar los procesos que se avecinan; y si esa dirección no mantiene una política hacia el movimiento, simplemente perdió su norte.

¿Adónde vamos? ¿Qué hacer?

El agravamiento de la situación mundial da indicios claros de hacia dónde vamos. Es un error metodológico y político con consecuencias importantes que se analice la situación fronteras adentro.

Por lo tanto, la piedra fundamental de cualquier análisis que se jacte de serio debe partir desde este ángulo, lo internacional.

El capitalismo pasa por su peor crisis desde 1929 y quien paga el precio es la clase obrera, que sufre por el desempleo y la pérdida de derechos laborales. A nivel mundial, crecen las guerras, más de 100 millones de refugiados emigran para sobrevivir, el desempleo y el hambre vuelven al orden del día. Para defender su lucro, el capital está atacando duramente a los trabajadores y los jóvenes. Mientras tanto, el beneficio de los bancos (Bradesco, Itaú, Santander, Galicia, HBC, etc.) aumenta en más de un 10%. La inflación sube, el empleo baja y los bancos ganan.

Los economistas del FMI se han visto obligados en varias ocasiones a tragarse sus palabras a medida que la economía mundial, supuestamente en su séptimo año de «recuperación», se ha tambaleado de una crisis a otra. La recesión mundial de 2008-9 fue un momento decisivo. Marcó el comienzo de una crisis prolongada, descrita por Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, como «estancamiento secular».

Con la economía china –que representa el 30% del crecimiento mundial y el 16% de la producción mundial– ralentizándose junto con las llamadas economías emergentes, la escena está claramente preparada para una nueva recesión mundial. Las exportaciones e importaciones chinas han caído durante varios meses, y los precios de las materias primas están cayendo como una reacción a la caída de la demanda. Esto es un síntoma de una crisis de sobreproducción, o de “exceso de capacidad», como a los economistas capitalistas les gusta llamarlo. Cuando China se desacelera, el mundo se desacelera también. Pero a medida que se desacelera, puede tambalearse hacia una depresión.

Sin embargo, las deudas siguen aumentando en todas partes. La deuda del sector privado, en particular, sigue siendo muy alta. En los EEUU llegó al 160% del PIB en 2007 y casi al 200% en Gran Bretaña, pero China ya ha superado estos niveles. Europa se enfrenta a un largo y prolongado período de crecimiento lento y deflación. Según Wolfgang Munchau, está bajo una «amenaza constante de insolvencia e insurrección política» (Financial Times, 15/6/14). El intento de reducir las deudas en este entorno será «más duro y más sangriento» de lo que hemos visto.

Preparar el futuro

Como decimos en el punto anterior, se trata de un futuro incierto; por lo tanto debemos prepararnos para lo que viene.

En primer lugar, escaparle a la desmoralización implica llevar adelante el balance que necesitamos como clase.

No hay una derechización de la sociedad, sí hay una clara crisis de dirección que de conjunto debemos resolver. No podemos seguir encorsetados cada uno en su corralito, se trate del activismo que se trate. La votación así lo reveló ya que la mitad del país no cederá ante la ofensiva capitalista, se trata de avanzar en claridad y organización, y ganar a cada vez más amplios sectores de masas a las perspectivas de una nueva legalidad.

Necesitamos construir espacios de unidad para el debate y la acción, en las empresas, fábricas, barriadas o Universidades, y accionar en consecuencia. Por un tiempo, el macrismo no va hacer grandes olas, tiempo suficiente para organizarnos en las ideas y las tareas.

La necesidad política de los trabajadores para avanzar hoy pasa por organizarse en las ideas de la nacionalización de las palancas fundamentales de la economía bajo control obrero, discutir la necesidad de la propiedad común de la tierra, los bancos, y las principales industrias. Plantear que un plan de producción común es la única manera de movilizar el colosal potencial de la industria, la agricultura, la ciencia y la técnica en beneficio de la mayoría aplastante de la población y no para el enriquecimiento obsceno de una minoría de empresarios, banqueros y terratenientes como ocurre hasta ahora. Estas son las tareas, y el debate de fondo que demos impulsar, sumado a no ceder y defender las negociaciones paritarias anuales. Impugnar las presiones de los organismos internacionales de usura. Repudiar y organizar la defensa de cualquier organización política o sectores populares que sean atacados. Organizarnos por la continuidad y resolución definitiva en una megacausa de los juicios de lesa humanidad contra los represores civiles y militares de la dictadura militar.

Se trata de ir caminando juntos, debatiendo y poniendo en primer lugar la unidad que necesitamos las masas para forjar las herramientas y el ideario que definitivamente pueda llevarnos a una victoria duradera, al Socialismo.

Pongámonos en marcha

Artículo original: http://argentina.elmilitante.org/argentina-othermenu-26/argentina-othermenu-27/7008-balance-de-las-elecciones-presidenciales-del-22-de-noviembre.html

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