Honduras, hacia dónde va el movimiento y nuestras tareas
“Los países coloniales y semi-coloniales son por su misma naturaleza países atrasados. Pero estos países atrasados viven en las condiciones de la dominación mundial del imperialismo. Es por eso que su desarrollo tiene un carácter combinado: reúnen al mismo tiempo las formas económicas más primitivas y la última palabra de la técnica y de la civilización capitalista. Esto es lo que determina la política del proletariado de los países atrasados: está obligado a combinar la lucha por las tareas más elementales de la independencia nacional y la democracia burguesa con la lucha socialista contra el imperialismo mundial. Las reivindicaciones democráticas, las reivindicaciones transitorias y las tareas de la revolución socialista no están separadas en la lucha por etapas históricas sino que surgen inmediatamente las unas de las otras.” (León Trotsky, El Programa de Transición)
El periodo reciente y la dictadura
La implantación de la dictadura de Porfirio Lobo ha significado un duro golpe para el movimiento organizado en torno al Frente Nacional de Resistencia Popular, para el pueblo hondureño y todas las conquistas históricas de los trabajadores.
Desde un inicio se tenía claro que este gobierno venia de la mano del golpista Micheletti, de la oligarquía hondureña y el imperialismo norteamericano, que avaló el escandaloso fraude electoral.
La imposición de Lobo y la dictadura de la oligarquía tienen como objetivo no solo detener el proceso de organización y radicalización que se vive en el pueblo, sino implementar una serie de medidas políticas, económicas y militares para recuperar el control del gobierno.
Ninguna de estas políticas puede beneficiarnos a los trabajadores pues los intereses son totalmente contrapuestos. Cada una de las medidas para apoyar a la oligarquía nacional y el imperialismo chocan con los intereses de nosotros los trabajadores. Desde el comienzo, el movimiento no ha tenido un gramo de confianza a este gobierno, cosa que es muy correcta
En términos concretos, el gobierno de Lobo ha permitido que los precios de las mercancías se incrementen de forma brutal, en algunas incluso al 100 por ciento, por otro lado el mísero aumento salarial que ha presentado este gobierno es una burla. Paralelamente a estos ataques, la represión de la oligarquía no ha cesado. Se ha asesinado a más de 160 militantes de la Resistencia contra la dictadura, se ha golpeado a los sindicatos más combativos, como el de los profesores, se ha reforzado la militarización del país, se ha permitido la matanza de campesinos que luchaban por sus tierras y claramente hay grupos paramilitares al servicio de la oligarquía operando en el país.
La crisis capitalista y los ataques a los trabajadores
Uno de los argumentos más utilizados por la dictadura es que en el ambiente de crisis internacional se tienen que tomar medidas contra la crisis, en realidad lo que se aplican son medidas para cargar el peso de la crisis sobre las finanzas de los trabajadores. Así lo demuestran los planteamientos que hace el gobierno sobre las modificaciones a las leyes laborales que plantean, a grandes rasgos, la desaparición de los derechos laborales como la antigüedad, derecho a las jubilaciones, vacaciones, etc.
Estas son las mismas políticas que se implementan en todos los países en América Latina, las burguesías locales están más preocupadas por atender los problemas de los pobres bancos trasnacionales y la oligarquía americana que de los pobres y trabajadores.
Esta política criminal ataca todos los derechos mínimos y fundamentales como lo es el derecho al trabajo y con esto el mismo derecho a la vida, pues sabemos que quien no trabaja simplemente no come. Este es el mejor ejemplo de cómo la dictadura de Porfirio Lobo y todo el sistema capitalista a nivel internacional son incapaces de poderle brindar lo mínimo a la población.
La respuesta de los trabajadores
Como respuesta hemos tenido las movilizaciones de los sectores magisteriales y sindicales de Honduras. El 11 de noviembre miles de trabajadores se manifestaron en contra del ridículo aumento al salario mínimo, contra la desindexación a los profesores y contra el aumento de los precios de la canasta básica.
Este paro es un paso adelante en la vida de la resistencia, sin embargo el gobierno se ha mantenido firme. La experiencia que hemos podido ver en otros países nos arroja luz sobre la forma en que tenemos que luchar. En Grecia, país europeo que está sometido a fuertes presiones por el imperialismo, se ha aplicado adelante un fuerte plan de ajuste contra los trabajadores y estos han respondido con 7 huelgas generales en lo que va del año y sin embargo el gobierno no ha retrocedido. Así podemos ver algunos otros países donde los trabajadores han salido a las calles, sin embargo hasta ahora los resultados son los mismos.
Esto sucede, no por falta de sensibilidad de las clases poseedoras. En el marco del sistema capitalista los buenos o malos deseos se hacen a un lado en pos de los intereses. La situación a nivel internacional plantea un panorama muy negro para la burguesía, la recuperación económica de la que tanto alardea es sobre la base de la destrucción de derechos laborales y así seguirá siendo.
Los enormes déficits y deudas acumuladas por la clase dirigente para tratar de salir de la recesión, los van a pagar ahora los trabajadores en forma de recortes a los gastos sociales, a las pensiones, recortes salariales y ataques a los derechos adquiridos. Para poder recuperar su tasa de ganancia la burguesía en todo el mundo va a tener que aplicar una política de austeridad permanente. En este período no hay margen de maniobra para concesiones ni reformas a la clase trabajadora. Las luchas van a ser mucho más duras y va a ser necesaria una movilización masiva y duradera para arrancar concesiones o frenar ataques.
Podemos decir que el paro y toma de carreteras que hasta ahora ha encabezado el Frente es importante porque sienta precedentes de lucha y organización. Sin embargo para detener estos ataques se va a necesitar mucho más, no un paro o dos, sino una movilización tal que lleve al derrumbamiento de la dictadura. Incluso en ese caso, el problema siguen siendo los límites del sistema capitalista. No basta cambiar a un gobierno más democrático, hay que cambiar de sistema de producción para garantizar una vida digna.
El periodo revolucionario
Además en Honduras se agrega otro elemento muy importante, desde el momento en que la burguesía decidió echar a Mel Zelaya de la presidencia con el golpe de estado del 28 de junio del 2009, se ha abierto un periodo revolucionario. Miles, millones de jóvenes, trabajadores y amas de casa han participado activamente en la lucha. Ésta es la característica esencial de una revolución: la participación de las masas en la vida política e intentar tomar el destino entre sus manos.
Una revolución no es un acto aislado, sino un proceso que tiene altas y bajas. No es un proceso lineal de acenso hasta la victoria, en realidad es un proceso de grandes cambios a derecha a izquierda a través del cual las masas aumentan su nivel de conciencia. Nosotros hemos podido ver todo esto en Honduras. Su heroico pueblo ha salido a ofrecer su vida en la lucha contra la explotación, por un mundo mejor donde se pueda vivir y contra la imposición de la burguesía.
Pero también hemos visto lo otro, periodos en donde las masas han dado un pequeño paso atrás, se han parado a reflexionar que es lo que han hecho, hasta donde han llegado y que es lo que han conseguido. Esto es normal y necesario. Un movimiento de masas no se puede mantener en ascenso permanente ni en movilización permanente. Los trabajadores comunes y corrientes que en él participan tienen que comer y atender a sus problemas cotidianos.
Además de esto tenemos que sumarle el duro peso que ha significado esta crisis económica y hasta cierto punto una leve desmoralización por no haber podido evitar la llegada de Lobo al poder. Si no tomamos en cuenta esto podemos caer en errores impresionistas u oportunistas.
Hace algunos días los compañeros de la agrupación política Los Necios escribieron un documento titulado: “A la revolución no se llega por atajos” donde destacan, dentro de otras cosas, la necesidad de dejar de luchar por puestos de dirección e integrarse al trabajo de organización y de base. Eso por supuesto es cien por cien correcto, la revolución no se gana con buenos discursos sino en la lucha cotidiana y la conquista de posiciones políticas entre las masas.
En general el documento hace aportaciones importante sobre la necesidad del trabajo cotidiano del Frente, sin embargo llega a un punto donde habla de la “insurrección popular constante y en aumento”.
Es importante detenernos un poco a analizar este planteamiento, desde nuestro punto de vista el movimiento que encabeza el FNRP ha entrado en un periodo de reflujo, no queremos decir que se haya terminado el proceso revolucionario, simplemente que por ahora las masas han dado un pequeño paso atrás para tratar de recuperar su vida corriente y esperan una coyuntura para expresarse nuevamente.
Esto se demuestra por la participación y la asistencia a las últimas dos movilizaciones que se convocaron el 8 de septiembre y el 11 de noviembre. En ambas ocasiones se convocaron un paro nacional para frenar los ataques de la dictadura y tratar de reorganizar el movimiento, el resultado no ha sido los mejores, la vanguardia es la que ha estado al frente, sin embargo las masas no se han sumado como en otras ocasiones.
Reiteramos, esto no quiere decir que el proceso se ha terminado, simplemente las masas se han dado cuenta que con las movilizaciones desorganizadas, a falta de una claridad política por parte de su dirección, y ahora se abstienen de participar, aunque sus simpatías sigan con el FNRP.
En este ambiente hablar de una insurrección popular constante es aventurado. Una insurrección es la parte más decisiva de una revolución, es una parte, tal vez la más importante de todo el proceso, donde la vanguardia se prepara para tomar el poder por asalto, donde los destacamentos más avanzados y decididos tiene que pasar a la ofensiva, a la toma del poder.
Si lo que se quiere decir es que necesitamos seguir avanzando en la organización, como más abajo se comenta en dicho documento, esto es cien por cien correcto, tenemos que trabajar en la organización barrial, sindical, estudiantil y campesina. Esto está avanzando:
“Juan Barahona, informó, este domingo, que han ampliado de 56 a 582 delegados y delegadas, la representación territorial y de las organizaciones sociales y políticas, como uno de los acuerdos tomados en la Asamblea, realizada este sábado en Siguatepeque.” (Lunes 22 de Noviembre de 2010 10:29 Red Morazánica de Información)
Este trabajo se tiene que profundizar, como bien lo dice el documento de los compañeros de Los Necios. Al mismo tiempo debemos de avanzar en el proceso de clarificación política y en la elaboración de las consignas y tareas históricas que tiene el Frente en el próximo periodo.
Nuestras tareas inmediatas
Como lo hemos explicado, el movimiento ahora mismo no está al nivel que se tenía en las movilizaciones contra el golpe de estado. Esto se nota en la vida cotidiana del FNRP, son menos los compañeros que se integran a las tareas cotidianas. Esto se debe de comprender, era normal que sucediera, lo anormal seria lo otro, tener a las masas todo el tiempo participando. Este hecho es el que tiene que guiar nuestras tareas. El Frente tiene que caminar en la consolidación de sus cuadros políticos, aclarar sus tareas y definir el trabajo de organización barrial.
No podemos comprender que con el hecho de ir asumiendo tarea tras tarea el Frente recuperara la fuerza en las calles, eso se dará solo, si no se cometen muchos errores, cuando las masas se lancen a las calles encontrando en el FNRP una herramienta para luchar. Para ese momento nos tenemos que preparar.
Una de las principales discusiones que se tienen que dar entre todos los cuadros es hacia dónde se quiere dirigir esta lucha. El pliego petitorio que ha emitido el FNRP en el último paro son demandas correctas, sin embargo imposibles de que se cumplan bajo la dictadura. El hecho de que Lobo pueda mejorar los niveles de vida, pueda convocar a una constituyente o que esclarezca los asesinatos políticos que han sucedido en el último periodo es casi pedir a un tigre que coma lechuga en vez de carne.
Esas tareas son nuestras, nadie las va a resolver por nosotros. Pero todas se resumen en la tarea de terminar con la dictadura. Esa debería de ser una de las principales consignas que no se deberían de perder en la dinámica de demandas coyunturales. La otra y muy importante es que esta dictadura se tendría que derrocar e implantar una constituyente revolucionaria, no solo tenemos que luchar por una nueva constitución, sino por un nuevo estado de cosas y que una constitución las avale.
Para esto tenemos que entrenar y dirigir nuestros cuadros sobre la idea de la necesidad de desterrar al capitalismo y todos sus órganos parlamentarios y herramientas ideológicas que lo mantienen en el poder. La lucha por el socialismo está limitada por el trabajo que podamos realizar, de organización y concientización en las asambleas de barrio, fabricas, escuelas, etc.
Todo esto nos lo permitirá hacer el nuevo acenso de las masas en la lucha. Ahora para que el Frente pueda jugar el papel de dirigir esta lucha hacia allá tiene que, en primer lugar, aclarar y discutir desde un punto de vista ideológico. Tenemos que dar la lucha porque se dé un debate democrático sobre el programa del FNRP. Si nuestra lucha es solo un gobierno un poco más democrático o un estado socialista, si los nuevos gobernantes tienen que ser los dueños de las empresas, de tierras y los medios de comunicación o el pueblo organizado.
Sabemos que dentro del FNRP no hay una homogeneidad. Hay sectores que vienen del viejo partido liberal cuya idea es simplemente regresar a Mel a la presidencia. Hay otros que están en una franca lucha por desarrollar las tendencias socialistas y que éstas sean las dominantes y sobre esta idea empujar la lucha.
Creemos que este debate se tienen que dar a todos los niveles del Frente, no solo en la dirección sino entre las bases, los trabajadores de las fábricas, donde los sindicatos afiliados al FNRP son mayoría. Sería una forma estupenda de involucrar a las masas en la edificación de su propio programa de lucha.
Ciertamente habrá sectores que no querrán esta discusión porque ellos solo aspiran a una democracia “normal”, pero en realidad no existe tal cosa. Recordemos cómo era la vida antes de que Mel entrara en conflicto con la oligarquía, quienes eran los que gobernaban y que ley regía nuestro actuar, ninguna otra más que la de la explotación del hombre por el hombre, la del trabajo agotador para engrosar las arcas de la oligarquía. Cuando Mel quizo aplicar algunas reformas progresistas y empezó a aglutinar al pueblo con la consigna de una Asamblea Constituyente, simplemente llegaron a la conclusión que debían imponer una dictadura
Si nosotros logramos luchar por aclarar ideológicamente nuestros objetivos podremos llegar a una conclusión, mucho más fácil, de nuestra participación en todas las demás tareas tácticas, por ejemplo las elecciones u otras más.
Si tenemos como consigna principal la reorganización del movimiento, la clarificación política de avanzar hacia el socialismo y formamos a los cuadros que puedan ir a explicar estas ideas, el trabajo electoral, por poner un ejemplo, puede ser un trabajo de fuerte agitación política por una nueva sociedad.
El FNRP no puede alejarse de la discusión que ahora hay en el país, por ejemplo las elecciones. El objetivo de la oligarquía en estas elecciones es volver a legitimarse, esta vez, si es posible, incorporando a una Resistencia dividida o recuperada al juego de la “democracia” burguesa. Para eso ya se están preparando las maniobras a través de sectores del Partido Liberal y de lo que queda de la Unificación Democrática. De esta manera se obligaría al FNRP a participar en esas elecciones con candidatos que no controla y que no responden totalmente a la voluntad del pueblo, pero que de alguna manera se pudieran presentar como el mal menor o como “la alternativa”.
Lo que hay que discutir es cómo se puede aprovechar la coyuntura electoral para avanzar en los objetivos revolucionarios de la resistencia, de lo contrario lo que va a suceder es que la oligarquía va a usar las elecciones para dividir, atomizar y neutralizar a la resistencia. Como dice correctamente el compañero Tomás Andino la cuestión “no es discutir sobre a quién ponemos de candidato o candidata, sino en cómo creamos condiciones en el pueblo que nos permitan generar un levantamiento social que lleve al poder a la Resistencia Popular,” y clarifica que esto “no quiere decir que no debamos utilizar la coyuntura electoral, sino que podemos y debemos hacerlo con nuestra propia estrategia, no sumándonos a la estrategia del enemigo.”
Las elecciones tienen que ser aprovechadas para desplegar una amplia campaña de agitación en torno al socialismo. Pero el trabajo electoral hay que hacerlo de manera revolucionaria, utilizando las elecciones como altavoz para la agitación política y no con el objetivo solamente de conseguir diputados a un parlamento burgués. Los candidatos del FNRP tienen que ser votados por mayoría simple en asambleas de barrios y fabricas, es decir, elegidos por la base. Su programa también se tiene que someter a la más amplia discusión popular. Al mismo tiempo, y para que el pueblo revolucionario tenga el control de sus representantes, hay que establecer el principio de que los diputados deben ser revocables en el momento en que ya no cumplan con sus tareas, previamente delimitadas por la asamblea del Frente.
Este trabajo no tiene por qué ser nuestra prioridad, pero sí tiene que jugar un papel en la lucha por ganar un altavoz en el parlamento y hacer comprender a la mayoría de la población lo inoperable de la “democracia parlamentaria” y dar pie a una mayor organización de base. Esta tarea está ligada a las demás, a la de nuestra liberación como trabajadores, a luchar por el socialismo.
Ubaldo Oropeza – Corriente Marxista Internacional
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