Gran Bretaña: la maniobra de Boris Johnson sobre el Brexit deja a Westminster en el caos al suspenderse el parlamento
Desde la destitución de Oliver Cromwell del Parlamento de Rump, con las palabras «¡En nombre de Dios, vete!», no se había visto sumida Gran Bretaña en una crisis nacional y constitucional tan profunda.
Al carecer de una constitución escrita, el régimen británico se basa en una red de convenciones y precedentes. Ahora Boris Johnson ha llevado este sistema informal a sus límites, utilizando la ‘convención’ para solicitar que la Reina suspenda el Parlamento durante más de un mes, en un esfuerzo por evitar que los parlamentarios de la oposición bloqueen un Brexit sin acuerdo.
Esta ‘suspensión’ ha hecho sonar las alarmas en Westminster, la sede del Parlamento británico.
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Boris contra el Parlamento
El movimiento de Johnson ha llevado a la clase dominante a un pánico frenético. «Este movimiento representa un ultraje constitucional», afirmó John Bercow, el presidente de la Cámara.
Las principales figuras del establishment habían esperado como una opción propia utilizar a la Monarquía, pidiendo a la Reina que detuviera el Brexit. Pero Boris los ha derrotado, arrastrando al Palacio de Buckingham a esta crisis de régimen que todo lo consume.
En efecto, Johnson les arrojó el guante y frustró los planes de los parlamentarios para bloquear el Brexit.
Los que se oponen a los planes del primer ministro ahora no saben qué camino tomar. La suspensión temporal del Parlamento por parte de Boris los ha puesto en grandes dificultades, reduciendo severamente las opciones disponibles.
Quieren detener el Brexit por ley, o incluso formar algún tipo de Gobierno de Unidad Nacional. Pero no hacen más que dar vueltas sobre sí mismos y el tiempo se acaba rápidamente.
La opción nuclear
Jeremy Corbyn había intentado proporcionar una salida ofreciendo liderar un gobierno «provisional», diseñado para extender el plazo del Brexit, convocar elecciones generales y proporcionar un segundo referéndum sobre la permanencia en la UE.
Pero esta propuesta fue recibida con una fuerte oposición por parte de los líderes Liberal-Demócratas (Lib-Dem), y los tories ‘Independientes’ y ‘rebeldes’, que no pueden soportar la idea de ver a Corbyn en el Número 10 de Downing Street, aunque solo sea por unas pocas semanas. Estos parlamentarios a favor de la UE dicen que harían cualquier cosa para detener el Brexit, pero no están dispuestos a llegar tan lejos. No quieren darle a Corbyn ningún tipo de legitimidad.
En cambio, aquellos que buscaban bloquear el no-acuerdo con la UE esperaban seguir una ‘ruta legislativa’, utilizando una sesión parlamentaria de emergencia para forzar una extensión del Artículo 50 del preacuerdo con la UE. Pero esto es extremadamente difícil y requiere un tiempo, que no tienen.
El anuncio de hoy del gobierno ha puesto palos en la rueda en esta senda, al ser diseñado para burlar la legislación necesaria para tales planes.
En efecto, entonces, el único camino que les queda a los bloqueadores del Brexit es optar por lo que previamente se había considerado un ‘último recurso’: aceptar la oferta de Corbyn y ayudar a derribar al gobierno de Boris a través de un voto de no confianza.
«Creo que avanzaremos muy rápidamente hacia un voto de no confianza en el gobierno», afirmó Dominic Grieve, un destacado Tory partidario de permanecer en la UE.
«Creo que es bastante probable porque si es imposible evitar la suspensión del Parlamento, entonces creo que será muy difícil para gente como yo mantener la confianza en el gobierno y sé muy bien por qué el líder de la oposición desearía participar en una moción de no confianza».
En resumen, la opción del botón nuclear está a punto de detonarse.
Pero incluso ese paso podría no ser suficiente. Se informa que altos funcionarios de Downing Street han declarado que, en el caso de un voto exitoso de no confianza, el gobierno actual disolverá el Parlamento y convocará elecciones después de la fecha límite del Halloween Brexit, el 31 de octubre, una vez consumada la salida de Gran Bretaña de la UE sin un acuerdo. Entonces realmente sí que se desatará el infierno.
«Si los parlamentarios aprueban un voto de no confianza la próxima semana, no dimitiremos». No recomendaremos la elección de otro gobierno, disolveremos el parlamento, convocaremos elecciones entre el 1 y el 5 de noviembre y habrá cero posibilidades de que se apruebe la legislación Grieve», dice un alto funcionario.
La hipocresía del Establishment
Entre los que condenan el anuncio de la suspensión parlamentaria de Boris no faltan derechistas partidarios de la UE.
«Esta acción es una afrenta completamente escandalosa a nuestra democracia», tuiteó el vicepresidente laborista derechista, Tom Watson. En otra parte, Anna Soubry, líder de Change UK [una escisión tory y de laboristas de derechas], declaró que «nuestra democracia está amenazada por un primer ministro despiadado».
Tales declaraciones, sin embargo, suenan huecas de los labios de estos políticos del régimen. Adulan las trampas de la democracia parlamentaria, detrás de las cuales subyace el control de los banqueros y las grandes empresas, que toman todas las decisiones reales.
El hipócrita y archiblairista Tom Watson adora la «democracia», pero le importa poco la democracia en su papel de Maquiavelo en su intento permanente de derrocar a Corbyn, que ha sido elegido democráticamente dos veces como líder laborista. Watson no es más que un portavoz de las grandes empresas dentro del Partido Laborista, y no es amigo de la democracia partidaria.
Es el mismo caso de Anna Soubry, y del resto de los llamados ‘Independientes’. Ellos gritan sobre la democracia, pero no están dispuestos a convocar elecciones parciales en sus distritos electorales, después de renunciar a los partidos bajo cuyas siglas fueron elegidos. Otro ‘defensor de la democracia’, Chuka Umunna, se ha permitido cambiar del Partido Laborista a Change UK y luego a los Liberal-Demócratas más fácilmente que un hombre se cambia una camisa.
Cuando tales damas y caballeros hablan de defender la «democracia», lo que realmente quieren decir es defender los intereses de las grandes empresas y a la clase dominante.
Como explicó Marx, la democracia burguesa te permite elegir qué representante de la clase dominante te va a mal representar cada cinco años. El Parlamento es simplemente un foro de discusión. El verdadero poder recae en los patrones y banqueros de las salas de juntas de la City de Londres.
Pero tal es la crisis en Gran Bretaña que la clase dominante ha perdido el control sobre la situación. De hecho, han perdido el control del Partido Tory, así como del una vez «moderado» Partido Laborista. Estos partidos alguna vez «confiables» han sido tomados por «radicales» y «extremistas». Los referéndums y las elecciones no producen ahora los «resultados deseados». Y el sistema de controles y equilibrios del régimen se ha derrumbado bajo la presión de una crisis política sin precedentes.
¡Fuera Boris! ¡Corbyn al gobierno!
Jeremy Corbyn y John McDonnell también han denunciado el último bombazo de Boris Johnson sobre el Brexit. El líder laborista denunció al Primer Ministro por «aplastar y apoderarse de nuestra democracia», mientras que el canciller en la sombra describió la suspensión parlamentaria como «un golpe muy británico».
Junto con el líder de los Lib-Dem, Jo Swinson, y la líder de Change UK, Anna Soubry, Corbyn también ha escrito a la Reina, expresando su preocupación y pidiendo una reunión con la esperanza de anular el plan de suspensión.
Corbyn y McDonnell tienen razón al oponerse a Boris Johnson en los términos más contundentes. Pero la lucha contra él y su reaccionario y temerario gobierno conservador debe hacerse desde una posición de clase independiente, no forjando alianzas con políticos de las grandes empresas, ni apelando al establishment, como la Reina y los tribunales.
En lugar de perseguir maniobras parlamentarias u ofrecer un segundo referéndum, los líderes laboristas deberían ofrecer políticas socialistas y sacar a la calle toda la fuerza del movimiento de Corbyn a fin de expulsar a Boris del gobierno.
Ya se han convocado manifestaciones de masas, con el llamamiento correcto a ‘elecciones generales ahora’. Solo uniendo y organizando a los trabajadores en torno a las demandas de clase, para expulsar a los conservadores y llevar al poder a un gobierno laborista socialista, se puede detener a Boris.
Aguas inexploradas
Realmente estamos entrando en aguas desconocidas. Gran Bretaña se enfrenta a una situación sin precedentes: una crisis constitucional, una crisis política y una crisis social y económica. Es una tormenta perfecta.
La clase dominante se está quedando rápidamente sin opciones. Ha perdido por completo el control de la situación. A pesar de todos sus mejores esfuerzos, se precipita hacia el borde del acantilado que tan desesperadamente ha tratado de evitar. Queda por ver si puede sacar a última hora un conejo de la chistera.
El único camino a seguir es que el laborismo de Corbyn movilice a los trabajadores y jóvenes, derribe al gobierno de Boris y luche por una clara alternativa socialista a este caos capitalista.
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