Gaza: dos años de barbarie y genocidio

Se cumplen 2 años del ataque de Hamas en el sur de Israel, en la frontera con la franja de Gaza. Esta fue la excusa que ha utilizado el gobierno de Netanyahu para desatar una campaña de terror, asesinatos y hambre contra la población palestina de este territorio. Gaza, en la que malvivían más de 2 millones de personas, ha sido reducida a cenizas y escombros. Cerca de 70.000 personas, un tercio de ellas niños, han sido asesinadas por el ejército israelí. Decenas de miles más están enterradas bajo los escombros o han fallecido por la destrucción del sistema sanitario. Un número indeterminado de palestinos ha fallecido de hambre, debido al bloqueo de la ayuda. Decenas de miles de personas sobreviven mutiladas a consecuencia de los bombardeos.  Incapaces de destruir la resistencia, han cometido atrocidad tras atrocidad, con el objetivo de aniquilar totalmente Gaza y expulsar por la fuerza a los palestinos. Esto solo tiene un nombre: genocidio.

Y Gaza es solo un frente en esta campaña imperialista. Israel también ha llevado a cabo asesinatos en masa en el Líbano, sostuvo una guerra de 12 días con Irán, ha atacado Yemen, y está alimentando la barbarie sectaria en Siria. Esta ofensiva está trastornando el frágil equilibrio en Oriente Medio, empujando a la región al caos y poniendo en peligro el dominio de los aliados árabes de EEUU.

El sionismo y el imperialismo, culpables

Todo esto no ocurre por casualidad ni es obra de un puñado de locos en Tel Aviv. La creación del Estado de Israel en 1948 fue una maniobra reaccionaria del imperialismo occidental para tener un pie de playa en una zona agitada por movimientos de liberación nacional y para asegurarse el control de los importantes yacimientos petrolíferos de la región. Fue animada por la ideología sionista y religiosa sustentada en el viejo cuento de que Palestina era el hogar de los judíos, aunque hacía 2.000 años que apenas habitaban judíos allí. Esa tierra pertenecía a los árabes palestinos desde tiempos inmemoriales, que eran quienes la habitaban. La creación de Israel en 1948 condujo a la expulsión violenta de 700.000 palestinos de su tierra, la llamada Nakba (‘catástrofe’, en árabe). Desde entonces, en sucesivas guerras, Israel ha ocupado casi toda la Palestina histórica, con 4 millones de palestinos viviendo como refugiados en los países vecinos y reduciendo al estatus de parias a los 5 millones de palestinos de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, territorios palestinos ocupados por Israel en la guerra de 1967. Los asentamientos ilegales de colonos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, promovidos por el gobierno israelí, tienen el objetivo de adueñarse de estos territorios y expulsar a toda la población palestina, igual que en Gaza. Así, se ha pasado de 10.000 colonos en 1973 a más de 750.000 actualmente, la gran mayoría locos y fanáticos religiosos, militaristas y ultrarreaccionarios.

Los imperialistas y sus voceros ponen el grito en el cielo por los 1200 israelíes asesinados (que incluye a cerca de 400 soldados) en el ataque de Hamas, aunque se sabe que un número indeterminado de ellos murieron por el fuego israelí en los combates inmediatos tras el ataque de Hamas el mismo 7 de octubre. De cualquier modo esta queja es completamente hipócrita y vacía, como si pudieran equipararse la víctima –que lleva décadas padeciendo asesinatos, violencia y destrucción– con su verdugo. Olvidan convenientemente que, desde 1948, 134.000 palestinos y árabes han sido asesinados tanto dentro como fuera de Palestina por Israel, según la Oficina Central Palestina de Estadísticas, en un informe publicado en mayo de 2024. A eso deben añadirse otros 40.000 palestinos, libaneses e iraníes asesinados por Israel desde entonces, más las varias decenas de miles asesinados indirectamente por las condiciones atroces en que ha quedado Gaza. También ponen el grito en el cielo por las decenas de rehenes israelíes que quedan en posesión de Hamas, y no mencionan que hay 10.000 palestinos presos en cárceles israelíes, casi todos detenidos arbitrariamente, que son simples rehenes en manos del Estado israelí.

No nos equivocamos de bando. No compartimos los objetivos de Hamas ni sus métodos de lucha, que han sido contraproducentes para el pueblo palestino, pero estamos incondicionalmente del lado de éste y de su lucha de resistencia, y nos posicionamos visceralmente contra el imperialismo sionista y sus aliados occidentales.

Aliados occidentales en problemas

Sobre la superficie, Israel parece imbatible por el apoyo que le dan EEUU y otras potencias occidentales, pero la estrategia de escalada sin fin de Netanyahu está socavando al propio Israel.

Aunque la mayoría de los israelíes estarían dispuestos a aceptar el fin de la guerra si se devolvieran los rehenes, estos son lo último en la mente de Netanyahu. Su supervivencia política depende por completo de sus socios de gobierno, partidos supremacistas judíos de extrema derecha que no quieren nada menos que una segunda Nakba. Netanyahu se enfrenta a cargos por corrupción que podrían conducirlo a largos años de cárcel cuando deje el gobierno. Por eso es de su interés prolongar indefinidamente el conflicto.

Los aliados de EEUU se encuentran en una situación muy incómoda y desearían una finalización inmediata del conflicto. Ninguno de los regímenes árabes aceptaría acoger a 2 millones de palestinos expulsados de Gaza. Egipto y Jordania ya están en ebullición, con sus poblaciones enfurecidas por la colaboración de sus gobernantes con el genocidio. Un crimen de esta magnitud incendiaría Oriente Medio. Por eso Trump ha declarado que no permitirá que Israel se anexione Cisjordania, que añadiría más leña al fuego. Además, numerosos gobiernos occidentales se enfrentan a la ira creciente de su población que está desestabilizando políticamente sus países, en Italia, España, Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Australia, etc.

Oposición creciente en Israel

Por otro lado, el ejército israelí está sobrecargado —en Cisjordania, Líbano y Siria—, el cansancio se está apoderando de él y la moral está empezando a quebrarse. Los suicidios están aumentando entre la tropa y cada vez son menos los que se alistan voluntariamente. En Gaza, Hamás ha reconstituido sus unidades guerrilleras. Ya son más de 900 soldados muertos en estos dos años. El Departamento de Rehabilitación del Ministerio de Defensa israelí ha recibido a 80.000 soldados desde el estallido de la guerra en octubre de 2023, incluidos 26.000 por enfermedades mentales.

Por otro lado, los planes criminales de Netanyahu se enfrentan a la oposición dentro de Israel. Crece la indignación por haber abandonado a los rehenes, y soldados y políticos atacan su plan en Gaza. En agosto, un millón de personas salieron a la calle, el 10% de la población. El 82% de los judíos israelíes apoya la expulsión de los habitantes de Gaza. Pero las encuestas muestran que el 74% de los israelíes apoya un acuerdo para poner fin a lo que consideran una guerra interminable y sin sentido a cambio de los rehenes, mientras que el 76% quiere que Netanyahu dimita.

Al final, Israel no ha conseguido lo que Netanyahu prometió: la victoria. Hoy, 48 rehenes —20 de ellos supuestamente vivos— languidecen en los túneles de Gaza, y no ha podido destruir a Hamás.

Entre los sionistas de “extrema derecha” y los “liberales” no hay diferencias fundamentales. Ambos quieren extender la influencia imperialista de Israel y anexionar territorios. El ala “liberal” de la clase dominante solo se diferencia en que se opone a ir demasiado lejos demasiado rápido si ello supone poner en peligro sus intereses materiales fundamentales, que ahora se ven amenazados desde varios frentes.

A nivel internacional, el país se está convirtiendo en un “Estado paria”, con amenazas comerciales que pueden debilitar seriamente su economía.

Esto tiene importantes implicaciones para la clase dominante israelí. El banco central israelí estima que la guerra le ha costado a Israel el 10% de su PIB anual. El sector tecnológico, que representa el 18% del PIB de Israel, está registrando un flujo constante de desinversiones.

El tejido de la sociedad israelí ya muestra signos de desgarro, y la clase dominante está dividida hasta lo más alto del Estado. La nueva escalada en Gaza acelerará enormemente este proceso y, si los rehenes mueren bajo la mirada de Netanyahu, la situación podría estallar.

Implicaciones revolucionarias

La causa palestina está teniendo un impacto profundo en la conciencia de millones de oprimidos de todo el mundo. Hay un paralelo con el impacto que tuvo la lucha heroica del pueblo vietnamita contra EEUU en los años 60-70 del siglo pasado, que provocó olas revolucionarias, incluso en Occidente. La complicidad cínica y desalmada de todos los gobiernos occidentales con los asesinos sionistas, está desgarrando y desprestigiando sus regímenes a ojos de millones de personas. Y en esto no se salvan los demagogos reaccionarios de derechas del tipo Le Pen, Abascal o Meloni, que se han alineado con Israel y el genocidio.

Para los comunistas revolucionarios, el genocidio de palestinos en Gaza no responde a la maldad de un hombre, es una expresión del dominio imperialista en Oriente Medio, que se asienta en los intereses capitalistas occidentales en esta zona del globo. La “alternativa” de dos Estados capitalistas, israelí y palestino, conviviendo uno al lado del otro, como plantea Pedro Sánchez, es completamente falsa y utópica. Además de que Israel no lo aceptaría, una Palestina pobre y aislada no tiene futuro.

Por eso, la lucha contra el imperialismo sionista en Oriente Medio es la misma lucha contra el capitalismo global y por la revolución socialista internacional.

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