Brasil: crisis y parálisis ¡Construir una salida por la izquierda!
Los medios, escritos o radiotelevisivos, muestran un verdadero caos en el gobierno del país: las principales autoridades – la Presidenta y los Presidentes del Senado y de la Cámara de Representantes – son todos sospechosos de actos ilegales que podrían llevarles a juicio político o impeachment. El pueblo, los trabajadores y la juventud, asisten disgustados a este desfile de la hipocresía de los políticos y de los partidos políticos del orden.
Mientras tanto, la vida real sólo empeora. La inflación alcanza el 10% en las cifras oficiales, pero en las cuentas domésticas, en los supermercados, las gasolineras, los restaurantes etc., el aumento de los precios es mucho mayor. Ellos ahí arriba pateando para ver quién robó menos o escondió más, y aquí abajo el pueblo sufriendo.
La Encuesta Nacional de Hogares muestra que la tasa de desempleo en el país alcanzó el 8,7%. Los jóvenes desempleados ya han alcanzado casi el 20%. Son 8,8 millones los trabajadores desempleados en el país. Los datos del CAGED (Registro General de Empleados y Desempleados) muestran que entre septiembre de 2014 y septiembre de 2015, se perdieron 1,24 millones de puestos de trabajo con contrato formal.
El capitalismo pasa por su peor crisis desde 1929 y quién paga el precio es la clase obrera, que sufre por el desempleo y la pérdida de derechos laborales. A nivel mundial, crecen las guerras, más de 100 millones de refugiados emigran para sobrevivir, el desempleo y el hambre vuelven al orden del día. Para defender sus lucros, el capital está atacando duramente a los trabajadores y los jóvenes. Mientras tanto, el beneficio de los bancos (Bradesco, Itaú, Santander, etc.) aumenta en más de un 10%. La inflación sube, el empleo baja y los bancos ganan. El ministro Levy, representante del capital financiero, no resolvió las cuentas del gobierno. Pero el beneficio de los bancos sigue estando garantizado.
Maniobras del gobierno, el PT y Lula
La profunda crisis económica es la raíz de la expansión de la crisis política. El gobierno de Dilma Roussef, del Partido de los Trabajadores (PT), sigue batiendo todos los registros de impopularidad.
La actitud del gobierno para salvarse es ir más a la derecha e inclinarse aún más a los capitalistas. Después de los ataques al trabajo y a los derechos de seguridad social, los recortes presupuestarios en áreas sociales y de haber creado un ministerio a gusto de la burguesía, lleva a cabo una remodelación del gobierno que entrega más ministerios al PMDB [aliado de derechas en el gobierno]. Sin embargo, la maniobra no da resultado, el programa del ajuste sigue parado frente a las contradicciones de la propia burguesía que el Congreso refleja, como en el caso de la reanudación de la Contribución Provisional a los Movimientos Financieros [CPFM, un tributo que fue cesado en 2007].
La resolución electoral de la última reunión del Directorio Nacional del PT el 29 de octubre, sigue predicando el mantenimiento de las alianzas con la derecha que llevó a la desmoralización y a la quiebra política del partido.
Lula, uno de los organizadores del desastre, aparece en la reunión, da un discurso para proteger a Eduardo Cunha [presidente de la cámara de diputados, del PMDB] y mantener la coalición con la derecha y admite que “hemos ganado las elecciones con un discurso y después de las elecciones tuvimos que cambiarlo y hacer lo que la gente decía que no iba a hacer”. Y continuó defendiendo el ajuste fiscal: “la prioridad cero – si queremos a empezar a gobernar realmente este país – es crear las condiciones para aprobar las medidas que Dilma envió al Congreso Nacional para que ella pueda terminar definitivamente con el ajuste”.
Para los sindicalistas de la CUT, criticó el cambio en el discurso del gobierno, para la dirección del PT dijo que era necesario. Para fuera critica el ajuste, para los demás lo defiende. Él se contradice en las palabras, en el discurso, pero la acción final lo dice todo: Lula cumple su papel como el principal organizador de la defensa del ajuste que la dirección del partido aprueba.
En la resolución del PT se dedican páginas y páginas para explicar que hay una “ola conservadora” que “prepara un golpe de Estado”, para utilizarla como pretexto para defender al gobierno. Y aún más escandaloso, se defiende en todo la CPMF, un impuesto que cae sobre las espaldas de la clase obrera.
La “izquierda” dentro del PT, a pesar de criticar el ajuste, mostró lo que ya se había visto en el Congreso de la CUT, es decir la defensa, junto con la corriente Articulación Sindical, del PPE (Programa de Protección del Empleo), que reduce las horas de trabajo reduciendo el salario, en contra de la posición histórica del PT y la CUT, por la reducción de la jornada laboral sin reducción del salario.
En la reunión de la dirección del partido, esta “izquierda” votó otro texto, pero que sólo difiere en el método – proponiendo bajar las tasas de interés para volver a la política de “inversiones”, dejando la lucha por el socialismo para el próximo milenio.
La oposición de derechas
La derecha parlamentaria (PSDB, DEM, PPS, Solidaridad, la mayor parte del PMDB, etc.) hace un continuo show mediático en torno a las solicitudes de “juicio político” a Dilma. La FIESP [la organización empresarial paulista] y su presidente, Paulo Skaf, hacen una multimillonaria campaña contra los impuestos y la nueva CPMF.
Pero en la situación actual, ningún gobernante es capaz de garantizar la estabilidad. Los principales sectores de la burguesía saben que esta es la situación y, por lo tanto, no están comprometidos con el camino de un juicio político, saben que esta ruta puede desatar una situación aún más incontrolable.
Los que hablan de una ola conservadora “olvidan” las enormes manifestaciones y huelgas de masas, de maestros y funcionarios públicos en Río de Janeiro (donde el PT está en el gobierno), en Río Grande do Sul, en el Distrito Federal, el paro nacional de la banca, el petróleo, las movilizaciones en Sao Paulo contra el cierre de las escuelas por parte del gobierno Alckmin, la resistencia de la clase obrera contra los despidos. Los trabajadores no están desmoralizados o arrinconados.
No hay una “ola conservadora”. Lo que sí existe es polarización social, rabia de grupos de derecha, exacerbación de la lucha de clases, y una pequeña burguesía desesperada y despolitizada, viendo su nivel de vida caer y saliendo a las calles cada vez con menos fuerza.
Lo que la burguesía hace en este momento es atacar al PT con el fin de desmoralizar a la izquierda y la lucha de los trabajadores. Este es el significado de las investigaciones sobre lavado de dinero y ahora de la corrupción en el Consejo de Administración de Recursos Fiscales, que seleccionan a los dirigentes del PT para ser llevados presos e investigados, con el sueño de tener las condiciones políticas que permitan colocar un uniforme de detenido a Lula.
El mayor peligro para la “izquierda”, para el movimiento obrero y la juventud (ya sea en sus expresiones políticas, sus partidos, ya sea en los sindicatos y los movimientos sociales, MTST, MST, organizaciones estudiantiles, etc.) es el fortalecimiento del aparato represivo del estado, tanto a nivel de armamento, como a través los acuerdos con la DEA (Agencia Antidrogas de Estados Unidos) y el FBI (Policía Federal), y la legislación represiva. La detención y el juicio de los activistas del 2013 en Río concentra de alguna manera este tipo de ataque; la represión que se anuncia para la huelga de Petrobras puede empeorar de sobremanera la situación.
Para completar el cuadro, destaca el envío del proyecto de ley que tipifica el delito de terrorismo, y establece las condiciones para ampliar la criminalización de los movimientos sociales. Tal intención es evidente con los cambios del proyecto de ley en el Senado, y la eliminación del párrafo que excluye de la ley a “las personas en manifestaciones políticas, movimientos sociales, sindicatos, religiosos, de clase o categoría profesional, impulsadas por propósitos de protesta social o reivindicativa, orientadas a contestar, criticar, protestar o apoyar con el fin de defender los derechos, garantías y libertades constitucionales”. Ahora el camino está abierto para que todos los que cierren una avenida u ocupen un edificio público puedan ser considerados terroristas.
¡Unidad y lucha!
Dilma, aislada por todos lados, sigue sus ataques contra los trabajadores, dice que el ajuste es necesario ahora para que el país vuelva a crecer, y que esta es la única manera de asegurar puestos de trabajo y buenas condiciones de vida. La suya es la respuesta típica de los reformistas: a más capitalismo, más felicidad.
Nadie confía en Dilma, especialmente los trabajadores, que están sintiendo en carne propia el desempleo, la austeridad y la inflación. El rechazo a Lula y a los políticos en general, que aparece en las encuestas, muestra por otro lado las dificultades de la burguesía, a la cual le gustaría poder engendrar hoy un “salvador” de la patria confiable.
La clase obrera resiste y lucha. El 2013 abrió una nueva situación política que continúa desarrollándose, con huelgas y manifestaciones.
La resistencia contra la capitulación de los dirigentes sindicales se vio en el Congreso de la CUT, donde el 30% de los delegados votaron en contra del PPE, en contra de la orientación de la dirección mayoritaria, en una batalla liderada por los delegados de la Ezquerda Marxista.
La lucha por el frente único, por la unidad, es esencial en estos tiempos de duros ataques y fragmentación de la clase, por esto lanzamos el Manifiesto por un Frente de Izquierda. Con este espíritu participamos en el Frente de Movilización “Pueblo Sin Miedo”, que celebrará su primer acto el 8 de noviembre. Contra Cunha, el ajuste fiscal y la derecha. Este puede ser el embrión de un frente de masas, de resistencia y de unidad para luchar por las reivindicaciones. Es lo opuesto de la propuesta del Frente Brasil Popular [lanzado por Lula y la burocracia de la CUT], exactamente por negarse a defender a este gobierno que sólo ataca a los trabajadores.
Las ilusiones de la política de colaboración de clases se desmoronan. Una nueva alternativa de izquierda tiene que ser construida.
Esta tarea sólo se puede realizar sin sectarismo, dialogando con toda la vanguardia, luchando hombro con hombro con los jóvenes y los trabajadores en la lucha por las reivindicaciones, explicando que el camino hacia la victoria parte de la independencia y la unidad de las luchas de clase.
Sólo la auto-organización de los trabajadores puede ser una fuerza capaz de barrer las instituciones podridas actuales y erigir nuevas instituciones verdaderamente democráticas y populares, una Asamblea Popular Nacional Constituyente, un Gobierno de los trabajadores.
¡Únete a nosotros en esta lucha!
Artículo original: http://luchadeclases.org.bo/internacional/americas/984-brasil-crisis-e-impasse-construir-una-salida-por-la-izquierda.html
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