Estudiantes británicos: La rebelión de los jóvenes marca una nueva etapa

 

Los estudiantes viajaron desde lugares tan lejanos como Sunderland y Cornwall para protestar contra el desguace del EMA. Las asignaciones ya habían sido cerradas a los nuevos solicitantes.

Los estudiantes, tanto de las universidades como de colegios locales de bachillerato, protestaron con clases públicas en la estación de Kings Cross. Los manifestantes se reunieron frente a las pantallas informativas de los horarios de salida, y anunciaron que estaban organizando una conferencia pública poco después de las 17:00 hs. Fueron recibidos calurosamente por los viajeros con rondas de aplausos y vítores después de los discursos. Muchos de los oradores señalaron el reciente aumento en las tarifas del tren como un ejemplo más de la subvención al sector privado que se abonará a través de los bolsillos de los ciudadanos.

La seguridad de la estación informó a los estudiantes que estaban violando la ley por estar ahí. Primero,  la policía intentó quitarles las banderas que los estudiantes habían traído, pero luego dieron marcha atrás. Un testigo me dijo que la conducta de la policía fue correcta e incluso amistosa hacia los jóvenes. ¿Estaban siguiendo órdenes de las autoridades, temerosas de las consecuencias en la opinión pública de los enfrentamientos entre la policía y los jóvenes estudiantes? ¿O es que reflejaba una genuina simpatía con la lucha contra los recortes del Gobierno, que también afectará a la policía? De cualquier manera, la policía se hizo a un lado y permitió que la manifestación siguiera su curso. Al final, los estudiantes se desconcentraron pacíficamente.

Otros activistas organizaron una manifestación frente al Parlamento por la mañana y presionaron a los parlamentarios en la Cámara de los Comunes por la tarde. Los adolescentes de dos colegios de Londres celebraron una reunión en una de las salas de las comisiones del Parlamento. El tema fue la importancia de la confianza en la política. Otros entregaban galletas con el sello «Salvar la EMA» en azúcar glaseado.

Mientras tanto, los diputados debatían qué hacer con la asignación. Andy Burnham, el Secretario de Educación del laborismo, dijo al Parlamento que la supresión de la EMA representaba una doble traición a los jóvenes de familias pobres, que ya habían sido afectados por el aumento de los gastos de matrícula. Se corría el riesgo, dijo, de revertir el increíble progreso humano y social realizado desde la década de 1980.

En respuesta, a lo que podría haberse previsto con antelación, Michael Gove, el Secretario de Educación, repitió la triste letanía habitual de la coalición, culpando de todo a la difícil situación económica que los laboristas habían dejado. Gove agregó que los acuerdos actuales para ayudar a los jóvenes más desfavorecidos estaban «mal orientados» ¡Sí, por supuesto! Puede confiarse plenamente en que los Tories (Conservadores) y su prolongación en el Gobierno de coalición, los Liberal Demócratas (Lib-Dems), mantengan su objetivo de realizar vicioso ataques y recortes, excepto a sus amigos de la City de Londres (el centro financiero del Reino Unido).

La hipocresía nauseabunda de este Gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos, fue expuesta sólo días antes por su incapacidad para hacer frente al escándalo de las obscenas bonificaciones, que ascienden a miles de millones de libras, que los banqueros han decidido otorgarse sí mismos. Esta es una aplicación muy literal del texto bíblico: «Porque al que tiene, le será dado; y  al que no tiene, a él se le quitará incluso por los que tienen.»

Las protestas y el debate llegaron al tiempo que se revelaban las estadísticas de desempleo juvenil, que había alcanzado una cifra récord. El número total de adultos menores de 25 años que están sin trabajo se acercó a la marca de un millón en noviembre; y aumentó en 32.000, hasta 951.000, desde agosto. Esto llevó la tasa de desempleo juvenil hasta el 20,3%, que es también el nivel más alto desde que comenzaron los registros en 1992.

Hubo un aumento especialmente fuerte del desempleo en la franja entre 16 y 17 años de edad, por encima de 204.000, en relación a los 177.000 desempleados en el trimestre anterior. El significado de esto es muy claro. A una persona joven que abandona la escuela, incluso con buenas calificaciones, le resultará muy difícil encontrar trabajo en Gran Bretaña.

Con el camino hacia el mercado de trabajo prácticamente bloqueado, muchos jóvenes han decidido quedarse en la escuela y tratar de mejorar sus posibilidades de ir a la universidad. Ahora, sin embargo, los conservadores y los Lib-Dem han adoptado medidas para bloquear esta vía también. En primer lugar, aumentaron los derechos de matrícula a un nivel que hará de la educación superior prohibitiva para la mayoría de los estudiantes de la clase trabajadora. Esta medida regresiva, a su vez tornará a las universidades británicas en lo que siempre fueron en el pasado: el dominio privilegiado de los ricos. Esta fue la chispa que desencadenó las violentas manifestaciones al final del año pasado.

Ahora han continuado con una medida aún más feroz, dirigida directamente a la juventud pobre de la clase obrera. James Mills, jefe de la campaña “Salvar el EMA”, dijo que Inglaterra retrocedía a la década de 1930 en términos de limitar las posibilidades de los jóvenes de hogares de la clase trabajadora:

«Tengo miedo de las oportunidades que están disminuyendo todo el tiempo para mi generación. El efecto del encarecimiento de la matrícula, la abolición del EMA, y el desempleo juvenil significan que este Gobierno de coalición ha mandado a las clases postergadas al fondo de las aulas».

La propaganda mentirosa del Gobierno se basa en que muchos jóvenes que reciben ayuda no la necesitan. Esta mentira fue respondida por una joven de 17 años, Wassell Tyrone, que había viajado desde Blackpool para presionar a su diputado conservador sobre la cuestión del EMA: «Recibo un total de £30 y ello me permite comer durante la semana. Esto también me ha hecho darme cuenta de lo importante que es la educación. Es como un incentivo para asistir a la escuela. Si yo no lo hubiera recibido, me hubiera ido directamente a trabajar.»

Sólo hay un problema con esto. Con uno de cada cinco jóvenes sin trabajo, no es nada fácil encontrar un empleo. Vivien Kintu, de 18 años y de Hackney, una zona obrera muy desfavorecida del este de Londres, se ha presentado a más de 60 puestos de trabajo a tiempo parcial este verano y no ha tenido éxito ninguna vez:

«Estoy compitiendo contra las personas de treinta años», dijo, «Es que no me parece justo. Se siente como si mi generación siempre han sido los conejillos de indias de las iniciativas de los nuevos Gobiernos. No creo que los ministros tengan que desguazar el EMA. Podrían encontrar el dinero, podrían haber cancelado los Juegos Olímpicos y lo encontrarían».

León Psyzora, 17 años, de Crouch End, en el norte de Londres, dijo que sentía que los diputados estaban lanzando «un ataque a mi generación». «Están apartando el dinero para un lado y haciendo que los pobres sean más pobres y los ricos más ricos». Esta lección está siendo aprendida de la manera más dura por la nueva generación, que está dotándose rápidamente de una conciencia de clase e incrementando su perspectiva revolucionaria.

Los jóvenes de hoy están mostrando un espíritu verdaderamente revolucionario. Están reaccionando a los ataques de la clase dominante con una combatividad decidida y sin temor. Es algo de lo que todo trabajador con conciencia de clase debe estar orgulloso. Un profesor que había acompañado a sus alumnos a la manifestación llegó a la conclusión de que se trataba de «una cuestión generacional.» Esto es indudablemente cierto.

Las enérgicas acciones de los jóvenes contrastan con el mezquino escepticismo miserable de los miembros de la autodenominada «vanguardia», que durante años se han cocido en su propio jugo y no son aptos para nada. Están tan obsesionados con las derrotas del pasado que cuando la situación cambia y la lucha está en el orden del día no hacen más que quejarse y quejarse, y difundir el desaliento y la desesperación.

Sí, en efecto, ¡Se trata de un «problema generacional»! El período que se inició con mayo de 1968 en Francia y se prolongó durante la mayor parte de la década de 1970 fue un periodo de crisis del capitalismo y de movimientos revolucionarios en Francia, España, Portugal, Grecia, Italia, Gran Bretaña y otros países. A esta lista podemos añadir  Pakistán, Chile, Argentina y muchos otros países.

Pero ante la ausencia de una dirección genuinamente revolucionaria, el movimiento se descarriló y fue derrotado. En Europa, la contrarrevolución se llevó a cabo bajo la bandera de la democracia burguesa; pero, no obstante, fue una contrarrevolución. En Chile, Pakistán, Argentina y otros países, la derrota fue aún más grave. Pero en todas partes había un marcado efecto en la conciencia de la capa activa.

La forma en que la sociedad cambia – y la conciencia con ella – ofrece un interesante paralelo con la geología. Una erupción volcánica provoca el flujo de lava. La roca fundida abre su camino hacia adelante, apartando todos los obstáculos en su camino. Pero, cuando la lava se enfría, forma una costra dura que sirve para contener las fuerzas elementales que se encuentran debajo de la superficie de la tierra.

Las tres últimas décadas en Europa se pueden caracterizar como un período de reacción leve (la fórmula no es original – fue presentada por Ted Grant). La lava de los movimientos revolucionarios pasados se enfrió hace mucho tiempo, y esa capa que debe estar a la vanguardia se ha transformado en su contrario. En vez de proveer un liderazgo para el movimiento, se ha convertido en una corteza sólida de conservadurismo que sólo sirve para mantener en jaque al elemento revolucionario.

La rutina, el escepticismo, el cinismo, el conservadurismo, el cansancio: todo esto juega un papel negativo. Pero la historia demuestra que el poder del aparato nunca es suficiente para detener el movimiento por mucho tiempo. Las contradicciones son muy fuertes. Las tensiones son demasiado insoportables. Las fuerzas que se han ido acumulando, silenciosamente y desapercibidas por debajo de la corteza terrestre, tarde o temprano encontrarán un punto débil y estallarán con un poder inimaginable.

La rápida transformación de la conciencia de la juventud se reveló gráficamente en el programa de la noche anterior de la BBC Newsnight, que entrevistó a los manifestantes. Una de las entrevistadas, Sophie Burge, bachiller, de la Escuela para Chicas Camden, dijo que había hecho campaña para los Lib-Dem en las elecciones generales, a pesar de que era demasiado joven para votar. Ahora, ella misma se describe como «radical de izquierda».

El movimiento de la juventud que ha surgido con fuerza explosiva en un país tras otro es el equivalente a la fuerza elemental de la naturaleza. No reconoce leyes ni conoce fronteras. Todos los intentos para detenerlo son en vano. Los conservadores (tanto de derecha como de «izquierda») se quejan de esta «anarquía». Ellos lo ven como una aberración y una amenaza.

Pero los miembros de la generación de más edad que han mantenido viva la llama se reavivarán e inspirarán por el movimiento de la juventud. Los marxistas los saludamos con el mayor entusiasmo. Los abrazamos. Aquí esta la vida, burbujeando a través de la materia muerta. Es como si alguien abriera una ventana en una habitación rancia y sin aire. Aquí está la luz y el aire que se respira. Aquí, al fin, hay un movimiento real. ¡Aquí está el futuro!

20 de enero 2011

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