LO RETRO ESTÁ DE ACTUALIDAD
Voy a opinar sobre dos consignas que me parecen muy importantes por lo que tratan. La primera, que ha llenado muchas páginas y tertulias radiofónicas es la de “NO NOS REPRESENTAN”.
El divorcio entre la clase política y la ciudadanía es claro y no necesitan explicarse aquí los porqués. Pero sería faltar a la verdad decir que es algo solo propio de estos tiempos. Precisamente esa idea, en el siglo XIX, tras muchas luchas, vidas perdidas en la cárcel, hogares destrozados por la represión más descarnada, y sangre, mucha sangre, dio origen a los sindicatos y partidos políticos OBREROS, que hasta ese momento estaban fuera de toda esfera de poder, repartida entre aristócratas, ricos e Iglesia. La clase obrera conquistaba el sufragio universal, liberaba a los niños del trabajo y ponía los cimientos para la igualdad de sexos.
Está claro que hoy esas herramientas de lucha y conquista están oxidadas, son usadas por el sistema para legalizar e intentar legitimar las reformas del momento. Explicar por qué esto es así sería más largo que lo que aquí quiero escribir, pero no debemos olvidar que son nuestras herramientas, que somos nosotros los que las dejamos en manos de quienes hoy las dirigen, pero que si no estamos satisfechos con como se usan esas herramientas, debemos ser nosotros los que las recuperemos… O las sustituyamos si creemos que son insalvables. Estas herramientas ya demostraron su eficacia para la lucha: en nuestras manos deben volver a estar.
La segunda consigna es la de la “HUELGA GENERAL DE 24 HORAS”.
La huelga general es un elemento importante, porque pone sobre la mesa una realidad que, por obvia, dejamos de ver: el trabajo se hace entre todos, es social. La riqueza que de él se extrae es la suma de todos esos esfuerzos. Sin embargo, y por las leyes de la propiedad capitalista, esa riqueza se recoge y reparte atendiendo primero a los propietarios, a los dueños, a los amos del sistema: la riqueza es privada.
En el siglo del hombre, el siglo XIX, cuando los trabajadores, superados los umbrales del patrono protector y paternalista, aprendieron que solo apretando el bolsillo de los amos del sistema conseguían cosas, pudieron empezar a dignificarse ellos mismos y sus hijos, dejando de ser herramientas de trabajo y pasando a ser, dentro de esa sociedad del capital, personas con ideas, ganas de saber y de vivir.
En una economía global, con fronteras para las personas pero no para el dinero, una huelga general debe evolucionar y ser consciente de esa realidad. El ejemplo de Grecia es claro: país por país, la gente normal que vive de su salario poco pueden cambiar las cosas. Sus dominadores están a salvo, lejos de sus fronteras.
La huelga necesita superar las fronteras de los países, incluso tendría que superar el límite de las 24 horas y dotarse de un claro sentido político a favor de los ciudadanos que en Europa viven. Lo que afecta a un país repercute en los demás, todos estamos relacionados. Eso nos da una fuerza tremenda, a condición de que seamos conscientes de ello. Una huelga exitosa en un país tiene que llevar a sacudir a los países del entorno para demostrar la determinación de los indignados (pacíficos sí, ingenuos no) a cambiar realmente las cosas. Y la meta es clara, creo yo: situar a las personas normales por encima del dinero. Nunca esto ha sido materialmente más posible que ahora.
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