¿Adónde va la revolución venezolana? Una contribución al debate sobre la propiedad y las tareas de la revolución
En el mundo exterior, el objetivo es intensificar la campaña de desinformación sobre la situación en Venezuela, que está siendo sistemáticamente organizada por los imperialistas y sus medios de comunicación a sueldo. Dentro de Venezuela, la oposición quiere usar el resultado de las elecciones para influir en la opinión pública, presionando para el «pluralismo» y para «una legislación más tolerante». Incluso, han exigido insolentemente la «liberación» de dos presos, Biagio Pilieri y José «Mazuco» Sánchez, que fueron elegidos a la Asamblea Nacional mientras que están en la cárcel por corrupción y asesinato.
Como predijimos, la elección ha servido para envalentonar a los contrarrevolucionarios. Sumado a esto tenemos el evento en Ecuador con el intento de golpe de Estado contra Rafael Correa, que es una advertencia directa al gobierno de Chávez. El autor de estas líneas ha apoyado de forma consistente la Revolución Bolivariana y la ha defendido de sus enemigos. Mi lealtad personal a la Revolución no puede ponerse en duda, pero siempre he hablado con franqueza de forma honesta y he hecho críticas que considero justas. Si estas críticas han molestado a algunas personas, lo siento mucho, pero no voy a dejar de defender mi punto de vista, para evitar ofender a unos pocos. El destino de la Revolución es demasiado importante como para que sea decidido por consideraciones diplomáticas.
La Revolución Bolivariana tiene muchos amigos así como muchos enemigos. La gran mayoría de sus amigos son trabajadores, campesinos, jóvenes revolucionarios comunes e intelectuales progresistas. Son amigos leales y honestos. Pero también hay algunos falsos amigos: personas que inicialmente no mostraron interés en la Revolución Bolivariana, aunque más tarde se subieron al carro. Aplauden cortésmente cuando Chávez hace un discurso, pero en realidad no muestran el menor interés en la lucha por el socialismo.
Los aduladores no son amigos de verdad, sino mercenarios hipócritas que te abandonarán en el momento de necesidad. ¿Cuántos aduladores han pasado por Miraflores en los últimos once años, sólo para terminar en el campo de la contrarrevolución? Un verdadero amigo no es alguien que siempre te alaba y está de acuerdo con todo lo que uno dice. Un verdadero amigo es alguien que no tiene miedo de mirarte fijamente a los ojos y decir: «Amigo mío, creo que están cometiendo un error».
Los resultados de las elecciones recientes revelaron tanto los puntos fuertes como los débiles de la Revolución Bolivariana. Pusieron de manifiesto la lealtad y determinación de los trabajadores y campesinos para defender la revolución y derrotar a la contrarrevolución. Esta determinación de las masas ha sido la fuerza motriz de la Revolución desde el principio. Ha salvado la Revolución en cada coyuntura crítica. La salvó de nuevo en las elecciones del 26 de septiembre. Pero, ¿cuánto tiempo puede mantenerse esta lealtad a menos que la Revolución se lleve a cabo de una forma decidida?
¿Qué conclusiones podemos sacar?
El 2 de octubre, tras las recientes elecciones a la Asamblea Nacional de Venezuela, el presidente Chávez hizo un discurso en el Teatro Teresa Carreño en una reunión con los recién elegidos miembros del PSUV de la Asamblea Nacional. El discurso completo se encuentra en internet en dieciséis partes: http://www.aporrea.org/actualidad/n166785.html
El discurso tiene muchos puntos correctos. El Presidente hizo hincapié en el éxito del PSUV, que impidió la victoria de la oposición contrarrevolucionaria. «Hemos derrotado a la contrarrevolución, sin ninguna duda», dijo. No hay duda de que el resultado electoral representó una victoria en el sentido de que la Revolución consiguió bloquear a la contrarrevolución, que estaba tratando de ganar la mayoría de la Asamblea Nacional. Después de once años, esto demuestra que la Revolución todavía tiene importantes reservas de apoyo entre las masas.
Pero es igualmente innegable que la oposición ha avanzado y se encuentra en una posición más fuerte de lo que era antes. Durante su discurso, Chávez dijo que había que investigar las causas de la pérdida de un millón de votos (desde 2009) y admitió que podría ser un reflejo de los problemas locales o regionales. A menos que reconozcamos estos problemas y tomemos medidas para corregirlos, las consecuencias para la Revolución serán muy graves. Por tanto, es necesario hacer una valoración equilibrada de las elecciones que realmente tome en cuenta el estado de ánimo de las diferentes clases de la sociedad.
¿Qué conclusiones podemos extraer de los resultados de las elecciones? La respuesta a esta pregunta depende del punto de vista de cada uno. En última instancia, dependerá de los intereses de la clase que cada uno defiende. Los contrarrevolucionarios que defienden los intereses de la oligarquía, que tratan de disimular con una retórica «democrática» falsa, dirán que demuestra que la revolución se encuentra en retirada y que la oposición está ahora en posición de ganar una mayoría en las elecciones presidenciales de 2012.
Los reformistas, que representan la influencia de las ideas burguesas en el movimiento bolivariano, argumentarán de la siguiente manera: las elecciones demuestran que no tenemos el apoyo suficiente para seguir adelante con las políticas revolucionarias y las expropiaciones que alienarán a las clases medias. Por lo tanto, debemos disminuir el ritmo del cambio, dar un paso atrás y llegar a un compromiso con la burguesía y la oposición en el «interés nacional».
Los marxistas, que representan la tendencia revolucionaria más consistente, dicen que las elecciones mostraron un creciente descontento y la impaciencia de las masas con la lentitud de la Revolución. La burguesía, que aún controla los puntos clave en la economía venezolana, está saboteando la producción, negándose a invertir y cerrando fábricas. Los contrarrevolucionarios se están aprovechando del sabotaje económico para atacar y socavar la Revolución. Con el fin de defender la Revolución, es necesario tomar medidas serias contra los terratenientes y capitalistas, para poner fin a su poder de una vez por todas.
Es fácil ver que las dos primeras tendencias están fundamentalmente de acuerdo. La única diferencia entre ellos es que los abiertamente contrarrevolucionarios no esconden su odio a la Revolución y su voluntad de destruirla por todos los medios a su disposición, ya sean parlamentarios o extra parlamentarios, legales o ilegales, pacíficos o violentos. Los reformistas defienden el orden burgués existente, pero ocultan este hecho bajo una apariencia hipócrita de «moderación», de la necesidad de «no ir demasiado rápido», de «no alienar a la clase media», de no ser «demasiado extremos», y así sucesivamente.
Algunos, como el Vice-presidente Elías Jaua, defienden «un Gran Bloque Patriótico» ¿Qué significa esto? Las fuerzas que apoyan la revolución son muy claras: los trabajadores, los campesinos, los pobres de las ciudades, la juventud revolucionaria y los intelectuales progresistas, es decir, todas las fuerzas vivas de la sociedad venezolana. Estos ya representan un «bloque popular». ¿Qué otras fuerzas quieres incluir? Este lenguaje ambiguo se concibe como una pantalla para incluir la llamada burguesía progresista nacional. Pero tal cosa no existe y nunca ha existido.
Esta es una trampa para la Revolución. El siguiente paso será decir: No podemos ir demasiado rápido. ¡Hay que tener en cuenta la opinión de nuestros «aliados» burgueses! No hay que alienar a la clase media, etc., etc. Como veremos, esto es muy peligroso porque debilitará la revolución y la desviará de su objetivo real, que es una transformación a fondo en beneficio de los obreros y campesinos.
¡Ninguna conciliación con la burguesía!
En su discurso, el Presidente mostró que era consciente de este peligro. Hizo hincapié en que no habrá reconciliación con la oposición contrarrevolucionaria y que no hay ninguna perspectiva de compromiso con la burguesía. Respondiendo a los reformistas que abogan por una «tercera vía» entre el capitalismo y el socialismo, Chávez dijo: «No hay espacio en esta Revolución para una tercera vía». Y advirtió: «No hay conciliación con la burguesía y la contrarrevolución».
Esta será bienvenido por todo revolucionario verdadero. Pero en otras partes de su discurso, el Presidente critica a lo que él se refiere como puntos de vista «extremistas» expresados por algunas personas (sin identificar):
«También hay opiniones, algunos que dicen: ‘no logramos la meta’ o ‘nos derrotaron’. ‘¿Por qué la revolución no ha avanzado?’ ‘Porque tenemos que expropiar toda la banca y todas las empresas y no sé cuantas otras cosas’. Extremos. Extremos. Yo creo que aquí nadie, honestamente, debería dejarse llevar por sus apreciaciones particulares, por sus visiones personales. Esta mañana en mi escrito ‘Las Líneas de Chávez’ he intentado acercarme lo más posible a la verdad, sin dejarme llevar ni por un extremo ni por el otro extremo».
Es evidente que la Revolución debe tratar de evitar los extremos. Debe esforzarse en adoptar una línea correcta que le permita derrotar a sus enemigos y avanzar a la consecución de sus objetivos fundamentales. La impaciencia es un error y proceder demasiado rápido, demasiado pronto, puede ser tan peligroso como hacer lo contrario. Pero, ¿en qué consiste este extremismo? Según el Presidente, es una tendencia que aboga por la expropiación de todo, incluso de las pequeñas empresas, una política ultra izquierdista que alienaría a la clase media, y el Presidente agregó: «No hay cuatro o cinco millones de oligarcas».
Esto es obviamente cierto. Mucha gente de clase media y los pequeños propietarios han sido realmente envenenados y engañados por la oposición. Es necesario ganarles a la revolución. La pregunta es: ¿cómo se logra esto? La cuestión de la clase media y la forma de ganarla es obviamente una cuestión clave. Nunca ha sido la intención de los marxistas de expropiar la propiedad de las clases medias. Esto ya se ha explicado en El Manifiesto Comunista, donde Marx y Engels hablan de la propiedad privada así:
«Se nos reprocha que queremos destruir la propiedad personal bien adquirida, fruto del trabajo y del esfuerzo humano, esa propiedad que es para el hombre la base de toda libertad, el acicate de todas las actividades y la garantía de toda independencia».
«¡La propiedad bien adquirida, fruto del trabajo y del esfuerzo humano! ¿Os referís acaso a la propiedad del humilde artesano, del pequeño labriego, precedente histórico de la propiedad burguesa? No, ésa no necesitamos destruirla; el desarrollo de la industria lo ha hecho ya y lo está haciendo a todas horas».
«¿U os referís a la moderna propiedad privada de la burguesía?»
«Decidnos: ¿es que el trabajo asalariado, el trabajo de proletario, le rinde propiedad? No, ni mucho menos. Lo que rinde es capital, esa forma de propiedad que se nutre de la explotación del trabajo asalariado, que sólo puede crecer y multiplicarse a condición de engendrar nuevo trabajo asalariado para hacerlo también objeto de su explotación. La propiedad, en la forma presente, no admite salida a este antagonismo del capital y el trabajo asalariado. Detengámonos un momento a contemplar los dos términos de este antagonismo».
«Ser capitalista es ocupar un puesto, no simplemente personal, sino social, en el proceso de la producción. El capital es un producto colectivo y no puede ponerse en marcha más que por la cooperación de muchos individuos, y aún cabría decir que, en rigor, esta cooperación abarca la actividad común de todos los individuos de la sociedad. El capital no es, pues, un patrimonio personal, sino un poder social».
«Los que, por tanto, aspiramos a convertir el capital en propiedad colectiva, común a todos los miembros de la sociedad, no aspiramos a convertir en colectiva una riqueza personal. A lo único que aspiramos es a transformar el carácter social de la propiedad, a despojarla de su carácter de clase».
Estas palabras de Marx y Engels transmiten adecuadamente la posición de los marxistas en lo que respecta a la propiedad privada.
Cómo ganar a la clase media
Un argumento a menudo utilizado por los reformistas es que es necesario ganar a la clase media y, por lo tanto, no hay que ir demasiado lejos al atacar el capitalismo. La primera mitad de esta afirmación es correcta, pero contradice directamente la segunda mitad. Es posible y necesario ganar a una gran parte de la clase media, pero nunca lo lograremos si aceptamos la política de los reformistas, que sólo puede alienar a la masa de la pequeña burguesía y empujarla a los brazos de la contrarrevolución.
En su discurso, el Presidente ha dicho: «Dentro de esta realidad venezolana bipolar, es importante señalar que aunque aceptemos y actuemos dentro de esta realidad, nosotros no vamos a convertirnos en el polo sectario. Me dijo alguien que hace tiempo que no tenemos una política hacia la clase media. Parece que le regalamos la clase media al enemigo. Y allí una reflexión que tenemos que hacer. ¡La clase media no es enemiga de la revolución!
«No, ni los pequeños propietarios. Vean ustedes Cuba. Es importante analizar lo que está pasando en Cuba. Sobre todo ante algunas posiciones de algunos compañeros o algunos analistas revolucionarios que serían muy felices si yo mañana firmara un decreto por ejemplo expropiando toda las pequeñas empresas y pequeñas industrias. ¡¡Sería una locura!!»
Proponer la expropiación de todas las pequeñas empresas y la pequeña industria sin duda sería una locura, y cualquier persona que abogara semejante cosa merecería ser llevada a la clínica psiquiátrica más cercana. Pero los marxistas nunca han defendido una cosa así. Lo que defendemos es la expropiación de la propiedad de la oligarquía: los grandes bancos, monopolios y latifundios. Tampoco consideramos que la clase media en su conjunto sea una masa reaccionaria, a rechazar como enemiga de la revolución. Por el contrario, consideramos que es esencial desarrollar políticas que sean capaces de ganarse a sectores importantes de la clase media y romper el dominio de la oligarquía sobre ellos. Pero para hacer esto, debemos tener una comprensión correcta de la posición de la clase media (la pequeña burguesía) en la sociedad capitalista.
Las clases explotadoras son una pequeña minoría de la sociedad. Ellos no podrían gobernar sin la ayuda de un gran número de sub explotadores y sub-sub explotadores. Utilizando su poder económico y su control de los medios de comunicación, han movilizado a la masa de la clase media venezolana para oponerse a la revolución. Bajo la falsa bandera de la «democracia» han organizado motines callejeros y enfrentamientos. Sus tropas de choque son los hijos de los ricos –los «sifrinos»–, parásitos ricos, fanáticamente opuestos a las masas. La pequeña burguesía enfurecida está molesta por las concesiones hechas a los pobres, que ven como una amenaza a sus propios privilegios. Ellos hacen mucho ruido cuando se requiere, pero en realidad son sólo polvo humano, fácilmente esparcidos al viento cuando se enfrentan con el movimiento de las masas.
Sin embargo, la pequeña burguesía no es una clase homogénea. Dentro de la clase media hay contradicciones que se pueden expresar en escisiones en la oposición. Las capas altas de la clase media se componen de elementos privilegiados –abogados prósperos, profesores universitarios, gerentes de bancos y los políticos– que están cercanos a la oligarquía y son sus solícitos servidores. Las capas bajas –los pequeños comerciantes, pequeños campesinos, empleados de banco, etc.– están más cerca de la clase obrera y pueden ser ganados. Sin embargo, la manera de ganar a los rangos inferiores de la pequeña burguesía no es haciendo concesiones a sus líderes (en realidad sus explotadores políticos), sino tomando la ofensiva contra los grandes banqueros y capitalistas, para mostrar una actitud de absoluta firmeza y decisión.
Una sección de la oposición se compone de gente que ha sido engañada por los contrarrevolucionarios. Esta puede ser ganada para la revolución. Sin embargo, la manera de ganarles es llevando a cabo medidas para expropiar a los grandes capitalistas y adoptando medidas a favor de de los pequeños comerciantes y pequeños empresarios. Deben estar convencidos de que la revolución es invencible y que sus intereses están defendidos mejor uniendo sus fuerzas con las de clase obrera contra los grandes bancos y monopolios.
La llamada democracia burguesa es un fraude gigantesco, detrás del cual se esconde la DICTADURA DEL GRAN CAPITAL. Esta dictadura oprime no sólo a los trabajadores, sino también a la clase media. Lo que se necesita no es el fraude de la democracia burguesa formal –en la que el poder real está en manos de los grandes bancos y monopolios–, sino una verdadera democracia, una democracia de los trabajadores, basada en la propiedad colectiva de la tierra, los bancos y la industria.
Debe quedar claro que estas medidas de nacionalización se dirigen sólo a los grandes capitalistas, banqueros y terratenientes. No tenemos ninguna intención de nacionalizar pequeños negocios, granjas o tiendas. Estos no juegan ningún papel independiente en la economía, ya que son totalmente dependientes de los grandes bancos, supermercados, etc. Nosotros haremos un llamamiento a los pequeños comerciantes, etc., para apoyar el programa de nacionalización, que es de su interés.
La nacionalización de los bancos permitirá al gobierno conceder crédito fácil y barato a las pequeñas empresas. La nacionalización de las grandes empresas de fertilizantes le permitirá vender los fertilizantes baratos a los campesinos. Y al eliminar a los intermediarios y nacionalizar los grandes supermercados y las empresas de distribución y transporte, podremos proporcionar a los campesinos un mercado garantizado y un precio justo por sus productos, al tiempo que reduciremos los precios al consumidor.
La nacionalización de las palancas fundamentales de la economía no es un acto de agresión o de venganza, sino, por el contrario, un medio necesario de defensa de la revolución. Las medidas adoptadas por un gobierno revolucionario no se dirigen a la propiedad de los trabajadores y los campesinos o los pequeños propietarios que representan las nueve décimas partes de la población, sino sólo en contra de la décima parte de la población que tiene la mayor parte de la propiedad en esta sociedad.
Cuba
En su discurso, el Presidente hizo una serie de referencias a Cuba. En un momento dice: «Allí en Cuba están haciendo una profunda auto-crítica y tomando decisiones valientes. Y por supuesto que es absolutamente falso lo que ha circulado el imperialismo por allí, que Fidel estaría descontento, que hay diferencias entre Raúl y Fidel. ¡No! Que los conozco y sé cómo se complementan». Refiriéndose a las recientes reformas anunciadas por Raúl Castro, dice:
«El gobierno cubano autorizó… ¡y eso no es ningún retroceso! Es como dijo Raúl: ‘La actualización del socialismo’. Acaban de aprobar, creo que 150 ‘trabajo por cuenta propia’. En Cuba todos estos años las heladerías, las barberías, las peluquerías, el carpintero, todo esto fue del Estado. Ahora ellos están abriendo un compás, están actualizando su modelo. No hay ningún modelo estático. Mire y todavía, nosotros mismos somos culpables. Hacemos discursos que no apuntan a la realidad. ¿Alguien puede pensar que la Revolución Bolivariana va a nacionalizar las carnicerías, las pulperías, todos los comercios por Caracas donde la gente compra zapatos y ropa?»
«A veces nosotros mismos estamos contribuyendo a que gente de allí inocentemente crea que esto es verdad. Y en eso se basa la campaña del enemigo: ‘Que vamos para el comunismo. Que vamos a quitarles todo'».
Valdría la pena hablar de lo que está sucediendo en Cuba, sobre todo porque es un tema muy discutido ampliamente en Venezuela. Sin embargo, este no es el lugar para tratar esto en detalle. Pero en primer lugar, mucha gente en Cuba está muy preocupada por el impacto de estas medidas y el peligro de la contrarrevolución capitalista. En segundo lugar, Venezuela todavía no ha llevado a cabo la expropiación de los grandes bancos y monopolios que se logró en Cuba hace décadas, y que fue la base sobre la que la Revolución pudo romper con el capitalismo y obtener logros importantes.
Es muy cierto que una economía planificada no necesita nacionalizar todo, hasta la última peluquería. Esto fue siempre una caricatura estalinista. En Cuba, la nacionalización de todas las empresas pequeñas y medianas se llevó a cabo como parte de la «Ofensiva Revolucionaria» en 1968, cuando 58.000 pequeñas empresas, principalmente en las ciudades, fueron expropiadas. Los vendedores de helados, peluquerías, tiendas de reparación de calzado, etc., todos fueron nacionalizados.
Este fue un paso completamente innecesario, que sólo dio lugar a la creación de una capa adicional de burocracia para supervisar y administrar estas unidades productivas muy pequeñas. En la transición hacia el socialismo, es inevitable que los elementos del capitalismo sigan coexistiendo con los elementos de una economía socialista planificada. Eso incluye un cierto número de pequeñas empresas, comercios y pequeñas parcelas campesinas, etc.
En sí mismo, eso no debería plantear ninguna amenaza para el socialismo, siempre y cuando los puntos clave de la economía permanezcan en manos del Estado, y el Estado y la industria estén en manos de la clase obrera. Con esa condición, y sólo con esa condición, un pequeño sector privado puede y debe ser permitido, siempre y cuando el Estado mantenga un firme control sobre las palancas fundamentales de la economía.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre la economía cubana y la economía venezolana. En Cuba, la Revolución nacionalizó los bancos y otros sectores clave de la economía casi desde el principio. Pero en Venezuela, después de once años en el poder, el gobierno bolivariano no ha dado el paso decisivo. Muchas consecuencias negativas fluyen de esto.
No hay ningún argumento a favor de la expropiación de las pequeñas empresas en Venezuela, Cuba o en cualquier otro lugar. Pero, igualmente, no hay argumento en contra de la expropiación de los bancos y grandes monopolios. Esta política –la política del socialismo– no es ni extremista ni utópica, sino la única manera realista de defender la Revolución contra el sabotaje sistemático de los banqueros y capitalistas, que están decididos a derrocarla por cualquier medio a su disposición.
La naturaleza de la economía venezolana
En los últimos once años la Revolución Bolivariana ha avanzado en muchos aspectos. Pero, ¿tenemos derecho a decir que ha alcanzado sus objetivos fundamentales? No, no podemos, y este hecho fue confirmado por el Presidente en su discurso en el Congreso Extraordinario del PSUV.
Un artículo del periódico financiero burgués Reporte Diario de la Economía (5 de febrero de 2010) reveló que la banca privada ha obtenido 2.615 millones de dólares americanos de beneficios en 2009. El 83% de esta cantidad provino del cobro de comisiones.
El Universal, 19 de julio 2010, declaró:
«Un reporte de la agencia de noticias Associated Press resalta que un grupo de economistas consultados indicaron que el equilibrio entre los sectores público y privado es casi idéntico a cuando Chávez asumió el cargo; en parte porque el sector privado creció más rápidamente que el público entre 2003 y 2006, cuando la economía estaba en auge».
«También señalan que las empresas estatales constituyen todavía una proporción relativamente modesta de la economía».
«El año pasado, el sector privado representaba 70% del Producto Interno Bruto (PIB), incluyendo 11% en impuestos sobre productos, de acuerdo con estimaciones del Banco Central de Venezuela. El sector público fue de 30%, un porcentaje ligeramente menor que cuando Chávez fue elegido en el año 2008». (http://www.eluniversal.com/2010/07/19/eco_art_sector-privado-aun-c_1976614.shtml)
Esto no es una cuestión de peluquerías o pequeñas empresas en general, sino de las piezas clave de la economía venezolana. Esto significa que once años más tarde, la oligarquía venezolana sigue ejerciendo un dominio absoluto sobre los puntos clave de la economía venezolana. Mientras esta situación se permita que continúe, no existe ninguna posibilidad de economía planificada, ni, por lo tanto, de socialismo en Venezuela.
Ciertas cosas fluyen de esto. Según un informe de la ONU, «Venezuela es el cuarto país más desigual [en América Latina], puesto que el 10% más rico recauda el 36,8% del dinero y el 30% más rico controla el 65,1% de los recursos, mientras que los más pobres apenas se ven obligados a sobrevivir con el 0,9%». (http://periodicolaregion.blogspot.com/2010/03/fuerte-concentracion-de-la-riqueza-en.html)
Si queremos comprender las razones por las que la gente que apoya la Revolución se abstiene en las elecciones (y esto es una cuestión vital para el futuro de la Revolución), tenemos que empezar por aquí. Cuando un trabajador Bolivariano ve que su salario no es suficiente para llegar al fin de mes y que los precios están subiendo, al tiempo que los ricos se hacen más ricos, comienza a perder confianza en la Revolución. Esta es la cuestión fundamental que debe abordarse.
La superioridad de una economía planificada y nacionalizada quedó demostrada por el éxito colosal de la URSS en el pasado. Estos éxitos fueron minados por las distorsiones burocráticas que fluían del estalinismo y la corrupción, la estafa y la mala gestión que son la consecuencia inevitable de un régimen burocrático. Durante un largo período de tiempo estas cosas anularon los logros de la economía planificada y la socavaron. Eso es lo que llevó al colapso de la URSS, y no ningún defecto inherente de la planificación central.
Fue la existencia parasitaria de la burocracia, en sí una consecuencia del aislamiento de la revolución en un país atrasado, lo que finalmente condujo a la restauración del capitalismo con el catastrófico colapso social que la acompañó. La planificación burocrática de la economía llevó al despilfarro, mala gestión y corrupción. Finalmente, la burocracia decidió convertirse a sí misma en la dueña de los medios de producción.
La falta de una verdadera democracia obrera, en la que los trabajadores participen directamente en la gestión del Estado y la economía, es una de las principales amenazas a la revolución. Produce desmoralización, escepticismo, cinismo y en general mina la moral revolucionaria del pueblo. Si se combina con una situación en la que las necesidades básicas no se consiguen, en que el poder adquisitivo de los salarios disminuye y todo el mundo es consciente de la corrupción y el robo que está teniendo lugar en los niveles altos del Estado, entonces se convierte en un verdadero peligro contrarrevolucionario de primer orden.
La agricultura
El fallo más grave se da en el sector agrícola, que está directamente relacionado con el suministro de necesidades básicas: comida y ropa. Aunque Venezuela tiene un gran potencial agrícola, su desarrollo estuvo distorsionado por una oligarquía parasitaria que derivó su riqueza del sector petrolero, mientras que el sector agrícola se redujo, dejando al país dependiente de las exportaciones de petróleo y de las importaciones de alimentos.
La misma oligarquía reaccionaria que estuvo detrás del cierre patronal de 2002 está usando ahora la escasez/sabotaje de alimentos para socavar la Revolución. La inflación del 30% en los últimos años ha sido resultado, en parte, del aumento de precios de los alimentos en los mercados mundiales. El gobierno ha dado algunos pasos importantes en la expropiación de algunos bancos y tierras ociosas, financiando cooperativas de productores y granjas estatales, y creando una red de distribuidores y de mercados de alimentos de propiedad estatal. Estos son pasos en la dirección correcta, pero no son suficientes para garantizar el control de la cadena de suministro de alimentos de Venezuela.
Lorenzo Mendoza, alto ejecutivo de Empresas Polar, la empresa más grade de alimentos y bebidas en Venezuela, todavía preside un imperio compuesto por 40 empresas con alrededor de 17.000 empleados que producen una larga lista de productos alimenticios tales como pasta, arroz, aceite de maíz, helado, vino, agua mineral, refrescos, dulces y aperitivos de todo tipo. Este gran monopolio genera un 4 por ciento del PIB de Venezuela (excluyendo petróleo) y como productor de cerveza se coloca en la decimocuarta posición de todo el mundo. La fortuna personal de Mendoza se estima en 4.500 millones de dólares.
¿Cómo es posible resolver los problemas del sector de la alimentación, mientras la distribución de los alimentos siga estando en manos de gente como Mendoza y otros grandes capitalistas que están estrechamente vinculados a grandes monopolios extranjeros de alimentación y bebidas? La expropiación de estas grandes empresas no va dirigida en absoluto contra la clase media, que es robada y explotada por estos grandes monopolios tanto como los trabajadores.
La nacionalización de Agroisleña, una compañía de suministros agrícolas que abastece al 70% de los productores de Venezuela, fue otro paso adelante. Esto permitió al Presidente Chávez anunciar una reducción inmediata en los precios de los productos de la empresa nacionalizada (ahora llamada Agropatria) de un 49,3% para 12 diferentes fertilizantes, un 43% para 260 productos agroquímicos, y un promedio de 41,7% del precio de las semillas de caraotas negras, maíz y arroz.
Estas reducciones de precios para los productores «debe traducirse en buenos precios para el consumidor. Estamos erradicando el problema de la especulación y el robo capitalista», dijo Chávez. Señaló que estos precios no suponen un subsidio estatal, sino que están ligeramente por encima del costo de producción.
El presidente aseguró suministros a todos los productores que hagan contratos con Agropatria, y dijo que todos los créditos ya existentes estarían garantizados, ahora a una tasa de interés del 8%. Aprobó 565 millones de bolívares fuertes [132 millones dólares estadounidenses] para este propósito, que será administrado por la empresa estatal Banco Agrícola, el Fondo de Desarrollo Agrario Socialista (FONDAS), y Fondo Bicentenario. Como resultado del aumento en el financiamiento al sector agrícola del gobierno de Chávez, la producción de alimentos ha aumentado de menos de 500.000 millones de bolívares fuertes en 1998 a 20.000 millones de bolívares en 2009. Sin embargo, la demanda de alimentos ha aumentado aún más.
Chávez ha insistido en la necesidad de que Venezuela reduzca su dependencia de las compañías multinacionales de alimentos y reduzca su vulnerabilidad a la crisis alimentaria mundial. Este objetivo sólo puede lograrse mediante la realización de una revolución agraria: expropiando a los grandes terratenientes y sustituyendo gradualmente la agricultura capitalista por productores de alimentos de propiedad estatal y los monopolios privados de alimentos por una red estatal de distribuidores de alimentos, y estableciendo mercados locales de alimentos que puedan vender a precios regulados que algunas veces están hasta un 40% por debajo de los precios de mercado.
«No podemos entregar [la comida] a la usura del modelo capitalista; ahora tenemos que seguir construyendo el sistema socialista de distribución y comercialización», dijo Chávez recientemente. «Debemos acelerar el ritmo, porque el futuro de Venezuela depende de ello. Debemos convertir a Venezuela en una potencia agro-industrial».
Con el fin de acelerar la reforma agraria, Chávez anunció la nacionalización de 200.000 hectáreas (495.000 acres) de tierras que eran propiedad de la Compañía Inglesa, filial venezolana del Grupo Vestey, y la nacionalización de la empresa de servicios agrícolas Agroisleña. El ministro de Agricultura y Tierras, Juan Carlos Loyo, confirmó sus planes de nacionalizar 250.000 hectáreas (618.000 acres) de tierras agrícolas en octubre y el doble de esa cantidad en noviembre. «Que se enteren los latifundistas que el oligopolio del que tanto disfrutaron ha terminado. Ahora es el momento de acelerar la revolución agraria», dijo Chávez.
Los líderes de la oposición contrarrevolucionaria, naturalmente, han reaccionado histéricamente a las recientes nacionalizaciones. Dicen que estas medidas amenazan con desacelerar el crecimiento de la economía, que ya ha estado en recesión durante seis trimestres. «El gobierno parece haber asumido la estrategia de acorralar al sector productivo», dijo Noel Álvarez, presidente de Fedecámaras, la cámara empresarial privada más grande de la nación. «Este es un tremendo golpe contra la agricultura… la producción disminuirá».
Pero es difícil ver cómo la agricultura o la industria privadas pueden estar peor en manos del Estado de lo que estaban en manos de los terratenientes y capitalistas. Todo el mundo sabe que los empresarios venezolanos no están respondiendo a los repetidos llamamientos a invertir en Venezuela. Han organizado una huelga de capital que está privando a la economía de inversión y esta es la razón principal por la que a Venezuela le está resultando difícil salir de la recesión. El hecho es que, sin el sector estatal, la economía se enfrenta al colapso total.
El «derecho a la propiedad privada»
Todo el mundo sabe cuál es el papel que jugó Fedecámaras en el golpe de abril de 2002, cuando Carmona, el jefe de Fedecámaras, se autoproclamó Presidente. Los adinerados siempre se han opuesto a la Revolución Bolivariana, siempre han anhelado la dictadura. Y en realidad, siempre han ejercido una dictadura sobre Venezuela, independientemente de quién estuviera en Miraflores: la dictadura del Capital.
Álvarez dijo que Fedecámaras van a presentar un caso ante la Corte Suprema de Justicia acusando al gobierno de violar el derecho a la propiedad privada. Pero, ¿puede el «derecho a la propiedad privada» de un puñado de oligarcas súper ricos ser más importante que el derecho de millones de venezolanos de a pie a tener un trabajo, y a poder alimentar a sus familias?
Lo que hace falta es poner fin a esta dictadura del capital antes de que ésta ponga fin a la Revolución. Los ricos protestarán que se trata de un ataque contra «el derecho a la propiedad privada». Pero esto es una mentira. Para nosotros, el derecho a la propiedad privada del 98 por ciento de los venezolanos es intocable. Pero la propiedad de la oligarquía –ese puñado de parásitos que han saqueado la riqueza de Venezuela durante generaciones y desangró el país– que algo totalmente diferente.
Tomemos otro ejemplo del sagrado «derecho a la propiedad privada»: Gustavo A. Cisneros Rendiles, el magnate de los medios de comunicación venezolanos. Él es uno de los hombres más ricos del mundo según la revista Forbes, que estimó su fortuna en 10.700 millones de dólares estadounidenses en 2010. Y esta riqueza obscena viene acompañada de un poder tremendo. El New York Times describe a Cisneros como «una de las figuras más poderosas de América Latina» y dice que él y su esposa, Patricia Phelps de Cisneros, tienen fama de ser «una pareja latinoamericana poderosa en los negocios y en el escenario social global».
La riqueza de Cisneros viene de sus participaciones en los medios de comunicación, entretenimiento, telecomunicaciones y compañías de productos de consumo. La Organización Cisneros es una de las empresas privadas de medios de comunicación y de entretenimiento más grandes en idioma español. Gustavo Cisneros es uno de los hombres más ricos de América Latina. Es también el magnate más poderoso de los medios de comunicación del continente. También es un rival furibundo de Chávez y la Revolución Bolivariana. Jugó un papel activo en el golpe de Estado de 2002, y ha descrito a los chavistas como «chusma» y «monos».
El «patriota» Cisneros no sólo es un ciudadano de Venezuela: él es igualmente un ciudadano de España (a petición personal del Rey Juan Carlos), un americano en Nueva York, un cubano en Miami, y un dominicano en la República Dominicana, que es su base principal. Aquí vemos que el Capital no tiene patria, excepto fines de lucro. Como Venezuelanalysis señala:
«Como una de las figuras siniestras que proporciona al capitalismo estadounidense respaldo fuera de los Estados Unidos, él es un llamativo ejemplo de por qué no hay una burguesía nacional en Venezuela. Cisneros está totalmente vinculado al imperio, y por ello ha sido recompensado con creces». (http://venezuelanalysis.com/analysis/1778)
Este multimillonario ha extendido su imperio por toda América Latina para incluir Chilevisión de Chile y Caracol TV de Colombia, con una importante participación en DirecTV Latin America, cuyo satélite emite basura a veinte países de América Latina. Hasta la compra de Univision, que es la cadena principal de televisión en español de los Estados Unidos, Cisneros era uno de los mayores accionistas de la compañía.
También es dueño de Venevision International, que produce y distribuye productos de entretenimiento y medios de comunicación en todo el mundo, y Venevisión, el principal canal comercial de televisión en Venezuela. Desde 1980, el Grupo ha sido dueño del concurso Miss Venezuela y desde 2001 también el equipo de béisbol Leonés del Caracas. También es dueño AOL Latin America, Galavisión y Play Boy América Latina.
Este control monopolista de los medios de comunicación es conocido en Occidente como «libertad de prensa», es decir, la libertad de un puñado de oligarcas ricos a decirle a la gente qué pensar y por quién votar. Se trata de una amenaza directa a la Revolución y a la democracia misma. La expropiación de la propiedad de la familia Cisneros es, por lo tanto, una medida esencial para defender la Revolución y salvaguardar los derechos democráticos de la inmensa mayoría de la gente. Hemos visto cómo todo este poder en manos de una minoría privilegiada se puede utilizar para anular la decisión democrática de la mayoría en abril de 2002.
Cisneros y su banda jugaron un papel crucial en el golpe de Estado de ese año. Todo el mundo sabe cómo los medios de comunicación fueron utilizados cínicamente como un punto aglutinador para el golpe. En la noche del 11 de abril, después de que a Chávez le sacaran a punta de pistola del Palacio de Miraflores, los golpistas principales se reunieron en la suite de Cisneros en Venevisión. Carmona ya había anunciado el cierre del Congreso y de la Corte Suprema así como la supresión de la Constitución, cuando Cisneros fue a Miraflores a proponer que la estrategia de comunicaciones del nuevo gobierno debería dejarse en sus manos y la de sus amigos en los medios de comunicación, una oferta que Carmona aceptó con gratitud.
Cisneros dio órdenes de que sus canales no emitieran ninguna noticia de la derrota del golpe de Estado, o mostraran fotos de las manifestaciones masivas exigiendo el regreso del Presidente. En cambio, las pantallas de televisión de Cisneros estaban llenas de viejas películas y dibujos animados. Después de que Chávez regresó al poder, Cisneros y otros partidarios de la oposición organizaron el sabotaje petrolero y, cuando esto falló, el referendo revocatorio en agosto de 2004. Todos estos fueron intentos de derrocar al gobierno democráticamente elegido por medios extraparlamentarios. Y lo que hicieron antes tratarán de hacerlo de nuevo tan pronto como se den las condiciones.
Si el golpe de Estado del 2002 hubiera tenido éxito, habría llevado a la rápida destrucción de la democracia venezolana, y Cisneros fue uno de los principales arquitectos del asalto a la democracia. «Llegará el día», declaró Chávez en mayo de 2004, al inicio de la campaña del referéndum, «cuando tengamos un equipo audaz de jueces que actuarán en consonancia con la Constitución y encarcelarán a estos jefes mafiosos como Gustavo Cisneros». Pero después de todo este tiempo, los golpistas siguen en libertad, y esto representa una grave amenaza para el futuro de la Revolución y la democracia. ¿No ha llegado ya el tiempo para actuar?
Los bancos
Los grandes bancos aún tienen un dominio absoluto sobre la economía venezolana y están extrayendo enormes beneficios de ellos. En el noveno mes de este año, no menos de un 91,2% de las ganancias de los bancos se concentraron entre los 10 primeros bancos en Venezuela. Citamos de cosumid.org:
«Desde 1999 hasta la fecha, el negocio bancario ha generado unos beneficios que ha sobrepasado las expectativas de muchos de los dueños de los bancos e igualmente el crecimiento de las ganancias ha superado el alza de la inflación. Las utilidades acumuladas de los bancos comerciales y universales desde 1999 hasta septiembre del año en curso, supera los 28.300 millones de bolívares fuertes (una cifra que excede los 28,3 billones de bolívares viejos). Sin embargo, hemos de precisar que 20 bancos medianos y pequeños (todos menos los 10 top de la banca venezolana en el rubro en medición) no las han tenido todas consigo a lo largo de este año. Sus ganancias acumuladas al mes de septiembre han disminuido 54,2% con relación al mismo lapso del año pasado. Inclusive 3 de los 10 primeros bancos también han visto disminuir sus ganancias. También la banca ha sentido, este año, el impacto de la caída del PIB».
Es cierto que el gobierno ha tomado algunas medidas. El Banco de Venezuela, que pertenecía al grupo español Santander, fue adquirido recientemente por el gobierno venezolano. Representa el 14,5% de los beneficios. Con esta adquisición, el Estado se ha fortalecido en el sistema bancario venezolano. Fue un paso importante, pero una gran parte aún permanece en manos privadas. Esto no es una cuestión de pequeños propietarios, sino de una palanca clave de la economía. Veamos quiénes son estos bancos (http://www.consumid.org/detalle/7952/quien-es-quien-en-la-banca-venezolana).
Tomemos el Provincial. Su accionista mayoritario es el grupo español BBVA. Ha manifestado su intención de continuar operando en Venezuela, donde representa el 22,8% del total de ganancias acumuladas al mes de septiembre de la banca comercial y universal.
Después está el Mercantil, uno de los bancos más enraizados del país y cuyos accionistas más tradicionales son una parte importante de la oligarquía, con familias como los Vollmer y los Marturet. Asimismo, el grupo Capriles también tiene una importante participación accionaria en la institución. Concentran el 10,7% de los beneficios de la banca comercial y universal al mes de septiembre.
Luego está Banesco, una institución que se creó como producto de varias fusiones y hoy es uno de los principales bancos del país. Juan Carlos Escotet, el presidente del banco, es también su mayor accionista. Su participación de mercado en las ganancias es del 9,8%. Banesco es uno de los primeros bancos de capital nacional venezolano. Surgió en 1977 con el nombre de Banco Agroindustrial Venezolano, nombre que mantuvo hasta 1987, cuando cambió a Banco Financiero. En 1992, después de haber cambiado nuevamente su nombre a Bancentro, el banco fue adquirido por la casa de bolsa Banesco propiedad del actual Presidente de la Junta, Juan Carlos Escotet. El banco pasó a denominarse Banesco Organización Financiera. En 1997 se transformó en un banco universal.
Luego está el Banco Occidental de Descuento (BOD). Su principal accionista es Víctor Vargas. Sus beneficios acumulados al mes de septiembre equivalen al 9,6% de los beneficios totales de la banca.
Exterior es uno de los bancos más poderosos del país. Su principal accionista es el grupo financiero español IF. Tiene 6,1% de las ganancias de la banca venezolana.
Venezolano de Crédito tiene beneficios por valor de 4,9% del sistema, mientras que Bancoex, banco del Estado, representa el 4,7%. Corp Banca es una institución adquirida por Víctor Vargas que se fusionó con la DBO. Representa el 4,1% de las utilidades y con la fusión se convierte en el tercer banco más grande en términos de ganancias, tomando como base las cifras de septiembre. Por último, está Citibank, que forma parte de Citibank, de EEUU. Sus ganancias son equivalentes al 3,9% del total.
En tanto en cuanto el capital privado controle la parte del león de los bancos, todas las decisiones principales relativas a las inversiones productivas, los créditos a los pequeños agricultores y otros negocios estarán en manos de los enemigos de la Revolución. Por otra parte, será imposible introducir un verdadero plan de producción socialista para resolver el problema del desempleo y lograr una distribución racional de los bienes y servicios y movilizar todo el potencial productivo de Venezuela.
La primera medida que se requeriría para crear una economía socialista planificada sería la nacionalización de los bancos, fusionándolos todos en un banco estatal único. Esta no es una medida dirigida contra las clases medias, sino exclusivamente contra la oligarquía. De hecho, beneficiaría a la clase media y los pequeños productores a los que se garantizaría acceso fácil a créditos baratos. Si esto se explica correctamente, lejos de alienar a la clase media, se les atraería al lado de la Revolución.
El «realismo» de los reformistas
El Presidente ha dicho que el proceso revolucionario sería «más profundo cada día». Eso es precisamente lo que se requiere. Pero tememos que esta propuesta encontrará resistencia de los burócratas y reformistas a cada paso.
En el periódico El Universal se informó que Víctor Álvarez, economista y ex Ministro de Minas del gobierno de Chávez, había dicho que el objetivo no es realmente «que el Estado debiera tener el peso más grande en la economía.» ¿Cuál es el objetivo, pues? ¿Es el de seguir permitiendo que la oligarquía domine la economía? Y si ese es realmente el caso, ¿qué queda de la consigna Patria, Socialismo o Muerte?
En una reciente entrevista en Contragolpe (http://www.vtv.gov.ve/videos-emisiones-anteriores/46775), Elías Jaua (el vicepresidente), declaró que el reconocimiento de la propiedad privada es un principio básico del Movimiento Bolivariano y que las expropiaciones fueron «sólo para los monopolios y la oligarquía». Muy bien, estamos de acuerdo. Pero inmediatamente él vuelve confuso todo el tema introduciendo la cuestión de empresas familiares pequeñas y medianas, etc. Esto ha sido arrastrado por los pelos para justificar no llevar a cabo la expropiación de los grandes bancos y monopolios.
Se trata de una propuesta de ABC que las empresas pequeñas y medianas no tienen ningún papel independiente en la economía. Todas las decisiones principales son tomadas por las juntas directivas de los grandes bancos y monopolios. Por esa razón, no es en absoluto necesario nacionalizar las empresas pequeñas, pero es muy necesario nacionalizar los grandes bancos y monopolios. ¡Pero en el mismo programa el camarada Jaua negó cualquier intención de nacionalizar Polar! ¿Alguien piensa que Polar es una «pequeña o mediana empresa»? ¡Si esto no es un monopolio, entonces no sé lo que es un monopolio!
De esta entrevista se concluiría que el compañero Jaua no tiene ninguna intención de nacionalizar nada. En su lugar, habla en términos vagos sobre la «democratización» del aparato productivo, ¡a saber lo que esto quiere decir! «Estamos en un estado de constante diálogo con el sector privado», el compañero nos informa. Sí, este «diálogo» ha estado teniendo lugar durante mucho tiempo y ya hemos visto los resultados del mismo. El Presidente pide a los empresarios una reunión y les insta a invertir. ¿El resultado? Disminuye la inversión privada. La burguesía no invierte sino que envía su dinero al extranjero. Se trata de una huelga de capital. Todo el mundo lo sabe. Pero los reformistas entierran sus cabezas en la arena y hablan de la necesidad de «diálogo» y un «bloque patriótico», y los burgueses se ríen todo el camino hasta el banco.
¡Lo que es realmente extraordinario es que los reformistas se consideran realistas! He señalado más de una vez que éste es el «realismo» de un hombre que trata de persuadir a un tigre a comer lechuga en vez de carne. El resultado de este «diálogo» es que las tendencias carnívoras del tigre no se modificarán, y los «realistas» vegetarianos llegarán a un final muy malo.
El gran desafío
¿A qué ritmo debería de avanzar la Revolución? No hay libro revolucionario de recetas que pueda dar una respuesta a esta pregunta. Chávez dice que actuará «con el máximo de audacia con que sea posible acelerar la expansión del socialismo y continuar eliminando el capitalismo». Pero está claro que el tiempo no está de nuestro lado. Mientras que las palancas claves de la economía sigan en manos de los banqueros, terratenientes y capitalistas, éstos usarán su poder económico para sabotear la Revolución. Por lo tanto, debe haber un sentido de urgencia.
El gran desafío será en 2012, cuando las elecciones presidenciales coinciden con las elecciones para gobernadores y alcaldes. «Tenemos un desafío gigantesco», declaró el Presidente. «Tenemos que ver dónde hemos cometido errores y dónde hay que hacer correcciones». Habló del «tercer ciclo de la Revolución, de 2009 a 2020 y lanzó la consigna: «Revisar, reactivar y relanzar».
Chávez advirtió a la contrarrevolución que su avance en estas elecciones «les costaría muy caro». Estas palabras fueron una respuesta adecuada a los reformistas que argumentan que la revolución ha ido demasiado lejos y es necesario disminuir la velocidad y hacer concesiones a la oposición. Esta línea de argumento es desastrosa para la revolución. Por cada paso que retroceda, la oposición exigirá diez más. Al final, uno de los lados tiene que ganar y el otro perder. No hay una «tercera vía».
En su discurso, el Presidente dijo que tenían hasta el 4 de enero para impulsar las nuevas leyes a través de la Asamblea Nacional. Y agregó que estas leyes serían «mucho más revolucionarias que las que han sido aprobadas hasta ahora». Inmediatamente después Chávez anunció la expropiación de Agroisleña, la gran compañía terrateniente, parte de la multinacional del Grupo Vestey. Este decreto fue firmado por Chávez sólo un par de días después del discurso, lo que demuestra la forma en que está resistiendo las presiones de la burguesía y los reformistas.
Además, se ha producido la nacionalización de la empresa química Venoco y de la empresa de fertilizantes Fertinitro, ambas implicadas en la especulación de precios. Asdrúbal Chávez, el vicepresidente de PDVSA, dijo que los precios de los productos distribuidos por Venoco regularmente se vendían hasta un 50% más caros, en comparación con los de PDVSA, cuando estaban elaborados con la misma materia prima.
Las medidas de nacionalización están dirigidas a garantizar acceso a los alimentos, disminuyendo la dependencia de las importaciones de alimentos, y la reducción de los precios: «Ahora, la gente será capaz de recibir los suministros realizados por Venoco a precios justos y razonables y, al mismo tiempo, ayudará a promover la industria «, dijo el vicepresidente de PDVSA. Eso es correcto, pero el mismo argumento puede platearse para la toma de los otros bancos y los grandes monopolios que aún están en manos privadas.
Estas nuevas expropiaciones son pasos en la dirección correcta. Fueron recibidas con gran entusiasmo por parte de los trabajadores y campesinos. Este hecho demuestra que esta es la manera de infundir nueva vida a la Revolución y debilitar a sus enemigos. Más importante aún, es la única manera de poner fin al sabotaje y la anarquía, y comenzar a planificar la economía venezolana y movilizar su pleno potencial productivo atendiendo a los intereses de la mayoría de los trabajadores, y no a una minoría de parásitos ricos. La expropiación de los monopolios es una parte del programa del PSUV. Pero las palabras deben traducirse en hechos.
No tengo ninguna duda de que algunas personas en Miraflores estarán diciéndole al Presidente que todo esto es «extremismo» y «locura» causados por gente desleal, que sólo quieren causar problemas. Tales argumentos traen a mi mente la imagen siguiente. Imaginemos que un niño pequeño a bordo del Titanic ve un gigantesco iceberg surgiendo de la oscuridad del mar y comienza a alertar a gritos. Inmediatamente es reprendido por un coro de desaprobación: ¿qué estás gritando? ¡Cállate, estás molestando a los pasajeros! Háganse la siguiente pregunta: ¿quién está siendo desleal: el chico que está tratando de advertir al capitán de un peligro inminente y hacerle cambiar de rumbo para así salvar el barco y a todos a bordo, o los que prefieren cerrar los ojos, ignorar el peligro y permitir que el barco se hunda?
La Corriente Marxista Internacional seguirá defendiendo la revolución venezolana contra el imperialismo y la oligarquía contrarrevolucionaria. Apoyará con entusiasmo cada paso en la dirección de la expropiación de la oligarquía, cada golpe asestado contra la contrarrevolución. Pero va a criticar cada paso atrás. Continuará luchando contra la burocracia corrupta y la Quinta Columna reformista y llamando a la acción cada vez con más energía para llevar a cabo la revolución hasta el final.
A la burguesía y sus defensores reformistas que tratan de asustar a la gente con la idea de que el socialismo pone en peligro el «derecho a la propiedad privada», nosotros respondemos con las palabras de El Manifiesto Comunista:
«Os aterráis de que queramos abolir la propiedad privada, ¡cómo si ya en el seno de vuestra sociedad actual, la propiedad privada no estuviese abolida para nueve décimas partes de la población, como si no existiese precisamente a costa de no existir para esas nueve décimas partes! ¿Qué es, pues, lo que en rigor nos reprocháis? Querer destruir un régimen de propiedad que tiene por necesaria condición el despojo de la inmensa mayoría de la sociedad».
«Nos reprocháis, para decirlo de una vez, querer abolir vuestra propiedad. Pues sí, a eso es a lo que aspiramos».
«(…) El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno».
Londres, 29 de octubre 2010
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