Cumbre del G20: la cuadratura del círculo
El crecimiento económico en Europa es lento, por decir poco. El año pasado vimos al conjunto de Europa en recesión. El PIB se redujo entre el 8% (Finlandia) y el 2% (Chipre). Los PIB de Alemania, Italia y el Reino Unido, cayeron en un 5%. El de España cayó casi un 4% y el de Francia en torno al 3%. Las cifras para el primer trimestre de este año indican una muy débil, casi imperceptible, recuperación. Alemania creció un 0,2%, Francia un 0,1%, Italia un 0,5%, España un 0,1%, el Reino Unido el 0,3%, mientras que Grecia continuó en recesión en el -0,8% en compañía de Irlanda, a -2,3%. Para la zona euro en su conjunto la economía apenas se movió, con un crecimiento del 0,2%.
Al otro lado del Atlántico, en los Estados Unidos, la economía ha estado creciendo a un ritmo más rápido, a 2,7% en el primer trimestre sobre una base anualizada, un poco menos de lo que el Departamento de Comercio de EEUU había estado esperando. Este es el tercer trimestre desde que la economía de EEUU ha dejado de contraerse y es por eso que esta cifra baja (que se revisó dos veces hacia la baja) es motivo de preocupación para los economistas burgueses. En recuperaciones anteriores, en esta etapa el crecimiento económico habría sido mucho más fuerte.
En el primer trimestre de este año, el PIB de Japón se expandió un 5% sobre una base anualizada, después de una fuerte caída en 2009. El crecimiento se basó principalmente en las exportaciones, especialmente a China, y en los estímulos que otorga el gobierno a través de subvenciones para la compra de automóviles y electrodomésticos. Tal estímulo no es sostenible durante un largo período considerando el enorme nivel de deuda de Japón (véase más adelante).
El casi estancamiento de Europa y el crecimiento más bajo de lo esperado de los EEUU son factores determinantes de la economía mundial en la situación actual. La Unión Europea (UE) es el mayor mercado del mundo. Produce el 28% del PIB mundial. Los Estados Unidos ocupa el segundo lugar con el 24%. Si a esto añadimos 8,7% de Japón, estas tres grandes áreas representan más del 60% del PIB mundial. Las tres áreas tienen graves problemas económicos. China ha crecido hasta un nivel casi a la par con Japón, con su 8,4% del PIB mundial, y sigue creciendo de manera significativa. Sin embargo, todavía es demasiado pequeño como para ser capaz de revertir la situación de Europa y América.
La disparidad en el crecimiento en las tres áreas claves de la economía mundial está dando lugar a conflictos entre los diferentes gobiernos capitalistas por la política económica que deberían adoptar. Esto es claro tanto en las relaciones entre los EEUU y Europa, como también dentro de la propia Unión Europea, donde se está gestando un conflicto entre Francia y Alemania, porque esta última insiste en que todas las grandes potencias económicas deben adoptar medidas de austeridad más severas.
¿Gastar o recortar?
Esto también se refleja en un debate entre los economistas burgueses sobre la política económica que debe adoptarse en el próximo período. Cuando se llega a esto hay dos opciones básicas que uno puede tomar del arsenal de la política económica burguesa. Pueden adoptar el método keynesiano; es decir, tratar de salir de la crisis consiguiendo compensaciones del Estado por la falta de demanda, o pueden ir por el presupuesto «equilibrado», que es el método del monetarismo.
El problema con ambos, keynesianismo y monetarismo, es que sólo ven un lado del problema. Los keynesianos ven la necesidad de estimular la demanda, principalmente a través del gasto público masivo, pero también a través de la reducción de las tasas de interés. Cuando el Estado gasta grandes sumas de dinero, de acuerdo con este argumento, la demanda se eleva. Si el Estado construye carreteras, casas, hospitales, si se toma un gran número de trabajadores en el sector público, proporciona servicios, y así sucesivamente, esto pone dinero en los bolsillos de la gente. Un obrero de la construcción trabajando en la construcción de un hospital estatal recibe un salario y lo gasta, lo que crea la demanda en otros sectores. La reducción de las tasas de interés también supone que contribuye al gasto, mediante la toma de préstamos baratos. Si los capitalistas pueden pedir prestado a tasas bajas, esto hace que el costo del dinero sea barato, y por lo tanto permite al capitalista invertir, crear más empleos y más trabajadores con salarios para gastar. Eso, al menos, es la teoría. En el capitalismo la práctica no es tan simple.
La escuela de pensamiento monetarista ve el otro lado de la ecuación. Si se bombea una gran cantidad de dinero en la economía, sin un aumento correspondiente en la producción de riqueza real, se empuja hacia arriba la inflación, más dinero persiguiendo la misma cantidad de bienes, lo que finalmente lleva a la inflación, como sucedió en la década de 1970.
Paul Krugman, ganador del último premio Nobel de Economía, pertenece a la escuela de pensamiento keynesiano, y está muy preocupado porque después de hacer «lo correcto» en 2008-09, es decir, el bombeo de grandes cantidades de financiamiento estatal para evitar que la recesión empeorara y evitara el colapso del sistema financiero, la cumbre del G-20, recientemente, reveló una nueva línea de pensamiento: severas medidas de austeridad en todas partes para reducir el déficit estatal.
Esto es lo que escribió en un reciente artículo en The Guardian:
«Ahora estamos, me temo, en la primer etapa de una tercera depresión. Probablemente se parecerá más a la Larga Depresión [siglo XXI] que a la Gran Depresión de la década de 1930, que fue mucho más grave. Pero el costo para la economía mundial y, sobre todo, para los millones de vidas arruinadas por la ausencia de puestos de trabajo, no obstante, será enorme.
«Y esta tercera depresión será, ante todo un fracaso de la política. En todo el mundo – más recientemente en la profundamente desalentadora reunión del G20 del fin de semana- los gobiernos están obsesionados por la inflación cuando la verdadera amenaza es la deflación, predicando la necesidad de apretarse el cinturón cuando el verdadero problema es el gasto inadecuado.»
Lo que teme es que, así como la economía mundial ha comenzado a salir de la recesión podría ser empujada hacia abajo por una política generalizada de reducción del gasto público, es decir, nos enfrentaríamos a la famosa doble recesión o recesión de W. De hecho en la reciente cumbre del G-20 en Toronto, los líderes de las economías más poderosas del planeta acordaron reducir los déficits presupuestarios nacionales y, al mismo tiempo, tratar de promover el crecimiento económico. Ya antes de la cumbre de los principales países del G-20 han adoptado políticas encaminadas a reducir a la mitad el déficit en los próximos tres años, para 2013.
Montañas de deuda
Ahora bien, si no fuera por la gran acumulación de deuda, una política keynesiana podría haber funcionado durante un breve período. Pero el nivel de deuda en todas partes no tiene precedentes. Tomemos como referencia los porcentajes del PIB de la deuda de los siguientes países: Italia, 115,8%; Grecia, 115,1%; Bélgica, 96,7%; Francia, 77,6%; Portugal, 76,8%; Alemania, 73,2%; Reino Unido, 68,1%; España, 53,2%.
En los EE.UU., a finales del primer trimestre de 2010, la deuda se situó en el 87,3% del PIB y como están las cosas ahora se espera un aumento cercano al 100% del PIB con Obama, un nivel sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Sólo en 2009 se expandió en 1,4 billones dólares.
En Japón la deuda pública se encuentra en un sorprendente 200% del PIB. Tan mal está la situación en Japón que su nuevo primer ministro, Naoto Kan, advirtió recientemente que el país está en «riesgo de colapso» bajo esta enorme montaña de deuda, y que lo que se requiere es una reestructuración financiera para evitar terminar como Grecia, añadiendo que, «en nuestro país la deuda pública pendiente es enorme … las finanzas públicas se han convertido en la peor de cualquier país desarrollado.»
Sin embargo, la deuda no es sólo una enfermedad que afecta a los Estados, sino que también afecta a las empresas y a los hogares. Si se suman Estado, empresas y deuda de los hogares como porcentaje del PIB, la situación es mucho peor. Estas son las cifras que surgen de la deuda total: Japón 471%, Gran Bretaña 466%, EE.UU. 296%, Alemania 286%, España 366%, Francia 322%, Italia del 315%. Una encuesta realizada por McKinsey Global Institute publicado en The Economist, señala que la deuda total media de «diez economías maduras» pasó de 200% del PIB en 1995 a 300% en 2008. En los casos de Islandia e Irlanda, dos países pequeños que han estado en los titulares por la gravedad de la crisis en la que se han sumergido, la deuda total y el PIB han llegado a 1200% y 700% respectivamente.
Este nivel de deuda fue en el que se basó el boom de la década de 2000. La crisis de 1997-98 que afectó seriamente a las economías del sureste asiático, y también Rusia, Argentina y muchas otras economías en todo el mundo, también impactó en los EE.UU. y la UE, pero no se convirtió en una crisis mundial generalizada. Hubo una recesión muy leve en 2001, que afectó a los Estados Unidos y algunos países de la UE. La forma en que las economías capitalistas se retiraron de la crisis de 1997-98 fue a través de una expansión masiva del crédito a todos los niveles. Mientras las economías estaban en auge y las ganancias se incrementaron, la bonanza continuó.
Ahora, sin embargo, los estrategas del capital están enfrentando un gran dilema. Utilizaron la expansión masiva del crédito en un nivel sin precedentes para sostener el auge de la década de 2000. Sin la expansión del crédito no habríamos tenido el mismo nivel de crecimiento de los mercados que hemos visto en todas partes. Como recientemente ha señalado la BBC, en Japón, «durante 20 años el gobierno ha estado pidiendo prestado para gastar, con la esperanza de reactivar la economía estancada, acumulando la mayor deuda / PIB del mundo industrializado.»
Krugman apela a más deuda
Y sin embargo, los keynesianos, como Krugman, están pidiendo desesperadamente más deuda para acumular. Pero ¿cuánta más deuda se puede apilar en la enorme montaña? Eso explica por qué muchos gobiernos están viéndose obligados a reducir drásticamente el gasto público.
Hay otro pequeño problema, como explicó The Economist el 10 de junio: «Bajo la presión de los mercados de bonos, los países de la zona euro en el centro de la crisis de la deuda – Grecia, España, Portugal e Irlanda – no tienen más opción que aplicar recortes difíciles». El artículo continúa consolándose a sí mismo con el hecho de que estas son principalmente economías pequeñas, con el caso aparte de España. Este argumento deja convenientemente fuera: 1) que las deudas de estos países son principalmente con los bancos alemanes y franceses, y 2) que los países más grandes como Italia pronto podrían ser objetivos de los «mercados».
Es muy bueno para los Krugmans de este mundo pedir a la política económica que tiene que actuar para estimular el mercado, pero los especuladores parecen tener la mala costumbre de no escuchar. Lo que cuenta para ellos es lograr una buena ganancia al final del día, y si esto significa derribar toda una economía nacional, que así sea.
Más importante aún, los intereses nacionales en conflicto de cada potencia capitalista no permiten tener una política económica coordinada mundialmente. Los franceses le están diciendo a los alemanes que no recorten el gasto. Lo que esto significa es que la burguesía francesa está pidiendo a la alemana que amplíe su propio mercado interno de manera que la industria francesa puede exportar a Alemania.
Obama está cantando la misma canción. En una carta dirigida a los líderes del G-20 insistió en el punto de que: «una sólida y sostenible recuperación mundial debe basarse en una demanda mundial equilibrada», y añadió que: «estoy preocupado por la débil demanda del sector privado y la fuerte dependencia de las exportaciones de algunos países ya con grandes superávits externos… «
Quiere mantener el crecimiento de EE.UU mediante la exportación, como su salida de la crisis. Puesto que la UE es uno de principales mercados de exportación de EEUU, obviamente, su atención recae sobre los europeos, y en particular sobre los alemanes.
Obama también está presionando a los chinos para que adopten políticas – principalmente revaluar la moneda china lo que haría más fácil para los EE.UU. aumentar las exportaciones a China. A medida que China ha comenzado a sufrir un déficit comercial, ya que toma más importaciones, los líderes chinos, lógicamente, no están demasiado interesados en hacérselo aún más fácil a sus competidores.
El peligro del proteccionismo
También en este caso, tenemos a Krugman al rescate de Obama en la elaboración de lo que se requiere. En el New York Times del 24 de junio escribió lo siguiente:
«La semana pasada China anunció un cambio en su política monetaria, una decisión con la clara intención de atajar las presiones de Estados Unidos y de otros países en la reunión de este fin de semana de la cumbre del G-20. Por desgracia, la nueva política no aborda la verdadera cuestión, que es que China ha estado promoviendo sus exportaciones a expensas del resto del mundo”.
Y añade:
«Esta política [supone que China ha devaluado la moneda] es muy perjudicial en un momento en que buena parte de la economía mundial sigue profundamente deprimida. En tiempos normales, se podría argumentar que las compras chinas de bonos de EE.UU., mientras distorsionan el comercio, por lo menos nos proveen de crédito barato – y se podría argumentar que no era culpa de China que usáramos el crédito para inflar una gran y destructiva burbuja inmobiliaria. Pero ahora estamos inundados de crédito barato, lo que falta es una demanda suficiente de bienes y servicios para generar los empleos que necesitamos. Y China, mediante la ejecución de un superávit comercial artificial, está contribuyendo a agravar el problema”.
Termina su comentario diciendo:
«Entonces, ¿qué viene después? El gobierno de China está tratando claramente de mantenerse pegado a nosotros, aplazando tomar cualquier acción hasta que algo – que es difícil decir qué – se presente.
«Eso es inaceptable. China debe dejar de darnos evasivas y realizar un verdadero cambio. Y si se niega, es el momento de hablar de sanciones comerciales.»
Las sanciones comerciales tienen la mala costumbre de provocar medidas de represalia en una espiral descendente, donde todos tratan de proteger sus propios mercados con el resultado final de asfixiar al mercado mundial. Así, al keynesiano Krugman, que está desesperado por detener la caída hacia la depresión de la economía mundial, se le ocurre proponer lo que equivale a medidas proteccionistas, ¡las cuales fueron, precisamente, uno de los elementos clave que agravaron aún más la crisis posterior a 1929!
Obama, en un principio, al igual que los líderes de todas las demás grandes potencias, intervino con inyecciones masivas de dinero público para salvar los bancos y paquetes de estímulo para impulsar el gasto de los consumidores. El resultado fue un incremento de la deuda pública. Eso explica por quÉ a principios de junio Peter Orszag, su director de presupuesto, ordenó un recorte del 5% en el gasto de todos los departamentos del gobierno. El objetivo es reducir U$S 250 mil millones en diez años. Ya muchos estados en los EE.UU. están al borde de la quiebra y se ven obligados a congelar los salarios o reducir puestos de trabajo. ¡Hasta aquí el paquete de estímulo!
En Gran Bretaña, las coaliciones conservadora-Lib Dem tampoco está escuchando a Obama en su pugna por alcanzar la reducción en una escala no vista desde la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con The Guardian de hoy, «el gobierno está esperando ver desaparecer entre 500.000 y 600.000 puestos de trabajo en el sector público y entre 600.000 y 700.000 en el sector privado para el año 2015.»
Este será el tipo de efecto que se verá en todos los países en el próximo período. Los recortes en el gasto público significa no sólo la pérdida de empleos en el sector público, sino también un efecto en cadena en el sector privado a medida que los contratos con empresas privadas se agoten.
Límites fundamentales del sistema capitalista
Así, mientras todos se mueven en la dirección de la austeridad, llaman a los demás a no recortar. Todo el mundo está pidiendo a los demás que resuelvan sus problemas por ellos. La razón de esto es que no hay una verdadera «solución» a la crisis del capitalismo dentro de los límites del sistema capitalista. Si se permite que la deuda se dispare y pase el techo y llegue hasta en la estratosfera, esto tarde o temprano se traducirá en una crisis como la que ha afectado a Grecia, haciéndose cada vez más global. Si se reduce drásticamente el gasto público esto deprimirá la economía en su conjunto. Sea cual sea la política que adopten no pueden evitar la crisis. Lo único que harán es descargar la crisis sobre los hombros de la clase obrera en un intento de exprimir aún más plusvalía de los trabajadores, lo que agravará el problema.
Al final del día, los dos límites fundamentales del sistema capitalista pasan a primer plano: el Estado-nación y la propiedad privada de los medios de producción. A pesar de todos los intentos de crear mercados más amplios, como la Unión Europea, la división de la economía mundial en bloques nacionales – o regionales – es un impedimento para el desarrollo ulterior de las fuerzas productivas. Esto lo vemos en los conflictos que han surgido dentro del G-20. Cada nación capitalista produce más de lo que su propio mercado interno puede absorber y por lo tanto necesita exportar sus excedentes. Eso, por lo tanto, significa meterse en el mercado de otros capitalistas.
Y la propiedad privada de los medios de producción significa que la producción es para la ganancia, lo que obliga a los capitalistas a encontrar la forma más barata posible de producir, ya sea reduciendo el número de trabajadores empleados y su sustitución por una tecnología más avanzada, o empleando a trabajadores con salarios muy bajos: o una combinación de ambos. Así, cada clase capitalista nacional querrá exprimir a su propia clase obrera, mientras que pide a los capitalistas de otros países ampliar sus mercados. Y como no hay clase capitalista nacional dispuesta a sacrificar sus beneficios caerán todas juntas.
Lo que Obama está pidiendo en el G20 es una tarea imposible. Es como intentar cuadrar el círculo. La única solución real a la crisis actual es eliminar las dos contradicciones básicas. Esto sólo puede hacerse mediante la expropiación de los capitalistas y eliminando el afán de lucro y construyendo una federación de estados socialistas mundial que rompa las barreras nacionales y permita un desarrollo armonioso de las fuerzas productivas, con base en las necesidades de los trabajadores del mundo. Esa es la solución definitiva.
Fuente: El Militante (Argentina)
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