Grecia: El Eurogrupo impone que los intereses de los usureros sean garantizados por la Constitución
El punto culminante de este acuerdo provocador es la obligación de que el Parlamento griego revise la Constitución en el año 2013 e introduzca una cláusula que salvaguarde los intereses de los prestamistas y los transforme en una prioridad nacional. La salud, la educación, los salarios y las jubilaciones, temas de vital importancia para el pueblo griego, deben ser considerados como insignificantes en comparación con la necesidad de garantizar las ganancias de los usureros.
Por otra parte, la llamada «cancelación» de una parte de la deuda, revela una aceptación por parte de la Troika del hecho de que en las próximas décadas Grecia estará permanentemente endeudada. Esto confirma la aceptación cínica por parte de los prestamistas y de la clase dominante griega de la evaluación marxista fundamental: no hay perspectivas de crecimiento sustancial o de cualquier mejora en la posición del pueblo griego bajo el capitalismo.
Aparte de la modificación vergonzosa de la Constitución, el nuevo acuerdo incluye:
– La creación de una cuenta cerrada especial, donde el Estado griego depositará los pagos por adelantado y los intereses adeudados para el próximo trimestre. Esto simplemente significa que los gastos diarios de funcionamiento y del gasto social del Estado serán considerados como un «exceso». Por lo tanto, si en cualquier momento se declarara una cesación de pagos de la deuda, serán los prestamistas a quienes se les dará prioridad.
– Aceptación de la supervisión financiera del gobierno griego por la UE, con comisionados en los ministerios clave, independientemente de la composición y del mandato del Gobierno de turno.
– La «quita» (es decir, la condonación de la deuda) de los bonos en manos de los individuos será del 53,5% (o € 107.000 millones) con una tasa de interés promedio de los nuevos bonos de 3,65%, mientras que los títulos de deuda se regirán por la ley inglesa. Esto significa que los bancos y otras instituciones privadas titulares de los bonos griegos tendrán una parte significativa del valor de lo que tienen ahorrado, mientras que el resto se ha convertido en «basura» sin valor alguno. Por otra parte, con la aplicación de la ley inglesa se asegura que Grecia no podrá modificar unilateralmente este acuerdo y, en caso de cesación de pagos, los acreedores tendrían el derecho de confiscar los bienes del Estado e imponer sanciones múltiples al país.
Aquí, de nuevo, hay que destacar el punto de que el Gobierno ha estado ocultando cuidadosamente el hecho de que el nuevo préstamo de €130.000 millones concedido se destinará íntegramente a los acreedores. Así, el nuevo préstamo no es para «salvar el país», sino a los usureros.
La conclusión general que podemos extraer de todo esto es que este acuerdo formal protege a los acreedores de los efectos de la inminente bancarrota y empuja al país hacia una cesación de pagos interna. Esto está vinculado a lo que ocurra el año que viene -como se dijo en un artículo publicado hoy en el diario británico Financial Times. Este será el resultado inevitable de la recesión en curso y de su profundización, que se ve agravada por las nuevas medidas de austeridad y el consiguiente colapso de los ingresos tributarios, lo que llevará inevitablemente a la necesidad de emitir moneda local para hacer frente a los pagos nacionales. En otras palabras, se están haciendo preparativos para empujar a Grecia fuera del euro, cuando el próximo rescate sea requerido.
La caracterización de Papademos del acuerdo del «Eurogrupo» como de importancia histórica para Grecia, además de revelar que es un charlatán, revela la completa identificación de la clase dominante griega con los intereses de los acreedores extranjeros. La burguesía griega está orgánicamente atada a un bloque común con sus prestamistas.
La forma en cómo «acordaron» el problema de la deuda griega, simplemente poniendo la carga sobre los hombros de los trabajadores en forma de recortes duraderos, también debería ser una lección para toda Europa. De ahí que se hace evidente que la lucha de los trabajadores griegos no es nacional, sino de clase. Lo que nosotros, todos los trabajadores y pobres del país, necesitamos ahora no es patriotismo, sino conciencia de clase y lucha de clases internacional. Por otra parte, las manifestaciones de solidaridad con el pueblo griego, organizadas en una serie de países de todo el mundo en estos días, prueban en la práctica lo que los marxistas hemos explicando pacientemente todo el tiempo: los únicos aliados verdaderos de los trabajadores de Grecia son sus colegas en Europa y en todo el mundo.
Después del acuerdo provocador del «Eurogrupo», el Gobierno ha dicho que puede tener que «reconsiderar» la convocatoria de elecciones. Esto es perfectamente natural, ya que el intento de los partidos burgueses y de sus líderes de defender el acuerdo y buscar recompensas electorales por este «logro» provocaría la ira y el disgusto en el pueblo trabajador griego. Por lo tanto, es necesario repetir lo que escribimos inmediatamente después de la aprobación de las medidas de austeridad en el Parlamento: las elecciones deben ser impuestas por el espíritu de lucha y la vigilancia del movimiento obrero y de las masas pobres.
Los sindicatos y los partidos políticos que apoyan la lucha contra el gobierno y la Troika deben exigir la convocatoria inmediata de elecciones y, al mismo tiempo, prepararse para una huelga general indefinida duradera en marzo si las elecciones no son convocadas. También se debería invitar a los trabajadores de toda Europa a que organizaran días comunes de huelga general y de manifestaciones masivas en contra de este ataque internacional de los capitalistas.
Pero también tenemos que entender que las elecciones en sí mismas no resolverán nada ahora si el KKE (Partido Comunista) y SYRIZA (Coalición de la Izquierda Radical) no se unen en una lucha común por el poder y el socialismo. De lo contrario, la campaña de terror de la Troika y de la clase dominante, al plantear el dilema de elegir entre «o empobrecimiento o cesación de pagos», será dejado sin respuesta, y la izquierda no será capaz de ofrecer la perspectiva de un Gobierno alternativo y por lo tanto los dirigentes políticos burgueses serían capaces de salvar algo de sus declinantes índices de popularidad. Esto daría a la clase dominante una nueva oportunidad de llegar a un Gobierno que responda a sus intereses y no a los de los trabajadores.
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