El Sindicato Obrero de Amazon y el despertar de la clase trabajadora estadounidense

“En principio, las condiciones económicas habían transformado la masa del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado en esta masa una situación común, intereses comunes. Así, esta masa viene a ser una clase frente al capital, pero todavía no para sí misma. En la lucha… esta masa se reúne, constituyéndose en clase para sí misma. Los intereses que defienden se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política”. Karl Marx, Miseria de la Filosofía. 1847

Una ola de sindicalización en los Estados Unidos está entusiasmando e inspirando a los trabajadores de todo el mundo. El primer almacén de Amazon en Staten Island, Nueva York, ahora está representado por el sindicato independiente Amazon Labor Union. Cada semana, docenas de cafeterías Starbucks inician los trámites para unirse a Starbucks Workers United. Lo mismo vemos en un primer grupo de trabajadores de una tienda Apple para unirse a Communication Workers of America. Ha habido 589 solicitudes sindicales a la Junta Nacional de Relaciones Laborales en lo que va de 2022, el doble en comparación con los primeros cuatro meses de 2021.

Estas luchas por organizarse son todas parte del mismo proceso. La crisis del capitalismo está aplastando a los trabajadores y están comenzando a contraatacar. Comprenden cada vez más que solo pueden confiar en sus propios medios.

Estados Unidos es la nación capitalista más poderosa del mundo. El socialismo no puede finalmente lograr la victoria sin el éxito de la clase obrera estadounidense. Las luchas que estamos viendo ahora son solo el comienzo del despertar de este coloso que cambiará el curso de la historia.

Nada sale de la nada

Los trabajadores estadounidenses han sufrido reveses constantes durante décadas. Mientras que la productividad creció un 70 por ciento entre 1979 y 2019, los salarios sólo crecieron un 12 por ciento durante el mismo período. No es sorprendente que esto coincida con un declive del movimiento sindical. La afiliación sindical ha caído del 20,1 por ciento en 1983 a un magro 10,5 por ciento en 2018. Los trabajadores están cada vez más explotados, mientras que las principales organizaciones a través de las cuales se defienden han disminuido.

La juventud lleva la peor parte de la crisis. Los “Millennials” y la “Generación Z” –los nacidos en los últimos 40 años– no han conocido nada de la edad de oro del capitalismo. Los trabajos precarios son la norma. Las casas son imposibles de comprar y los alquileres están subiendo. La tasa de sindicalización es más baja entre los jóvenes: 9,4 por ciento entre los de 25 y 34 años, y un exiguo 4,2 por ciento entre los de 16 a 24 años.

El COVID-19 golpeó a una clase trabajadora ya exprimida como un limón. Las ventas en línea se dispararon con la pandemia, poniendo a los trabajadores de Amazon bajo una enorme presión: los empleados tenían que orinar en botellas para mantener el ritmo. Los trabajadores de servicios de repente se convirtieron en «héroes», «trabajadores esenciales», pero se quedaron con salarios de hambre y empeoramiento de sus condiciones. Los trabajadores estadounidenses se encuentran entre los más estresados ​​del mundo: el 57 por ciento informa estar estresado a diario, en comparación con un promedio mundial del 43 por ciento.

Agreguemos a eso la tasa de inflación actual, que alcanzó un enorme 8.5 por ciento en los EE. UU., un máximo histórico en décadas. Por lo tanto, cualquiera que no obtenga un aumento salarial del 8,5 por ciento está experimentando un recorte salarial. ¡Y mientras tanto, los directores ejecutivos recibieron bonos récord de $ 14.2 millones de dólares en 2021!

Este cóctel de caída de salarios, empeoramiento de las condiciones, inflación y aumento de la desigualdad estaba destinado a provocar una explosión tarde o temprano.

Cambio de conciencia

Un cambio en la conciencia de los trabajadores y jóvenes en los Estados Unidos ha sido evidente durante algún tiempo. Hemos comentado muchas veces en los últimos años las numerosas encuestas que muestran el creciente interés por el socialismo y el comunismo en EE.UU.

Pero un fenómeno relacionado es el aumento de la popularidad de los sindicatos. A pesar de la baja densidad sindical, la aprobación a los sindicatos es del 68 por ciento, el nivel más alto desde mediados de la década de 1960. Entre los de 18 a 34 años, la cifra es del 77 por ciento.

No es sorprendente que el entusiasmo por las recientes campañas de sindicalización también sea alto. En el caso de Amazon Labor Union (ALU), un inmenso 75 por ciento de los estadounidenses está de acuerdo en que los trabajadores de Amazon necesitan un sindicato. ¡Ese número aumenta al 83 por ciento entre las personas de 18 a 34 años, e incluso llega al 71 por ciento entre los partidarios de Donald Trump! El entusiasmo alcanza a todos los estratos de la clase trabajadora, más allá de la habitual división partidista de la política estadounidense. También muestra que muchos partidarios de Trump podrían verse atraídos por las políticas basadas en la clase, si existiera un verdadero partido de los trabajadores en los EE. UU. para defender tales políticas.

Las recientes campañas de organización demuestran lo que los marxistas han estado diciendo durante mucho tiempo. ¿Cuántas veces hemos escuchado que la política de clase está muerta porque “la clase obrera ha cambiado”, o peor aún, que ya no existe? ¿Que sí, en la época de Marx había obreros fabriles, mineros, pero que hoy “es diferente”? Por supuesto, no hace falta mucha perspicacia para darse cuenta de que la clase trabajadora ha cambiado mucho en 150 años. El sector de los servicios, el comercio minorista y el entretenimiento en particular, se ha disparado en las últimas décadas.

Pero la misma vieja dinámica de la lucha de clases se ha abierto camino también en estos sectores. Trabajadores de restaurantes, trabajadores del retail, trabajadores de almacenes, trabajadores en tecnología, todos venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario, la plusvalía se extrae de sus espaldas y comienzan a darse cuenta de la necesidad de defenderse de la codicia de sus patrones. Esto es lo que estamos viendo ahora. Para citar a Karl Marx, así es como los trabajadores pasan de ser una clase “en sí” a una clase “para sí”.

Lo que está pasando en Estados Unidos desmiente a todos los cínicos que habían abandonado a la clase trabajadora. Algunas personas dijeron que los trabajos en la industria de comida rápida eran imposibles de sindicalizar, por ejemplo. Las estadísticas parecen darles la razón a los pesimistas, ya que la tasa de sindicalización en los servicios de alimentos es solo del 1,2 por ciento. Además, las principales federaciones sindicales parecen haber abandonado a estos trabajadores, buscando organizar en su mayoría centros de trabajo grandes y, al hacerlo, generar grandes cantidades de cuotas sindicales.

Y, sin embargo, la campaña Starbucks Workers United va viento en popa. Más de 200 centros de trabajo están en proceso de votación sindical desde la primera victoria en Buffalo ¡Todo lo que se necesitó fue un buen ejemplo para poner la pelota en movimiento!

La lucha en Amazon es particularmente emblemática de la versión del siglo XXI de la lucha de clases. Aquí tenemos a Jeff Bezos, el segundo hombre más rico de la historia de la humanidad, frente a una campaña sindical independiente encabezada por Chris Smalls, un exempleado de Amazon despedido en 2020 por realizar una huelga para protestar por la falta de protección contra el COVID-19. Incluso se había revelado que los ejecutivos de Amazon querían que Chris Smalls se convirtiera en la cara del esfuerzo de sindicalización de Amazon porque pensaban que «no era inteligente ni elocuente». Su desprecio fracasó espectacularmente.

Aquí, también, se nos hizo creer que la sindicalización de Amazon no era posible. The Washington Post dijo el año pasado, luego de la fallida campaña de sindicalización en el almacén de Bessemer:

“Los trabajadores de hoy pueden venir en automóvil desde una hora de distancia y no es tan fácil llegar a ellos. La misma productividad que hace que Amazon sea económicamente atractiva para organizarse deja poco tiempo para que los trabajadores hagan una pausa y se hagan amigos de sus compañeros de trabajo, construyendo redes sociales que los sindicatos puedan aprovechar.

Esas son desventajas estructurales a las que el sindicato puede enfrentarse en cualquier instalación de Amazon a la que se dirija. Entonces, si bien el nombre de la ciudad puede ser diferente en futuras campañas de organización, el resultado puede ser muy similar.”

El Sindicato de Trabajadores de Amazon ha demostrado que todos los pesimistas y escépticos estaban equivocados. ¡Como resultado, más de 50 almacenes se han puesto en contacto con ALU desde la victoria de Staten Island!

Estos grandes acontecimientos están teniendo repercusiones más allá de las fronteras de los Estados Unidos. Un Starbucks de Calgary, en Canadá, está tratando de unirse a United Steelworkers. Los miembros de Unifor han distribuido folletos para organizar los almacenes de Amazon en Columbia Británica, Ontario y Quebec, también en Canadá, haciendo referencia explícita a la victoria de Staten Island. Actualmente, Canadá va a la zaga de la radicalización de izquierda en la clase trabajadora estadounidense. Pero no se equivoquen: la inflación y la erosión salarial, el aumento de los alquileres y la desigualdad también se están abriendo paso en el país vecino. Y la clase obrera también se movilizará en Canadá, tarde o temprano.

Lecciones

No es solo el hecho mismo de la sindicalización en Amazon, Starbucks y similares lo que interesa a los marxistas. Más que eso, es la manera en que se logran estos resultados lo que debe ser asimilado por los activistas obreros.

Los trabajadores de Amazon sufrieron una derrota el año pasado en Bessemer, Alabama. Pero la campaña organizativa no incluyó demandas concretas. En estas condiciones, no sorprende que cientos de trabajadores se mostraran escépticos.

La misma dinámica parece haber sido replicada en la campaña de organización de Amazon en Alberta el año pasado por Teamsters Local 362. Los trabajadores informaron que era difícil encontrar organizadores sindicales para responder a sus preguntas, y el vicepresidente local incluso dijo: “No estamos aquí para obtener vuestros $30. Estamos aquí para ayudar a mejorar el lugar de trabajo, ver si podemos negociar aumentos salariales más altos… No podemos garantizarles nada”. ¡Hemos visto mejores ejemplos de inspiración!

La campaña de Staten Island contrastó drásticamente con este enfoque. La ALU presentó abiertamente demandas audaces: un salario de, precisamente, $ 30 por hora, y dos descansos pagados de 30 minutos y una hora de almuerzo pagada. Así que la campaña ofreció la promesa de resultados tangibles, en lugar de centrarse simplemente en conseguir un sindicato. Contrariamente a un concepto erróneo común, exigir cambios pequeños y “razonables” no es más realista. Por el contrario: los trabajadores no se arriesgarán y gastarán tiempo y esfuerzo en la lucha por cambios pequeños y sin sentido. Pero lucharán por demandas audaces que valgan la pena.

Lo que también distingue a la campaña ALU es su naturaleza de base. El presidente del sindicato, Chris Smalls, el ex trabajador despedido por intentos previos de organizarse, acampó cerca del almacén JFK8 de Staten Island durante 10 meses. Él y Derrick Palmer, un empleado del almacén, dedicaron todo su tiempo para hablar con los trabajadores, involucrarlos y responder a sus preguntas. La campaña fue financiada a través de una campaña de solicitud de fondos en internet, GoFundme, que recaudó $ 120,000 de dólares, en comparación con los $ 4 millones que Amazon invirtió en combatir a la ALU. Un artículo de The City hace un buen trabajo al explicar cómo los dos líderes construyeron el movimiento:

“Mientras que Smalls pasa la mayor parte de sus días fuera de JFK8 o en la parada de autobús, Palmer continúa trabajando dentro del edificio de cuatro pisos, hablando con los trabajadores y dirigiéndose a la sala de descanso durante su tiempo libre para medir el apoyo cuando no está trabajando en el departamento de embalaje…

Ambos hombres, y un puñado de otros organizadores, han pasado las últimas semanas llamando por teléfono a todos los trabajadores de JFK8 que son elegibles para que votaran en las próximas elecciones sindicales: aproximadamente 8.300 empleados.

Algunos de los trabajadores contactados por teléfono han pedido reunirse con los organizadores en persona para discutir el esfuerzo de sindicalización. Aquellos trabajadores que tienen preguntas, generalmente se centran en las cuotas sindicales y cómo funcionan, dijo Smalls.

“Una vez que respondemos a sus preguntas, es fácil convencerlos porque entienden que Amazon les está dando información falsa”.”

Los trabajadores no aceptaron simplemente las tácticas antisindicales de Amazon. En las reuniones antisindicales obligatorias, los trabajadores interrumpieron a los consultores para desacreditar sus argumentos mentirosos. ¡Los trabajadores incluso recopilaron información sobre los consultores y distribuyeron octavillas que los identificaban con fotos para que los trabajadores no hablaran con ellos! Los trabajadores se negaron a ser presionados y respondieron cada golpe con métodos creativos que tomaron por sorpresa al empresario y sus agentes antisindicales altamente pagados.

El propio Smalls dice que su campaña fue muy diferente de las campañas sindicales habituales: “A ellos [los sindicatos tradicionales] les gusta organizarse de manera diferente a lo que estamos haciendo. Estamos más presentes. No vas a encontrar otro presidente sindical que acampe durante 10 meses”.

Con demasiada frecuencia, las campañas sindicales se llevan a cabo de manera burocrática, sin involucrar a las bases y sin confrontar las tácticas sucias del empresario de frente. Casi parece como si los líderes sindicales no confiaran en los trabajadores. Y como hemos visto, muchas veces se enfocan solo en la sindicalización en sí misma, sin vincularla a demandas reales que puedan inspirar a los trabajadores.

Lo que muestra la campaña de ALU es que el movimiento obrero necesita desesperadamente revivir los métodos de la democracia obrera. En las huelgas, en los piquetes, en las campañas dentro del movimiento obrero, debe haber el máximo espacio para que los trabajadores tomen las cosas en sus propias manos. El impulso de ALU muestra lo que se puede lograr cuando se implica a la base y se deja que los trabajadores expresen su creatividad, y cuando no se tiene miedo de plantear reivindicaciones valientes.

La revolución está aquí”

Tales fueron las palabras de Chris Smalls tras la victoria de ALU. Compartimos plenamente el entusiasmo de estos activistas que han logrado lo que mucha gente pensaba que era imposible. Los líderes de los principales sindicatos tienen mucho que aprender de los métodos de lucha utilizados en esta primera victoria en Amazon.

Con las huelgas de maestros en 2018 y 2019, el movimiento de masas más grande en la historia de los EE. UU. Tras los sucesos alrededor de George Floyd en mayo-junio de 2020, y el aumento de las huelgas el otoño pasado («Striketober»), la impresionante ola de sindicalización es una continuación del regreso de la clase trabajadora estadounidense. También ocurrirán acontecimientos similares en Quebec y Canadá.

No será una línea recta, pero la experiencia misma del sistema capitalista empujará a los trabajadores a la lucha. La inflación, que no va a desaparecer, hará que a cientos de miles de trabajadores les resulte cada vez más difícil pagar sus facturas.

No hace falta decir que los patrones no dejarán que los trabajadores se organicen y luchen sin resistencia. Se están gestando luchas de clases de proporciones épicas. Estamos sólo al comienzo de un proceso que llevará a más y más personas a la conclusión de que el capitalismo mismo debe irse y dar paso a una sociedad socialista donde los trabajadores se hagan cargo de la misma, en lugar de una minoría de ricos.

Dejaremos la última palabra a un artículo de la revista estadounidense Newsweek, que llega a la misma conclusión que los marxistas:

“Los salarios, el precio de comprar una casa o alquilar, los costes de los alimentos y la batalla por abaratar costos entre los empresarios y el destino de las empresas más pequeñas contra los oligopolios, serán los temas definitorios. La política de clase que durante mucho tiempo ha dominado Europa ahora está aquí para vengarse, y se quedará hasta que se aborde.

Debajo de su lápida en Hampstead Heath, Karl Marx debería estar sonriendo”.

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