Elecciones catalanas 12M: cambio de ciclo, pero se mantiene la inestabilidad
La campaña y los resultados de las elecciones catalanas muestran un cambio de ciclo en la política catalana. Este nuevo escenario ya se palpó en las elecciones municipales del año pasado, con la victoria destacada del PSC.
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Análisis de los resultados
Lo primero que hay que destacar es la baja participación (58%), factor importante a tener en cuenta en el análisis de los resultados. A excepción de las elecciones de 2021, que se celebraron en plena pandemia (51% de participación), nos tenemos que remontar hasta el 2010 (59%), dos años después de la crisis del 2008, para encontrar cifras tan bajas.
El PSC ha ganado claramente estas elecciones, con el 28% de los votos y 42 escaños. Pese a que el PSC ha defendido un programa que, en las cuestiones clave, es favorable a los intereses capitalistas, la carencia de una alternativa a la izquierda que despierte expectativas en la clase trabajadora y la juventud, el arraigo tradicional del PSC en ciertas capas de la clase obrera catalana, y sobre todo su papel de canalizador del movimiento independentista hacia el autonomismo y «la estabilidad» política, tanto en Catalunya como a nivel estatal, con los indultos y la ley de amnistía, explican estos resultados.
En cuanto a ERC, la convocatoria anticipada de Aragonès no ha evitado parar su descrédito. Ha pasado de 33 escaños a 20, y este fuerte batacazo ya se ha llevado por delante a Aragonès, que no será diputado. ERC ha recogido los frutos de su política de capitulación abierta al régimen del 78, arrastrándose ante el gobierno central, y su gestión procapitalista.
Junts ha podido aprovechar el descrédito de ERC, pasando de 32 a 35 escaños. Aun así, todo y la épica que ha intentado presentar con Puigdemont como cabeza de lista, también están desacreditados ante una parte del movimiento independentista. A pesar de que demagógicamente han buscado mantener la bandera independentista izada, en la práctica han buscado disputarle a ERC la capitulación autonomista. El último ejemplo de esto es la misma campaña, donde la cuestión de la lucha independentista ha pasado a segundo plano, para ser ocupada por la mejora de la financiación autonómica.
El descontento con Junts de una parte de su electorado lo ha recogido el partido de extrema derecha Alianza Catalana (AC), que entra en el parlamento con 2 escaños. Las capas más reaccionarías y pequeñas burguesas del movimiento independentista se han expresado por aquí. Hay que recordar que fue precisamente Junts quien permitió que AC se hiciera con el Ayuntamiento de Ripoll, facilitando así una plataforma con la cual extender su discurso reaccionario.
En las condiciones actuales, donde la clase obrera catalana todavía no ha sido puesta a prueba ni ha sufrido ninguna derrota importante, AC tiene un campo limitado para crecer. Es más, durante la campaña se encontró con una oposición en las calles, que además era generalmente más numerosa que la participación en sus propios mítines.
En cuanto a la CUP, ha perdido 5 escaños para quedarse con 4. En la campaña se dedicaron a apelar a los dirigentes de ERC y Junts de volver a la unidad independentista, sin ofrecer nada más sustancial. Los resultados que vienen cosechando son una confirmación de los errores que acumulan desde el auge del independentismo.
Finalmente, el PP consigue 15 escaños después de haber obtenido solo 3 en 2021. Ha absorbido los votos de Ciutadans, que desaparece. Vox mantiene los 11 escaños que obtuvo en las últimas elecciones.
Los resultados de la derecha españolista se sitúan en la suma del 20% del total, una cifra en línea con sus resultados históricos. En otras palabras, no ha avanzado. El alarmismo de un auge reaccionario es así, pues incorrecto, y peligroso, porque, por un lado, se utiliza por parte de algunos para justificar los errores propios y evitar la crítica, y por el otro porque no prepara a la clase obrera políticamente ante el posible escenario de un auge real y significativo de la reacción.
Así las cosas, la izquierda vuelve a ganar una vez más, con una suma de 72 escaños (PSC, ERC, Comunes y CUP) y el 52%, mientras que la derecha (Junts, PP, Vox y AC) logra 63 escaños y el 45%. Solo hay que ver la distribución geográfica de los votos para entender la composición social de la votación. A la vez, es necesario recordar la baja participación para contextualizar la votación en el marco de estas elecciones.
Perspectivas de gobierno
Puigdemont ha lanzado un órdago al independentismo para formar gobierno. Sin embargo, no hay suma posible. Incluso con el apoyo de AC, la suma total es de 61, a 7 escaños de la mayoría de 68.
Es el PSC con sus 42 escaños quien está realmente en posición de formar gobierno. Comuns ya venía planteando el pacto en campaña con el PSC y ERC, y con sus 6 escaños y los 20 de ERC, se da la suma mínima de esos 68 para formar gobierno.
Sin embargo, dado el batacazo de ERC, no lo van a poner fácil. Por un lado, con la vista puesta en evitar nuevas elecciones y el vértigo que les supone perder incluso más sillones, sus dirigentes miraran de rascar el máximo en un probable pacto con el PSC. Por el otro, partiendo de la base de que la derrota les presionará para marcar un perfil más propio, lo más probable es que faciliten un gobierno del PSC, con o sin Comuns dentro, pasando a la oposición. En este sentido, enmarcado en su estrategia actual de volver al autonomismo, mirará de competir con Junts por ver quién presiona y arranca más concesiones al PSC en la Generalitat y al PSOE en el Gobierno central.
Otro posible escenario, menos probable, y presionado sobre todo por el deseo de evitar nuevas elecciones, sería el de la formación de un gobierno del PSC con las abstenciones de ERC y Junts.
Más allá de esto, lo que sí que está claro es que el gobierno que finalmente se forme tendrá que gestionar la crisis del capitalismo mundial, en un parlamento fragmentado, sin mayoría sólida, y con ERC y Junts disputándose quién es más firme en la defensa de “Catalunya”. El descrédito de los partidos existentes, y de forma más general, de la democracia burguesa, aumentará.
La quiebra de la democracia burguesa
La flagrante contradicción entre la situación objetiva de crisis y de creciente dificultades para la mayoría, y el papel de las direcciones de los partidos supuestamente «de izquierdas», que piden el voto de la clase obrera y la juventud para después facilitar la acumulación capitalista mediante la fórmula de la «paz social», es una viva muestra de la quiebra de la democracia burguesa y la madurez de la situación histórica para su superación revolucionaria.
Todo esto es cierto. Pero no es menos cierto que, aun así, por la carencia de una dirección a la altura del momento histórico, por la carencia de una alternativa real a la democracia burguesa, una mayoría de la población todavía no ha roto con sus ilusiones hacia la democracia burguesa.
Por eso, la tarea de los comunistas es defender la independencia política de la clase obrera, pero con la condición de conectar la estrategia y tácticas a la situación concreta, al nivel concreto de la conciencia de las masas del proletariado. El libro de Lenin, La enfermedad infantil del ultraizquierdismo, es una obra muy importante para estudiar para los comunistas, puesto que contiene toda la experiencia del trabajo práctico del bolchevismo, el único partido obrero en la historia que ha dirigido a la clase obrera a la victoria.
La necesidad de construir el partido comunista revolucionario
La tarea urgente para los comunistas consiste en ganar al comunismo a la capa avanzada de la juventud, que ha roto con el capitalismo y busca una salida revolucionaria en la crisis. Una vez dentro de la organización, hay que educarla en las ideas científicas del marxismo para que puedan intervenir eficazmente en el movimiento obrero y estudiantil, conectando las demandas concretas del movimiento y el nivel concreto de conciencia con la lucha general contra el capitalismo.
A través de este proceso, los comunistas luchamos para disputarle la dirección del movimiento obrero al reformismo, exponiendo, por encima de todo a través de la práctica, que los comunistas son los luchadores más abnegados y firmes defensores de los derechos democráticos y sociales, y que el reformismo contiene en sí mismo la semilla de la traición.
La perspectiva para el próximo periodo es de mayor crisis capitalista, guerra, miseria y destrucción. La inevitable intensificación de la lucha de clases y los saltos adelante en la conciencia de la clase obrera abrirán enormes oportunidades para los comunistas.
Este es el planteamiento de la Organització Comunista Revolucionària, sección catalana de la Internacional Comunista Revolucionaria. Si estás de acuerdo con nosotros, ¡únete a nuestras filas!
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