Entrevista Indignada a Jorge Aranda
-Varios responsables de la administración madrileños se preguntaban públicamente qué hacía un vecino de Carabanchel en el hospital de Mostoles, y consideraban que era para poder agredir al consejero, ¿Puedes explicar qué hacías en el hospital de Móstoles esa mañana?
La mañana del lunes 25 de marzo me encontraba a las 11h en la entrada del Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles. Diversas organizaciones en defensa de la sanidad pública habían convocado un acto de protesta coincidiendo con la visita a dicho centro del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Todas y cada una de las protestas que se han hecho en defensa de la sanidad pública y contra la privatización de este servicio esencial se han caracterizado por un escrupuloso civismo y jamás han cuestionado los planteamientos absolutamente pacíficos. Considerar, como se hace desde la administración regional, que alguien va a cometer un delito sólo porque se encuentra en una localidad que no es la suya muestra el desapego de esta gente con los más mínimos rudimentos de la democracia (presunción de inocencia, libertad de movimiento, libertad de expresión, etc.)
– ¿Puedes relatar cómo fue tu detención?
Un grupo de personas nos encontrábamos dentro del enorme recibidor del Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles. Apenas había una veintena de personas que fueran a protestar esperando. Lo que sí había era muchos periodistas, altos cargos de dicho hospital, etc. Cuando aparece el consejero y comenzamos a corear cánticos contra la privatización de la sanidad y en defensa de su carácter público dos personas, muy nerviosas y alteradas, se abalanzan sobre mí. Comienzan a empujarme con todo su ahínco, hasta que me arrinconan contra una de las paredes y me tiran al suelo. Ahí es donde comienzo a recriminarles a ellos que no me hagan daño y a preguntarles por qué hacen eso. Me levanto y vuelvo a gritar contra la privatización de la sanidad mientras esas personas me siguen empujando. Es en ese momento en el que me encuentro más cerca del Consejero, a una distancia de 2 metros o dos metros y medio, que se aleja haciendo oídos sordos a las protestas. Es cuando ya el consejero, con su séquito de periodistas, cortesanos, etc. se ha alejado cuando vuelvo a dirigirme a las personas que me han empujado para recriminarles su acción. Una de esas personas se me encara y me dice, para mi sorpresa que estoy detenido. Me cogen del brazo y me sacan del hall del hospital, es en ese momento donde uno de ellos me enseña una placa y se identifica como policía. Me entregan a la policía nacional (estos sí de uniforme) que me introduce en un vehículo donde permanezco hasta que me trasladan a la comisaría de Móstoles.
– ¿Por qué crees que te detuvieron?
Me detuvieron porque protesté contra la privatización de la sanidad. Porque un policía de paisano que no se había identificado como tal quiso hacerme daño por recriminarle
– ¿Qué pasó después de la detención?, ¿brevemente, qué hicieron contigo?
Fui trasladado hasta la comisaría de Móstoles en un coche patrulla de la policía nacional. Allí espero varias horas a que se decida si estoy detenido o qué van a hacer conmigo. Por fin parece que sí que estoy detenido. Me leen mis derechos, me retiran mis pertenencias (gafas incluidas) me hacen las fotos, toman las huellas, etc. De donde soy conducido al calabozo. Cuando me leyeron mis derechos solicité una revisión médica por los golpes y los empujones que me habían propinado así que me sacaron para ir al hospital de Móstoles, al público. Allí me ven en urgencias de traumatología, donde me detectan arañazos y ligeras contusiones y me recetan un anti-inflamatorio. El hospital está plagado de carteles y pancartas contra la privatización y los recortes, e incluso hablo con un enfermero de la reacción de los depedidos, etc. De vuelta en comisaría la postura de la policía es de indiferencia. Hay algún comentario despectivo cuando me preguntan cómo o por qué he sido detenido pero la actitud general por su parte es muy profesional (para ir al baño, para la comida, etc.). Incluso alguno me pregunta si soy médico y por cómo va a quedar la sanidad ahora. Yo le digo que no soy médico y le explico mi parecer sobre la sanidad “Vaya, para una cosa buena que teníamos…” Me responde. “Nosotros estamos igual…”
Bien entrada la tarde me sacan para que testifique y allí está la abogada de Legal Sol que yo he solicitado. Me llevo una enorme alegría al ver que han respondido a mi llamada, y que han dejado lo que estaban haciendo para ayudarme a mí. Me niego a declarar si no es ante el juez o jueza. Después de eso la abogada consigue que tengamos una reunión privada. Se interesa por mi situación personal y me asesora jurídicamente. Paso noche en el calabozo, lo cual es muy desagradable y apenas duermo debido al frío, la incomodidad, el ruido y la tensión. Entra el policía al cargo de madrugada a decirme que no puedo estar en el calabozo con los cordones de los zapatos “¡Pero si me los habéis quitado cuando he entrado!” El policía cierra y se va… Por la mañana soy trasladado al juzgado, esposado y en compañía de otra persona detenida. Allí somos llevados a otra celda donde volvemos a esperar, en este caso para declarar ante el juez. En la celda del juzgado ya se oyen pitidos de la gente de fuera que me espera. Veo al abogado que me ha asignado legal sol. No puedo tener una reunión normal con él, sino que tenemos que dialogar a través de los barrotes de la ventanilla de la celda. Esa mañana, por fin, declaro ante la jueza, que me deja en libertad sin necesidad de fianza.
– ¿Cómo valoras las reacciones tras tu detención (tanto las de apoyo como las acusaciones desde la administración?
Agradezco sobremanera todas y cada una de las numerosas reacciones de apoyo, solidaridad y cariño que me han llegado. Tanto las personales como las de colectivos, grupos, etc. Cada vez una capa mayor de la población cuestiona el funcionamiento de este sistema. Esa gente que expresa su descontento y su voluntad de cambio lo que se está encontrando es la represión y la criminalización. En ese sentido es la majadería de vincular movimientos como la PAH a ETA, los centenares de multas a gente por cosas tan sencillas como manifestarse o la falsedad de acusarme de agredir al consejero. Quieren hacer parecer a los verdugos como víctimas y a las víctimas como verdugos. Es el intento desesperado de ese 1% que nos lleva al abismo de generar confusión y de mantenerse en el poder. Nos tenemos que oponer a este intento de criminalización con toda nuestra firmeza, pero también con toda nuestra inteligencia y determinación. Tenemos que hacerles saber que por más que nos repriman no van a frenar el cambio y que sí atacan a una van a encontrar la respuesta colectiva de todos.
Esta entrevista ha sido extraída de la web de la asamblea del 15M de Carabanchel.
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