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El Rap político y las instituciones judiciales – Libertad para “La Insurgencia”

Hace unos días se hizo público la condena de la Audiencia Nacional respecto a los raperos del grupo “La Insurgencia”. La condena del tribunal de justicia, como viene siendo habitual, es execrable ya que han sido sentenciados los doce raperos que componen el grupo de música a 2 años y un día de prisión, 4.800 euros de multa y a 9 años de inhabilitación, ratificando lo que pedía la fiscalía. Lo primero de todo mandar toda nuestra solidaridad al grupo, esto no se puede llamar justicia.

Y es que, el caso puede ser aún más grave porque, desoyendo lo dictado en una de las sentencias emitidas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el que dice que para a acusarles de incitar a cometer actos violentos este acto debe expuesto de una forma directa, mientras que la fiscalía acusaba al grupo de hacerlo indirectamente mediante sus canciones.

Sí, dentro del estado español existe la persecución de toda opinión que esté en contra del sistema económico establecido. Todo lo discordante está en el punto de mira. Pero lo más preocupante es que esto que está ocurriendo dentro del estado de derecho actual no es un hecho aislado, es algo sistemático que da pie a múltiples interpretaciones que obviamente no dejan en buen lugar al estado español por la falta de libertad de expresión que ofrece a su pueblo ya sea por redes sociales como por vías artísticas.

Esta falta de libertad de expresión digna de las más anticuadas dictaduras solo permite llegar a una conclusión y esta es que no ha habido una ruptura con la dictadura totalitaria de Franco, que la transición no supuso ningún cambio cualitativo para la clase obrera, que todo fue una pantomima con el único objetivo de que la clase dirigente se perpetuara en el poder y no perder los privilegios que conquistaron desde su victoria en la Guerra Civil.

El tema es que la falta de libertad de expresión es que, como hemos comentado anteriormente, son actos reiterativos por parte del poder judicial. Este caso quizás no sea el más famoso ni el que más repercusión haya tenido dado que no es un grupo de música muy reconocido. Sin embargo  Pablo Hasel, Def con Dos con César Strawberry como cabeza de turco y Valtònyc también han sufrido en sus propias carnes la represión del estado español, simbolizada en la fiscalía, haciéndola trabajar a pleno pulmón, por hacer canciones reivindicativas con marcado carácter de clase. Todos ellos tienen sendas condenas de cárcel.

El problema que se está generando tiene repercusiones muy potentes ya que cualquiera puede ver que el gobierno no tiene ningún apuro en coger las instituciones públicas poniéndolas a su disposición para hacer con ellas lo que desee. Esto que está ocurriendo es muy significativo ya que la clase dirigente intenta apropiarse de todos los canales de expresión artística. El fin que tiene el gobierno utilizando estos medios de represión es provocar miedo en el artista a la hora de expresar el contenido de su obra teniendo que reducir sus mensajes a la banalidad o codificándolos en exceso en donde estos mensajes pierden toda su soltura, frescura y fluidez.

Los artistas si quieren utilizar en sus canciones un discurso en contra de lo establecido tienen que hacer acopio de un ingenio mayúsculo para esquivar a la justicia. La Audiencia Nacional, desgraciadamente, se está convirtiendo en un lugar muy frecuentado por músicos que su única intención es escribir canciones lo más apegadas posibles a la realidad en la que viven y eso, en este sistema capitalista, está penado con la cárcel.

El estado español se siente amenazado y se intenta defender como gato panza arriba. La única solución que encuentra es atacar mediante los ámbitos legislativos y judiciales aplicando unas medidas desproporcionadas para coaccionar y desvirtuar la obra de músicos que están desencantados con el sistema capitalista y lo quieren transmitir en sus obras. Nunca hay que olvidar que la expresión cultural, en la que se halla la música, es una de las armas en la que se sustentan los grandes propietarios de los medios de producción para buscar legitimidad a sus formas de explotación. Se están poniendo nerviosos, están actuando contra los músicos que lo único que hacen es transmitir unas ideas que van contra el discurso predominante y la gente les sigue. Son tiempos ilusionantes.

A 6 de diciembre del 2017

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