Un balance de la Huelga General del 14 de noviembre
La paralización fue total en la gran industria, el transporte público, el comercio mayorista, la recogida de basura, puertos, la educación, y significativa en la sanidad, administración pública y otros sectores. En el caso concreto de Madrid, en una docena de hospitales hay colectivos de trabajadores encerrados en protesta por la política privatizadora del PP.
Final de la manifestación en Madrid, en la plaza de Colón. Foto: josecamó.com
El colectivo de Economistas frente a la crisis han hecho públicas las estadísticas parciales de caída del consumo en la demanda de energía eléctrica en la industria, con más de un 60% de caída, dato definitivo para constatar la rotundidad de la huelga teniendo en cuenta que en muchas empresas del metal, incluso en caso de huelga, la actividad de muchas de sus industrias no puede parar.
De manera muy vistosa y llamativa, decenas de miles de trabajadores y jóvenes se encuadraron en los piquetes de huelga que recorrieron las calles y polígonos industriales de las grandes ciudades en la noche del 13 al 14 y durante todo el día 14. Los centros de las grandes ciudades estaban tomados por los activistas de la clase obrera y de manera significativa, también de la juventud. En ciudades del cinturón rojo de Madrid, como Getafe, se vio un piquete con casi 1.000 asistentes, como no se veía desde hace muchos, muchos años.
Las manifestaciones, que en la mayoría de ciudades se celebraron por la tarde, fueron de nuevo masivas, en algunos casos, históricas. Los sindicatos cifran la participación en Madrid en un millón de asistentes, en Barcelona en más de un 1 millón. En ambos casos los manifestantes colapsaron el recorrido entero antes de la hora prevista de inicio. Otras ciudades también fueron el escenario de manifestaciones enormes: 70.000 en Mallorca (y otras 10.000 en Maó, 5000 en Eivissa y 2500 en Ciutadella), 150.000 en Sevilla, 150.000 en Málaga, un número parecido en Granada, 45.000 en Córdoba, 180.000 en Vigo (y un total de medio millón en Galiza), 350.000 en Valencia, 50.000 en Castellón, 200.000 en Zaragoza, 30.000 en Tarragona, 200.000 en Murcia (y otras 35.000 en Cartagena), y un largo etc. Estamos hablando de una cifra que probablemente se aproxima a los seis millones de participantes.
A diferencia de Galicia, donde hubo unidad entre la central sindical nacionalista, la CIG, y UGT y CCOO; en el País Vasco, y en Navarra en menor medida, el seguimiento de la huelga y la participación en las manifestaciones fue muy inferior debido a que los dos principales sindicatos nacionalistas (LAB y ELA) no convocaban pero, en algunos casos, como el caso de la factoría de Volkswagen en Landaben (Navarra), el paro registrado entre los trabajadores fue casi total.
La actuación de la policía fue brutal en algunos casos contra piquetes sindicales y manifestaciones. En Murcia, Granada, Madrid, Barcelona, y otras ciudades, se podujeron cargas y detenidos. En Tarragona, dos menores fueron agredidos por los antidisturbios. Uno de ellos, de trece años de edad, tuvo que recibir atención quirúrgica después de ser golpeado en la cabeza por los antidisturbios.
La convocatoria de huelga general de 24h el 14N es el resultado de la acumulación de presión por abajo, a la que finalmente los dirigentes sindicales se vieron obligados a dar, tardíamente, un cauce.
La huelga general del 29 de marzo de este año, contra la reforma laboral del gobierno del PP fue también masiva en su seguimiento, pero los dirigentes máximos de UGT y CCOO no presentaron un plan serio de movilizaciones posterior que encauzara el malestar existente. En los meses siguientes, el Gobierno se reafirmó en su política de austeridad, recortes y ataques a los servicios públicos y los derechos de la clase trabajadora. La respuesta por parte de los trabajadores vino cuando tuvo lugar la llegada de la Marcha minera a Madrid en el mes de Julio, que comenzó a canalizar todo el descontento existente en sendas manifestaciones de cientos de miles de personas. Cuando el gobierno anunció un nuevo paquete de recortes, en cuestión de horas los funcionarios públicos salieron a las calles y bloquearon las calles en un movimiento semi-espontáneo que obligó a los dirigentes sindicales a convocar las manifestaciones masivas del 19 de Julio, con tres millones de asistentes.
El gobierno respondió a éstas presentando unos duros presupuestos para el 2013 con nuevos y más brutales recortes.
Como reconoció el Secretario general de CCOO, Toxo, hace pocas semanas, la Huelga general ya se tenía que haber convocado en julio. Entonces hubo una oleada natural de la clase obrera. El hecho de que no se hiciera así ha dado un respiro al PP. La marcha a Madrid convocada por los sindicatos el 15 de Septiembre, aunque reunió a decenas de miles de activistas y delegados sindicales de todo el país, no tuvo, ni de lejos, el tamaño de las protestas de Julio. Claramente, para muchos, un día más de manifestaciones no tenía sentido, particularmente porque no formaba parte de un plan sostenido de lucha.
La movilización del 25 de Septiembre para rodear el congreso de los diputados, en la que participaron decenas de miles, principalmente de jóvenes, y que contaba con el apoyo de más del 70% de la población, reflejó el enorme ambiente de descontento social que se estaba acumulando. Finalmente, los dirigentes sindicales se vieron obligados a convocar la tan exigida y esperada huelga general para el 14 de Noviembre. Independientemente de la fecha de la convocatoria, que debió ser antes, hay un ambiente de rabia acumulado que pugna por salir a la superficie, como comprobamos en las manifestaciones de ayer que, en muchos casos fueron imposibles de medir.
Una movilización europea
La fecha del 14-N se eligió para coincidir con la huelga general en Portugal para el mismo día, y fue luego respaldada por la Confederación Europea de Sindicatos que llamó a una jornada europea de lucha y solidaridad contra las políticas de austeridad, que ha llevado también a: una Huelga general en Italia de 4 horas (con convocatorias parciales de las federaciones de administraciones públicas y el metal de la CGIL), más de 60 manifestaciones en Francia, paros parciales en Bélgica…, y manifestaciones de distinto orden en la mayoría de los países de la UE.
Éste es un paso muy importante. Por primera vez vemos huelgas generales convocadas en más de un país simultáneamente. En Italia y Grecia los sindicatos convocaron huelgas parciales (de 4 y 3 horas respectivamente), mientras que en otros países se realizaban manifestaciones de protesta.
Hay una conciencia clara entre amplias capas de la población, sobre todo en los países más afectados por la crisis, de que esto no es algo que afecte a un país u otro de manera aislada, sino que es una crisis general del capitalismo europeo. Millones de personas siguen el desarrollo de la crisis en Grecia y se han dado cuenta de que las políticas de austeridad, además de ser dañinas para la clase trabajadora y destruir los servicios públicos, ni siquiera tienen el efecto de propiciar una recuperación de la economía. La contracción de la economía en Grecia ya alcanza el 23% en los últimos 5 años y no tiene visos de detenerse.
A más austeridad, más se contrae el consumo privado, más se paraliza la economía, el Estado recauda menos por impuestos, aumentando el déficit. Para paliarlo, se incrementan los recortes, en una espiral descendente que no parece tener fin.
Oficialmente, hoy se ha reconocido que la Eurozona ha recaído en la recesión. El FMI pronostica que, a final de este año, se constate una contracción de la economía de la Unión Europea (UE) del 0,4%. Los países más afectados son los del sur de Europa. España se contraerá un 1,5%, Italia un 2,3%, Portugal un 3%, Chipre un 1,3% y Grecia un 5,2%. Sólo el PIB de la economía griega habrá retrocedido cerca de un 20% en 5 años. Pero, incluso, economías aparentemente más fuertes como la del Reino Unido también se contraerán un 0,6%. Y Alemania y Francia quedarán prácticamente estancadas con crecimientos de su PIB del 0,9% y del 0,1%, respectivamente.
El nivel de desempleo alcanza el 11,4% en la UE, con registros del 25,1% en España, 24,4% en Grecia y 16% en Portugal. En estos tres países el desempleo juvenil rebasa el 50%.
Todo esto está teniendo importante efectos en la conciencia de millones de trabajadores y jóvenes. Existe un cuestionamiento creciente de aquellos gobiernos y partidos que aplican las políticas de austeridad (ya sean “socialdemócratas” o de derechas) y un crecimiento, en diferente grado en diferentes países, de aquellos partidos que se presentan como más consecuentes en su oposición a estas políticas, a la izquierda de la socialdemocracia. Así, la Coalición de la Izquierda Radical (SYRIZA), que tiene su origen en el movimiento comunista en Grecia, ha pasado en apenas 2 años del 4,5% a superar el 30% de los votos, siendo ahora el primer partido de la clase obrera y, prácticamente, el primer partido del país.
Más allá del crecimiento de alternativas de izquierdas, hay un fermento generalizado de cuestionamiento del sistema capitalista y de todas sus instituciones (los partidos políticos, los bancos y los ricos, el parlamento, la justicia, etc).
Descontento y rabia que pugnan por salir a la superficie. Ahora hace falta un plan de lucha
La huelga general fue precedida por el suicidio de Amaia Egaña, una mujer de 53 años en la localidad obrera de Barakaldo, en la margen izquierda de Bilbao, que se tiró por la ventana de su vivienda, en un cuarto piso, el día en que iba a ser desahuciada por impago de la hipoteca. En lo que va de crisis, en el Estado español, se han producido más de 350.000 desahucios (510 cada día), en los que los bancos se quedan con las casas de las familias que no pueden pagar sus hipotecas (muchas de ellas contraídas en condiciones de engaño y con cláusulas abusivas en el punto álgido de la burbuja inmobiliaria). Al mismo tiempo, los mismos bancos reciben decenas de miles de millones de euros de dinero público en concepto de “rescate” (y cientos de miles de millones de euros en “avales” desde el 2008), amasando entre sus activos cientos de miles de viviendas nuevas vacías que los promotores inmobiliarios en quiebra nunca pudieron vender. Éste es un ejemplo sangrante de la anarquía del sistema capitalista, que condena a millones a la inactividad mientras hay necesidades sociales acuciantes que atender.
Las manifestaciones que cerraron la huelga general dieron a la clase obrera una sensación de fuerza, un sentimiento de entusiasmo que se reflejó en la consigna de “sí se puede”, cantada ya desde la formación de los primeros piquetes, ciudad tras ciudad.
Pero, al día siguiente, el gobierno continúa con su política. La pregunta es ¿Y ahora qué? Los marxistas de Lucha de Clases hemos defendido, dentro y fuera de IU, la necesidad de que los dirigentes sindicales den continuidad a esta lucha con un plan sostenido y creciente de movilización que tenga como objetivo tumbar al gobierno del PP.
Muchos compañeros se encuentran en sus empresas con el comentario “¿Sirve para algo la Huelga General?” Desde Lucha de Clases, independientemente de la conducción sindical de los dirigentes de UGT y CCOO en los últimos meses, que consideramos errónea, afirmamos, basándonos en los hechos que sí sirve: para homogeneizar a la clase trabajadora y hacerla consciente de sus intereses comunes, para despertar a la lucha de clase a sectores nuevos (como los miles y miles de jóvenes que han participado en la noche de los piquetes o la Marea verde educativa). Y, finalmente, para desgastar claramente al gobierno del PP.
Como podemos ver en esta gráfica, que representa un conjunto de encuestas de Demoscopia para El País, la curva de caída del PP coincide en general con otras encuestas. Lo significativo es cómo los dos grandes escalones en la tendencia hacia abajo del PP en los últimos once meses se producen cuando se han desarrollado los conflictos sociales reseñados: en la Huelga General del 29 de marzo y tras la llegada a Madrid de la movilización minera y las dos semanas posteriores de huelgas y movilizaciones semiespontáneas.
La lucha de los trabajadores ha acelerado el proceso de corrosión del apoyo popular al PP y lo va a hacer aún más. Pero es necesario construir también una fuerza política que dé respuesta a la pregunta central: ¿cuál es la alternativa a las políticas de austeridad? IU puede ser esa fuerza y cada vez más dirigentes regionales y nacionales se escoran hacia la izquierda a la hora de explicar que el problema es el sistema capitalista. Hay que ser muy claros al respecto.
Al mismo tiempo, IU puede jugar un papel clave a la hora de limar los elementos de división sindical existentes en el conjunto del Estado, en mayor o meno medida. Un sindicalismo que no tenga un claro referente político es inútil frente a la situación actual, esa explicación en el frente sindical la debe ofrecer IU. Cada vez más sindicalistas llegan a la conclusión de la necesidad de generalizar una explicación general frente a los problemas existentes.
Hoy en día, en la inmensa mayoría de las empresas, un trabajo sindical que no pase por explicar los elementos que nos afectan a todos los trabajadores como clase, no es capaz de dar respuesta a los problemas que sufrimos: privatizaciones, los recortes en educación, en la asistencia a nuestros mayores, ataques en sanidad, inversiones sociales en equipamentos sociales, en carreteras dignas… Todo eso lo sufrimos a diario los trabajadores, encarece nuestra vida, degrada nuestra vida. Empresa a empresa, incluso sector a sector, no se puede encontrar solución a estos problemas.
Dentro del marco del capitalismo no hay ninguna alternativa para la clase trabajadora. Estas políticas de ajuste vienen impuestas por la gravedad de la crisis del sistema. Hay que reconocer este hecho y plantearse claramente que la única solución pasa por la nacionalización de las grandes empresas y monopolios bajo control de los trabajadores para poder planificar la economía en beneficio de la mayoría de la población. Los debates que ya han comenzado de cara a la Asamblea Federal de Izquierda Unida en Diciembre deben de servir para eso, y los marxistas de Lucha de Clases defendemos en ellos este punto de vista.
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