Elecciones alemanas: ¡Todos contra la derecha, el establishment y el capitalismo!
La crisis del capitalismo alemán se profundiza sin cesar. El domingo pasado [1 de septiembre] se celebraron elecciones en los Estados federados de Sajonia y Turingia, en las que ganó el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) y la nueva formación demagógica Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), una escisión del partido La Izquierda. Los reformistas y liberales de Alemania y del mundo entero están en estado de pánico, pero este resultado es una muestra de su propia bancarrota.
Los partidos del gobierno federal (socialdemócratas, verdes y liberales) fueron duramente castigados por sus ataques a los trabajadores. El partido conservador cristianodemócrata CDU, el más importante del capital, sólo pudo mantenerse en el poder porque se le percibía como el mal menor con las mejores posibilidades frente a la AfD. La mitad de sus votos se pueden atribuir a esto.
En cambio, en Sajonia, La Izquierda sólo pudo salvarse en el parlamento regional al conseguir escaños directos en dos distritos electorales en Leipzig [los escaños directos son una peculiaridad del sistema electoral alemán que permite a un partido ganar más escaños de los que indicaría su proporción de votos]. En Turingia, donde La Izquierda participó en dos gobiernos, siendo el primer ministro desde 2014 miembro de sus filas, su apoyo se desplomó.
El reformismo y el liberalismo fueron duramente castigados en estas elecciones. El llamado centro político se está desmoronando en Alemania, como en todo el mundo. La polarización está alcanzando nuevas cotas; el régimen burgués se está volviendo cada vez más inestable tanto política como socialmente.
Contenido
- 1 Crisis del capitalismo alemán
- 2 La fracasada campaña del establishment contra la AfD
- 3 Campaña racista del establishment
- 4 El callejón sin salida de la AfD y el BSW
- 5 Crisis gubernamental y la política de los ricos
- 6 Son posibles movimientos de derecha e izquierda
- 7 A la ofensiva con la política comunista
Crisis del capitalismo alemán
La base de esta evolución es la crisis del capitalismo alemán. La economía no se ha recuperado desde la pandemia del coronavirus. La guerra en Ucrania y sus efectos catastróficos pusieron de relieve el impasse estratégico del imperialismo alemán.

Volkswagen, el mayor fabricante de automóviles de Alemania, ha anunciado el cierre de plantas y despidos / Roger W, Flickr
La clase dirigente y el establishment alemanes han acabado en esta situación porque se han subordinado completamente a los intereses de los EE. UU. en la guerra de Ucrania. Como resultado, han amputado su acceso al más barato gas y petróleo rusos.
La producción y los pedidos se han desplomado en sectores clave (automóvil, ingeniería mecánica, química). BASF, el mayor productor de productos químicos, está cerrando plantas de producción. Otras empresas químicas también están tomando medidas similares. Volkswagen, el mayor fabricante de automóviles de Alemania, ha anunciado el cierre de plantas y despidos. La producción total de automóviles se ha desplomado especialmente desde 2019, y ahora está al mismo nivel que en la década de 1990.
Con la crisis que afecta a las grandes corporaciones, y frente a los enormes costes energéticos, las empresas proveedoras se ven presionadas por la caída de las cifras de ventas. La competencia por los mercados y las inversiones con China y los EE. UU. también está aplastando la economía alemana.
La crisis del coste de la vida y la amenaza de despidos masivos se ciernen sobre la clase trabajadora como una espada de Damocles. Tras dos décadas de políticas de austeridad, precarización y creciente explotación, el ánimo entre la clase trabajadora y la juventud está cada vez más caldeado. A esto se suman los temores por el cambio climático, la guerra y la constatación de que todo el país está en decadencia.
Décadas de políticas de austeridad y privatización por parte de los gobiernos federal y reginales han llevado a la ruina las infraestructuras y los servicios de Alemania, con puentes en ruinas, líneas ferroviarias rotas y hospitales en quiebra. A esto se suma la flagrante escasez de mano de obra en guarderías, escuelas, residencias de ancianos, hospitales, administración y muchos otros sectores. La explotación está aumentando enormemente y la vida se está volviendo cada vez más insegura y agobiante para las masas.
La fracasada campaña del establishment contra la AfD
El gobierno federal no tiene nada que ofrecer para hacer frente a estos problemas. El aumento del salario mínimo no sólo fue demasiado bajo, sino que fue absorbido inmediatamente por la inflación. El acoso a los desempleados no ha sido abolido. La escasez de viviendas sigue aumentando y el gobierno tampoco cumple sus promesas en este aspecto.
Al mismo tiempo, no se acaba el militarismo. Se están canalizando cientos de miles de millones de dólares a la guerra en Ucrania, al genocidio en Gaza y al rearme del ejército alemán. Todo ese dinero falta en otros lugares y se pagará con recortes, lo que significa servicios aún peores y una explotación aún más dura.

Se están destinando cientos de miles de millones de dólares a la guerra en Ucrania, el genocidio en Gaza y el rearme de la Bundeswehr / President.gov.ua, Wikimedia Commons
Todo esto ha provocado un desplome de la confianza de las masas en las instituciones oficiales. Según nuevas encuestas, el 78 por ciento de la población tiene poca o ninguna confianza en los partidos políticos, el 70 por ciento piensa lo mismo sobre el gobierno federal, el 62 por ciento sobre el Bundestag (el parlamento alemán) y el 56 por ciento sobre la economía. La clase dominante está ahora cosechando las consecuencias políticas de su gestión.
La guerra, la crisis económica, la política pandémica y todas las promesas electorales incumplidas han sacudido la confianza de la clase trabajadora, la juventud y las clases medias en los partidos liberales, el FDP y los Verdes, así como en el reformista socialdemócrata SPD. La CDU sólo parece fuerte porque está en la oposición.
Pero mientras que los partidos de centro han sido puestos a prueba y se han ganado la confianza de la clase dirigente, la AfD no. La clase dirigente la mira con desconfianza, debido a su disposición a jugar con las inquietudes de las masas y a atizarlas con una retórica de derechas, y sobre todo debido a su oposición a la guerra de Ucrania, a la UE y al euro. Para salvar su pellejo y debilitar a la AfD, la clase dirigente y sus políticos desataron a principios de año una campaña demagógica en su contra.
Todo empezó con la publicación de un artículo en el periódico liberal Correctiv, en el que se acusaba a la AfD de planear deportaciones masivas. Este artículo fue recogido y difundido por todos los principales medios de comunicación, partidos y asociaciones burgueses.
En ese momento, se organizaron manifestaciones por la “democracia” y campañas públicas por la “diversidad y la democracia”, que recibieron el apoyo de los portavoces burgueses como Die Zeit, Süddeutsche Zeitung, Handelsblatt, Wirtschaftswoche y Tagesspiegel, junto con 700 empresas, fundaciones, asociaciones, universidades y ONGs.
En vista de las elecciones europeas y de las elecciones regionales en Alemania, los directores ejecutivos de Siemens, Mercedes, Deutsche Bank y muchos otros se posicionaron públicamente y llamaron a la gente a no votar por la AfD.
Al mismo tiempo, el establishment está utilizando el aparato represivo del Estado. Por ejemplo, el servicio de inteligencia nacional está vigilando a la AfD como un “caso sospechoso” de extremismo político, y a su organización juvenil Junge Alternative como “definitivamente extremista de derechas”. También han iniciado investigaciones sobre políticos de la AfD debido a la supuesta recepción de dinero de Rusia y/o China.
Sin embargo, estas acciones resultaron ser en gran medida ineficaces contra el ascenso de la AfD. Lo que la clase dominante en Alemania ha logrado es lo contrario de la unidad nacional. En lugar de volver a la estabilidad y fortalecer el «centro político», está desestabilizando aún más su propio sistema.
Campaña racista del establishment
La clase obrera se ha mantenido en gran medida pasiva ante este tema porque el establishment no puede inspirarla a que asuma su causa contra la AfD. Así pues, la clase dominante pasó a robarle el discurso a la AfD, avivando el tema racista de la inmigración.
Mientras el establishment se presentaba como defensor de la libertad y la democracia, el gobierno alemán endureció las leyes de asilo, que pronto podrían ser suspendidas en gran medida. Pero esto tampoco ayudó a fortalecer el centro. Por lo tanto, la demagogia racista del establishment se intensificó cada vez más en un esfuerzo desesperado por recuperar el apoyo político.

Sahra Wagenknecht ha logrado captar parte de la ira y el resentimiento de las masas / Superbass, Wikimedia Commons
El ataque con cuchillo en Solingen [donde 3 niñas fueron asesinadas] proporcionó una oportunidad de oro para que el gobierno se presentara como defensor de la «ley y el orden». De repente, todo el mundo pedía cambios en el sistema de asilo y en las leyes de armas. Los políticos verdes exigían otro «Zeitenwende» [un «punto de inflexión histórico», una frase retomada por Scholz para justificar un giro hacia el rearme], mientras que los políticos del SPD pedían fondos especiales para armar a la policía y los servicios secretos.
En pocos días, el gobierno alemán se ha sacado del cajón un nuevo «paquete de seguridad», que incluye la supresión de las prestaciones sociales para los solicitantes de asilo que han sido obligados a abandonar el país o que ya hayan sido registrados en otro país de la UE; la habilitación de deportaciones a Afganistán y Siria; la revocación del estatuto de protección para los solicitantes de asilo que viajen a su país de origen y la ampliación de los poderes de vigilancia de las autoridades.
En un discurso a la nación, el vicecanciller e hipócrita Robert Habeck, de los Verdes, subrayó estas políticas antiinmigrantes con el lenguaje más «humanista». Pero eso no puede ocultar el hecho de que los partidos autoproclamados «democráticos» están llevando a cabo exactamente las mismas políticas que reclama la AfD. En enero, las élites todavía evocaban el peligro de deportaciones masivas. Ahora están creando el marco legal para llevarlas a cabo.
La CDU, al unísono con la AfD, reclama medidas aún más duras. El BSW, un partido peculiar que se escindió del partido La Izquierda también ha declarado que, para ellos, estas medidas son insuficientes. La publicidad permanente que se ha dado al ataque con cuchillo en Solingen es pura incitación al odio y una distracción de los verdaderos problemas del capitalismo y la violencia que los que están en el poder infligen a las masas a diario. El objetivo es sembrar la división y el odio hacia los musulmanes, los inmigrantes y los refugiados, a pesar de todas las garantías de lo contrario.
Pero incluso este intento desesperado de cambiar de rumbo no ha fortalecido al “centro político” ni ha debilitado a la AfD. En cambio, otro partido demagógico –el BSW– está en ascenso, sobre todo en el Este: la creación de la ex política de La Izquierda Sahra Wagenknecht, que ha logrado captar parte de la ira y el resentimiento de las masas.
El callejón sin salida de la AfD y el BSW
A pesar de su postura anti-establishment y de los ataques que ha recibido de los partidos capitalistas más “tradicionales”, la AfD también está a favor de la austeridad, el armamento y las exenciones fiscales para los ricos. También quiere sacar dinero de los bolsillos de la clase obrera para pagar la crisis del capitalismo alemán.
Si bien su cálculo demagógico la lleva a rechazar la guerra en Ucrania, la AfD está a favor del objetivo de gastar el 2% del PIB en defensa exigido por la OTAN, e incluso quisiera superarlo. También se ha pronunciado a favor del rearme de la Bundeswehr [el ejército alemán] y del fondo especial que Scholz creó para financiarlo. Además, apoya a Netanyahu y el genocidio en Gaza. De esta manera, este partido participa en la carrera armamentista y en los crímenes imperialistas de Occidente.
La AfD tampoco tiene nada que ofrecer a las masas en términos de política social, aparte de la agitación contra los inmigrantes. Mientras pretende abolir los impuestos sobre el patrimonio, las herencias y las empresas, pretende recortar los beneficios sociales para los más pobres, es decir, reducir el estado del bienestar en beneficio de las ganancias del capital.
El BSW tampoco puede pretender defender los intereses de la clase obrera y de la juventud. Defiende la misma agitación racista contra los refugiados que todos los demás. Quiere más directivos de Alemania del Este en la economía, en las universidades, en las administraciones, pero no defiende nada que pueda traer una mejora a las masas del Este. Se trata de una política de identidad de otro tipo, no “woke”, sino nacionalista. No es menos divisiva y en igual medida desvía la atención de los verdaderos problemas del país.

El BSW no puede pretender defender los intereses de la clase obrera y de la juventud / Bündnis Sahra Wagenknecht, Twitter
En una entrevista con Die Zeit, la líder del BSW, Sahra Wagenknecht, dejó claro que está a favor de una “alianza defensiva” y de una política de seguridad europea independiente, es decir, de la OTAN con otro nombre. A pesar de su afirmación de que está a favor del “desarme nuclear” y en contra de la acumulación de más armas nucleares estadounidenses en Alemania, defiende una segunda capacidad de ataque como elemento disuasorio.
Además, el BSW y la AfD están haciendo claras ofertas de coalición al «viejo partido», la CDU, al que tanto pretenden odiar. Ambos quieren meterse en el comedero del Estado y poder así gestionar el capitalismo. Estos demagogos sólo buscan su propio lugar en las filas de la misma élite contra la que dicen luchar. Esto no traerá ninguna mejora, sino sólo un deterioro de las condiciones de vida de las masas. Quien no quiera enfrentarse a los bancos y a los monopolios no puede poner fin a la guerra, la desindustrialización y la barbarie.
Crisis gubernamental y la política de los ricos
El bando burgués está discutiendo ahora los escenarios para los futuros gobiernos en Sajonia y Turingia. Las negociaciones para la formación de una coalición se alargarán, y los partidos en cuestión lucharán principalmente por sus propias posiciones. Todos explotarán aún más la cuestión racista de la inmigración, todo en aras de la “protección de la democracia” y la “libertad”, por supuesto.
En Brandeburgo, las próximas elecciones (22 de septiembre) traerán problemas similares para la clase dirigente. Todas estas posibles crisis gubernamentales exacerbarán aún más la polarización en todo el país.
Todos los partidos se niegan a formar gobierno con la AfD y se esfuerzan por formar gobiernos “de colores” [es decir, coaliciones que representen diferentes colores de los partidos], o incluso por elevar a la CDU a un gobierno minoritario. El resultado de tales posturas serán gobiernos débiles y plagados de crisis, independientemente de quién los forme.
Los gobiernos débiles, que nadie ve con buenos ojos, que son odiados por algunos y vistos como un mal necesario por otros, tendrán aún más dificultades para sacar adelante sus programas y apaciguar a las masas.
Independientemente de los gobiernos que finalmente surjan, ya sean “de colores” o minoritarios, la política se dirigirá contra el pueblo en nombre del pueblo. La crisis del capitalismo exige esto de los partidos burgueses. Los ataques a los intereses de la clase obrera y la juventud aumentarán, y con ellos la presión que debe conducir eventualmente a explosiones de la lucha de clases.
Son posibles movimientos de derecha e izquierda
Es posible que las protestas de derecha (como Pegida o las protestas antivacunas) estallen de nuevo en Alemania del Este. Los radicales y fascistas de derecha se sentirán fortalecidos después de las elecciones, y los demagogos de la AfD de derecha podrían llamar a protestas en las calles contra los partidos y gobiernos del establishment.
Si las protestas se centran en la cuestión de «quién está socavando realmente la democracia», cuando al ganador de las elecciones se le impide formar un gobierno regional, esto podría atraer grandes multitudes.
Tal desarrollo tiene el potencial de desencadenar un movimiento masivo de jóvenes contra la AfD en toda Alemania. En comparación, ¿qué están haciendo los partidos del régimen? Toda su campaña contra la AfD se ha basado en la hipocresía desde el principio. Antes de las elecciones, tenía cierta utilidad para las grandes movilizaciones. Ahora la lucha contra la derecha la llevarán a cabo exclusivamente políticos y expertos, mediante acuerdos secretos para formar gobiernos que excluyan a la AfD. Un nuevo movimiento en esta línea podría comenzar a exponer sus artimañas «democráticas».
A la ofensiva con la política comunista
Hasta ahora, las protestas contra la AfD han estado dirigidas por hipócritas que las han explotado para mantener su propio poder. Mientras los Verdes, el FDP, el SPD y la CDU se presentan como “defensores de la democracia”, entregan bombas a Israel y combaten la solidaridad con Palestina con porras policiales, falsas acusaciones de antisemitismo y campañas de desprestigio. La AfD también se suma a estos ataques.
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Nuestra tarea no es la de “salvar la democracia” junto con los liberales, que en el fondo defienden el mismo sistema que la derecha. Nosotros decimos: ¡Abajo la AfD! Pero al mismo tiempo, ¡abajo los partidos del establishment, el poder burgués y el capitalismo!
Esto es exactamente lo que defiende el Partido Comunista Revolucionario. Defendemos la necesidad de derrocar el capitalismo para resolver los problemas urgentes a los que se enfrenta la humanidad. Nuestra respuesta a la crisis del capitalismo y la democracia burguesa es la revolución.
Estamos a favor de expropiar los bancos y las corporaciones y gestionarlos en una economía planificada democráticamente para poder detener la desindustrialización, aumentar los salarios, financiar los servicios públicos y resolver la cuestión de la vivienda. Solo así podremos abordar finalmente el gran problema del cambio climático, así como poner fin al imperialismo y la guerra.
Ya se están organizando protestas contra la derecha en varias ciudades y seguramente le seguirán más. Por lo general, estas estarán dominadas por los partidos y las ideas del régimen. Por eso es importante levantar la bandera independiente del comunismo, que representa el único camino real, y luchar contra la fraseología liberal “antifascista” que no hace más que arrimar agua al molino de la AfD.
Sólo los trabajadores y los jóvenes, organizados sobre la base de las ideas comunistas y sus tradiciones de lucha, pueden llevar a cabo una lucha seria contra la derecha. ¡Organízate ahora, convence a otros luchadores de clase, crea una célula en tu escuela, universidad o lugar de trabajo y pasa a la ofensiva con nosotros: contra la AfD, el gobierno y el capitalismo!
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