La OPA del BBVA al Banco Sabadell: contra los despidos masivos, ¡expropiación sin indemnización!

El gobierno de Sánchez acaba de dar el visto bueno a la OPA del BBVA sobre el Banco de Sabadell con condiciones estrictas, como que cada banco funcione de manera autónoma durante 3 años en financiación y crédito (con especial atención a las pymes), recursos humanos, la red de oficinas y la obra social. Y que podrá prolongar estas medidas dos años más, hasta los cinco años. Ante esto, el BBVA está reevaluando si mantiene la OPA o la retira. Para comprender cómo hemos llegado hasta aquí, publicamos un artículo sobre el tema escrito días antes de esta última posición del gobierno central.


En la prensa burguesa, tanto catalana como española, e incluso a nivel europeo, se ha hablado mucho de la posible adquisición del Banco de Sabadell por parte del banco BBVA. A continuación, presentamos nuestra posición comunista estableciendo cuales son los intereses de la clase obrera ante la posible adquisición.

Historia del proceso

Pese al auge de la presencia de esta cuestión en las noticias, hace tiempo que el proceso de fusión está sobre la mesa. Todo comenzó el año 2020, cuando el BBVA vendió su filial estadounidense, cosa que los dejaba con un excedente de capital lo suficientemente grande (8.500 millones de euros) para plantear algún tipo de adquisición. Las especulaciones apuntaban al Banco de Sabadell. En un momento en el que se estaba negociando la fusión entre CaixaBank y Bankia, que acabó realizándose el año 2021 y creó en aquel momento la entidad bancaria más fuerte del estado, el BBVA no quiso quedarse atrás, y lanzó una oferta de fusión al Sabadell. Pese a la situación, las negociaciones, que duraron apenas 11 días, no concluyeron con la compra debido a diferencias sustanciales sobre el precio de la entidad catalana.

Desde entonces, la cuestión quedó paralizada hasta hace un año, cuando el BBVA volvió a lanzar una OPA. La diferencia es que esta vez la oferta es “hostil”: mientras la del 2020 contaba con una negociación abierta de los directivos del banco catalán, en esta ocasión la misma dirección se opone, y sólo procederá si los accionistas del Sabadell aceptan vender las acciones al precio que ofrezca el banco vasco pese a la oposición de la dirección. Desde que se anunció esta OPA hostil, la oferta ha pasado 11 meses bajo el escrutinio de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC), la cual aprobó la operación la primera semana de mayo de este año. Esto ha impulsado la compra a volver a las portadas de los periódicos, proceso que en el último mes ha estado sobre la mesa del gobierno.

El papel del gobierno central y los límites del reformismo

El gobierno central ha mostrado su oposición a la oferta desde el comienzo, citando preocupaciones sobre el efecto que esto tendría sobre la competitividad en el sector y el crédito a la pequeña empresa, especialmente la catalana. La CNMC aprobó la operación sobre la base de un compromiso del banco vasco de mantener las condiciones de los productos y servicios financieros sobre autónomos y pymes (pequeñas y medianas empresas), especialmente las condiciones del crédito, así como mejores condiciones en los servicios a particulares, evitando el cierre de oficinas en zonas aisladas y creando un servicio de cuentas sin comisiones y con tarjeta de débito gratuita (entre otras condiciones) para clientes vulnerables de ambos bancos; pero al PSOE le preocupa que la concentración de capital tenga estos efectos nocivos pese al compromiso y está manteniendo la oposición. Esta postura tiene presentes los efectos lesivos de los grandes monopolios del sector financiero, considerando no sólo los elementos empresariales y comerciales mencionados, también el efecto en los precios de los servicios y la pérdida de empleos.

Dados los potenciales efectos de la adquisición sobre los trabajadores del sector, los cuales corren el riesgo de sufrir miles de despidos, disminuciones salariales y un empeoramiento general de las condiciones laborales, también nos oponemos a la OPA. Dicho esto, sabemos que el PSOE no tiene realmente en mente los intereses de la clase trabajadora, y que su posición está más bien enfocada a equilibrar el capitalismo español. Los intereses de fondo del partido socialista se pueden ver en el cambio de perspectiva que han realizado en los últimos años respecto a estas operaciones. Pese a su postura actual, los procesos de fusión monopolistas no parecieron un problema cuando, durante la primera propuesta de fusión del año 2020, el gobierno los incentivó tanto en el caso del BBVA como en el de CaixaBank y otros, fusiones que aprobaron sin miramientos minando los principios de la competitividad que ahora dicen defender, ni tampoco los resultados para los trabajadores que ahora quieren evitar: despidos masivos y control artificial de los precios de los servicios del sector financiero.

El giro en la postura del PSOE respecto al 2020 no se debe realmente a la defensa de los intereses de la clase trabajadora ni de la pequeña empresa. En la fusión de Bankia con CaixaBank, buscaban estabilizar el sector y crear un banco europeo competitivo, en línea con la posición política de la Comisión Europea, que quiere grandes bancos europeos capaces de competir en el mercado mundial. La otra razón era que querían deshacerse del control público de Bankia, rescatado en el año 2008 con un coste de 22.000 millones de euros que aún no se han recuperado. Como parte integral del capitalismo español, el PSOE defiende que la banca tiene que ser privada. Cuando es cuestionado por la necesidad de una banca pública, contesta que no es necesaria porque el ICO (Instituto de Crédito Oficial) ya juega este papel. En realidad, sólo hace falta recordar que fue Felipe González quien comenzó el proceso de privatización de empresas públicas. Los dirigentes del PSOE están convencidos que el mercado, la propiedad privada y los beneficios son la forma de producción humana más eficiente. Hoy, en cambio, tratan de estabilizarlo evitando los grandes monopolios en el sector que puedan escapar aún más al control político del gobierno y desequilibrar por completo el mercado español. Tras estos cambios de postura permanece una misma política por parte del PSOE: décadas de mantenimiento del régimen capitalista en el Estado español desde la izquierda, política que ahora se ve sometida a las tensiones entre los intereses de los pequeños y grandes burgueses catalanes beneficiados por el crédito del Sabadell y los del imperialismo europeo.

Ahora bien, no hay nada que haga más evidente la postura del gobierno que la consulta. La controversia que ha llevado la OPA a las noticias recientemente es la consulta pública que el gobierno lanzó el 6 de mayo y que, en un período de 10 días, pretendía recoger las consideraciones de todo aquel que se vea afectado por la adquisición del banco catalán. Más específicamente, el gobierno pide a la ciudadanía si “consideran que existen criterios de interés general diferentes de la defensa de la competencia que puedan verse afectados por la operación BBVA/Banco Sabadell”. Se trata de una medida sin precedentes. Sus resultados no son vinculantes, pero ya los ha presentado el Ministerio de Economía al Consejo de Ministros, el cual tomará la última decisión. Por otro lado, mientras el PP la critica, declarando que no es “seria ni profesional”, lanzando motivos tan vacuos y abstractos para oponerse como que “un gobierno debe decidir”, hace falta tomársela por lo que es: presenta a los grandes banqueros como monstruos insaciables y se apoya correctamente en los afectados, pero esta no implica que el PSOE esté priorizando los intereses de la clase obrera. El rearmamento, que sí que afecta a la clase obrera de todas las maneras posibles, que implica que sus impuestos vayan a armas en lugar de a mejores servicios públicos, que contiene la aterradora perspectiva de que mañana tengan que dispararlas contra otros trabajadores en el frente y morir en las guerras que interesan a los imperialistas, no goza de consulta alguna ni ha sido votada en parlamento alguno. Esto deja bien claro cuál es el lugar del proletariado bajo el capitalismo y cuál es el papel real del gobierno.

Si bien el PSOE se ha mostrado preocupado por los puestos de trabajo, ha sido Sumar quién lo ha puesto en el centro de la cuestión. Desde la supuesta ala izquierda del gobierno, la ministra Díaz, correctamente, se ha opuesto citando preocupaciones por el despido de unos 5.000 trabajadores si se consumase la fusión. A su vez, Díaz también se opuso a la fusión de Bankia y CaixaBank y a los más de 6.000 despidos que suponía la operación, pero como sabemos todos no abandonó el gobierno cuando la fusión se consumó y se ejecutaron los despidos. El papel de dar una capa de barniz de izquierda al gobierno que llevó a cabo Sumar hace cuatro años amenaza con repetirse, representando tan sólo una “oposición” por la izquierda que equivale a papel mojado. Se limitaron a dar la imagen de oposición, tal como están haciendo también con el rearme, en lugar de representar una oposición real de clase, basada en la movilización de los trabajadores del sector y la presión sobre los sindicatos que habría podido llevar a una huelga y frenar así la fusión. El reformismo de Sumar comparte el mismo problema que el plan del PSOE pese a las diferencias en las declaraciones de prensa.

Ante este panorama, la preparación de un plan de lucha contra la fusión descansa sobre la dirección de los sindicatos del sector. Sólo esto puede jugar en el momento actual un papel clave para frenar este proceso y salvar los miles de empleos que hay en juego. En este sentido, CCOO y UGT, los principales sindicatos del sector, han identificado correctamente las consecuencias de la fusión y han transmitido al Ministerio de Economía su oposición. Sin embargo, estos sindicatos disponen de la capacidad organizativa y del apoyo obrero necesario para llevar a cabo esta tarea. Sólo falta que esta oposición pase de las palabras a la acción.

La mejor manera de obligar al gobierno a bloquear la OPA del BBVA es que los sindicatos pongan en pie un plan de lucha en todo el grupo del Banco Sabadell, que incluya asambleas y paros escalonados, hasta confluir en una huelga en todo el sector bancario que incorpore, además, el resto de reivindicaciones sentidas por los trabajadores en materia de derechos laborales, salario y condiciones de trabajo.

Los parásitos del sector bancario

Mientras los servidores de la burguesía en el gobierno ejercen la mediación entre las distintas alas de los grandes capitalistas del sector financiero involucrados en este proceso de adquisición, la clase obrera es consciente de los efectos de estos parásitos sobre sus vidas. Para poder resolver las contradicciones económicas que se mueven bajo la superficie y que claramente minan los niveles de vida de las masas, hace falta comprender el papel concreto del capital financiero en nuestra sociedad.

Si bien se ha hablado de despidos, la progresión del sector en los últimos años muestra que se trata de una tendencia que trasciende todo lo expuesto. Con la crisis del 2008, el capitalismo alrededor del mundo recibió un golpe del que no se ha podido recuperar aún. Desde el 2008, en 12 años se han despedido a más de 100.000 trabajadores bancarios en el Estado español (un 37% del total empleado en el año 2008), reduciendo hasta un 50% la red de oficinas, proceso que se ha dado antes de que los efectos del COVID ampliasen significativamente estos datos rompiendo récords el año 2021 con 19.000 despidos. Pero, lo que es más importante aún: todo esto ha sucedido durante períodos de beneficios récord que alcanzaron su máximo el año pasado, cuando el sector financiero experimentó beneficios por un valor superior a los 30.000 millones de euros, superando el récord establecido antes de la crisis del 2008.

Este proceso es producto de lo que llevamos tiempo viendo en el Estado español en lo referente a la banca: la concentración del capital financiero en las entidades más grandes, en un puñado de manos muy pequeño que decide el rumbo del capital de toda la sociedad y, por ende, de la misma sociedad. Se trata de un proceso monopolista propio de la competitividad del libre mercado, de la reproducción del capital y de la elevación del capitalismo a monopolios imperialistas. Ante este proceso, el PSOE se quiere oponer ahora mismo a la concentración del capital con el apoyo de los pequeños propietarios afectados por esta concentración, cosa que explica la consulta. Sin embargo, los intentos reformistas como el de detener esta OPA tratan de eliminar los peores efectos del capitalismo sin deshacerse de él, mirando de convertirlo en un capitalismo “bueno”. Pero como son las leyes del sistema las que conducen a los grandes monopolios, la tendencia económica de la concentración del capital financiero se irá consolidando pese a todos los intentos reformistas. El proceso de monopolización es inherente al capitalismo, y no se puede detener dentro de sus propios límites.

La necesidad ineludible de la expropiación y de la organización comunista

Los comunistas nos oponemos a la adquisición por parte del BBVA del Banco Sabadell, en defensa de los puestos de trabajo que se ven amenazados por esta operación. Las condiciones laborales del sector han empeorado agudamente desde la crisis del 2008, y la previsión para los trabajadores del sector es de mayor austeridad y reducción de plantillas. Los sindicatos deben movilizarse para mostrar la firme oposición de nuestra clase a las consecuencias de la adquisición para los trabajadores del sector y luchar para evitarla.

Sin embargo, se consume o no la adquisición, la opresión de los bancos continuará manifestándose en todo el sector laboral y más allá: principalmente a la hora de comprar o alquilar un piso, de acceder a préstamos, en su influencia política para la defensa de la propiedad privada, la financiación del militarismo, etc. La especulación de los bancos con todo tipo de activos económicos, motivada únicamente por la acumulación bestial de grandes cantidades de riqueza, sitúa a los banqueros como la peor casta de parásitos capitalistas. Las contradicciones entre los intereses de estos capitalistas y el conjunto del resto de la sociedad no pueden ser resueltas armonizando sus intereses con los nuestros. Hace falta exigir la expropiación sin indemnización (exceptuando a pequeños accionistas con necesidades justificadas), y bajo control obrero, del gran capital que controlan estos monopolios para poder dedicar todos sus recursos a satisfacer las necesidades de la sociedad.

Pero también somos conscientes de que la mera expropiación del sector más parasitario de la burguesía no acaba con el problema. Este ha surgido porque la riqueza producida por toda la sociedad se la apropia privadamente el capitalista. Por esta razón, hace falta ir más lejos y construir una sociedad que no permita la apropiación privada de la riqueza producida socialmente. Estas medidas, sin embargo, no son posibles en último término sin la acción revolucionaria por parte del proletariado dirigida a la destrucción del Estado burgués que protege estos intereses y el establecimiento del socialismo, la única forma de que los obreros controlen la riqueza que producen y la dirijan a cubrir las necesidades de todos a través de la creación de un sistema de crédito central bajo control obrero. Sólo la clase de los eternos perdedores bajo los monopolios capitalistas, la gran mayoría de la sociedad, puede y quiere terminar con este sistema podrido y mandarlo al basurero de la historia.

A causa de la absoluta evidencia de la avaricia de los banqueros, juntamente con el resto de conflictos que asolan nuestro planeta y expresan la profunda crisis orgánica del sistema, poco a poco el proletariado se hace consciente de la naturaleza real de estas contradicciones, y esto convierte la situación actual en una burbuja que puede estallar en cualquier momento. Para que los esfuerzos revolucionarios de nuestra clase lleguen a sus últimas conclusiones, hace falta que todo aquel que reconozca la necesidad de este programa participe en la construcción del partido revolucionario. Si estás de acuerdo con este programa, no lo dudes: ¡únete a nosotros!

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