Grecia: el acuerdo del 26 de Octubre, el gobierno de coalición y la salida del euro – Segunda parte
Un gobierno de unidad burguesa
El largo retraso que ha caracterizado las negociaciones para la formación de este gobierno no ha sido producto de que “los partidos políticos han estado jugando a espaldas de la nación”, como pretende el mito propagado por los medios de comunicación burgueses. Ha sido el resultado de la dificultad para encontrar personas que quisieran participar en un gobierno cuya tarea será gobernar sin la legitimidad de unas elecciones y con la peor recesión y la amenaza de una bancarrota incontrolada y la salida del país del euro en agenda.
En un intento de evitar que Grecia fuese expulsada oficialmente del euro, la burguesía griega, en estado de pánico, prefirió la formación gobierno compuesto de individuos de absoluta confianza del capital europeo.
Lukas Papadimos
Mister Lukas Papadimos, con su largo historial a la cabeza del BCE ha sido el candidato más apropiado para el puesto de primer ministro. Además, al ser un hombre del capital financiero, el nuevo primer ministro puede negociar amigablemente con sus amigos banqueros las condiciones del “corte de pelo“ sobre los bonos en base al acuerdo del 26 de Octubre. Estas “cualidades” de Papadimos le hacen valioso para la clase dominante. Aparentemente también le ofrecieron algunos interesantes “incentivos” para vencer sus vacilaciones iniciales, que hicieron que en unas pocas horas se diera la vuelta al casi consumado ascenso de Mr Philippos Petsalnikos desde la posición de Portavoz del Gobierno a primer ministro.
Sin embargo ¿Qué clase de gobierno es el gobierno de Papadimos? Provocadoramente, la burguesía y sus apologistas en los medios de comunicación presentan este gobierno como uno de “unidad nacional”. Pero, por contra, es un gobierno que solo tiene la bendición de la clase dominante y del capital europeo.
El pueblo griego votó hace dos años al PASOK para mejorar sus condiciones de vida tras cinco años de ataques de Nueva Democracia. En el proceso, el gobierno de Papandreu se convirtió en un gobierno odiado – visto como un títere de los tiburones prestamistas. Ahora, la clase obrera griega ve con sorpresa que este gobierno, en vez de colapsar bajo el peso del odio popular, se transforma en uno que se oculta tras la capa de la “unidad nacional”, que incluye a los viejos amigos de los tiburones de la banca con los mismos ministros de antes que no pueden ni mostrar sus caras en público por el odio popular, junto con nuevas personas de los partidos burgueses que no fueron votados en las pasadas elecciones nacionales…
Como un slogan aparecido estos días en los muros de las principales ciudades griegas dice acertadamente, “No hemos tenido tanta dosis de democracia desde la dictadura”.
El nuevo gobierno no es un gobierno de unidad nacional, sino uno de unidad burguesa. Consiste en tecnócratas burgueses y representantes políticos de dirigentes políticos de todos los campos de la burguesía. Pese a la distancia que Antonis Samaras intenta mantener del gobierno por razones demagógicas, el nuevo gobierno es una coalición de las direcciones del PASOK, Nueva Democracia y LAOS. En los ministerios clave están elementos de la dirección burguesa del PASOK bendecidos por Nueva Democracia. La parte del gobierno de Nueva Democracia consiste en seis ministros, dos de los cuales (Dimas, Avramopoulos) tienen una larga historia como parlamentarios. Finalmente, tenemos al ultraderechista LAOS con su primera participación en un gobierno con algunos de sus miembros más prominentes, demostrando que está en perfecta armonía con la dirección del PASOK y Nueva Democracia.
La excitación y las expectativas que los apologistas del capital han vertido en la presencia política de un tecnócrata a la cabeza del nuevo gobierno es un reflejo del enorme e histórico vacío de dirección política en el campo político burgués en Grecia. La ausencia de unos dirigentes políticos burgueses del calibre de Eletherios Venizelos o Constantine Karamanlis en estas críticas circunstancias hunde a la clase dominante en un estado de depresión y la obliga a girar políticamente hacia mercenarios inexpertos, hacia “mesías” y tecnócratas como un primer ministro. Debe ser resaltado que dicha ausencia de políticos de alto calibre no es una cuestión de atributos y habilidades personales, sino en última instancia refleja el impasse histórico del capitalismo y el ascendente aislamiento social de la clase dominante, que mina seriamente su autoconfianza.
La participación de sectores de la extrema derecha en el nuevo gobierno es un elemento que no debería ser subestimado. El hecho de que conocidos nacionalistas y apologistas de la vieja junta militar hayan cogido carpetas ministeriales es un claro intento de familiarizar al público con gobiernos burgueses extremadamente reaccionarios. Esto, combinado con la ausencia de legitimidad popular de todo el gobierno, refleja finalmente la futura tendencia de la clase dominante hacia algún tipo de gobierno bonapartista. La utilización de ultraderechistas como ministros es una advertencia al movimiento obrero y a la izquierda. Si el capitalismo no es derrocado por un gobierno obrero, entonces, antes o después, la clase obrera sufrirá la dolorosa experiencia de la reacción bonapartista.
Las dos tácticas de la clase dominante para el nuevo gobierno
Aunque el gobierno es apoyado por todas las alas de la burguesía, entre la clase dominante griega parece existir hoy dos tácticas principales. La primera, expresada por los poderosos medios de comunicación y la dirección burguesa del PASOK, tiene una actitud que se podría resumir de la siguiente manera:
1) Las colaboraciones en el gobierno son de gran importancia política, porque crean un útil precedente de consenso, que será muy útil en caso de crisis mayores en el futuro,
2) El gobierno Papadimos debería permanecer en el poder tanto tiempo como fuera necesario, para asegurar la posición de Grecia en el euro, sin ser limitado por unos plazos establecidos.
Esta actitud está determinada por el pánico de que la burguesía ha sido presa a causa de su posible expulsión del euro. Creen que la mayor amenaza a su sistema es la presente crisis. Acostumbrados a la conducta moderada de los líderes de la Izquierda, no pueden ver en el futuro próximo una amenaza a su poder y, por tanto, promueven directamente y usan totalmente las posibilidades de que el consenso político de los partidos y dirigentes burgueses les provee.
La otra táctica está expresada por el partido Nueva Democracia y su líder Samaras, reflejándose en su afirmación de hoy. Samaras dijo que la sociedad necesita inmediatamente la “válvula de seguridad” de elecciones, porque se prevé una “explosión social”. Puntualiza que el gobierno Papadimos es de naturaleza solamente “transicional”. La tarea del gobierno solo es implementar las decisiones del acuerdo del 26 de Octubre. Por supuesto Samaras es un demagogo y oculta el hecho de que el acuerdo está acompañado – incluso en el escenario más optimista de desarrollo de la crisis- por medidas de austeridad y recortes por valor de 100.000 millones de euros durante los próximos 10 años, una cantidad que significa como explicamos anteriormente un desastre social en Grecia masivo y sin precedentes. A diferencia de la otra ala de la clase dominante, la dirección de Nueva Democracia parece considerar – correctamente desde un punto de vista burgués- que la revolución es una amenaza al capitalismo más inmediata y de lejos la más seria que la expulsión del euro.
Lo que teme Samaras es que una entrada prematura de Nueva Democracia en el gobierno Papadimos elimine la posibilidad de que la clase dominante tenga un gobierno fuerte, es decir, legitimado por un nuevo mandato popular, en las próximas elecciones. Fortalecería la actitud revolucionaria en la sociedad y en los partidos de izquierda. Por supuesto, esto pondría un pronto final a su carrera como candidato a primer ministro.
Perspectivas para el nuevo gobierno
Lo que determinará los acontecimientos no son las tácticas de la clase dominante, sino la creciente crisis del capitalismo europeo y su reflejo en las mentes de las masas. Las tácticas de los defensores de la unidad “nacional” son tan vacías como la de la dirección de Nueva Democracia, que consiste en evitar verse perjudicada por participar en el gobierno Papadimos.
La Troika está demandando nuevas medidas aquí y ahora. Ya ha sido enviado un modelo de memorándum comprometiendo a nuevas medidas para ser firmado por la dirección política de la burguesía griega y está esperando a Samaras en su oficina. Sin estos compromisos el sexto plazo del rescate y las negociaciones del “corte de pelo” no pueden proceder. Será muy difícil para Samaras evitar firmar.
Además, el gobierno tiene inmediatamente que imponer nuevas medidas que desnudarán a todos los “socios” que lo componen. Dichas medidas derivan de las acciones del anterior gobierno para favorecer privatizaciones y despidos masivos en el sector público e imponer impuestos abusivos, y también el dramático empeoramiento de la crisis en Grecia y la eurozona y la muy seria posibilidad de que Grecia no consiga sus objetivos deseados de las negociaciones sobre el “corte de pelo voluntario” acerca de los bonos. Estos son factores que pueden acercar la perspectiva de una bancarrota soberana y una bancarrota incontrolada. En base al rápido deterioro de la crisis, el nuevo gobierno podría incluso enfrentarse a la amenaza de la expulsión inmediata del euro en las próximas semanas.
Todas estas posibilidades amenazarían con desestabilizar al nuevo gobierno, situándolo frente a una nueva oleada de protestas y sumiéndolo en un proceso de conflictos internos.
¡Por un gobierno de unidad de la clase obrera con un programa socialista!
En los últimos días, la clase obrera ha estado observando el teatro de “unidad nacional”, pues continúan desarmados políticamente y sin una alternativa. La inercia de todos los dirigentes del movimiento obrero tras la magnífica huelga general de 48 horas es lo que ha dado margen a la clase dominante para maniobrar sin que el movimiento obrero se lo haya impedido, pese a que, como se demostró, el gobierno era en realidad extremadamente débil. Una escalada en la lucha hacia una huelga general política total podría haber llevado rápidamente al gobierno a tener que convocar nuevas elecciones.
Sin embargo, los dirigentes del movimiento obrero hicieron todo para entorpecer este magnífico movimiento de huelgas y ocupaciones de centros clave del aparato estatal, mientras que los dirigentes de la Izquierda se dedicaron a reclamar monótonamente elecciones, sin explicar cómo el movimiento obrero podría forzar dichas elecciones. Sin una dirección y una perspectiva clara, los trabajadores y los sectores populares más humildes hallaron un medio para expresar su actitud revolucionaria convirtiendo los desfiles nacionales del 28 de Octubre en manifestaciones de masas. Pero, una vez más, las direcciones de la Izquierda no tomaron iniciativas para conectar con dicha actitud y continuaron haciendo llamamientos abstractos a la convocatoria de elecciones, sin acompañarlos ni siquiera con un plan de acción concreto. Esta situación dio tiempo al gobierno para alcanzar una retirada “coordinada” del poder y preparar sin ser molestado un nuevo gobierno de coalición.
La actitud de la dirección del Partido Comunista y SYRIZA durante los múltiples días de negociaciones del nuevo gobierno burgués fue verdaderamente deplorable. No dijeron una palabra que pudiera indicar a los trabajadores que existía una solución distinta a la cuestión del poder que la “unidad nacional” de la burguesía. El resultado fue que la confusión, desorientación y frustración han prevalecido en las filas de las masas obreras. A sus ojos, solo la burguesía tiene una solución al problema del poder. La Izquierda, con su comportamiento, una vez más apareció meramente como una voz de protesta sin intención de tomar el poder.
¿Qué debería hacer la Izquierda para dar la vuelta a este cuadro y mostrar un camino diferente a los trabajadores que rompa con la lógica de fraude de la “unidad nacional”? La burguesía, con su espíritu de unidad de clase durante esos días, ha dado una lección sobre un comportamiento de clase adecuado. Así como los patrones se han unido, los trabajadores deben unirse como clase. Todo militante de la Izquierda debe por tanto luchar por la unidad de las enormes fuerzas de la izquierda y del movimiento obrero contra este nuevo gobierno de unidad burguesa. Al mismo tiempo, dicha unidad debería AHORA adoptar la forma de una alianza política entre el KKE (Partido Comunista) y SYRIZA, para elegir un gobierno que implementara un programa socialista. No existe otro camino. Si no logramos esta solución concreta para la cuestión del poder, el simplemente quejarse acerca del giro “antidemocrático” de la clase dominante reclamando “elecciones aquí y ahora”, significa ofrecer a los trabajadores y pobres simplemente “palabras vacías”.
18/11/2011
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