México: El movimiento contra la imposición en la encrucijada
Sin duda, llama la atención y preocupa a cientos de miles de sus seguidores agrupados en torno al Morena, incluso a aquellos que aún sin estar organizados se sumaron a la lucha contra la imposición de Peña Nieto y tomaron como referencia al dirigente tabasqueño.
El tiempo trascurrido desde el 1° de julio nos permite ya hacer un balance de la política seguida por AMLO hasta ahora.
La Batalla contra Calderón
Luego del fraude electoral que marcó a Felipe Calderón como ganador de las elecciones del 2006, había enormes posibilidades de impedir que tomara posesión. El escandaloso fraude de aquellos tiempos generó una ola de protestas que llevó a los dirigentes de la coalición de izquierda de aquel entonces a que convocaran a diversas movilizaciones con cada vez más participantes. Para la tercera semana posterior a aquel dos de julio las manifestaciones ya sumaban más de 3 millones de personas.
En aquel momento una convocatoria a paralizar el país por medio de una huelga general era más que posible, si 3 millones de personas son capaces de aparecer en una movilización su acción paralizando todas las actividades productivas del país hubiesen significado la posibilidad de que otros tantos millones intervinieran en la lucha, con ello no le hubiera quedado al poder judicial otra opción que invalidar la elección. De hecho el ambiente de dudas entre la burguesía llevó al tribunal a declarar que efectivamente había habido una intervención ilegal del entonces presidente Vicente Fox. Felipe Calderón se vio forzado a tomar posesión entrando a escondidas por la puerta de atrás de la sala de sesiones del congreso.
El propio AMLO declaró que una encuesta de aquellos tiempos señalaba que el 10% de la población estaba de acuerdo en una insurrección armada. Por supuesto, desde nuestro punto de vista una insurrección no se puede realizar sino a condición de una seria preparación, no obstante este dato pone en evidencia que había condiciones para acciones mucho más contundentes que el plantón permanente que implementó como medida principal contra el fraude.
En sí mismo, aquel platón significó un gran esfuerzo y desgaste para cientos de miles de abnegados activistas que lo sostuvieron hasta su levantamiento, que derivó en la proclamación del “gobierno legitimo”. La burguesía asumió con ojos de burla dicha medida, para ellos era una muestra de que AMLO no estaba en sus cabales, para aquellos que habíamos participado en la lucha era un modo de mantener la cohesión y prepararse para enfrentar al gobierno de derechas, el cual ante la falta de legitimidad inició una catastrófica aventura llamada “guerra contra el narcotráfico” que significa ya más de 70 mil muertes.
Muchos de nosotros considerábamos que era posible derrotar el fraude del 2006 y asumimos que la decisión tomada para enfrentarlo, el plantón de Reforma, fue lamentablemente un medio para desinflar el movimiento ante la posibilidad de que éste se le saliera de las manos a AMLO. No obstante, cientos, quizás millones de trabajadores y jóvenes, se sumaron a las siguientes iniciativas como la defensa de los energéticos y luego a la conformación del Morena. AMLO explicaba: “en el 2006 nos faltó organización, pero en el 2012 estaremos preparados”. Muchos sinceramente le creyeron.
A favor de la táctica posterior hay que decir que permitió cohesionar a los más abnegados luchadores contra el fraude del 2006 y, al mismo tiempo, significar el más grande movimiento de oposición al gobierno de Calderón, en general el único realmente consistente y de carácter nacional. Esto se hizo aún a pesar de la política de la dirección del PRD que paulatinamente se fue desmarcado de AMLO hasta llegar casi a la ruptura.
La lucha contra la derecha en el propio PRD y un nuevo acuerdo
En 2011 el enfrentamiento fue tal que el propio AMLO se vio en la necesidad de retirarse temporalmente del partido pidiendo una licencia que nunca se le concedió.
La derecha del PRD encabezada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano decidió que era conveniente una alianza con el propio gobierno calderonista por medio de candidaturas comunes para las cuales se empleaba a personalidades de conocida filiación priísta.
Por supuesto la movilización de las bases del Morena no se hizo esperar. Esto significó fuerte distanciamiento con la estructura del PRD, pero puso en evidencia la debilidad misma del propio aparato partidista al no poder imponer una candidatura común en el Estado de México.
El desgaste sufrido por la derecha les hizo evitar la posibilidad de un nuevo conflicto frente a la elección de candidato presidencial. Optaron por no pelear y aceptar a AMLO a pesar del combate abierto que sostuvieron en su contra.
En su cálculo político, un enfrentamiento llevaría una candidatura dividida, lo que les hubiese representado perdida de posiciones tanto dentro del congreso como en los gobiernos estatales. El fantasma de lo que sucedió en Iztapalapa, donde en el pasado el pequeño PT ganó la candidatura a la candidata impuesta por la burocracia del PRD, seguramente rondaba por sus cabezas cuando decidieron ceder.
Por supuesto, la burocracia del PRD vendió caro su amor, las primeras posiciones en candidaturas plurinominales y lugares seguros les fueron asignadas. Así, a pesar de haber perdido todo prestigio en lugares como el propio Distrito Federal, ahora conforman la segunda fuerza en diputados locales y en delegaciones.
El Morena a principios de este año era ya una fuerza organizada de millones de personas a nivel nacional. Al mismo tiempo, no obstante AMLO lejos de establecer condiciones para que candidaturas afines a los trabajadores tuvieran prioridad, prefirió cederlas a aquellos que lo habían combatido.
La campaña y la “republica amorosa”
AMLO prefirió llegar a acuerdos con la derecha del PRD y una de las consecuencias posteriores fue el perfil de la campaña, se desató la llamada “republica amorosa”, una especie de confesión de culpas de la lucha encabezada 6 años antes.
El PRI, con Peña Nieto a la cabeza, estaba preparando un fraude descarado en la forma de la compra masiva de votos. Ahora sabemos que el origen de los recursos fueron los erarios estatales que disfrazaban la entrega de tarjetas como “campañas educativas” o de “desarrollo social” y el lavado de dinero de la delincuencia organizada. Particularmente fue notable el descaró de los gobernadores de Tamaulipas, Coahuila, Estado de México y Veracruz.
La campaña se caracterizaba por la entrega militante de los activistas organizados en torno al Morena, mientras que al mismo tiempo era evidente la apatía de los aparatos partidistas, especialmente el del PRD.
Si la campaña hubiera seguido el derrotero hasta antes de mayo, era muy probable que la candidatura de AMLO no hubiese logrado contender con Peña Nieto de forma real. Fue el estallido del movimiento juvenil lo que le dio nueva vida.
Los jóvenes ponen a AMLO en la contienda
El movimiento “#YoSoy132” no nació como un movimiento neutral sino abiertamente anti Peña Nieto, las evidentes e incluso rabiosas manifestaciones de repudio al candidato priísta fueron la característica principal de sus primeros días.
Cuando esto sucede, paradójicamente AMLO decide abstenerse de asistir a las universidades, aún a pesar de la maravillosa demostración juvenil que abarrotó la plaza de Las Tres Culturas a mediados de mayo.
Pese a la actitud un tanto sectaria de muchos de los que tomaron las riendas del movimiento “YoSoy132”, los jóvenes estaban volcados a la campaña anti Peña Nieto y a la candidatura de AMLO, particularmente en las ciudades el efecto fue tal que aún con el fraude el voto urbano, particularmente en la Ciudad de México, favoreció a AMLO.
La creatividad de las masas se puso en evidencia por medio de manifestaciones espontáneas como la que llenó el Zócalo en apoyo a AMLO sin una convocatoria oficial o los miles y miles de carteles y caricaturas que circularon por las calles y redes sociales.
En pocas semanas la candidatura de AMLO mostraba la posibilidad real de derrotar al PRI de Peña Nieto, no obstante las dimensiones del fraude por la vía de la compra masiva del voto fueron al final determinantes.
La lucha postelectoral
Ante esta situación la disyuntiva era clara: hacer un llamado a la lucha comenzando por una serie de mítines masivos y paros sectoriales para preparar un gran paro nacional de 24 horas o por otro lado recurrir a la denuncia legal y a la espera de un veredicto que pudiese anular la elección.
Por supuesto una posibilidad no excluía a la otra. De hecho, lo más lógico hubiese sido acompañar las denuncia legales con contundentes movilizaciones como las que ya hemos citado.
No obstante, la decisión fue recurrir única y exclusivamente a las denuncias ante el tribunal, seguramente el ala derecha del movimiento progresista, principalmente conformada por los dirigentes de los partidos, habría argumentado que de otra manera se desataría una campaña de linchamiento. En respuesta a ese argumento debemos señalar que la campaña de linchamiento de todos modos se ha desatado; todos los medios, prensa, radio y televisión no han parado de acusar a AMLO y al Movimiento Progresista desde inmadurez hasta francamente de locura.
Otro efecto de esta decisión es generar un vacío en el seno del movimiento, un desconcierto que primeramente fue cubierto con movilizaciones espontáneas y la conformación de algunas iniciativas de organizaciones como la Convención Nacional Contra la Imposición, pero el Morena, la organización más grande e importante no ha presentado ninguna iniciativa de lucha. En su lugar, todos los dirigentes del ala derecha de los partidos no han dudado en deslindase.
Por supuesto el ánimo unitario que inspiran las movilizaciones espontáneas es toda una inspiración. No obstante, conforme han pasado las semanas, la ausencia de un llamado serio para luchar, especialmente por parte de AMLO, ha generado otro fenómeno igualmente lamentable: muchos grupos sectarios, absolutamente insignificantes, tanto antes como en los primeras semanas de la lucha postelectoral, han aprovechado el vacío generado para exacerbar los prejuicios antipartidistas en el seno de movimientos como en el “YoSoy132”, de tal modo que desvían el sentido que le dio razón de ser a este movimiento.
En vez de centrar la lucha en contra de la imposición de Peña Nieto y lanzar propuestas unitarias, los grupos sectarios asumen como principal tarea confrontar a los activistas del Morena. Obviamente, ante cualquier llamado serio por parte de AMLO a una movilización nacional, estos grupos quedarán absolutamente impotentes y su presencia se volvería imperceptible pero, en el macro de la total inacción de su dirección, los jóvenes y activistas del Morena se ven sometidos a un desgaste múltiple que realmente es innecesario.
Resulta llamativo esta especie de frente amplio en contra de los jóvenes y trabajadores del Morena, que representan el corazón tanto de la campaña como de la lucha contra la imposición, ya que la derecha del Movimiento Progresista les trata de imponer la inmovilidad, la burguesía y sus medios los difaman día y noche, y finalmente los sectarios se suman al coro.
¿Qué hacer?
En primer lugar es necesario hacer un balance critico muy responsable de las consecuencias de la política de inmovilidad a la que los dirigentes del ala derecha del Movimiento Progresista han condenado al Morena. La responsabilidad de AMLO no es menor. Él, más que nadie es consciente de que esta situación sólo provocará la dispersión de las fuerzas y la llegada de Peña Nieto al gobierno sin mayores obstáculos.
Lamentablemente esta situación no es nueva. En cada momento que AMLO ha sentido que puede perder el control de las movilizaciones éste ha puesto el freno de mano. En general aquí interviene otro elemento clave: la democracia dentro del Morena. Ahora más que nunca era importante que hubiese instancias de dirección que pudieran discutir la táctica en la lucha para hacerla triunfar. Lejos de ello, todas las instancias del Morena han sido designadas desde arriba, los dirigentes no responden ante ninguna instancia electiva y, por lo tanto, no están obligados a rendir cuentas, hoy más que nunca este fenómeno esta haciendo muchísimo daño.
Una estructura formal pero democrática hubiera permitido que las bases pudieran influir en las decisiones de la dirección e incluso hacerla cambiar de rumbo.
Otro aspecto muy importante a discutir es el programa. Hay que decirlo claro, la “la república amorosa” fue más bien un estorbo, entre los seguidores firmes de AMLO generó desconcierto y entre las capas medias desconfianza ante el cambio de posición. No es posible argumentar que sólo con austeridad y combate a la corrupción se podrían resolver los problemas del país, los cuales son fundamentalmente debido a la dependencia estructural con el capital trasnacional, especialmente norteamericano. Si una lección podemos sacar de este proceso es que es preferible un programa serio que le diga a las cosas por su nombre y atienda los problemas con soluciones reales a buscar propuestas que traten de quedar bien con Dios y con el Diablo.
La alternativa
Llamamos a todos los grupos organizados del Morena a discutir el futuro de la actual lucha contra la imposición, en 4 principales líneas de trabajo:
- Análisis crítico de la política seguida por la dirección del Morena hasta el momento y sus resultados
- El lanzamientos de acciones unitarias entre los jóvenes y activistas del Morena, que en realidad son mayoría para enfrentar tanto la inmovilidad de sus dirigentes como la hostilidad tanto de la derecha como del sectarismo
- La creación de un proyecto organizativo formal pero democrático basado en la elección de los dirigentes por asambleas locales, y estatales
- La discusión de un proyecto de país orientado a enfrentar el problema real de país, es decir, el capitalismo.
En cualquier caso, el futuro del Morena, organización integrada por millones de personas, no se puede limitar a un debate entre notables donde AMLO tenga la última palabra, eso ya ha demostrado que no es suficiente.
Las bases del Morena tenemos que tomar el destino en nuestras manos preparando un congreso nacional en donde no haya un solo tema que se quede a la discrecionalidad de una dirección no electa, tenemos que darle continuidad a la lucha por medio de la organización.
Los retos que los jóvenes y los trabajadores enfrentaremos en el marco de un gobierno de Peña Nieto serán múltiples, debemos enfrentarlos con unidad y organización. Desde La Izquierda Socialista hacemos el llamado para que este proceso sea la base para un instrumento de lucha que no sólo permita a los trabajadores ganar una elección sino también tomar el poder. En el fondo, salvo eso todo lo demás es ilusión.
Fuente: La Izquierda Socialista (México)
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