Grecia: Una troika con otro nombre huele igual de podrida
El viernes 20 de febrero, Grecia llegó a un acuerdo con los Ministros de finanzas del Eurogrupo que equivale a un abandono del programa con el que Syriza ganó las elecciones el 25 de enero, así como una renuncia a las declaraciones políticas de su gobierno hechas desde entonces ¿Cuáles son los detalles de este acuerdo?
El acuerdo deja claro de antemano que se acuerda la extensión del rescate, no un nuevo «puente-préstamo» como pedía el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis. Además, el comunicado añade que la «extensión del acuerdo… está avalado por un conjunto de compromisos». Hablando claramente, la extensión del rescate viene acompañada de una aceptación del Memorándum de Entendimiento [el programa de ajuste].
El documento también especifica que la troika (FMI, Banco Central Europeo y la Comisión Europea) continuará revisando y dando el visto bueno a las políticas del gobierno griego. Ahora se llaman «las instituciones» en lugar de la troika, pero sus poderes siguen vigentes.
Esta es una decisión importante por parte del gobierno griego, que había ganado las elecciones mostrando su rechazo a los memorandos y a la troika. En varios discursos en el Parlamento griego, Alexis Tsipras había dejado claro una y otra vez: «se acabaron la troika y los memorandos».
¿ A cambio de qué se han hecho estas concesiones? El gobierno griego obtiene una promesa de pago del «tramo excepcional del actual programa FEEF [Fondo Europeo de Estabilidad Financiera] y la transferencia de los beneficios del Programa de Mercados de Valores de 2014” (Son los beneficios que el BCE obtiene con los bonos griegos, es decir, los intereses que el gobierno griego paga al BCE).
Sin embargo, sólo autorizarán el desembolso del dinero previsto si el gobierno griego presenta «una primera lista de reformas, que tendrán que tener como “base el actual acuerdo en vigor”, el lunes 23 de febrero». Además, «las instituciones” harán una primera evaluación de esa lista para ver “si es lo suficientemente comprehensiva para ser el punto de partida para finalizar la revisión del programa”. “Esta lista se especificará y tendrán que aprobarla las instituciones a finales de abril.»
En otras palabras, el gobierno griego puede presentar la propuesta que quiera, dentro de los límites del actual acuerdo, pero la troika («las instituciones») decidirá si la lista es aceptable o no.
El acuerdo pone de manifiesto que «sólo la aprobación de la conclusión de la revisión… por las instituciones permitirá cualquier desembolso» del dinero adeudado a Grecia.
También se especifica que el gobierno griego no puede tomar ninguna acción sin el permiso de la troika: «las autoridades griegas se comprometen a no revertir ninguna medida o [hacer] cambios unilaterales de las políticas y reformas estructurales«. Es cierto que hay una cláusula que dice que esto sólo se aplica a las medidas «que pudieran afectar negativamente los objetivos fiscales, la recuperación económica o la estabilidad financiera», por lo tanto, se refiere a cualquier medida substancial que el gobierno griego quiera tomar. Pero incluso aquí, cualquier medida del gobierno será «evaluada por las instituciones.»
Esto supone un giro de 180 grados de los compromisos del gobierno griego. Al principio de la semana, cuando se propuso como candidato a la Presidencia al dirigente de la derecha, Nueva Democracia, Pavlopoulos, Tsipras hizo una declaración muy clara que a partir del viernes, 20 de febrero, el Gobierno iba a presentar dos propuestas en el Parlamento para empezar a combatir las medidas de austeridad del referéndum. Una de ellas era la restauración de la negociación colectiva que había sido abolida por la troika.
Este acto de rebeldía, que fue recibido con entusiasmo por los trabajadores griegos, enfureció a los capitalistas alemanes. En respuesta a una carta de Yanis Varoufakis el jueves, 19 de febrero, Schäuble exigió una serie de medidas al gobierno griego, incluyendo: «(…) Tercero, Grecia tiene que comprometerse públicamente a abstenerse de tomar medidas unilaterales nacionales para hacer retroceder el actual Programa. Las autoridades, con efecto inmediato, no tomarán ninguna iniciativa ni implantarán ninguna medida o política que sea incompatible con los compromisos existentes bajo el actual Programa o que agraven la situación fiscal. Esto incluye renunciar a las reformas sociales y laborales que se presentaron a votación en el Parlamento esta semana«.
Esta es la arrogancia que se permiten los capitalistas alemanes respecto a las políticas del gobierno griego, en realidad es una continuación de la imposición antidemocrática y humillante de las brutales medidas de austeridad que la troika ha llevado a cabo en los últimos cuatro años, y que sufren los trabajadores griegos.
Esto no es todo; el acuerdo también contiene el siguiente compromiso: «Grecia acepta su compromiso inequívoco de hacer frente a sus obligaciones financieras con todos sus acreedores y en los plazos fijados«. Varoufakis ya había abandonado la idea original del Programa de Salónica de Syriza de una quita y moratoria de la deuda. Esto es lo que el Programa de Salónica decía: «Cancelar la mayor parte del valor nominal de la deuda pública para que sea sostenible en el contexto de una “Conferencia europea de la deuda”. (…). Incluir una cláusula de crecimiento en el pago de la parte restante de la deuda, de modo que sea financiada en base al crecimiento y no el presupuesto. Incluir un período significativo de gracia (moratoria) en el servicio de la deuda para dedicar fondos al crecimiento» ¡Esto ahora se reemplaza por el pago completo y en los plazos fijados!
Cualquier medida progresista que el gobierno griego quiera llevar ahora adelante tendrá que estar dentro de los límites estrictos de las metas fiscales pactadas por «las instituciones». Esto significa que Grecia, en medio de una devastadora recesión económica, tendrá que financiar sus medidas a favor de los trabajadores aplicando recortes en otras áreas o aumentando los ingresos.
Varoufakis ha insinuado que se puede hacer poniendo en marcha medidas drásticas contra la evasión fiscal y el contrabando de gasolina. No hay duda de que los capitalistas griegos están evadiendo impuestos. Lo que es más dudoso, sin embargo, es si puede ponerse freno a la evasión. Los oligarcas griegos ya han empezado una campaña de sabotaje al gobierno democráticamente elegido de Syriza con una fuga sistemática de capitales y retiros en efectivo que se intensificarán ahora. Su dinero está a buen recaudo escondido en otros bancos en cuentas extranjeras.
Varoufakis ha intentado explicar que este acuerdo contiene algunas concesiones positivas para Grecia. La principal es que se revisará el objetivo de superávit fiscal primario en el presupuesto. Pero ¿qué dice realmente el acuerdo acerca de esto? «Las autoridades griegas también se comprometen a garantizar el superávit fiscal primario o la financiación requerida para garantizar la sostenibilidad de la deuda de acuerdo al Programa del Eurogrupo de noviembre de 2012. Las instituciones van a tener en cuenta las circunstancias económicas de 2015 a la hora de definir el superhábit fiscal primario para este año«. En 2012, el Eurogrupo ya consideró posponer el objetivo de un superávit presupuestario primario de 4,5% para el 2016. Todo lo que añade este acuerdo es que la troika establecerá un objetivo diferente. Aunque no se han dado números, lo que es seguro es que no será el 1.5% insinuado por Varoufakis.
Entonces, ¿qué significa este acuerdo?
En primer lugar, demuestra claramente que el voto democrático del pueblo griego, como se expresó en las elecciones del 25 de enero, entra en colisión directa con los intereses del capitalismo europeo. Pero la democracia burguesa es así, la gente está autorizada a votar por partidos diferentes, pero las principales decisiones las toman siempre un puñado de capitalistas y banqueros no electos. En este caso, se ha expresado de la manera más brutal y corta posible. Las aspiraciones razonables y justificadas del pueblo griego (restauración de los niveles de salario mínimo, derechos de negociación colectiva, fin de las privatizaciones, energía gratuita para los hogares que no puedan hacer frente a los pagos, etc.) no pueden cumplirse dentro de los límites del capitalismo en crisis.
En la conferencia de prensa tras la reunión del Eurogrupo, Dijsselbloem fue preguntado por el periodista británico, Paul Mason: «Qué le diría al pueblo griego, cuya democracia ustedes acaban de tirar a la basura?.» En otro comunicado, Schäuble respondía así indirectamente a esa pregunta: «Será difícil para el gobierno griego explicar este acuerdo a sus votantes.»
En segundo lugar, revela el carácter utópico de la premisa en la que se basaba el Programa de Salónica, es decir, que las medidas radicales que contenía podrían lograrse mediante una negociación con los acreedores. La Tendencia Comunista de Syriza y la Corriente Marxista Internacional advirtieron sobre esto antes de las elecciones. Como hemos explicado, la clase capitalista europea no estaba dispuesta a hacer concesiones significativas al gobierno griego. La única manera de aplicar las medidas concretas que contiene el Programa de Salónica pasaría por una ruptura con el capitalismo.
En tercer lugar, además de por una razón económica (la crisis del capitalismo), hay un motivo político importante por el cual la clase dirigente europea no está dispuesta a hacer concesiones importantes a Syriza: la amenaza del ejemplo. España, Portugal, Irlanda y, otros muchos países, exigirían lo mismo si se permite al gobierno griego la aplicación de las medidas anunciadas, deshaciendo las partes importantes del programa de austeridad impuesto por la troika durante 4 años. Esto podría haber llevado rápidamente a la caída de los gobiernos de derechas ya impopulares de estos países. También habría puesto a los gobiernos francés e italiano bajo una fuerte presión para cambiar sus políticas. Esto no se podía permitir. Como muchas fuentes han explicado, España y Portugal fueron algunos de los países que más duramente se opusieron a dar concesiones a Grecia.
El acuerdo ya ha sido objeto de fuertes críticas dentro de Syriza. El primero en romper filas fue el eurodiputado de Syriza, Manolis Glezos, un veterano de la resistencia contra los Nazis, que publicó una declaración dura: «Renombrar a la Troika como “instituciones” y al Memorándum como “acuerdo”, y a los prestamistas como “socios”, de la misma forma que llamar pescado a la carne, no cambia la situación anterior». Correctamente explicó que «el pueblo votó a favor de lo que prometió SYRIZA: acabar con la austeridad, que no es sólo la estrategia de la oligarquía alemana y de los otros países de la UE, sino también de la oligarquía griega. Acabar con los memorandos y la Troika, para abolir todas las leyes de austeridad». Y agregó: «ha pasado un mes y las promesas no se han convertido en realidad. Una pena, una auténtica pena. Por mi parte, PIDO DISCULPAS al pueblo griego porque yo también contribuí a crear esta ilusión».
Glezos no se limitó a criticar el acuerdo, sino que hizo un llamamiento a los militantes de Syriza para organizar la oposición junto a él: «los miembros de SYRIZA, amigos y simpatizantes de todos los niveles de organización deberían decidir en asambleas extraordinarias si aceptan esta situación».
En su declaración contra el acuerdo, la Tendencia Comunista de Syriza también ha pedido un Congreso extraordinario del partido para discutir el asunto, y pedido a los diputados de Syriza, particularmente los del ala izquierda del partido, a votar en contra cuando se discuta en el Parlamento.
Otro diputada de Syriza, Sofia Sakarofa, quien fue expulsada del PASOK en 2010 por negarse a votar por el primer plan de rescate, dijo: «el pueblo nos dio un mandato para acabar con el Memorándum. No tenemos ninguna legitimidad política para hacer lo contrario».
Hasta ahora, sin embargo, los principales dirigentes de la Plataforma de Izquierda de Syriza no han tomado una posición clara. De hecho, todos votaron por Pavlopoulos, de Nueva Democracia, como Presidente de Grecia, aunque algunos expresaron su desacuerdo. Sólo una diputada de Syriza, Ioanna Gaitani, se negó a votar por él.
Algunos de los que se oponen al acuerdo se preguntarán, ¿cuál era la alternativa? El acuerdo fue firmado bajo una gran presión y chantaje. Se ha revelado que los retiros de depósitos de los bancos griegos alcanzaron mil millones de euros en un día. Pero, ciertamente, a nadie debería sorprender que los capitalistas iban a sabotear las acciones del gobierno griego. Era de esperar que los capitalistas europeos no iban a hacer concesiones al gobierno griego simplemente sobre la base de argumentos razonables. ¿ No contaba la dirección de Syriza con un plan B?
Desde el principio, la Tendencia Comunista de Syriza ha estado advirtiendo sobre esto y ha defendido que la única manera de librar esta batalla es tomando acciones preventivas y defensivas decisivas contra los capitalistas: controles de capital, nacionalización de los bancos y entidades financieras, expropiación de la oligarquía, repudio de la deuda. Incluso desde el punto de vista de quienes argumentaron que se podían obtener concesiones a través de duras negociaciones, seguramente se puede entender que no vas a conseguir nada si vas a las conversaciones de negociación desarmado. Por el contrario, Varoufakis no ha dejado de hacer concesiones desde el primer día. El acuerdo del 20 de febrero es la conclusión lógica de la estrategia de la dirección de Syriza.
Había una alternativa, sí, pero implicaba romper con la lógica del capitalismo y la movilización de la clase obrera de Grecia y del resto de Europa. No se puede decir que esto no era posible. Las primeras declaraciones del gobierno, que fueron vistas como un rechazo radical e intransigente del Memorándum, la troika y los planes de austeridad encontraron un respaldo arrollador.
En las encuestas de opinión, SYRIZA saltó del 36% con que ganó las elecciones hasta el 45% de los votos, mientras que Nueva Democracia se derrumbó pasando del 27% al 18%. A la pregunta de si se apoyaba la postura del gobierno en las negociaciones, un 81% dijo que sí. Ésta era la base para adoptar medidas audaces contra el capitalismo, explicando a la población, que enfrentados a la oposición infranqueable de la troika, ésta es la única manera de avanzar.
A medida que se hacía cada vez más claro que el gobierno griego estaba haciendo más y más concesiones en las «negociaciones», el estado de ánimo empezó a hacerse más crítico. Las masas querían que el gobierno adoptase una actitud firme, pero en cambio fue retrocediendo más y más. Esto es adonde nos lleva el enfoque «realista» de Varoufakis y compañía. Pensaron que estaban siendo inteligentes; en cambio, lo que tenemos es un gobierno de izquierda plegado a las presiones del capital financiero europeo.
Todavía no es demasiado tarde. Los partidarios de SYRIZA deben organizar la oposición a este acuerdo. La Plataforma de Izquierda tiene una responsabilidad particular en esto. El camino a seguir es romper con la troika, cancelar la deuda, aplicar las medidas anti-Memorándum del Programa de Salónica en su totalidad y apelar a la movilización de los trabajadores griegos para defender estas medidas. Los trabajadores europeos observan atentamente lo que sucede en Grecia y también podrían responder. De no ser así, se podría preparar el terreno para un eventual fortalecimiento de las fuerzas reaccionarias de la derecha en Grecia.
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