¿Cómo se combate al imperialismo? A propósito de los acuerdos PSUV-PPT y PSUV-PCV.
A través de estos debates, a los que se suma un estudio marxista de todo el gobierno del Presidente Maduro, pero sobre todo de los últimos 10 meses, llegamos a la conclusión de que la tendencia general del gobierno y de la dirección psuvista es a la conciliación y pacto con la burguesía nacional, con el fin de salvaguardar el modelo rentista y permanecer en el poder, aún a costa del sufrimiento y las penurias del pueblo, tendencia que además es irreversible producto de la debilidad de un régimen que cada vez se apoya más en medidas coercitivas para contener el descontento.
Por ello, en fecha 09 de febrero, enviamos una carta al PCV, PPT y al resto de organizaciones y movimientos sociales que conforman el poder popular denominada “Volver a Chávez y Renovar la Esperanza, por una Alternativa Revolucionaria”, explicando nuestra resolución a construir una alternativa revolucionaria con un programa socialista, documento en el que además exponemos las contradicciones del gobierno y que recomendamos a todos aquellos que deseen profundizar en los argumentos que nos llevaron a tomar esa decisión. Esta carta fue acompañada además de una reunión bilateral entre una representación del Buró Político del PCV y del Comité Ejecutivo (CE) de nuestra corriente en la que expusimos nuestra línea política e hicimos el llamado a construir una alternativa revolucionaria.
Una Concepción Etapista
Una de las principales razones que ambas toldas dan para el apoyo a otra candidatura de Maduro es la de la defensa de la “integridad territorial” frente a la arremetida imperialista que “pone en riesgo la perspectiva de liberación nacional”. El mensaje lo repitió Maduro cuando dijo: “En este momento no se trata de izquierda o derecha. Es la gran Venezuela la que está en juego. La Revolución es con todos y todas y aquí no sobra nadie”. Este argumento, núcleo de ambos acuerdos, no resiste sin embargo el más mínimo análisis marxista.
Consideramos que el error de estos partidos radica en una concepción etapista de la revolución, por la cual primero habría de resolverse la “contradicción principal” imperialismo-nación, lo que se logra con la “unidad de las fuerzas patrióticas”, y luego avanzar en la construcción socialista.
Desde Lucha de Clases reconocemos la real amenaza que representa el Imperialismo Norteamericano y condenamos todas las acciones abiertas y encubiertas que vienen desempeñando para derrocar gobiernos en todo el mundo y en especial en Venezuela, sin embargo, como hemos venido señalando, la política del gobierno, lejos de presentar una respuesta al imperialismo, es dócil ante las agresiones. ¿Se puede considerar antiimperialista a un gobierno que cede soberanía con la aprobación de la Ley Constitucional de Protección a la Inversión Extranjera? ¿Por qué se permite que el encargado de negocios norteamericano, Todd Robinson, conspire abiertamente en Caracas con toda la oposición y no se le echa a patadas del país? ¿Es acaso antimperialista reconocer una deuda de $1.032 millones con la Gold Reserve? Deuda además rechaza por el comandante Chávez, quien los expulsó del país y a quienes el actual gobierno abre nuevamente las puertas en una abierta traición al legado del Comandante.
En el mismo sentido, el pago de la deuda externa, de la que el gobierno se enorgullece, en realidad significa la entrega la renta petrolera a los buitres especuladores tenedores de bonos, a costa de las importaciones de alimentos y medicamentos. Eso no es una política anti-imperialista consecuente sino intentos por congraciarse con los capitalistas.
En Venezuela, país de economía dependiente cuya burguesía no tiene la capacidad de llevar por sí misma un proceso de emancipación y por lo tanto es dócil al imperialismo, todo proceso de liberación nacional debe ser conducido por el proletariado. El Che Guevara lo explicó en los años 60 con estas palabras: “En las actuales condiciones históricas de América Latina, la burguesía nacional no puede encabezar la lucha antifeudal y antiimperialista. La experiencia demuestra que en nuestras naciones esa clase, aun cuando sus intereses son contradictorios con los del imperialismo yanqui, ha sido incapaz de enfrentarse a éste, paralizada por el miedo a la revolución social y asustada por el clamor de las masas explotadas” y en otro discurso añadía: “las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo -si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución”. No hay por lo tanto sector de la derecha que se anti-imperialista. La defensa de la patria contra el imperialismo, si significa algo, no es que no sea “ni de izquierda ni de derecha”, sino que sólo se puede llevar a cabo mediante un programa anti-capitalista.
Solamente expropiando las palancas decisivas de la economía y planificándola a través del control democrático y transparente de los trabajadores se puede hacer frente a las agresiones, sabotajes y bloqueos imperialistas. En esto radica la teoría de la Revolución Permanente de Trostky.
Un gobierno realmente antiimperialista, ante una agresión como la actual, debe inmediatamente armar a los trabajadores y tomar medidas contra los especuladores y bachaqueros de que disminuyen la capacidad del pueblo de enfrentar una lucha de resistencia, por el contrario, el gobierno insiste en su política de despidos y judicialización de los trabajadores combativos, desmoralizando así a quienes son el verdadero sostén de cualquier proceso revolucionario.
El presidente, al llamar a la conformación de un frente amplio, en el que se encuentran por igual el patrón y el obrero, lo que haces es caer en esta errada concepción de etapas propias del menchevismo, relegando la lucha de clases y subordinando a los trabajadores a la burguesía “patriota” para defender la integridad nacional.
En realidad, la única manera efectiva de combatir al imperialismo es tomando medidas de expropiación contra la oligarquía, que es su agente dentro del país, como explicamos en nuestra declaración: Escalada de la agresión imperialista contra Venezuela – responder con medidas revolucionarias. No se pueden separar las tareas de la lucha contra el imperialismo de las tareas de la lucha contra la oligarquía (los capitalistas, banqueros y terratenientes).
¿Debilidad del pueblo o crisis de la dirección?
Otra de las justificaciones es que los acuerdos forman parte de una estrategia de acumulación de fuerzas. Lo que a su vez parte de una concepción según la cual el movimiento popular es débil, no está lo suficientemente maduro, está desarticulado o está alineado con el PSUV, lo que dificulta lanzar una candidatura alternativa.
Lo que realmente encubre este argumento es la profunda crisis de dirección, la ausencia de un partido revolucionario que logre presentarse como una verdadera alternativa. Es precisamente la fortaleza del pueblo la que garantizó la victoria de los Comuneros del Maizal y la de los Comunistas en los municipios Simón Planas de Lara y Libertador de Monagas, y es precisamente su dirección la que los ha llamado a la calma, es la fortaleza del pueblo la que no ha permitido que el proceso se pierda, la que rescató a Chávez en 2002, la que venció el paro petrolero y la que salió a votar contra la violencia de la ultraderecha (guarimbas) y por la profundización socialista de la revolución bolivariana que nunca llegó.
Como marxistas, debemos señalar que, en momentos de auge, las masas son capaces hasta de empujar a sus direcciones reformistas y burocráticas como se hizo durante el periodo de Chávez en el que se ocuparon empresas, sin embargo, en momentos de reflujo, en los que las masas no ven satisfechas sus necesidades y además se las golpea, éstas buscan una dirección de la cual asirse en su lucha defensiva.
Consideramos que si lo que se busca de verdad es acumular fuerzas, en vez de suscribir un pacto que el PSUV está incapacitado de cumplir (pue si quisiera ya habrían al menos liberado a Elio Palacios), lo que se debió hacer es deslindarse, confrontar las tendencias oportunistas, reformistas y entreguistas y disputar la Hegemonía del movimiento al PSUV, planteando al pueblo una alternativa revolucionaria, con un programa socialista para salir de la crisis. Por el contrario, se llegan a acuerdos que son en realidad cartas de buenas intenciones, pues no contemplan una sola medida revolucionaria como sería la nacionalización del comercio exterior, o de la banca, y en el caso por ejemplo de revertir la bonificación del salario o de aprobar una ley de consejos socialistas de trabajadores, no se dan términos ni plazos.
En su discurso, Oscar Figuera, secretario general del PCV, señalaba que “no toda la estrategia podía ponerse al alcance del enemigo”, lo que hace suponer que las negociaciones incluyeron medidas que no están presentes en el acuerdo. El problema aquí no es tanto el enemigo sino los militantes revolucionarios que se preguntan si las buenas palabras que se contienen en el acuerdo (a pesar de su carácter limitado) se van a poner en práctica o no. Lo que los militantes revolucionarios que hemos observado la política y las acciones de la dirigencia del PSUV en el último período queremos saber es ¿se van a reconocer a los camaradas que ganaron las elecciones en Simón Planas, Lara y en el Municipio Libertador en Monagas? ¿Se van a liberar a los sindicalistas presos y retirar los cargos a los acusados? Esas cosas no pueden ser negociadas “aparte” sino acordadas abiertamente y explicadas a la militancia obrera y revolucionaria. De lo contrario, la dirección del PCV nos está pidiendo que confiemos en las buenas palabras de la dirigencia del PSUV que como sabemos, no pasa de la mera retórica izquierdista. Como se suele decir “obras son amores, que no buenas razones”.
El acuerdo, que se presenta como un avance, como un paso al frente, es en realidad un retroceso en la línea, seguida con acierto, de construcción de una alternativa revolucionaria. Es más, a pocos días de firmado, el acuerdo y las buenas palabras que contiene, ya se están violando. El acuerdo por ejemplo habla de “fortalecer el salario y restituirlo como componente principal y mayoritario del ingreso de las y los trabajadores” y los camaradas del PCV han insistido, correctamente, en oponerse al hecho que los cestatickets cada vez representan un porcentaje mayor del ingreso, mientras se devalúa el salario en sí. En el último aumento anunciado por el presidente Maduro, sin embargo, se viola ese acuerdo, pues el salario aumentó un 58% mientras que los tickets de alimentación aumentan un 67%. El salario disminuye del 31% al 30% del total.
El acuerdo habla de “fortalecer y resguardar los derechos laborales” y promete “identificar y canalizar la restitución de los derechos infringidos a trabajadores y trabajadoras en casos ya planteados o que pudieran presentarse en entidades de trabajo públicas y privadas.” En realidad, lo que vemos es lo contrario. Los dirigentes sindicales de Lácteos Los Andes que fueron detenidos por protestar siguen teniendo cargos en su contra. El dirigente eléctrico Elio Palacios, detenido por el SEBIN por denunciar la grave situación del sector y la responsabilidad de la gerencia, sigue detenido. A estos casos se añade ahora la sentencia de la Inspectoría de Trabajo de Miranda del 1 de marzo, autorizando el despido de Denny Brazón, secretario de organización del Sindicato Bolivariano de Trabajadores de CONATEL (SINBTRACON), en un caso claro de represalias por su actividad sindical. La gravedad del caso es que además el camarada tiene fuero sindical.
Esta es la política real de la dirigencia del PSUV y del gobierno, más allá de palabras en un trozo de papel. Si el PCV quiere defender a la clase trabajadora y luchar contra el imperialismo, más pronto que tarde esa defensa va a entrar en contradicción con la política de la dirección psuvista.
En nuestra opinión lo más importante ahora mismo es clarificar con qué programa podemos realmente combatir al imperialismo y organizar sobre esa base una alternativa revolucionaria. Hacemos un llamado a los camaradas del PCV y de la JCV a reflexionar sobre esta cuestión.
Por nuestra parte, con nuestras fuerzas limitadas, seguiremos agitando sobre la necesidad de construir una alternativa revolucionaria que se base firmemente en un programa anti-capitalista, el único que puede combatir al imperialismo de manera eficaz.
Para ello, hemos puesto a disposición del chavismo revolucionario y socialista nuestra organización, para que a través de las ideas del marxismo, podamos ir a paso seguro formando una dirección que no sea freno de las luchas sino que las acompañe y desarrolle hasta sus últimas consecuencias: la destrucción del Estado Burgués.
¡Para combatir al imperialismo es necesario un programa revolucionario anticapitalista!
¡Únete a la Corriente Marxista, instrumento de Lucha de la Clase Trabajadora!
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