Catalunya, la independencia, la República y los intereses de la clase trabajadora
Estos días todo el mundo tiene la mirada fija en lo que está pasando en Catalunya, con la Declaración de intenciones del Parlament de iniciar la «desconexión» con el Estado español, aprobada con los votos de Junts pel Sí (CDC-ERC) y la CUP, y las dos negativas a la investidura de Artur Mas como próximo President de la Generalitat por parte de los diputados anticapitalistas de la CUP. El Gobierno del PP y el aparato de estado español no han tardado en demostrar de nuevo su carácter reaccionario, utilizando el Tribunal Constitucional como un instrumento de represión política contra un Parlamento votado legítimamente por el pueblo de Catalunya.
Las amenazas aumentan. Los ministros que dicen que se cerrará la financiación de Catalunya, que se suspenderá la autonomía, que esto es una «sublevación» que se tiene que «sofocar», recordando que las fuerzas de seguridad del estado en Catalunya tienen la obligación de «defender la Constitución». Incluso el antiguo dirigente del PSOE, Alfonso Guerra, se ha sumado al griterío histérico diciendo que se debe actuar «como actuó la República del 34», es decir la República de Gil Robles, Lerroux y la CEDA que ahogó en sangre la Comuna de Asturias.
Es evidente que Rajoy quiere utilizar la cuestión nacional para capitalizar el voto nacionalista español en las elecciones del 20-D.
La legitimidad que pueda tener un tribunal constitucional totalmente mediatizado por el gobierno de Rajoy es dudosa. El PP y el PSOE no dudaron en reformar la Constitución por la vía exprés de la aplanadora parlamentaria cuando se trataba de reformar el artículo 135 para garantizar los intereses de la Troika en el pago de la deuda pública. ¿Y los artículos que hablan del derecho a la vivienda? De éstos no se acuerdan. La Constitución del 78 representa la farsa pseudo-democrática de la Transición, y se basa en el reconocimiento de un Jefe de Estado no electo que fue impuesto por Franco, la impunidad de los crímenes del franquismo, la bandera española franquista y la unidad de España «por la gracia de Dios» que niega el derecho democrático de autodeterminación a las nacionalidades históricas.
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Podemos se desmarca de los «partidos del búnker»
La situación catalana ha contribuido a distinguir con claridad dos bloques antagónicos: el PSOE y Ciudadanos han respondido rápidamente a la llamada del PP para constituir un frente anti-independentista, «los partidos del búnker», los partidos que defienden el régimen del 78 y los intereses de la oligarquía y de las grandes empresas españolas; por el otro lado, los partidos que aspiran a encontrar una solución política a la cuestión nacional a través de la realización de un referéndum de autodeterminación vinculante y la apertura de procesos constituyentes, como son Podemos e IU, las fuerzas de la clase trabajadora del estado.
Queremos destacar el mérito de Pablo Iglesias de haber sabido desmarcarse con valentía del bloque españolista y defender el derecho a decidir del pueblo catalán, cuando todo el foco de los medios estaba dirigido hacia él. De las conversaciones a pie de calle hay una clara sensación de que los catalanes están empezando a confiar cada vez más en el discurso del secretario general de Podemos.
Ahora bien, también hay que decir que el voto contrario a la resolución independentista por parte de la coalición catalana en la que participa Podemos, Catalunya Sí Que es Pot (CSQP), ha sido un error político y no ha contribuido a fortalecer la demarcación con los partidos del régimen. La Declaración de Junts pel Sí y la CUP habla de abrir un proceso constituyente hacia una república catalana, de desobedecer al Tribunal Constitucional y otras cosas. Tiene además un anexo con una serie de medidas sociales prioritarias –y que ya están llevando a cabo varios “ayuntamientos del cambio”, como los de Barcelona o Madrid– que se aplicarían desobedeciendo el veto de tribunales españoles (por ejemplo el decreto de pobreza energética).
Claramente, la Declaración es una trampa. En primer lugar porque es una concesión de Junts pel Sí a las CUP, que espera conseguir el apoyo de las CUP a la investidura de Mas o en caso de que esto no sea posible a otro candidato de Junts pel Sí. Junts pel Sí (y particularmente CDC que lo domina) no tiene la más mínima intención de aplicar ninguna de las cosas que se dicen, ni en la Declaración ni en el anexo. Está claro que lo que CDC quiere, de manera desesperada, es la investidura de Mas y después del 20-D negociar una salida pactada con sus hermanos de clase de la burguesía española.
En segundo lugar, la Declaración da por hecha una hoja de ruta hacia la independencia, pero no plantea en ningún momento la necesidad de un referéndum sobre esta cuestión crucial. Los compañeros de las CUP ya han dicho que el mandato de las elecciones del 27S no es suficiente para declarar la independencia. En nuestra opinión ante esta situación, los diputados de CSQP deberían haber votado a favor del anexo (no hay nada allí que contradiga nuestro programa, al contrario) y se deberían haber abstenido en la votación de la Declaración en sí por sus carencias, y sobre todo para no votar en bloque con el búnker «constitucionalista» español de PP, Ciudadanos y PSC.
En Comú Podem y el papel de Ada Colau
La entrada en escena de Ada Colau y Barcelona en Comú para las elecciones generales –con la formación de la coalición catalana En Comú Podem (En Común Podemos) junto a Podemos, Iniciativa per Catalunya y EUiA– es la novedad más positiva de este último periodo. Podemos Catalunya está atravesando un momento de reorganización de sus fuerzas después de que la mayoría de su Consejo Ciudadano Autonómico dimitiera tras el fracaso electoral de CSQP. Ya dijimos que la manera verticalista de organizar la campaña de las elecciones catalanas y, en general, de Podemos, así como las posiciones poco valientes tanto en el eje social como en el eje nacional, contribuyeron al escaso resultado de CSQP y a crear un clima de derrotismo entre los militantes y votantes más conscientes. Si las bases no tienen voz en la elaboración del programa y en todas las decisiones estratégicas, ¿cómo “empoderamos” el pueblo trabajador? ¿Qué tipo de organización construimos?
Podemos Catalunya iba a enfrentarse a la campaña para las elecciones generales en Catalunya en una situación de clara desconfianza hacia el partido por parte de amplias capas de trabajadores y jóvenes catalanes. Dijimos en su día que Ada Colau tendría que haberse implicado en las elecciones catalanas y que esto habría representado una diferencia importante. Bueno, más vale tarde que nunca.
¿Por qué es tan importante la implicación de la alcaldesa de Barcelona en la campaña para las elecciones generales? Ada Colau es la expresión más consciente de la ola de cambio que nos permitió conquistar las ciudades más importantes del estado el 24M. Su discurso, claramente de clase, es el único capaz de abordar la cuestión nacional de Catalunya, contribuyendo a la unidad del pueblo trabajador, recuperando, en sus palabras, «la mayoría social por el referéndum».
En las elecciones catalanas de 27 de septiembre salió un parlamento con clara mayoría independentista, pero los independentistas no superaron el 48% de los votos. Por lo tanto, no se puede decir que haya la legitimidad democrática suficiente para declarar la independencia. Pero también es cierto que tanto los resultados del 27S como todas las encuestas de opinión desde hace tiempo muestran claramente que en Catalunya hay una amplia mayoría de votantes, de más de dos tercios, que están a favor de que se celebre un referéndum de autodeterminación. Un referéndum que el Estado español niega de manera rotunda.
Ada Colau ha explicado muy claramente que con la hegemonía de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el partido de Pujol y Artur Mas, no se resolverá nunca la cuestión nacional de Catalunya y sobre todo continuarán las políticas de recortes y austeridad. CDC y la burguesía catalana son tan responsables como el PP de la aplicación de los dictados de la Troika aquí en Catalunya (y también en el resto del Estado). No vale decir que «los recortes los impuso el estado» porque CDC los comenzó mucho antes con su discurso hiper-liberal del «gobierno de los mejores».
La clave para Colau es, y estamos totalmente de acuerdo, explicar que la clase trabajadora catalana tiene en los demás ayuntamientos del cambio de todo el estado sus mejores aliados, tanto en la lucha social como en el “derecho a decidir”. Es decir, la lucha de la clase trabajadora en su conjunto es la única garantía de los derechos sociales y también de los derechos democráticos. También explica que se debe abrir ya un proceso constituyente catalán no subordinado, con el objetivo de decidirlo todo, no sólo el encaje que Catalunya quiere tener con España.
La manera más efectiva hoy en día de concretar los cambios del 24M es luchar para que haya un cambio en todo el Estado español, terminando con el gobierno del PP que es el primer responsable tanto de la situación de bloqueo que hay en Catalunya como de los recortes y de la austeridad de estos años. Las fuerzas existen, de Barcelona a Madrid, pasando por Cádiz, Valencia, Santiago, Pamplona, etc, con un único y mismo anhelo de transformación social profunda.
Aunque lamentamos la falta de unidad popular a nivel estatal, los compañeros de Lucha de Clases felicitamos los acuerdos de confluencia que se han concretado a última hora en Catalunya en Galicia, en el País Valenciano y en otras zonas del estado. Este es el momento de unir las fuerzas para echar al gobierno del PP y plantar cara a la clase dominante en Barcelona, en Madrid y Bruselas.
Incluso en este sentido hay que ser críticos y preguntarse por queé la unidad tan amplia que se ha conseguido en Catalunya y en Galicia, con En Marea, que incluye las fuerzas políticas de izquierda transformadora, tanto estatales como nacionales, así como las candidaturas municipales de unidad popular, no ha sido posible en el resto del estado.
¿Independencia Sí o independencia No?
En general, los marxistas estamos a favor de la unión e integración voluntaria de los pueblos en pie de igualdad, para avanzar de manera solidaria y fraternal en la resolución de nuestros problemas en pos de un mundo socialista y sin fronteras. Asimismo, nos oponemos implacablemente a la retención forzada de cualquier pueblo dentro de las fronteras de un Estado, y por eso defendemos el derecho de autodeterminación para Catalunya.
Los marxistas no estamos por principio a favor o en contra de la independencia. Nuestra postura política se determina en base a qué estrategia favorece más la unidad y los intereses de la clase trabajadora en su conjunto. Es evidente pues que la actitud de los marxistas puede cambiar dependiendo de la situación concreta que se desarrolla en un momento determinado.
A los compañeros de la CUP que nos preguntan «¿estáis a favor de la independencia?» nuestra respuesta es «la independencia ¿para hacer qué?». La independencia para tener una Catalunya gobernada por CDC no cambiaría nada, lo que queremos es cambiarlo todo. Parafraseando al marxista irlandés James Connolly, «Si mañana se alza la estelada en la Plaza Sant Jaume, a menos que se organice una República Socialista, sus esfuerzos serían en vano. España os seguiría gobernando. Os gobernaría a través de sus capitalistas, sus terratenientes y sus bancos».
Nos gusta mucho vuestra consigna «Governem-nos». “Governem-nos”, sí, pero para gobernar sobre todos los aspectos tenemos que romper con el capitalismo y expropiar las 100 familias que gobiernan Catalunya sin presentarse a las elecciones y que están estrictamente vinculadas y, a menudo, son las mismas empresas del IBEX35 que gobiernan España. No se rompe con el sistema permitiendo la investidura de un gobierno con consejeros de CDC, con o sin Mas. El giro «socialdemócrata» de CDC no se lo cree nadie y voces internas del mismo partido no han tardado en recordar a qué clase social defienden los nacionalistas burgueses, la de las élites catalanas del 3%.
Es evidente que la aspiración al autogobierno nacional en Catalunya hace que la discusión sobre la necesidad de un proceso constituyente se plantee de manera más aguda e inmediata. Nosotros estamos de acuerdo con la apertura de un proceso constituyente catalán no subordinado al resto del Estado español, para debatir no sólo qué relación queremos tener con el resto de pueblos del estado y la forma institucional de gobierno, sino también el sistema económico que queremos adoptar.
Para alcanzar el anhelo de cambio del pueblo trabajador catalán necesitamos 3 cosas: romper con CDC, ganar a la clase trabajadora catalana para una perspectiva de cambio radical, y ganar el apoyo de la clase trabajadora del resto del estado.
Esto pasa por adoptar un programa de ruptura revolucionaria con el capitalismo que pueda entusiasmar a la clase trabajadora y romper con la dinámica de nacionalismo español vs nacionalismo catalán de la que el principal beneficiario es Ciudadanos, como vimos el 27S. El reto que tiene Podemos con En Común Podem y las otras candidaturas de unidad popular, es justamente ganar el gobierno. Pero nos preguntamos: llegar al gobierno ¿para hacer qué? ¿Para gestionar la austeridad y los recortes, como acabó haciendo Tsipras en Grecia?
Es evidente que la experiencia griega nos ha enseñado que no basta con ganar unas elecciones. Si la clase dominante conserva en sus manos las palancas fundamentales de la economía, podemos ganar todas las elecciones que queramos pero no cambiaremos nada. Necesitamos ahora más que nunca un programa de nacionalización de las palancas fundamentales de la economía como primera condición para llegar a una planificación democrática de la producción, desde abajo, en beneficio de la mayoría.
Además, sin movilización de la calle, no cambiaremos nunca las relaciones de fuerza dentro de la sociedad. Ganemos el gobierno, movilicémonos todos en los puestos de trabajo, las universidades y las escuelas para concretar la ruptura con el horror sin fin que es el capitalismo. Imaginemos qué poder tendría un proceso constituyente catalán que pusiera en discusión el capitalismo acompañado de una llamada a hacer lo mismo en todas las “ciudades del cambio” del estado. El entusiasmo sería desbordante. Podría ser, como en 1931, el primer paso hacia la República, pero en este caso hacia la República Socialista Federal. Pensamos que esta postura es la más realista que se pueda tener, y para citar el compañero David Fernández, «el resto, humo».
Leer en catalán: Catalunya, la independència, la República i els interessos de la classe treballadora
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