Ilusiones parlamentarias en el escenario político
Contribución al debate sobre la propuesta de PODEMOS de un gobierno PSOE-PODEMOS-IU COMPROMÍS – Una respuesta a los compañeros de Anticapitalistas
Las reformas importantes para la clase trabajadora siempre se consiguieron en la lucha abierta. Lo demás siempre ha sido música de acompañamiento ciertamente bastante inocua e inofensiva, que a lo sumo ha adornado la marcha normal del capitalismo.
Para algunos será una paradoja que las mayores reformas no las hayan conseguido los reformistas sino precisamente la acción revolucionaria de las masas, cuando rompen con todo reformismo asumiendo el enfrentamiento por el poder. Un ejemplo de ello: el decreto de la jornada laboral de 8 horas en España, arrancado al calor de la oleada revolucionaria que recorrió Europa tras el triunfo de la revolución socialista en Rusia. Sin embargo no es una paradoja. La burguesía sólo cede buena parte de la plusvalía cuando ve peligrar realmente su posición de dominación política. En esos momentos los mayores aliados son los llamados «reformistas», que siempre están dispuestos a llegar a acuerdos, calmar las aguas y a darse abrazos en pos de la serenidad y la tranquilidad, claro está, para ellos y su élite.
Los revolucionarios tienen que presentarse como lo que son, los más eficaces luchadores por la reformas desenmascarando en la práctica la labor cómplice de los reformistas. El mayor reto de los socialistas de verdad es plantear las medidas concretas que ayuden al movimiento a romper con los reformistas, sin dar ninguna razón que ayuden a éstos a mantener su base social. Por esto me parece correcta la posición de Pablo Iglesias, que con su acción concreta, el ofrecimiento de un gobierno progresista, está ayudando a exponer a la luz pública la estrategia mentirosa de la dirección proburguesa del PSOE, que contemporiza para finalmente cerrar en las mejores condiciones políticas el acuerdo de la gran coalición, previo desgaste mediático de Podemos.
Comunicado de Anticapitalistas
Frente a esta labor de Iglesias, los compañeros de Anticapitalistas han llamado en un comunicado a romper con la línea mantenida hasta ahora («consideramos que toca ya cambiar de fase»). La razón esgrimida es que el PSOE es «incapaz» porque «su lealtad está con la Troika, con las políticas económicas neoliberales y continuistas». Dicen que «continuar abonando la idea de un «gobierno de cambio» de la mano del PSOE genera unas esperanzas infundadas y podría fomentar falsas ilusiones».
El pequeño problema que no resuelve ni aborda este comunicado es ¿cómo hacer llegar a la mayoría de los votantes del PSOE estas conclusiones?. Desde luego sería un error hacer concesiones programáticas para alcanzar el «gobierno de cambio» o entrar en la trampa en que se cayó en Andalucía por parte de IU (desastre adelantado por algunos militantes en su momento). Sin embargo para seguir avanzando y consolidando la alternativa es necesario seguir exponiendo públicamente a las máximas contradicciones a la dirección del PSOE, cuyo éxito siempre ha consistido en usar su posición hegemónica entre la clase obrera (la «mayoría social») para prometer lo que se espera y ejecutar lo contrario.
Para un revolucionario repetir lo que ya se sabe no debería ser suficiente, sobre todo si lo que se persigue es tener un impacto real en el movimiento. ¿Es que acaso es nuevo que la dirección del PSOE está con la troika? ¿No es esto evidente para los compañeros de la dirección de Anticapitalistas desde, al menos, 2010?. Suponemos que no es una novedad para ellos. Se entiende entonces que quieren decir que la situación ya ha llegado al punto clave en que la mayoría de la clase obrera ya lo entiende así. Sin embargo no encontramos ni una sola razón, ni una sola línea en el comunicado, que explique o aborde mínimamente esto, aunque sí se dice que «el PSOE ha quedado retratado en las últimas semanas».
Los compañeros contraponen la lucha por un gobierno de cambio a la movilización social, lo cual sólo se entiende desde una posición esquemática: o en la calle o en el parlamento. En realidad el llamamiento a los votantes socialistas pasa por invocar la unidad popular en la calle mientras se demuestra con los hechos que sus dirigentes serán los únicos responsables de que vaya a haber un gobierno de la gran coalición para satisfacción de los intereses de la gran patronal y la banca. Lo otro es conformarnos con la habilidad parlamentaria (que queda en eso) o con lanzar a los vientos que no queremos “gobiernen nunca más el capital”.
Ambas posturas, o en el parlamento (en la negociación) o en la calle, por separado van cojas, pero pensamos que la más nociva es aquella que tiende a separar al sector más avanzado políticamente de nuestra clase del resto del movimiento, salvo que el objetivo inmediato sea “enamorar” sólo a aquel sector mediante la adopción de una formulación izquierdista. La pregunta concreta es: ¿a quién beneficiaría ahora que el PSOE pudiera aparecer como víctima teniéndose que conformar con el apoyo del PP?. Seguramente esto lo va a hacer de todas formas, pero no es lo mismo que Podemos pueda seguir explicando que estaba dispuesto hasta el último momento a que esto fuera así. Pensar que esta explicación ya no es necesaria, es confundir el parto con el primer mes de embarazo.
En el 20D se obtuvieron más de 6 millones de votos (Podemos e IU) que aspiran a cambios profundos y más de 11 millones contra la derecha. ¿Acaso no hay aquí una base material para organizar una movilización en pro de un gobierno progresista mostrándose como los primeros abanderados de esta necesidad?. No estar preparando una ofensiva en la calle constituye el mayor déficit para nuestras fuerzas y da margen a los medios del régimen para profundizar su campaña de mentiras y calumnias para desprestigiar a Podemos como principal e inmediato rival político a batir.
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