Grecia: Diez puntos programáticos para un gobierno de izquierda – nuestra propuesta (Tercera parte)
H) ¿Es el derrocamiento del capitalismo posible hoy?
Bajo la presión de la opinión pública burguesa, los dirigentes reformistas, a lo largo del tiempo, sobre todo cuando se acercan al poder, corren por ahí tratando de mostrarse «razonables» con su programa. Por un lado, tratan de tranquilizar a la burguesía respecto a que sus intereses fundamentales, a saber, su control sobre la economía y el Estado, no se verán afectados y por el otro, les dicen a los trabajadores que un cambio fundamental en la sociedad todavía no es factible.
¿Pero qué es realmente factible, política y socialmente, y qué no los es? Una mirada a los acontecimientos que han tenido lugar a nuestro alrededor en los últimos dos años, es suficiente para tener que revisar radicalmente lo que se considera «viable» y lo que no. ¿Quién hubiera considerado hace unos años la posibilidad de quiebra de un país de la eurozona y su correspondiente llamada de auxilio al FMI? ¿Quién hubiera creído posible que el salario mínimo y los convenios colectivos fuesen derogados por un gobierno elegido democráticamente? ¿Quién hubiera creído que sería posible llevar a cabo 18 huelgas generales en sólo dos años? ¿Quién podría haber imaginado que el PASOK y ND perderían tres millones de votos en un periodo de dos años y medio? ¿Quién podría haber imaginado el actual auge de SYRIZA, cuando hace sólo dos años y medio se hallaba al borde de la marginación política debido a los conflictos existentes dentro de la dirección, carentes de principios políticos claros? ¿Quién hubiera imaginado hace unos años que era posible en un país del Occidente capitalista ver el ascenso al gobierno de un partido perteneciente al movimiento comunista?
Lo que es posible en la sociedad y la política no es un concepto abstracto. Está relacionada con el objetivo, los factores materiales que determinan la vida social y el resultado de la lucha sostenida entre las dos clases fundamentales de la sociedad, la burguesía y el proletariado, y sus aliados.
El establecimiento de una economía socializada y democráticamente planificada, que allanaría el camino para el socialismo en toda Europa es perfectamente posible hoy en día, debido a que las fuerzas productivas en Grecia (mano de obra, conocimientos técnicos, la ciencia, tecnología, etc) están lo suficientemente desarrollados para asegurar una vida digna para todos los trabajadores. Por ejemplo, el PIB de Grecia, de 38,6 mil millones de euros en 1990 se disparó a 244 mil millones de euros en 2008. Pero la actual profunda crisis del capitalismo, que ya lo ha recortado a cerca de 200 mil millones de euros, muestra a gritos que las fuerzas productivas desarrolladas están condenadas al estancamiento por las cadenas asfixiantes de la propiedad burguesa.
Sería imposible derrocar el capitalismo, si la fuerza que tiene un interés en ello, y puede salvar a las fuerzas productivas del declive capitalista, no existiera en la sociedad griega. Pero esta fuerza no sólo es real, sino que es poderosa y objetiva. Se trata de la clase obrera de Grecia, que según los datos oficiales del Servicio Nacional de Estadística constituye la gran mayoría de la sociedad, con 2,6 millones de trabajadores empleados y más de un millón de desempleados que en los últimos dos años se han unido a las luchas de masas comunes. Junto a ellos, hay que añadir como potenciales aliados objetivos, aproximadamente un millón de trabajadores autónomos y 200.000 empleados en pequeñas empresas familiares.
Además, la clase obrera en Grecia tiene ahora un nivel incomparablemente más alto de educación que en el pasado y tiene fuertes organizaciones de masas, que pueden imponer su voluntad colectiva en la sociedad. Condiciones más favorables que esta realidad económica y social, para el comienzo de la transformación socialista en Grecia, no se podrían imaginar.
Pero, ¿es esta cuestión vital políticamente factible? La conciencia política de las masas trabajadoras a través de la experiencia de las luchas de masas contra las medidas de los memorandos se ha radicalizado y se ha movido con una velocidad sin precedentes hacia la izquierda. En la 6 ª elecciones de mayo, los tres partidos que emanan del movimiento comunista griego [KKE, SYRIZA e Izquierda Democrática] reunieron un porcentaje total menor de lo que las encuestas le están dando ahora a SYRIZA solo. En particular, la enorme popularidad de SYRIZA entre la clase obrera, que se revela en los altos índices de apoyos obtenidos en las grandes ciudades, es un excelente indicador de las posibilidades políticas revolucionarias y de las perspectivas para este período.
Hace algunas décadas, tan sólo la mera posibilidad de que un partido procedente del movimiento comunista entrara en el gobierno ya habría provocado un golpe de Estado. Ahora la burguesía reaccionaria se limita a denunciar las intenciones de SYRIZA respecto a la disolución de la policía antidisturbios, sin poder hacer nada al respecto en el corto plazo, posponiendo el momento de su venganza contrarrevolucionaria para un futuro más apropiado. Por último, los políticos burgueses, a causa de la profunda crisis de su sistema, no pueden proporcionarle a su base social y política tradicional, la pequeña burguesía, ni la más mínima promesa de una existencia tolerable con sacrificios mínimos.
Todo esto demuestra que con el rápido desarrollo de la influencia política de SYRIZA y la creciente debilidad de los partidos burgueses y sus líderes, en comparación con su antiguo predominio político, las condiciones políticas necesarias para el derrocamiento del capitalismo y el comienzo de la transformación socialista en Grecia ya están presentes. SYRIZA se ha convertido en un factor subjetivo que puede hacer posible un gran un cambio revolucionario político y social . La única cosa de la que carece su dirección – incluso con el enorme impulso de las masas que ya la están empujando hacia el poder – es un programa revolucionario adecuado. ¡Esto, sin embargo, no es en absoluto un asunto menor sino que es precisamente, ahora mismo, la cuestión más importante!
I) Diez puntos para una economía socializada y planificada y para el poder obrero
El programa de un gobierno de izquierda no es un asunto de mero interés literario. Se trata de una cuestión de vida o muerte para millones de trabajadores pobres y para los desempleados actuales o potenciales – los «clientes» presentes y futuros de los comedores populares. Como tal, debe ser democráticamente discutido y desarrollado con la participación activa de los sectores más avanzados de la clase obrera y la juventud en las filas de SYRIZA y, además, debe ser moldeado y analizado dentro de las más amplias masas de trabajadores, para obtener un apoyo activo a su implementación una vez en el poder.
Desgraciadamente, la dirección de SYRIZA se mueve de forma errática en la vorágine de la tremenda presión de la Troika y de la clase dominante y ha retrotraído esta perspectiva, cambiando el programa del gobierno de izquierda a un proyecto político impuesto desde arriba, preparado por “personal cualificado » entre las cuatro paredes de la sede del partido. Sin la aportación creativa de miles de activistas de SYRIZA en un debate democrático, sin que se presente en los centros de trabajo y en los barrios, el programa anunciado por la dirección no es suficiente para expresar las necesidades de este período.
La dirección se encuentra obviamente influenciada por las presiones de la «opinión pública» burguesa que está reclamando una mayor «moderación» y menos radicalismo. Es un programa abstracto y pálido en sus puntos principales. En términos políticos, no es el necesario programa revolucionario, sino un programa reformista, que se basa en la peligrosa ilusión de la «reforma gradual» de una economía capitalista enferma y del Estado corrupto y autoritario que la sirve.
La tarea de toda persona de izquierda es la de luchar para que este programa cambie y se revise para cumplir con las tareas verdaderamente revolucionarias de este periodo. Los marxistas de Synaspismos y SYRIZA que publicamos el periódico «Epanastasi» y la revista «Marxistiki Foni» (www.marxismos.com), estamos contribuyendo a esta cuestión vital. Proponemos un programa que consta de diez puntos que son capaces de abrir el camino al derrocamiento del capitalismo en Grecia y al establecimiento de una economía socializada, democráticamente planificada y un nuevo poder democrático de los trabajadores.
1) Sobre la deuda y los Memorandos
El impacto de la crisis mundial de sobreproducción sobre el capitalismo griego, llevó a la deuda estatal por las nubes. Este aumento de la deuda apareció en todos los países capitalistas, como un síntoma común de la crisis capitalista. La deuda nacional se disparó en todo el mundo, en gran parte debido al esfuerzo concertado de los gobiernos burgueses para rescatar a los bancos con enormes cantidades de fondos estatales. La posición del capitalismo griego como el «eslabón más débil» en la zona euro, significaba que sería el primero en dirigirse hacia la bancarrota.
Los apologistas ideológicos a sueldo del capitalismo griego, culpan de la enorme deuda pública a los «funcionarios» y al llamado «clientelismo político» de un Estado dirigido por el “partidismo político”. Pero esta es una imagen distorsionada y falsa de la realidad. En una sociedad de clases, el Estado no es neutral, sino que se encuentra bajo el gobierno de la clase dominante. Todas las distorsiones del estado griego moderno reflejan la naturaleza histórica y la cultura de la clase dominante griega.
Incluso la ampliación de la función pública durante los últimos cuarenta años, sirvió en última instancia la necesidad de garantizar la estabilidad del capitalismo, dada la reticencia histórica de la burguesía griega para llevar a cabo inversiones serias que podrían crear nuevos empleos productivos.
De hecho, el gasto en salarios para la gran mayoría de los funcionarios públicos, fue la única parte del dinero de los contribuyentes griegos que tenía algún efecto en la sociedad. Lo que creó el monstruo de la deuda se encuentra en otra parte.
Se puede encontrar en el papel parasitario a nivel económico de la clase dominante griega. La burguesía griega pasó a depender, a lo largo del tiempo, del dinero del Estado mucho más que las clases dominantes del resto del mundo capitalista desarrollado. Siempre vieron al Estado como la principal fuente de enriquecimiento rápido y fácil a través de precios excesivos en grandes contratos, subsidios de “inversión” directos del gobierno, exenciones fiscales y en la tolerancia hacia la evasión de impuestos.
Además, una serie de otros gastos parasitarios revelan el carácter de clase vicioso del Estado burgués, añadiendo con el tiempo un gran volumen de deuda pública: los salarios exagerados y «sobornos» a todo un ejército de altos cargos del gobierno, consultores y directores ; los gastos militares y precios excesivos y sobornos para comprar equipo caro, el costo total de mantener un ejército construido para lidiar con el «enemigo interno» y subordinado a los planes imperialistas extravagantes de la OTAN;. un mayor gasto en las fuerzas de seguridad en aras de mantener un mecanismo numeroso y bien equipado para la represión de las luchas de los trabajadores, los costes salariales de los clérigos, las diversas formas de financiación, y también una serie de exenciones fiscales para la Iglesia, todo esto crea una tendencia hacia el endeudamiento público creciente, que en la mayoría de los casos tenía un carácter opaco y depredador en beneficio de los bancos nacionales y extranjeros. Todo esto sirvió para multiplicar la deuda.
Pero vamos a dar algunos ejemplos más concretos de la forma en que operan los capitalistas parasitarios y del carácter burgués corrupto y despilfarrador del Estado griego. Para rescatar a las llamadas industrias “problemáticas” abandonadas en la década de 1980 por los empresarios griegos, descargando sus pérdidas en el Estado, el gasto público total ascendió a 1,3 billones de dracmas en 1990, cuando la deuda total ascendía a 11 billones de dracmas.
Desde principios de los ‘80 hasta la actualidad, la tributación de las grandes empresas cayó gradualmente del 49% al 20%, un período de enorme especulación para los capitalistas griegos. Las obras públicas, enormemente sobre valoradas, para los Juegos Olímpicos de 2004 costaron al gobierno griego 20 mil millones de euros. Durante los veinte años 1990-2010, de acuerdo con el Stockholm International Peace Research Institute, el gobierno griego gastó 21,4 mil millones de dólares en importaciones de armas. Los sobornos del encarcelado ex ministro de Defensa, Akis Tsochatzopoulos, se estimaron en 300 millones de euros (fuente «Real», 06.03.2012). La investigación de la comisión parlamentaria especial encontró que las pérdidas del Estado griego por las actividades ilegales de la empresa Siemens en Grecia superaban los dos mil millones y los sobornos proporcionados se estimaron en más de 180 millones.
La acumulación de todo esto, bajo el impacto de la recesión internacional, llevaron al Estado griego al borde de la quiebra y dio lugar a los memorandos draconianos. Sin embargo, describir esta monstruosidad gigantesca de la deuda como «pública» es completamente falso. No fue creada por la clase obrera y los pobres, sino sólo por las grandes empresas y el aparato estatal parasitario y corrupto que fue construido para servirlas.
Al tener Grecia que aceptar en 2010 el famoso «rescate» y los préstamos de la Troika UE-BCE-FMI, no se ha rescatado a la gente sino a los bancos, que en caso de impago de Grecia, simplemente se habrían ido a pique. Con la introducción de los memorandos intentaron descargar el alto costo del pago de la deuda sobre las espaldas de las masas pobres de trabajadores de Grecia, con un salvajismo sin precedentes, y todo esto simplemente para frenar el movimiento de Grecia hacia la quiebra, a fin de evitar un impago caótico que desestabilizaría el capitalismo europeo y mundial.
Los préstamos de la Troika están dirigidos casi exclusivamente a los bancos y muy pocos van a las necesidades del día a día del Estado griego. En base a datos oficiales del Ministerio de Hacienda, el financiamiento total del país por la Troika está programado para llegar a casi 245 mil millones de euros a finales de 2014. El monto desembolsado hasta el 21 de mayo 2012 fue de 147,6 mil millones de euros. De acuerdo con la nota reveladora del economista T. Papadopoulos en la web iskra.gr, de este dinero sólo 13 mil millones están cubriendo las necesidades primarias del Estado, mientras que 75 mil millones cubren intereses y amortización y los restantes 59,5 mil millones se asignan a los tenedores de bonos y a los bancos para su famosa «recapitalización».
A partir de ahora los préstamos previstos por la Troika estarán dirigidos casi exclusivamente al servicio de la deuda y con un interés adicional. Esto se evidencia por el propio memorando, que prevé un superávit primario en 2013, lo que significa que los ingresos del Estado y fondos de pensiones serán capaces de cubrir todos los gastos, excepto el pago de la deuda al vencimiento, y el interés anual.
El problema de la deuda es enorme. El muy pequeño “corte de pelo” de la deuda llevado a cabo a través del programa de intercambio de bonos se ve rápidamente anulado por la profundización de la recesión. De acuerdo con el informe del FMI de abril 2012, la deuda del Estado griego en 2014 subirá hasta el 171% del PIB. Grecia debe pagar en los próximos cuatro años para el servicio de esta deuda un total de 95 mil millones de euros. En otras palabras, al servicio de la deuda en los próximos cuatro años, los griegos deben entregar ¡los ingresos fiscales de aproximadamente dos años!
Mientras se mantenga este enorme peso sobre las espaldas del pueblo griego, no hay posibilidad de tomar ningunas medidas reales hacia el progreso social. La tarea básica del gobierno de izquierda es la de liberar a la clase obrera y los pobres de esta carga terrible de «obligaciones» parasitarias y depredadoras que los gobiernos burgueses han colocado sobre sus hombros.
El Gobierno de izquierda debe tomar inmediatamente las siguientes medidas:
a) Cancelar la deuda del Estado griego, mientras que:
– Compensa a los pequeños tenedores de bonos de acuerdo a su situación financiera;
– Garantiza una financiación adecuada para los fondos de pensiones griegos que poseen bonos del Estado griego para evitar poner en peligro su sostenibilidad;
– Pague de inmediato todas las deudas del Estado a los trabajadores, los desempleados, jubilados, profesionales y pequeños empresarios y aquellos que estén asociados con el funcionamiento básico de los servicios de Educación, Salud, Bienestar y Seguridad Social.
b) la cancelación inmediata mediante un solo Decreto de los acuerdos de préstamo con la Troika, los memorandos y toda medida impuesta por ellos (subidas de impuestos, recortes de salarios, pensiones y ayudas, privatizaciones, etc.)
Estas medidas aliviarían al país de unos 13 mil millones de euros que han sido presupuestados para este año en pagos de intereses, y también de un enorme gasto parasitario en los próximos años. Esto les proporcionaría un gran alivio a las próximas generaciones de trabajadores.
Sin embargo, como ya se explicó, estas medidas provocarían el cese automático de los préstamos de la Troika, una guerra económica generalizada contra el gobierno de izquierda por parte del capital local y extranjero y la salida del euro. Esta guerra, si no se enfrenta adecuadamente, inevitablemente pondría en peligro la capacidad de pago de los llamados «costes primarios», es decir, los gastos necesarios para los sueldos, las pensiones y para gestionar las escuelas y hospitales, que representan un total de 47,7 mil millones de euros para el año 2012.
Aquellos analistas reformistas varios, quienes argumentan que estos costes se asegurarían para el gobierno de izquierda, supuestamente a través del ingreso fiscal previsto en el presupuesto estatal, que representan 52,2 mil millones de euros, están muy equivocados. Estas estimaciones tienen en cuenta los ingresos fiscales calculados de acuerdo con los memorandos y no toman en cuenta la caída de ingresos y una recesión aún más profunda que sería causada por la guerra del capital local y extranjero contra el nuevo gobierno. Más de la mitad de los ingresos del Estado (28,6 mil millones de euros en impuestos indirectos) dependen de los niveles altamente volátiles del consumo en condiciones de recesión.
Los ingresos del Estado para cubrir los costes sociales esenciales (salarios, prestaciones, pensiones, escuelas, hospitales), están lejos de estar asegurados. La única manera de garantizarlos es a través de la aplicación simultánea de estas y otras medidas que proponemos en este programa.
2) Impuestos
Los impuestos sobre los beneficios y la riqueza de los capitalistas, los grandes rentistas y los titulares de grandes fortunas, son un medio importante y directo para el gobierno de izquierda de encontrar rápidamente los fondos necesarios para cumplir con los «costes primarios», pero también para empezar a mejorar a partir de los primeros meses en el cargo el nivel de vida de las masas.
Pero incluso estas medidas en y por sí mismas no son suficientes. La burguesía llevará a cabo un sabotaje económico multifacético (cierres, fuga de capitales y depósitos, etc) para evitar una fiscalidad justa y pesada. La reducción de las terribles desigualdades sociales y la financiación de las necesidades sociales sólo se pueden lograr de una manera segura, estable y duradera, a través de la apropiación de la riqueza concentrada en manos de los ricos a través de la creación de una economía socializada y democráticamente planificada.
Grecia tiene los ingresos fiscales más bajos de todos los países desarrollados de la UE y sólo se puede comparar con los países más subdesarrollados de Europa del Este. La inmunidad fiscal para las grandes empresas y los ricos son la causa de esta situación. Al mismo tiempo, este es uno de los factores más decisivos que han llevado al endeudamiento del estado griego. Esto se puede demostrar echando un rápido vistazo a las estadísticas oficiales de Eurostat y del Ministerio de Hacienda.
La tasa de impuesto a los beneficios de las empresas cayó de un 49% en 1989 a un insignificante 20% en 2010. Ahora Nueva Democracia descaradamente propone una nueva reducción de esta tasa al 15%. Por ejemplo, entre 2000 y 2007 hubo una caída en los ingresos por impuestos a las empresas del 4,1% al 2,6% del PIB en un momento en que los beneficios corporativos habían despegado en Grecia, convirtiéndose en los más altos de Europa.
La evasión de impuestos de los ricos es más que provocativa. Según datos oficiales del Ministerio de Hacienda, las declaraciones de impuestos para las personas con ingresos superiores a 95.000 euros apenas alcanzaron 35.000 o el 0,6% de todas las declaraciones de impuestos, mientras que aquellas con ingresos superiores a 300.000 euros sólo eran 1.395 en total.
De acuerdo con la «Red Mundial de Justicia Fiscal», las empresas «off-shore» griegas son más de 10.000 y poseen cerca de 500 mil millones de euros. La poderosa industria naviera griega, en marzo 2012 tenía una flota de 3.760 buques, es decir, el 15% del tonelaje mundial, pero por razones de evasión fiscal, sólo 862 de ellos llevaban la bandera griega (Kathimerini, 15/04/2012). Y durante todo este período se han presentado 58 reducciones de impuestos diferentes para los armadores griegos.
Por otro lado, Grecia tiene uno de los más altos niveles de imposición indirecta – que pesa principalmente sobre los trabajadores y los pobres. Los impuestos indirectos representan más del 60% de los ingresos fiscales generales, mientras que el promedio de la zona euro es sólo del 36,2%. En contraste, los ingresos por impuestos directos en Grecia como porcentaje del PIB son aproximadamente la mitad de la cifra correspondiente en la UE.
Mientras miles de trabajadores, en nombre de la crisis, pagan un impuesto extra tras otro, los capitalistas griegos y las personas con altos ingresos reaccionan de manera muy «patriótica». Han evadido grandes cantidades hacia el extranjero y han comenzado a invertir en propiedades en ciudades como Londres. Según informes de la revista alemana Der Spiegel, la cantidad de depósitos de los griegos en Suiza ha alcanzado el nivel astronómico de 600 mil millones de euros. Esto es más de tres veces el monto de los depósitos privados en bancos griegos, y casi tres veces el PIB del país. Por último, según las autoridades británicas, el número de griegos que buscan viviendas en la capital británica se ha triplicado en los últimos dos años. Las propiedades adquiridas por los griegos en Londres valen más de mil millones de euros.
La cuestión de toda esta enorme riqueza debe ser abordada por el gobierno de izquierda, ya que es la riqueza que proviene de la explotación brutal y de los robos flagrantes contra los trabajadores de Grecia. El gobierno de izquierda debe tomar todas las medidas necesarias para devolver la mayor cantidad posible de esta riqueza a Grecia y a su población.
Las medidas fiscales más urgentes que deben ser tomadas por el gobierno de izquierda son los siguientes:
a) Con el fin de reclamar lo que se ha robado al pueblo griego a través de la inmunidad y evasión fiscales de las grandes empresas y grandes propietarios, un necesario método de impuestos con carácter retroactivo debe ser puesto en marcha. De acuerdo con el artículo 78 de la Constitución, la imposición retroactiva está prohibida. Sin embargo, también hay que citar otros artículos fundamentales de la Constitución, como el artículo 4, que establece que «los ciudadanos griegos han de contribuir a los gastos públicos en función de su riqueza».
Así, en concreto y con el fin de encontrar una cantidad igual al déficit primario que resulta de la supresión de la carga tributaria de acuerdo con el Memorando (aumento de impuestos, reducción de ingresos libres de impuestos, etc) debería imponerse lo siguiente:
– Un solo impuesto extraordinario con carácter retroactivo sobre el volumen total de los beneficios de las 200 principales empresas activas en el país, a partir de la fecha de entrada en la eurozona hasta el comienzo de la recesión (2001-2008)
– Un impuesto extraordinario con carácter retroactivo a los que en el mismo periodo adquirieron una gran propiedad.
b) Restaurar la tasa de impuestos a las grandes empresas al 45% y eliminar cualquier tipo de desgravación fiscal para las grandes empresas.
c) Establecimiento de un impuesto progresivo del 40% al 75% sobre los ingresos anuales de 40.000 euros o más.
d) Establecimiento de una tasa escalonada de impuesto a los propietarios de viviendas con un valor de € 400.000 o superior, así como a las propiedades de empresas «off-shore», en un nivel que se decidirá anualmente en función de las necesidades del programa estatal de construcción de viviendas.
e) Abolición de los impuestos indirectos (IVA, impuestos especiales, etc) sobre los alimentos básicos, factura de electricidad, agua y telecomunicaciones, y combustibles de calefacción.
f) Elevar el umbral libre de impuestos a 40.000 euros para cada pareja, más 5.000 euros adicionales para cada niño.
g) Una vez que se conozca el nivel de evasión fiscal:
-Las grandes empresas deberían ser expropiadas sin indemnización.
– A las personas con altos ingresos y a los dueños de grandes propiedades se les debe confiscar sus activos.
– Para otras categorías de contribuyentes, las sanciones, que irían desde fuertes multas a la confiscación de sus activos, deberían establecerse dependiendo de su situación financiera.
h) No es realista creer que la evasión fiscal generalizada, el fraude y otras maniobras del capital pueden ser tratados exclusivamente mediante de la «voluntad política» del Gobierno de izquierda. Además, ningún avance práctico se logrará tratando de persuadir a los funcionarios de Hacienda corruptos para que «trabajen correctamente».
El gobierno de izquierda debe introducir el control obrero de inmediato. En todas las grandes empresas debe llevarse a cabo una auditoría completa de la gestión, a cargo de comités electos de los trabajadores, con la ayuda de especialistas pertenecientes al movimiento obrero. Estos comités deberán tener acceso a un único sistema central informatizado para el registro y comparación de los elementos de control, que requiere la creación inmediata de una base de datos sobre la «riqueza».
3) El control obrero
La evasión de impuestos, los fraudes a la seguridad social y otros escándalos de las grandes empresas, que están siendo permitidos en perfecta armonía con los tecnócratas burgueses, expertos el engaño. Los políticos burgueses de alto rango y los altos funcionarios del aparato estatal deben ser inmediatamente puestos en evidencia por el gobierno de izquierda.
Los actuales mecanismos de «auditoría» del estado burgués están operando de una manera burocrática, opaca y descontrolada con el fin de proteger los «secretos» de las grandes empresas industriales y comerciales. Las cuentas financieras de los capitalistas se mantienen legalmente en secreto. A los dueños de los medios sociales de producción se les deja tranquilos para esconderles a los consumidores las maquinaciones de la explotación, el robo y el fraude.
El gobierno de izquierda debe darles directamente a los trabajadores el derecho de llegar a este «santuario» de las empresas para las que trabajan con el fin de revelar los «secretos» de estas empresas, grupos, industrias y en última instancia, la economía nacional en su conjunto. El medio por el cual se puede llevar a esta tarea vital es el control obrero.
El gobierno debería tomar las siguientes medidas sobre esta cuestión crucial:
a) Eliminación de los «secretos comerciales» y del «secreto bancario» mediante el cual los capitalistas ocultan sus fraudes y su codicia, no respecto a sus competidores, sino respecto a la propia sociedad.
b) El control obrero debe introducirse en todas las grandes empresas. Se deben elegir comités de control de los trabajadores con derecho de revocación, y éstos deben estar respaldados por especialistas pertenecientes al movimiento obrero y por científicos, pero en calidad de asesores, no como «tecnócratas».
c) El control obrero debe extenderse a todos los niveles decisivos en el funcionamiento de la empresa, tales como la adquisición de materiales y materias primas, el manejo del dinero (préstamos, inversiones, ganancias), transformación de los productos (diseño y producción), para evitar los cobros excesivos o la fijación de precios demasiado bajos.
d) El control obrero puede dar resultados significativos en eliminar la lacra de los niveles capitalistas de precios. Mientras que el nivel de vida de la clase obrera está cayendo fuertemente, los precios se mantienen sin cambios, como resultado del estricto control de los sectores clave de la economía en manos de los monopolios y oligopolios.
Las instituciones corruptas, burocráticas, que no rinden cuentas, del Estado burgués no pueden establecer un control efectivo sobre los precios. Es de vital necesidad para los trabajadores el tener acceso a la base de la fijación de precios, es decir, a los grandes monopolios industriales, para poder poner a descubierto la especulación capitalista. Por lo tanto, el control obrero debe ser el método básico de control de precios.
Un control sustancial de los precios sobre los cárteles sólo puede ser garantizado mediante comités de trabajadores electos en las fábricas, junto con comités especiales de control de precios formados por todos aquellos que sufren los efectos de la fijación capitalista de precios en tanto que consumidores, es decir, los obreros, campesinos, artesanos y pequeños comerciantes. De esta manera, los trabajadores estarían en condiciones de demostrar a las otras capas pobres de la población que la verdadera razón de los altos precios se encuentra en las ganancias excesivas de los capitalistas y el derroche de la anarquía capitalista (como la publicidad, etc.).
e) Para ser eficaz, el control obrero deberá extenderse desde la empresa individual a toda la industria hasta el nivel nacional. Los comités de las distintas empresas deben elegir delegados a un comité de grupo por medio de una conferencia para, finalmente, formar un comité de control obrero a nivel nacional. El comité nacional deberá informar a la gente de sus conclusiones, exponiendo los ingresos y gastos de la sociedad, y la proporción del ingreso nacional que se apropian los capitalistas como individuos y como clase. Dicho comité deberá destapar el fraude de los bancos y grandes grupos capitalistas y presentar sus averiguaciones en público, lo cual habrá de ser vinculante para el gobierno de izquierda.
La aplicación de un control obrero genuino y democrático, inevitablemente pondría de manifiesto el papel parasitario de los capitalistas, y ayudaría por lo tanto a las grandes masas a comprender la necesidad de otro modelo económico, basado en una planificación y un control consciente de la economía. Además, un auténtico control obrero es el medio más valioso para formar a los trabajadores acerca de cómo gestionar una economía socializada y democráticamente planificada.
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