Convenio de Mercedes Benz-Vitoria. Otra oportunidad perdida. Vendidos por un plato de lentejas
La negociación del convenio se presentaba hace un año en unas condiciones inmejorables. La empresa elevaba continuamente los objetivos de producción y fijaba para 2016 la fabricación de 140.000 vehículos, objetivo nunca alcanzado en la fábrica. Las ventas, según los datos ofrecidos por la empresa mejoraban año tras año. Los últimos años han crecido el 24,15% del año 2013 al 2014 y el 21,59% del 2014 al 2015. Esto ha hecho aumentar los beneficios empresariales y demuestra claramente que la empresa es muy rentable.
La situación de los trabajadores sin embargo era y sigue siendo bastante penosa. Las propias cifras declaradas por la empresa al Registro muestran cómo los gastos de personal retroceden año tras año en proporción a las ventas, 5,59% en 2015 frente al 6,64% del 2014 y al 8,74% del año 2013.
Las condiciones de trabajo y de flexibilidad, novena hora, jornadas de sábados,… introducidas en los anteriores pactos fueron utilizadas a fondo por la empresa para conseguir sus objetivos de fabricación y produjo un profundo malestar en la plantilla que realizó agotadoras jornadas de hasta 53 horas semanales durante 7 meses.
En esta situación la empresa se marcó como objetivo incrementar el nivel de explotación y así se lo hizo saber a los representantes de los trabajadores con la excusa de asegurar la inversión realizada para la fabricación del modelo VS-20 y tener el visto bueno de los accionistas.
Las medidas más importantes para conseguirlo y adaptar la vida de los trabajadores a las necesidades productivas de la planta consistían fundamentalmente en: Turnos de 10 horas diarias de lunes a sábado, horario laboral semanal de lunes a sábado, siendo los dos turnos del sábado jornada ordinaria, diversos modelos de trabajo combinando turnos y horarios posibles, desde 5 hasta 9 horas, de acuerdo a las demandas del mercado. Nuevos salarios de entrada ampliando los períodos en los tramos formativos con progresión económica vinculada al desarrollo profesional de los nuevos trabajadores. Eliminación del concepto antigüedad. Incrementos salariales no vinculados al IPC. Eliminación de pluses de sábado y días activables entre semana. Reducción del resto de pluses un 20%. También exigía en su propuesta aumentar 3 días la jornada laboral anual.
El desarrollo de la negociación este año ha sido el habitual. El comité está compuesto por UGT; EKINTZA; PIM; ELA; CCOO; ESK y LAB. En esta coyuntura excepcionalmente favorable, en vez de hacer una plataforma unitaria que consiguiese revertir la flexibilidad que estaba haciendo sufrir a los trabajadores con jornadas interminables, consolidar el empleo necesario para la producción como fijo de plantilla (hay en la actualidad 2000 eventuales en la fábrica), subir los salarios y mejorar las condiciones sociales, se enzarzaron en una pelea estéril sobre la renuncia previa de unos a los convenios de eficacia limitada y la exigencia de los otros de acatar los resultados del referéndum. Esta actitud irresponsable duró meses en los que, ante el regocijo de la empresa, no progresó la negociación por falta de una mínima unidad de criterio en el comité de empresa.
Esta situación de bloqueo continuo por UGT a reuniones, asambleas, información, provocó la destitución del presidente del comité de la UGT, y el nombramiento de uno nuevo de ELA. Esta nueva mayoría se lanzó a la palestra con la primera asamblea de fábrica que se celebraba en 13 años en la que participaron 1500 trabajadores y que supuso una bocanada de aire fresco y la esperanza de conseguir un buen convenio. Sin embargo, también esta nueva mayoría ha sido incapaz de ilusionar a los trabajadores y movilizarlos. Sus divergencias internas, el papel vacilante de CCOO, la falta de decisión para llegar a la plantilla e implicarla en un proyecto de lucha común por el convenio, ha desmotivado y desmovilizado a la plantilla. Y como la crónica de un fracaso anunciado, siguiendo la misma senda de anteriores convenios, la empresa ha movido sus peones para defender sus intereses y lo ha conseguido. De la noche a la mañana, una negociación empantanada, sin ninguna reunión pública conocida en meses, se transforma en un acuerdo, mediando una sola reunión convocada por UGT.
El cabreo es generalizado, en primer lugar por la sospecha de que, una vez más, la empresa ha utilizado a una parte de la representación de los trabajadores para conseguir sus intereses. En segundo lugar por la incapacidad de la mayoría del comité para ponerse al frente de un proyecto común en estos momentos tan favorables.
El acuerdo consiste fundamentalmente en lo siguiente: 5 años de vigencia del convenio, el incremento salarial es de 1,8% anual. Se rompe por tanto la vinculación con el incremento de los precios (IPC) que era un objetivo de la dirección y que nos perjudicará gravemente si los precios vuelven a crecer como en los años previos a la crisis. Si la empresa necesita conocer sus costes salariales, nosotros necesitamos que nuestros salarios no pierdan poder adquisitivo. Incluso el acuerdo salarial es inferior al 2,5% firmado en el anterior convenio en plena crisis. Respecto a la paga variable depende de cifras que controla la empresa y es por lo tanto de objetividad como mínimo dudosa. En contratación se nos ofrece como una concesión la necesidad y obligación de la empresa de contratar a mil eventuales en los próximos 5 años. La empresa, de hecho, tendría que haber contratado ya a muchos de estos trabajadores como fijos. Además, para estos nuevos trabajadores se ha ampliado el período de equiparación salarial con los trabajadores fijos tal como quería la empresa, lo que les supondrá pérdidas salariales importantes por hacer el mismo trabajo que sus compañeros. Respecto a la flexibilidad, una de las preocupaciones más importantes de la plantilla, no se ha eliminado, además las nuevas necesidades productivas han impuesto el turno de noche de 4 horas auténtico ejemplo de mini-job.
La actitud de UGT y su tendencia a la colaboración con la dirección ha producido este pacto. Sin embargo, no ha existido en toda la negociación del convenio ni en su acto final, el referéndum, una alternativa creíble para la plantilla por parte de los que tenían la mayoría en el comité. Esa falta de determinación ha hecho posible la victoria de la empresa en este convenio. El colmo del despropósito fue la orientación dada a los trabajadores en el referéndum. Existía una última oportunidad de reconducir la negociación del convenio derrotando el pre-acuerdo, explicando a los 5000 trabajadores las miserias que se nos ofrecían. Sin embargo, ELA y LAB hicieron campaña activa para no participar en el referéndum, y CC.OO propuso libertad de voto.
Con una participación del 85,29%, el resultado del referéndum ha sido el siguiente: 2.241 votos a favor del acuerdo y 1.904 votos en contra, el sí ha ganado por un puñado de votos.
A la vista de los resultados queda muy claro que, de haber llamado al voto no, la propuesta patronal habría sido derrotada, eso temía la empresa que llevó a votar a todos, incluido el gerente Titos. Esa victoria del no, habría dejado en minoría a los sindicatos firmantes, habría demostrado que a pesar de las enormes presiones, los eventuales no comulgan con ruedas de molino, nos habría permitido volver a la mesa de negociación y forzar a la empresa, con el apoyo de los trabajadores y la movilización si fuera necesario, a negociar un convenio que recogiese las principales demandas de la plantilla. Pero se eligió una táctica sindical errónea e incomprensible para la mayoría, que no fue secundada en los talleres, pero tuvo el efecto perverso de dar la mayoría por un puñado de votos al convenio.
Visto el resultado, la ola de frustración y malestar con todos los representantes sindicales de la empresa se expresó en multitud de comentarios, mensajes de whatsapp… pidiendo la dimisión de toda la representación sindical de la empresa. Reproduzco uno de ellos.
“Queridos sindicatos de M.Benz enhorabuena por la gran desunión y desilusión que habéis creado en la plantilla. La inoperancia por parte de algunos y la entrega a los intereses de la empresa por parte de otros nos deja a la plantilla en la peor de las situaciones…Estamos vendidos. Creo que hablo por boca de muchos de mis compañeros manifestando un enfado mayúsculo con todos los sindicatos de M.Benz. Habéis tratado con auténtico desprecio y desfachatez a esta plantilla, así que espero os vaya pasando factura. El desencanto con todos los sindicatos sin excepción alguna, ha llegado hasta la gota que puede colmar el vaso… todo tiene un límite, y se puede haber alcanzado firmando un convenio en condiciones récord de producción y beneficios para la empresa, convirtiéndose en un pésimo convenio para la totalidad de la plantilla. En esta situación lo lógico sería mejorar el anterior convenio, pero no, vamos y lo empeoramos…de traca. Si esto ha sido así ahora, que Dios nos coja confesados en los siguientes… porque mejor situación no se va a presentar en la vida. Creo que deberíamos hacer que todas las personas que están al frente de los sindicatos M.B. dejen de hacer daño a esta plantilla, porque… ¿alguien piensa que están defendiendo los intereses de los trabajadores? Mas bien, están defendiendo los intereses de sus sindicatos y los de la empresa que es todavía más grave… bueno y los suyos propios, por supuesto”.
Los trabajadores necesitamos sindicatos, la experiencia nos ha enseñado que sólo organizados podemos mejorar nuestras condiciones de vida, empleos y salarios. Pero no nos sirven esos sindicatos que han hecho de la colaboración con la patronal un elemento central de su existencia, negociando con la empresa la contratación de sus afiliados como contrapartida a la firma del convenio, como todo el mundo comenta en la fábrica. Nos han demostrado hasta la saciedad que incluso en condiciones muy favorables, como las de nuestra empresa en la actualidad, solo son capaces de obtener miseria. Ese es el balance que se puede hacer en la industria automovilística española de la política sindical en los últimos ocho años: pérdida de poder adquisitivo, mayor eventualidad, organización irregular de la jornada de trabajo… que se justifican para salvaguardar el empleo en época de crisis, pero que claramente como demuestra lo pactado en este convenio, han llegado para quedarse. UGT y CCOO, se muestran orgullosos de esos pactos en los que sólo progresan las empresas. Anfac, la asociación patronal de fabricantes, defiende estos pactos que han conseguido una importante moderación salarial en el sector, siendo España el tercer país fabricante de vehículos con el incremento más bajo del coste laboral total por hora en el período 2008-2014, siendo la mitad que Francia, Italia y Alemania. Incluso el representante sectorial de CCOO, Ferreira declaró en una entrevista valorando ese período: “se firmaron cosas muy conflictivas que hubo que explicar muy bien” y también “tenemos problemas con los sindicatos franceses, que se quejan de que hemos rebajado mucho las condiciones laborales”. Sobran las palabras.
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