El fiasco de la gira de Vito Quiles por la universidad: la juventud aplasta la provocación fascista

La presuntuosa gira del provocador ultraderechista, Vito Quiles, por las universidades públicas del Estado español, ha sido un fracaso total. Este personaje, un pijo impresentable financiado según sus propias palabras, por “empresarios” que comparten su ideario reaccionario, ha quedado más desacreditado que nunca ante la opinión pública. Los fachas en la universidad han quedado seriamente debilitados, mientras que la juventud antifascista ha salido enormemente fortalecida y con una confianza mayor en sus propias fuerzas.

Allí donde este tipejo se ha presentado con sus energúmenos, la juventud combativa ha decuplicado cuando no centuplicado sus números, desmoralizando a sus huestes e impidiendo en todos los casos su acceso a la entrada de los edificios universitarios, donde pretendía lanzar sus discursos de odio contra la izquierda, el marxismo y los trabajadores inmigrantes.

Un punto álgido se alcanzó el pasado 30 de octubre en la Universidad de Navarra, donde cerca de un millar de estudiantes bloquearon todos los accesos y se enfrentaron valientemente a la violencia policial impidiendo el acceso de Quiles y de sus matones al edificio. Las imágenes de estos sucesos tuvieron un eco extraordinario en todo el Estado, animando aún más a la juventud estudiantil antifascista y desmoralizando en su impotencia al facherío juvenil. Hasta tal punto esto fue así que Quiles tuvo que anunciar una pausa “de una semana” en su gira, que al final resultó ser de casi dos semanas.

El último episodio de este desventurado “tour” lo vivimos este pasado miércoles 12 de noviembre cuando Quiles, inasequible al desaliento, trató de reflotar su moribundo “Tour España combativa” en el campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Su objetivo, una vez más, no era otro que el de siempre: provocar, agitar y pescar en el río revuelto del enfrentamiento para luego hacerse la víctima y llorar una falta de “libertad de expresión” que ejerce a golpe de megáfono, defendido por policías y financiado por el gran capital. Y nuevamente, el plan le salió rematadamente mal.

El circo de los perdedores

Como es su modus operandi, Quiles no solicitó autorización a la UCM para su acto. Simplemente convocó una concentración, tachando el campus de “feudo de Podemos”, con la esperanza de que la respuesta de los estudiantes le diera el titular victimista que tanto ansía. Sin embargo, lo que encontró fue una digna y organizada protesta que le superó ampliamente en número. Cientos de estudiantes le esperaban izando la bandera tricolor y con consignas claras: “Fuera fascistas de la universidad”, “Vito, parguela, acaba la carrera” , “Vito, fascista, no eres periodista” o “Pase lo que pase, unidad de clase”.

Quiles apareció, escoltado como siempre, y se dirigió a su reducido grupo de seguidores con un megáfono. Nervioso, y con intervenciones que apenas cosecharon aplausos, intentó montar su número. Acusó a la Policía Nacional de llevar cascos “que no se ponen cuando se manifiestan los terroristas proHamás” (este despliegue antidisturbios se dirigía a un posible enfrentamiento con la resistencia al acto, es decir, en su defensa) y calificó a la Facultad de Ciencias Políticas de “foco de infecciones comunistas”. Danos tiempo, Vito, y en eso se convertirá.

El carácter verdadero de los patriotas

La verdadera cara del acto, la que Quiles intenta maquillar de patriotismo, quedó al descubierto con los cánticos de sus seguidores. Mientras el agitador hablaba de “paz”, su público coreaba “arriba España”, “cara al sol” y otros lemas fascistas. Pero el momento más vomitivo llegó con el grito racista de “Moros no, España no es un zoo”, una muestra del odio que realmente promueve esta gentuza.

Lo hemos comentado en el pasado, pero merece la pena volver a incidir en el hecho de que este sujeto está financiado por el gran capital y gobiernos autonómicos del PP como los de Madrid y Castilla y León, que han inyectado decenas de miles de euros de dinero público en su proyecto. El mismo dinero que le falta a la universidad pública para funcionar es el que alimenta a estos payasos agitadores. Al mismo tiempo, un aparato de Estado que prohíbe y castiga banderas palestinas en las escuelas, protege a un ingrato provocador de la voluntad de las masas. No se trata precisamente de un caso de censura.

La lección de Somosaguas: ¡Organización y lucha!

El fiasco de Quiles en la Complutense y en el resto de universidades demuestra varias cosas. La primera, que la juventud universitaria no es un “feudo” pasivo y menos aún afín a sus ideas, sino un campo de batalla donde la mayoría progresista y de izquierdas está dispuesta a plantar cara a este tipo de provocaciones. La segunda, que las provocaciones de la ultraderecha pueden y deben ser derrotadas con la movilización masiva y unitaria, sin caer en sus trampas violentas que solo buscan el titular fácil.

Quiles ha fracasado en pretender aglutinar en torno a su figura un movimiento juvenil reaccionario de masas, y lo que ha cosechado es una ampliación del movimiento juvenil contestatario y antifascista.

Pero no basta con sacarles los colores en jornadas aisladas. Debemos ir a la raíz del problema. Quiles es solo un síntoma de una enfermedad mayor: un sistema que permite que la burguesía y sus testaferros políticos utilicen el dinero público para financiar su propaganda reaccionaria, mientras estrangulan los servicios públicos.

La respuesta debe ser contundente e ir más allá de la protesta puntual:

¡Fuera las financiaciones públicas a los agitadores de ultraderecha! ¡Todo el dinero para la educación pública!

¡Rompamos los vínculos entre la universidad y las empresas que parasitan del pueblo y financian esta basura reaccionaria!

¡Por una universidad gratuita y al servicio de la clase trabajadora!

¡Para terminar con el peligro reaccionario ultraderechista y antiobrero hay que terminar con el propio sistema capitalista!

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