Egipto: la apatía eclipsa la «victoria arrolladora» de Al-Sisi
La totalidad del establishment egipcio, desde los estadistas a los empresarios y presentadores de televisión, han salido en tromba a elogiar la “victoria aplastante» en las elecciones presidenciales egipcias de Abdel Fattah Al- Sisi. Sin embargo, la estabilidad que los burgueses ansían está más lejos de lo que piensan.
Los resultados preliminares en las elecciones presidenciales muestran una convincente victoria para Al- Sisi . Sin embargo, si se rasca la superficie de los resultados surge una imagen muy diferente. La participación de los votantes fue alrededor del 43%, que es aún más baja que el 49% de los que participaron en las elecciones presidenciales de 2012.
Sin embargo, incluso esto no es toda la verdad. El lunes de la semana pasada, cuando se inició la votación, después de un breve pico, los centros de votación se vaciaron rápidamente. Rabab Zayn al- Din, en nombre del candidato de la oposición Hamdin Sabahi, dijo que alrededor de siete millones de personas habían acudido a las urnas en el primer día y que un número aún menor participó el martes.
Alarmado por este estado de cosas del lunes, el gobierno extendió el horario de votación hasta las 10 de la noche del martes y declaró la fecha como un día festivo. Cabe aquí también señalar que el gobierno anterior, que se ve claramente como un gobierno de Al- Sisi, declaró aumentos salariales significativos para los empleados estatales.
Sin embargo, ya que la participación era todavía muy baja se prorrogó por un día más. Al mismo tiempo, el transporte público se declaró gratis. El Primer Ministro egipcio, Ibrahim Mehleb también amenazó a los que no habían asistido a la mesa de votación con una multa de $ 70.
En la televisión varios presentadores se dirigieron a la nación entre amenazas y propuestas surrealistas para aumentar la participación en las urnas. El muy conocido presentador de televisión Tawfiq Okasheh preguntó:
«¿Qué debo hacer para que participes? ¿Debería besar tu pie? ¿Qué es lo que quieres que haga? Quitarme la ropa y salir al aire desnudo con el fin de que confíes en mí [que el voto es importante]?»
«Voy a pedir [al gobierno] que corte la electricidad, con el fin de apagar los aire acondicionados, obligándolos a salir de sus hogares y salir a las calles [a votar]».
Mostafa Al- Bakri , otro famoso comentarista de televisión, llamó urgentemente a los egipcios a emitir su voto con el fin de dar un fuerte apoyo a Al- Sisi. «Cualquiera que no vaya a votar le está dando el beso de la vida a los terroristas. Los que no salen son traidores, traidores, traidores que están vendiendo a este país».
En los centros de votación varios reporteros fueron amenazados y sus cámaras confiscadas y vaciadas. A otros no se les permitió informar desde los vacíos colegios electorales. Se les dijo que regresaran a la noche, cuando los colegios electorales estuvieran más llenos. También muchos trabajadores de la campaña de Sabahi fueron acosados, atacados y expulsados de los colegios electorales durante el martes. También 14 trabajadores de la campaña de Sabahi fueron arrestados después de documentar irregularidades y fueron puestos en libertad el miércoles, más tarde.
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La construcción de un mito
Desde el último, en que Al- Sisi asumió el poder, se ha puesto un colosal esfuerzo para desarrollar un mito en torno a él. Escritores, músicos, empresarios y jefes religiosos se han alineado en un programa de televisión tras otro para alabar a Al- Sisi y su naturaleza sobrehumana como la única salvación para Egipto. Todo el Estado y los medios privados han tratado de superarse entre sí para pintar el cuadro más rosado y heroico de Sisi. Los presentadores de televisión se le han ofrecido al aire y una canción tras otra se ha hecho en su honor.
Sisi se moldeó como un ser sobrehumano. No participó en los debates o entrevistas, pero se dirigió a la nación por televisión.
Esta farsa se elevó a un nuevo nivel en cuanto se anunció la candidatura oficial de Sisi. A cada hora del día, cada show televisivo emite sobre la vida y los logros de Sisi y las pocas entrevistas que Sisi aceptó estaban completamente ausentes de cualquier tono crítico. Al mismo tiempo, su rival fue desafiado a fondo en el poco tiempo de aire que consiguió.
La campaña de Sisi en sí fue una gran operación con 351 oficinas a nivel nacional. Tarek Nour, asesor publicitario de la campaña, dijo al sitio de noticias Aswat Masriya, que la campaña había gastado cerca de U$S 1,8 millones en anuncios de publicidad. Aunque esta cifra es muchísimo mayor todavía, está en marcado contraste con los menos de U$S 50.000 gastados por la campaña de Sabahi.
Emperadores con nuevo ropaje
Incluso en esta campaña electoral Sisi no recorrió el país, aduciendo el peligro de los «terroristas» como la razón principal. En su lugar, emitió «encuentros» pregrabados con editores y otras personas «influyentes». Si bien habría, sin duda, un cierto riesgo, la razón principal detrás de la falta de apariciones públicas fue la de no arruinar la ilusión de que él es más que «sólo» un ser humano. De hecho, a pesar del carácter grabado y editado de las entrevistas de Sisi, no sólo logró destacarse como un simple ser humano, sino probablemente más simple que la mayoría de los seres humanos.
En lugar de asegurar a la nación su grandeza apareció cada vez más como un filisteo temperamental. Varias veces durante las entrevistas alzó la voz diciendo a los encuestadores que están allí simplemente para escuchar y no hablar. En una entrevista, apareció en un escenario casi faraónico – un escenario lamentable para alguien que dice estar el servicio del pueblo revolucionario.
Cuando se le preguntó acerca de cómo manejaría la crisis económica en Egipto, la respuesta de Sisi fue «trabajo duro». Por ejemplo, pidió a los jóvenes que ahorraran dinero y combustible, caminando a la escuela en lugar de tomar el autobús. Pidió a las familias utilizar lámparas de bajo consumo, y dijo que iba a tomar acciones legales para hacer cumplir esto. Pidió a otros que trabajaran más duro. Para muchos egipcios que trabajan en 2-3 trabajos esto es un insulto, pero aún más para las millones de personas que no pueden encontrar un trabajo. Sobre la cuestión de cómo iba a reducir el desempleo, sugirió que el Estado compraría 1.000 carros y contrataría a 2-3 jóvenes en cada uno para vender fruta a precios reducidos. También sugirió que en lugar de comer un pedazo de pan, los ciudadanos deben dividirlo en cuatro, así hay más para repartir. Sin embargo, no explicó cómo llenar los estómagos de esos millones que no tienen mucho más que ese pedazo de pan.
Los barrios pobres de todo el país están llenos de carteles con llamamientos a la austeridad. «Con trabajo» se lee al lado de la cara sonriente de Sisi. En otro, se muestra a Sisi y las palabras «trabajo duro es todo lo que todo lo que tengo, y lo único que te pediré». Sin embargo, se hace cada vez más y más claro que sólo los pobres se tienen que sacrificar con el fin de «salvar a la nación», mientras que los funcionarios millonarios, los empresarios y charlatanes profesionales que viven en los complejos de viviendas exclusivos fuera de El Cairo son silenciosamente omitidos.
La reacción a esto ha sido una actitud cada vez más apática hacia Sisi.
Como un informe de Reuters explica:
Pero el duro mensaje de amor de Sisi ofreció pocas esperanzas de un futuro mejor, después que la esposa de Fathi murió el mes pasado en un mugriento hospital estatal. Al final, él no votó por nadie.
Fathi concluyó que el ex jefe del Ejército, al igual que muchos otros líderes militares antes que él, tenían poco que ofrecer.
«Ella murió en uno de nuestros asquerosos hospitales públicos», dijo el padre de dos niños pequeños, sudando en su tienda de sandwiches en un barrio obrero de El Cairo.
«Pensé que elegiría a Sisi, pero ahora me doy cuenta de que ninguno de los candidatos es capaz de ayudarme. ¿Por qué iría a votar? No tiene sentido.»
De las pocas apariciones públicas controladas de Sisi ante la gente, la imagen que surge es la de un hombre que está totalmente fuera de contacto con las vidas de los trabajadores y los pobres de Egipto, y que realmente no se preocupa por la solución de sus problemas. Mientras que los trabajadores y los pobres tienen que sacrificarse, la «comunidad de negocios» debe ser apoyada. De hecho, los verdaderos motivos de sus convocatorias al trabajo duro es crear un entorno favorable para las empresas que han sido perturbadas por las huelgas y protestas.
Sisi ha hecho hincapié en que los egipcios estarán durante dos años con austeridad y trabajo duro. Las huelgas y protestas en las calles no serán toleradas, dijo en una entrevista. «No voy a dejar ninguna oportunidad para que la gente actúe por su cuenta… Mi programa será obligatorio».
Después de la victoria electoral, Mohamed El Sewedy, presidente de la Federación de Industrias de Egipto, elogió esta línea afirmando que «La comunidad empresarial está muy contenta con los resultados. Necesitamos una reforma y oportunidades reales… un tipo con coraje para tomar decisiones».
Lo que realmente significa es que los capitalistas necesitan un Estado que impulse una agenda de austeridad, «estabilizar» el país (es decir, frenar las huelgas y protestas) y apoyar a las grandes empresas.
Los capitalistas se regocijan
Este es el verdadero programa de Sisi, que más que nada es el representante de la burguesía egipcia, que apoyó su campaña con millones de dólares.
En declaraciones a Reuters, el «rey de fertilizantes» de Egipto, Sherif el- Gabaly, explicó los intereses de este sector:
«Necesitamos que las masas también estén estables, no podemos trabajar en la situación en que vivimos por nuestra cuenta, y sólo crecemos y ganamos dinero y vivimos nuestras vidas en barrios cerrados, mientras el resto del país está en ruinas.
«Debido a que el día siguiente se levantarán en las calles y tu producción y todo va ser caótico».
Otro hombre de negocios, Hussein Sabour – magnate, propietario inmobiliario e ingeniero de 77 años de edad, quien hizo su fortuna en parte a través de una empresa conjunta con el Banco estatal más grande – dijo:
«No debemos seguir siendo perezosos. No podemos vivir con el gobierno subsidiando todo».
Alrededor de una quinta parte del presupuesto de Egipto se gasta en subsidios a alimentos básicos, servicios públicos y combustibles. Sin estos subsidios millones de personas no tendrían forma de sobrevivir. Sisi se ha negado a comentar las acciones que tomará con respecto a los subsidios, sin embargo, el anterior Primer Ministro, Hazem Beblawi , que era claramente el hombre de Sisi, fue mucho más franco. En declaraciones al Financial Times en marzo, dijo que:
«No hay manera de evitar hacer frente a este problema, y estamos comprometidos a hacerlo. No vamos a abolir los subsidios, pero vamos a racionalizarlos, porque el porcentaje en Egipto es una locura.
( … )
El resultado final será algún tipo de subsidio, [y lo haremos] reducir el subsidio, digamos del 24% al 25% del presupuesto a algo así como 10% u 8%».
Esta es una declaración de guerra contra los trabajadores y los pobres para quienes la comida y el combustible subsidiado es un salvavidas. Esto permite que el producto alimenticio más básico como el pan sea un elemento asequible. Sin embargo, está claro que la burguesía egipcia ni siquiera puede darse el lujo de conceder este lujo a las masas. Lo que olvidan es que la misma gente cuyos estómagos están vaciando son los que producen toda la riqueza en la sociedad y que son la inmensa mayoría de la sociedad.
No sólo esto, sino que también son las mismas personas que derrocaron a la dictadura de Mubarak , obligaron a abandonar al gobierno a Tantawi, derrocaron a Mohammed Morsi y sólo recientemente obligaron Hazem Beblawi a dimitir como Primer Ministro. El plan que la burguesía está preparando, tarde o temprano resultará en la fusión de la estrecha base que aseguró la victoria de Al- Sisi. Luego, un período nuevo y aún más tumultuoso comenzará.
La crónica falta de agallas de Sabahi
El único rival de Al- Sisi en estas elecciones fue el nasserista de izquierda, Hamdeen Sabahi. Su candidatura fue una gran sorpresa. Sabahi había elogiado a Sisi y pidió que se candidateara a la presidencia. Sin embargo, hace unos meses se volvió en cada vez más crítico y comenzó a criticar a la naturaleza anti-democrática del régimen. Este fue el reflejo de la creciente presión desde abajo.
Este movimiento inmediatamente galvanizó al ala principal de la izquierda y a las organizaciones revolucionarias juveniles que lo rodeaban. Sin embargo, a pesar de su fuerte retórica en defensa de los derechos democráticos, Sabahi no planteó ninguna alternativa real a Sisi.
Cuando se le preguntó acerca de su postura con respecto a los subsidios dijo que «El subsidio de los productos básicos para los pobres puede ser reducido cerca de dos tercios». Esto no es muy diferente del presunto programa de austeridad de Sisi.
Más que nada, Sabahi no es visto como un político serio. Mientras que siempre ha presentado una plataforma democrática ha demostrado continuamente ser débil y carecer de principios claros. Después de la revolución se unió en una alianza con los Hermanos Musulmanes en las elecciones parlamentarias de 2011.
Entonces, 6 meses más tarde, se presentó como candidato presidencial, pero esta vez denunciando a su reciente aliado Mohamed Morsi (así como a Ahmed Shafiq , que era un antiguo partidario de Mubarak). En estas elecciones, consiguió casi 5 millones de votos y quedó en tercer lugar. En El Cairo y la mayoría de las ciudades y pueblos industriales de Egipto quedó primero. Estaba claro que él era el principal candidato de la revolución y había señales claras de que el fraude electoral había tenido lugar para que no pudiera entrar en la segunda vuelta. Sin embargo, él de hecho legitimó las elecciones al aceptar el resultado final y al no movilizar a las masas contra las flagrantes irregularidades.
Una vez más, unos pocos meses después, en noviembre de 2012, cuando un movimiento insurreccional se estaba agrupando contra Morsi, Sabahi y su aliado liberal Mohammed El- Baradei, en lugar de organizar y difundir la protesta, trató de romperla llamando a negociaciones. Luego se unieron con Amr Moussa, un ex burócrata de la era Mubarak para formar el Frente de Salvación Nacional. Incluso para muchos de sus propios partidarios esto fue un gran shock.
De nuevo en enero de 2013, cuando el régimen de Morsi y las fuerzas armadas estaban librando una ofensiva contra las fuerzas revolucionarias, Sabahi se quedó en silencio. Después de la revolución del 30 de junio, donde Sabahi no jugó ningún papel, se convirtió en un adorador de Sisi, llamándolo continuamente a que se presentara para la presidencia.
Así que no es de extrañar que el último giro de Sabahi no haya sido tomado en serio por nadie. Un ex partidario de Sabahi dijo a Ahram Online en Alejandría: «Es todo lo mismo. Nada cambia. Él no hizo nada con el Frente de Salvación Nacional Él no es el luchador que creía que era. . . . «.
Aquí está el verdadero estado de ánimo de las masas. La apatía y la falta de actividad que rige sobre la superficie es sólo un velo ante la falta de una dirección revolucionaria creíble. Las masas no están cansadas de la revolución, están cansadas de líderes con falta de voluntad y que se arrodillan ante cualquier desafío.
En los medios de comunicación burgueses la falsa afirmación que a menudo sostienen es que los egipcios quieren un hombre fuerte, y por lo tanto eligen a Al- Sisi. Esto sólo es una forma escasamente encubierta de repetir la vieja afirmación racista que, al igual que los niños necesitan padres y límites firmes, los árabes necesitan dictadores para decirles cómo vivir sus vidas. La verdad no puede estar más lejos de la verdad. De hecho, a lo largo de la revolución han sido las masas las que han luchado constantemente por la democracia y el progreso, mientras que las «grandes» mentes cultas de la intelectualidad se han encontrado defendiendo la autoridad de esta o aquella podrida burguesía.
Cuanto más dura, más consciente y determinadamente las masas se han pronunciado, la respuesta de los dirigentes ha sido la más débil y más cobarde. Por lo menos en 6 ocasiones, desde el año 2011, el podrido régimen egipcio podría haber sido arrancado de raíz. Las masas han estado dispuestas a ir hasta el final, pero no se ha dado ningún dirección y en cada ocasión el movimiento ha sido desviado hacia canales «democráticos» y el poder ha sido transmitido – por los «líderes» de la revolución – a una fracción u otra de la clase dominante.
Por un lado, esta es la causa de la inmerecida autoridad «revolucionaria» de Sisi entre amplias capas de la población y, al mismo tiempo, esta es la causa de la desilusión y apatía del sector más clarividente de las masas revolucionarias. Los egipcios necesitan un liderazgo «fuerte», decidido y comprometido, es decir, uno que pueda representar su determinación y fuerza y llevar la revolución hasta sus últimas consecuencias. Esa es la clave para el actual callejón sin salida.
Sabahi destila debilidad y cobardía. Su aceptación de los presentes resultados a pesar de las evidentes irregularidades y la parcialidad manifiesta de la maquinaria estatal hacia Sisi, se limita a confirmar este hecho. Al aceptar la victoria de Sisi le sigue dando a Sisi legitimidad revolucionaria ante los ojos de las masas. En este sentido, mediante la consolidación del poder en manos de los generales contrarrevolucionarios, sigue las acciones de los otros líderes de la revolución, que después del 30 de junio pasaron el poder a las fuerzas armadas.
Pero hoy, cuando amplios sectores de la población están empezando a ver la verdadera naturaleza de Sisi se trata de un error aún mayor. Por lo tanto, las razones de la falta de éxito de la campaña de Sabahi se encuentra dentro de sí mismo más que en cualquier otro lado.
La lucha de clases continúa
Como hemos explicado muchas veces, la popularidad y la autoridad de Sisi fue causada principalmente por los líderes de la revolución. Al traspasar el poder a los generales permitieron que se presenten como si estuvieran «con la revolución», mientras que, en realidad, representan otro ala de la contrarrevolución.
Mientras la ofensiva contra la odiada Hermandad Musulmana tenía lugar podían mantener esta posición. Sin embargo, en los últimos meses se ha registrado un rápido descenso de esta ilusión. Bajo el pretexto de tomar medidas enérgicas contra la Hermandad Musulmana, el Estado se ha dirigido cada vez más contra capas de activistas revolucionarios y activistas incluso de los trabajadores. Cualquiera que se atreva a criticar el estado actual de las cosas se lo llama islamista y terrorista. De esto también se ha hecho eco cada vez más el propio Sisi en su campaña electoral.
Al mismo tiempo, el gobierno de los generales no ha conseguido romper el aumento del desempleo, la inflación y la pobreza. Los cortes de energía, que era una importante causa de insatisfacción con el ex presidente Mohamed Morsi, ha alcanzado niveles récord y hay una sensación creciente de que el nuevo régimen está muy predispuesto hacia determinados sectores de la población.
Cuando el gobierno , bajo la presión de la revolución del 30 de junio presentó un aumento del 30% del salario mínimo a los trabajadores del sector público, esta ganancia fue reducida a los trabajadores dentro del aparato estatal que trabajan en las fábricas propiedad del Estado que quedaron fuera del acuerdo. Esto desató una ola masiva de huelga entre los trabajadores públicos que sacudieron al país y derrocó al gobierno anterior.
En un mes, el porcentaje de personas que dijeron que votarían por Sisi declinó del 51% al 39%. Las grietas en la superficie pulida del dominio de Sisi se han ampliando y estas elecciones estaban lejos de ser reconfortantes para Sisi. Sólo unos días antes de las elecciones, Sisi estaba apostando públicamente por lo menos 40 millones de votos. A pesar de los enormes recursos a su disposición tuvo que amenazar y arrastrar a la gente a los centros de votación, sólo así consiguió la mitad de ese objetivo.
En el próximo período, incluso este apoyo se derretirá. La economía egipcia se encuentra en una profunda crisis y sólo se ha salvado hasta ahora por los U$S 20 mil millones de ayuda de Kuwait y Arabia Saudita. A pesar de esta ayuda, el déficit presupuestario del año pasado aún se situó en U$S 12 mil millones de dólares. Tarde o temprano el flujo de dinero proveniente del Golfo se secará y la cuestión que se planteará es: ¿Quién paga la factura?
Está claro que Sisi ya ha tomado una decisión. Su lealtad es con los corruptos parásitos capitalistas y banqueros que ya están planeando cómo atacar las pocas restantes conquistas de los pobres. Pero los resultados de las elecciones han puesto de manifiesto que son mucho más débiles de lo que pensaban.
Por supuesto, hay también un elemento de cansancio entre las masas. Después de tres años de luchas hay una retirada natural. Sin embargo, como vimos en marzo, justo bajo la aparente calma y apatía, la revolución sigue contando con una fuerte confianza y hasta hoy está invicta. Durante el próximo período, tendrán que pasar por la escuela de Al- Sisi, que los conducirá de nuevo a la arena de la lucha. En este contexto, el sueño de estabilidad de la burguesía egipcia parece más lejano que nunca.
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