Guerra civil y reacción negra en Irak: un monstruo de Frankenstein del imperialismo levanta la cabeza
La madrugada del martes, los fundamentalistas islámicos que venían del desierto tomaron el aeropuerto de Mosul, sus canales de televisión y la oficina del gobernador. También fueron liberados miles de presos conforme los insurgentes consolidaban sus posiciones en la ciudad.
El ejército iraquí contaba con más de 30.000 soldados estacionados en la ciudad. Sin embargo, estas fuerzas literalmente huyeron sin lucha, abandonando sus armas y vehículos. Los milicianos tomaron su lugar en los bulevares y edificios de la ciudad. De los bancos de la ciudad, se ha informado que los islamistas se han apoderado de $ 480 millones en billetes de banco, y como el ejército iraquí se disolvió también cayeron en sus manos millones de dólares más en armas, desde rifles y chalecos antibalas para vehículos todoterreno (Humvees), hasta artillería pesada, aviones de carga, e incluso helicópteros black-hawk.
Se dice que, al menos, 500.000 personas han huido de la ciudad por miedo a lo que está por venir. Ya el ISIS ha declarado que dentro de dos días se aplicará estrictamente la ley islámica (Sharia) en la zona. Mosul está compuesta de muchas nacionalidades que han estado viviendo juntas durante generaciones. Junto a la mayoría árabe suní, miles de asirios, kurdos, turcomanos, shabaks y armenios también viven en la zona. Ahora los que no son sunitas estarán temiendo lo peor.
Además de ser una de las ciudades más grandes de Irak con hasta dos millones de habitantes, es también un importante centro comercial. La captura de la ciudad es un cambio importante en la guerra civil que se ha estado librando en Siria e Irak y que ahora amenaza a toda la región.
Tras la captura de Mosul, los islamistas lograron tomar la ciudad de Tikrit y la importante ciudad de Baiji que posee la refinería de petróleo más importante de Irak. La toma de la ciudad fue aún más fácil que Mosul ya que los informes indican que la rendición de la policía y de otras fuerzas armadas tuvo lugar después de una llamada telefónica.
El ejército iraquí, que cuenta formalmente con 800.000 hombres (de los cuales, 300.000 en el servicio activo), se está desmoronando, literalmente, en la cara de unos pocos miles de islamistas. Las fuerzas armadas desmoralizadas y hambrientas no tienen ninguna intención de oponer una lucha contra el bien equipado y determinado ISIS. El New York Times informa lo siguiente de la provincia:
«A medida que las fuerzas del gobierno iraquí se derrumbaban en el caos antes del asalto, se especuló que pudieron haber recibido órdenes de sus superiores de que renunciaran sin lucha. Un comandante local de la provincia de Salahuddin, donde se encuentra Tikrit, dijo en una entrevista el miércoles: «Hemos recibido llamadas telefónicas de los comandantes de alto rango que nos pedían que nos rindiéramos. Yo les pregunté sobre esto, y me dijeron: ‘Esto es una orden’».
La ofensiva ha dejado un área que abarca más de la mitad de Irak en manos de los islamistas.
Barbarie
El ISIS tiene sus raíces en las milicias que formaron la rama iraquí de Al-Qaeda. Hasta hace poco era un grupo marginado dentro del movimiento islamista que lo veía como demasiado extremo. Ganó notoriedad por sus métodos brutales y bárbaros de la crucifixión y la decapitación. Estuvo aislado principalmente en el desierto y en áreas tribales del oeste de Iraq, donde la desintegración del Estado iraquí y el atraso de estas áreas permitieron al ISIS ganar un punto de apoyo.
El grupo adoptó el método de atacar las prisiones (un total de 24 cárceles atacadas), con el fin de liberar a los reclusos para reclutarlos. El año pasado atacaron la tristemente célebre prisión de Abu Ghraib, liberando a 1.000 prisioneros. También liberaron 2.400 presos en Mosul recientemente, incluyendo matones y asesinos comunes que se unieron a ellos ansiosos por el botín y el saqueo. Así, algunos de los elementos más podridos de la sociedad iraquí – a excepción de aquellos que están en el gobierno, por supuesto – se han incorporado a los efectivos del ISIS.
Durante el último año ha tratado de intervenir cada vez más en la guerra civil de Siria. Inicialmente buscó fusionarse con el frente de al-Nusra, que era el brazo oficial de Al-Qaeda en Siria. Sin embargo, ya que no podían ponerse de acuerdo sobre los términos de la fusión el grupo tomó distancia. Debido a sus posiciones extremas, se las arregló para hacerse un hueco entre los islamistas aguerridos que habían estado luchando en Siria. Algunas estimaciones, aunque parecen ser exageradas, afirman que hasta la mitad de los combatientes de al-Nusra se unieron al ISIS, que estaba más interesado en la creación de su Califato través de la frontera entre Irak y Siria, que en la lucha contra Assad.
En Siria, la organización tomó relevancia como una milicia particularmente cruel y odiada, estableciendo el control en la región rural fronteriza con Irak. Durante el último año han estado muy ocupados luchando contra otros insurgentes en Siria, mientras Assad los dejó a su suerte. Esta tregua no declarada ayudó a Assad a reforzar su apoyo en casa y puso presión sobre el imperialismo EE.UU., Israel y los Estados del Golfo. Una broma muy extendida entre los periodistas en Siria era que el lugar más seguro de un ataque aéreo en Siria se encontraba en los cuarteles generales del ISIS.
Esto permitió al ISIS consolidar su control sobre una gran parte del este de Siria. Aquí se las arregló para hacerse con el control de muchos campos de petróleo. De acuerdo con un informe, un campo petrolífero muy bien controlado por el ISIS al sur de Raqqa le provee de ingresos de hasta 1,3 millones de dólares diarios, mientras que otros campos en los alrededores de Raqqa les deja medio millón cada día. El grupo también se financia a través de secuestros y rescates de lugareños y extranjeros, incluidos periodistas, así como el robo y el saqueo de las zonas capturadas, incluidos los lugares arqueológicos y fábricas. Además, el ISIS ha tomado el control de los granos y de la producción de algodón en las regiones del este y ha saqueado los silos de grano, uno de los cuales está valorado, se informa, en más de $ 25 millones.
El conflicto en Siria también le ha permitido al ISIS hacerse con un gran arsenal de armas, que consta de las armas incautadas en el combate y armas compradas directamente a los traficantes de armas.
Durante el año pasado, el grupo ha crecido rápidamente. Esto, combinado con el aumento de los ingresos, le permitió tomar iniciativas audaces. Es sobre esta base que la ofensiva del ISIS pudo tomar impulso para ampliarse y desarrollarse. De combatir al ejército iraquí en el desierto y en las áreas tribales, el grupo se trasladó a las ciudades. Su éxito fue una sorpresa, ya que una cosa es vagar montado sobre la guerra ya iniciada en Siria y otra cuestión totalmente diferente es combatir en Irak, con su ejército numéricamente abrumador.
La verdadera razón por la que podría hacerlo es el carácter podrido del régimen mafioso corrupto de Nouri al-Maliki, que ha estado azotando los conflictos sectarios durante años. Sus métodos gangsteriles y la corrupción generalizada le han enemistado con una capa tras otra de la población. Al mismo tiempo, la pobreza y el desempleo son moneda corriente. Según el Banco Mundial, el 28% de las familias iraquíes viven por debajo del umbral de la pobreza. En el caso de que el país se enfrente a una gran crisis, como los conflictos armados de los últimos años, la organización estima que esta tasa podría aumentar hasta un 70%. Miles de familias se alimentan literalmente de la basura y viven en los basureros y barrios marginales.
Con el fin de desviar la atención de esta situación Maliki se ha cebado especialmente contra la población sunita cuyos representantes fueron eliminados sistemáticamente del gobierno y del Estado. Muchos líderes sunitas desaparecieron sospechosamente o fueron asesinados, y una ola de terror fue desatada por las milicias chiítas reaccionarias nutridas por Maliki y sus aliados. Basándose en la superioridad numérica y técnica militar, trató de reprimir a sus opositores sunitas con la fuerza militar.
La guerra contra el ISIS fue apodada como la guerra contra el «terrorismo» y fue utilizada con frecuencia para atacar a los rivales de Maliki, incluso a civiles. Esto empujó a más y más gente a manos del ISIS que prefería a los reaccionarios islamistas antes que el terror de Maliki. En enero, cuando el ISIS trasladó sus tropas a las ciudades, especialmente a Faluya y Ramadi, el gobierno de Maliki trató estas ciudades enteras como zonas de guerra enemigas.
Las acciones del gobierno allanaron el camino para que los fundamentalistas movilizaran a los jóvenes más ansiosos. Los meses de bombardeo indiscriminado de barrios en la provincia de Anbar, estimularon el espíritu de venganza entre los familiares de las víctimas.
En febrero, un grupo de personas inició una campaña de reconciliación entre el gobierno y las tribus locales de la provincia de Anbar. Aunque la campaña tuvo un amplio apoyo el gobierno no retrocedió ni un centímetro. Esto sólo añadió leña al fuego. El gobierno saboteó deliberadamente las recientes elecciones parlamentarias en las áreas sunitas.
Todo esto significó que el gobierno perdió toda legitimidad en las áreas sunitas de Irak. Así, el ISIS, que es la fuerza más decidida y organizada, se las arregló para tomar la iniciativa y ganar impulso, incorporando a otras milicias sunitas, a antiguos funcionarios de alto rango del régimen y del ejército de Saddam Hussein, a muchos jefes tribales, e incluso el apoyo pasivo o activo de la población urbana. Esta es la base de la ofensiva del ISIS.
Los kurdos
En el norte, las continuas acciones autoritarias de Maliki también han conseguido enemistar a la población de la región autónoma kurda. Maliki ha estado exigiendo obediencia a los kurdos, que, sin embargo, han estado equilibrándose entre los gobiernos de Iraq y Turquía. De hecho, durante mucho tiempo el Kurdistán iraquí ha sido un estado independiente de facto. En el último mes los kurdos han incluso comenzado a exportar su propio petróleo eludiendo al gobierno central. Al mismo tiempo, el gobierno ha bloqueado los fondos asignados a la región en el presupuesto. Hace apenas unas semanas el gobierno kurdo advirtió al gobierno central acerca de un inminente ataque a Mosul, pero Maliki no reaccionó.
Los kurdos también tienen sus propias fuerzas armadas, pero debido al deterioro de la relación entre ellos y el gobierno central hicieron poco o nada para ayudarlo contra el ISIS en Mosul. A medida que el ejército iraquí se encontraba en estado de disolución, las fuerzas Peshmerga kurdas ya se han movido y consolidado su control sobre varias zonas del Kurdistán iraquí, que aún no estaban oficialmente bajo el control del Gobierno regional kurdo. Entre éstas han tomado la importante ciudad petrolera de Kirkuk. Ahora, hay inevitables enfrentamientos entre los islamistas y las fuerzas kurdas. Esto, sin embargo, será un desafío mucho mayor para el ISIS de lo que ha sido el ejército iraquí.
Ejército desmoralizado
La velocidad de la disolución del ejército fue una sorpresa incluso para algunos islamistas. En el último par de días se han apoderado de al menos cinco instalaciones del ejército y del aeropuerto de Mosul. El ejército iraquí desesperado se vio obligado a bombardear sus propias bases para evitar la pérdida de más armas a favor del enemigo. El imperialismo de EE.UU. había gastado de hecho $14.000 millones en las fuerzas de seguridad iraquíes a fin de prepararlas para vigilar el país después de que se fueron las tropas estadounidenses, y parte de esto está cayendo en manos de las fuerzas del ISIS.
La enorme inversión en armas está en total contraste con la escasez crónica del propio ejército. Esto ha llevado a deserciones masivas. Los soldados a menudo pasan hambre y carecen de equipo básico y municiones. Comentaristas militares estadounidenses estiman que alrededor del 40%-50% de los soldados ya han desertado. Antes de que las tropas se disolvieran en Mosul, el ejército estaba perdiendo alrededor de 300 soldados al día por deserciones, muertos y heridos.
La táctica del ISIS hasta ahora ha sido la de lanzar una serie de ataques violentos contra las posiciones para retirarse poco después. De esta manera, han estado apuntando a agotar la ya baja moral del ejército con pérdidas mínimas.
The New York Times informaba:
«Un ex soldado que sólo dio su primer nombre, Mohamed, porque desertar es ilegal, dijo que había servido en Ramadi y que sus compañeros comenzaron a desertar hace meses conforme los muertos comenzaban a amontonarse. ‘Me sentí como si estuviera luchando contra ejércitos, no contra un ejército’, dijo Mohamed, de 24 años.
«Los combatientes llegaban en oleadas, enviando terroristas suicidas cuando sus municiones comenzaban a escasear. Mohamed dijo que ocho de sus amigos habían muerto y que él estuvo a punto de serlo también, cuando un proyectil de mortero golpeó su Humvee. Cuando los combatientes lo señalaron como objetivo de asesinato, obligándole a huir, fue casi un alivio.
«Estoy cansado», dijo. ‘Todo el mundo está cansado.’
«El Gobierno ha restado importancia a la magnitud de la crisis, en parte, mediante el registro de los soldados como «desaparecidos» en lugar de como desertores. Los oficiales también culparon del problema a cuestiones no relacionadas – diciendo, por ejemplo, que los soldados no regresaban de vacaciones de sus hogares, pero sólo porque las carreteras que conducían a los campos de batalla se habían vuelto inseguras».
Por encima de todo, el régimen es universalmente detestado por su corrupción y brutalidad. Esta es la razón de que 4-5000 soldados puedan derrotar a un ejército de un número mucho mayor. Nadie está dispuesto a arriesgar su vida por Maliki. Muchos soldados, sobre todo suníes, no ven ninguna diferencia real entre el dominio de un grupo de mafiosos y el de otro. Gran cantidad de equipo militar avanzado no puede verse compensado por este simple hecho.
«Misión cumplida»
Después de la invasión de 2003, George W. Bush proclamó con orgullo «misión cumplida». Sin embargo, como podemos ver, las consecuencias previsibles de las equivocaciones del imperialismo EE.UU. ahora están amenazando con precipitar a toda la región en una guerra civil.
El régimen de Saddam Hussein era una dictadura feroz, pero jugó un papel muy útil desde el punto de vista del imperialismo de EE.UU.. Su régimen mantuvo al país unido (bajo un puño de hierro, por supuesto) y a los islamistas a raya. El derrocamiento de Saddam y, sobre todo, el desmantelamiento de las fuerzas estatales iraquíes por el imperialismo EE.UU. trajo a la superficie todas las tensiones nacionales, tribales y sectarias.
En lugar de mantener a la nación unida, los EE.UU. basaron su dominación de Iraq sobre todas las rivalidades y divisiones sectarias que existían en el país. Fue una táctica clásica de “divide y vencerás”, evitando que los diferentes grupos se unieran contra de la presencia de EE.UU..
Al disolver el ejército de Saddam, los EE.UU. destruyeron el equilibrio militar de toda la región, colocando a los saudíes e israelíes en colisión con Irán, papel que hasta entonces había sido ejercido por las tropas de Saddam.
Como los iraníes inevitablemente terminaron dominando Irak, los países del Golfo comenzaron financiar a grupos fundamentalistas islámicos sunitas en toda la región como un contrapeso a la influencia iraní. Sin embargo, la reaccionaria Casa de Saud puso en marcha un proceso que no pudo controlar completamente. La actual radicalización del movimiento islamista sunita se está convirtiendo en una amenaza directa para el régimen saudí.
Cuanto más tiempo los EE.UU. se mantenían en Irak, más se profundizaban las tensiones sectarias. En medio de todo esto, instalaron a Maliki, quien presidió un gobierno cada vez más corrupto y sectario. Desde el principio, el primer ministro Nouri al-Maliki fue colocado en el cargo como un compromiso entre los iraníes y los estadounidenses. Su debilidad, sin embargo, significaba que sólo podía sobrevivir mediante la profundización de la división sectaria en el país.
Ahora, todos los inteligentes expertos que se pasaron la última década defendiendo a Maliki y la guerra en Irak, le culpan a él del desastre. Por supuesto, Maliki es un gángster particularmente inepto en un régimen de gángsteres. Pero fue precisamente la invasión y ocupación de Irak lo que obligó a los EE.UU. apoyar a estas personas. Él es de hecho una criatura muy similar a Karzai en Afganistán. Esta criatura reaccionaria se ha convertido en una carga para todos, pero quitándolo de en medio se dan cuenta de que se enfrentarían a un escenario aún peor. Su partido, a pesar de ser, con mucho, el más grande en el parlamento, sólo consiguió 92 de 328 escaños, mientras que el segundo partido más grande consiguió 34. Esto demuestra el grado en que se ha fragmentado el país.
La tragedia actual es un resultado directo de esto. El juego imprudente alrededor de la política sectaria que fue introducida por los imperialistas estadounidenses simplemente fue desarrollado hasta sus últimas consecuencias por Maliki. El resultado es lo que estamos presenciando hoy en día, el comienzo de la desintegración de Irak y un colapso total del régimen que ni siquiera pudo reunir el quórum necesario en el Parlamento para imponer ayer un estado de emergencia.
ISIS – una creación del imperialismo
Como un elefante en una cacharrería, los imperialistas estadounidenses han destruido todo lo que han tocado. Cada movimiento que hace la administración de EE.UU. parece ser equivocado. Ellos eliminaron a Saddam Hussein para conseguir un Irak más maleable y tuvieron que librar una costosa e impopular guerra civil en su lugar. Al Qaeda consiguió pronto un punto de apoyo en un país del que, anteriormente, había sido barrida.
Luego, después de la primavera árabe, intentaron derrocar tanto a Gadafi como a Assad. Se apoyaron en sus amigos de Arabia Saudita y Qatar para hacer parte del trabajo sucio. Sin embargo, pronto se enfrentaron al efecto colateral de los islamistas de Libia y Mali armados con las armas y el dinero de Qatar.
Los imperialistas norteamericanos, después de no haber aprendido nada de su experiencia en Afganistán, trataron de apoyarse en los islamistas de Siria, donde se encontraban las tropas más fiables que podían contar para combatir en la guerra que estaba ganando Assad. Es un hecho que el gobierno de EE.UU., de manera indirecta pero consciente, y la CIA, apoyaron directamente a los grupos vinculados a Al Qaeda en Siria y han estado facilitando sus movimientos en la región. El ISIS se limitó a proporcionar a estas tropas un hogar, conforme se radicalizaban en el infierno de la guerra civil.
Esta fue una de las razones por las que los EE.UU. se retractaron de su campaña de bombardeos en agosto del año pasado. Ahora, los islamistas han establecido fortalezas en Libia, Siria e Irak, mientras que antes se limitaban principalmente a Afganistán y Pakistán. ¡»Misión cumplida» desde luego!
Al darse cuenta de lo que ha quedado evidente para todo el mundo – es decir, el desesperado lío en el que se han metido – en el último año el gobierno de EE.UU. ha entrado en una alianza de facto no proclamada con los iraníes y Assad sobre la cuestión de poner freno a la islamistas que ahora dominan el campo anti-Assad de la guerra civil siria. No está claro, sin embargo, si la propia CIA ha seguido esta línea o si seguía apoyando a los islamistas.
Lo mismo puede decirse acerca de la clase dominante turca que desde el comienzo de la guerra civil de Siria ha estado apostando todo a la caída del régimen de Assad. Parecería que Erdogan no tiene ni idea de lo que está haciendo. Después de años de acoger a miles de combatientes de la oposición y cerrar los ojos a su composición cada vez más dominada por los fundamentalistas islámicos, el régimen de Erdogan se ha despertado con una grave amenaza para la estabilidad de la propia Turquía. El ISIS ha tomado alrededor de 80 ciudadanos turcos como rehenes. Entre ellos hay 3 niños y 28 conductores de camiones. Sin duda, esto no va a ser popular en Turquía, donde las aventuras imperialistas de Erdogan ya son una fuente importante de insatisfacción. Sólo recientemente el país declaró al frente al-Nusra como organización terrorista. Pero podría ser demasiado tarde. Unidades islamistas ya han desarrollado un reconocimiento profundo de las porosas fronteras del país y su contención llevará un gran costo para Turquía.
Los iraníes, por otro lado, en alianza con Bashar Assad, permitieron que el ISIS vagara en el este de Siria como medio de ejercer presión sobre el oeste y con el fin de utilizarlos como espantapájaros para la población siria. Sin embargo, ahora toda la región en la que ellos han intervenido ha sido desestabilizada, y las rutas de suministro de Irán a Siria y Líbano, han sido efectivamente bloqueadas, obligándolos a tomar medidas más laboriosas y costosas para apoyar a sus grupos afines en Líbano y a su aliada Siria. La situación amenaza con arrastrarlos a la guerra civil, que podría continuar durante años.
El ISIS no es, pues, más que el resultado de las acciones colectivas de las diferentes potencias que juegan la partida. Ellos derraman lágrimas de cocodrilo hoy, pero han utilizado cínicamente el sectarismo para favorecer sus propios intereses. Han creado un monstruo que ahora amenaza con desestabilizar toda la región. Y ahora, con las consecuencias, se miran unos a otros sin saber qué hacer.
Existe una presión creciente para que los EE.UU. intervengan militarmente de nuevo, que es lo último que Obama querría. No hay apetito en Washington y sobre todo entre la opinión pública norteamericana para otra aventura costosa. Los Republicanos, por supuesto, saltarán arriba y abajo exigiendo una acción militar, pero en realidad la administración tratará de limitar su participación tanto como sea posible.
Ahora la atención se centra en los iraníes, la nueva potencia emergente de la región. Ya se ha informado que la Guardia Revolucionaria iraní se ha movilizado y que las tropas se han agrupado en la frontera con Irak. Se afirma que los iraníes moverían tropas de tierra, junto con ataques aéreos estadounidenses y ataques con aviones no tripulados (drones). Esto es una continuación de los últimos años de distensión entre los EE.UU. y los iraníes.
Los EE.UU. han enfurecido a sus aliados en Arabia Saudita y Qatar, por no hablar de Israel, a través de sus vacilaciones constantes. En cambio los EE.UU. se han visto obligados a recurrir cada vez más a Irán, que desde la desaparición de Irak se ha convertido en la potencia regional dominante. El acuerdo que se está negociando con Irán no es más que el reconocimiento de un hecho.
Los iraníes podrían tener que hacer un movimiento con el fin de defender sus intereses, sin embargo, dudan en entrar en las mismas arenas movedizas que atraparon a los estadounidenses durante una década y que les costó un billón de dólares. Está claro que no hay fuerza en el Oriente Medio, que puede mantenerse en el oeste de Irak contra su voluntad. Y los iraquíes sunitas no van seguramente a darles la bienvenida a las fuerzas chiítas de Irán. Una ofensiva militar por parte de Irán y los EE.UU. en Irak sólo añadiría combustible a la crisis.
El gobierno turco ha dado luz verde para que su ejército realice operaciones transfronterizas, con el pretexto de salvar a los rehenes turcos. Sin embargo, ni Turquía ni Arabia Saudita pueden intervenir con decisión sin causar un desastre aún mayor. De hecho, cualquier intervención hostil sólo reforzaría al ISIS. Ellos han sido militarmente inferiores durante la mayor parte de su existencia, pero han sido los ataques despiadados de la camarilla de Maliki contra la población sunita, lo que ha empujado a la población detrás suya.
No está claro lo que va a pasar ahora. Lo que está claro es que el impulso moral y financiero que el ISIS ha recibido lo fortalecerá en el próximo período, permitiéndole consolidar sus fuerzas. Ahora se acercan a Bagdad desde el norte, pero es probable que se enfrenten a una resistencia más motivada conforme se acerquen a la capital. Es posible que traten de atacar y desestabilizar al gobierno central, después de lo cual se retirarán de nuevo y consolidarán sus posiciones más alejadas de la capital.
En cualquier caso, el proceso de desintegración de Irak como nación se ha acelerado de forma espectacular. Las áreas tribales del oeste estarán fuera del control del gobierno central y cualquier acuerdo con ellas sólo serán temporales. Las zonas kurdas actuarán cada vez más como un país independiente.
Una división sectaria del país dará lugar a purgas, pogromos, ataques terroristas y a una sangrienta guerra de desgaste entre los diferentes grupos étnicos que componen el pueblo iraquí, que durante siglos habían vivido juntos en paz. Lo que una vez fue la cuna de la civilización se está sumiendo en la barbarie. Este es el resultado de los juegos cínicos de los imperialistas que siempre han explotado las diferencias étnicas para favorecer sus propios intereses codiciosos.
Sobre la base de la falta de un movimiento independiente de los trabajadores para luchar contra los imperialistas y su sistema corrupto, los fundamentalistas fueron capaces de obtener un punto de apoyo en el país apoyándose en los elementos más reaccionarios. Así, durante todo un período, la solución a la crisis en Irak, al igual que en Siria, se encuentra fuera de sus propias fronteras. Un movimiento revolucionario en los países vecinos, en el que la clase obrera tiene que jugar un papel decisivo, puede cambiar la situación en Irak.
La revolución árabe mostró el potencial de un levantamiento regional de los pueblos de esta región. En Egipto hemos visto la movilización de millones, derribando en primer lugar al régimen de Mubarak y luego a Morsi. En Turquía vimos movilización de masas del año pasado y, más recientemente, la protesta masiva por la muerte de los mineros en Soma. En Irán, el movimiento revolucionario 2009 nos dio un panorama de lo que está por venir en el futuro. Incluso en Arabia Saudita existen murmullos de una oposición de masas.
En Irak, así como en Siria y Libia, sin embargo, vemos cómo la reacción negra puede levantar su fea cabeza. Las masas no quieren a las fuerzas fundamentalistas islámicas reaccionarias en el poder. Es sólo el fracaso total del capitalismo para ofrecer una solución a los problemas candentes de los trabajadores, lo que ha abierto espacio para que estos elementos ganen una base.
La única clase que puede ofrecer una salida y ofrecer soluciones reales en el Medio Oriente es la clase obrera. Las distintas burguesías nacionales de la región están podridas hasta la médula. Deben ser derrocadas. La podredumbre del capitalismo y del imperialismo en Irak es la causa del estancamiento actual. La barbarie absoluta es todo lo que pueden ofrecer. Sólo eliminándolos a ellos y a su podrido sistema de una vez por todas puede ser asegurada una existencia civilizada para el beneficio de la mayoría.
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