Murió Tony Benn: un destacado dirigente de la izquierda británica
La muerte de Tony Benn tras una larga enfermedad a la edad de 88 significa la pérdida de un destacado dirigente de la izquierda británica. Aunque Tony Benn provenía de un entorno de clase muy privilegiada – su padre, el vizconde Stansgate, era un noble laborista – se convirtió en el abanderado de la izquierda y de la clase obrera combativa en los años 1970 y 1980.
Anthony Wedgwood Benn entró en el Parlamento en 1950 como diputado laborista por Bristol-Sureste a la edad de 25 años. Se vio obligado a salir de la cámara de los Comunes una década más tarde, cuando su padre murió y él heredó su título. Después de una exitosa campaña para cambiar la ley, renunció a su título de nobleza y volvió a su escaño tres años más tarde.
Las experiencias forman la conciencia
Al principio, Wedgwood Benn estuvo tradicionalmente en la derecha del Partido Laborista y se desempeñó como ministro de tecnología, industria y energía bajo Harold Wilson. Sin embargo, su experiencia en el gobierno tuvo un profundo efecto en él, lo que lo llevó a girar cada vez más a la izquierda.
Benn atribuyó su giro a la izquierda a cuatro motivos:
- A cómo «el Servicio Civil puede frustrar las políticas y decisiones de los gobiernos elegidos por el pueblo»
- A la naturaleza centralizada del Partido Laborista que permite al líder dirigir «el Partido casi como si se tratara de su reino personal»
- «Al poder de los industriales y banqueros para salirse con la suya con el uso de las formas más despiadadas de presión económica, incluido el chantaje, contra un gobierno laborista»
- Al poder de los medios de comunicación, que «al igual que el poder de la Iglesia medieval, se aseguran de que los acontecimientos del día siempre sean presentados desde el punto de la vista de los que disfrutan de los privilegios económicos.»
«[…] Estas lecciones me llevaron a la conclusión de que el Reino Unido sólo está gobernado superficialmente por los diputados y los votantes que los eligen. La democracia parlamentaria es, en verdad, poco más que un medio de asegurar un cambio periódico en el equipo de gestión, al que se permite después presidir un sistema que sigue permaneciendo en esencia intacto. Si el pueblo británico se preguntara alguna vez a sí mismo de qué poder disfruta verdaderamente bajo nuestro sistema político se sorprendería al descubrir de cuán poco es, y podría nacer algún nuevo tipo de agitación Cartista [el primer movimiento político de la clase obrera británica entre 1830-1850] y reunir un impulso importante rápidamente».
Y concluyó: «En los gobiernos laboristas hicimos lo mejor que pudimos para que el capitalismo funcionara de una forma civilizada. Y fracasamos. Nunca puede funcionar. Siempre explotará y oprimirá al pueblo.» Este hecho es tan cierto ahora como lo era entonces. Debería quedar grabado en la conciencia de todos los que se enfrentan hoy en día a la crisis capitalista.
Contenido
Un tiempo de gran agitación y radicalización
La caída del gobierno de Wilson en 1970 y la elección de la administración conservadora bajo Ted Heath produjeron una radicalización generalizada que impregnó el movimiento obrero, incluido el Partido Laborista. El intento de introducir una legislación antisindical por Heath llevó a una masiva campaña de oposición, empezando por los sindicatos. La primera mitad de la década de 1970 se caracterizó por la profundización de la lucha de clases, con dos huelgas nacionales de los mineros en 1972 y 1974. Fue una época de gran agitación y muchos llegaron incluso a cuestionar el sistema capitalista.
Recuerdo haber visto a Tony Benn en la conferencia del Partido Laborista de Gales en 1972 en Swansea, cuando vino a dar un saludo fraternal del Comité Ejecutivo Nacional (CEN). Antes de que hablara, yo había presentado una resolución planteando que un gobierno laborista debería introducir políticas socialistas para nacionalizar las palancas fundamentales de la economía bajo el control y la gestión de los trabajadores. Dije que «¡no queríamos simplemente las migajas, queríamos la panadería!» Benn, en su discurso dijo que ese sería un gran título ¡para un manifiesto laborista!
Esto no era tan descabellado, como parecía. El CEN del Partido Laborista se había movido muy a la izquierda y había propuesto que un gobierno laborista debería nacionalizar las 25 principales empresas del país, lo que provocó la histeria de la prensa. Eso indicaba las presiones crecientes desde abajo.
El auge de Bennismo
Benn se convirtió en el dirigente de este movimiento de izquierda, más tarde personificado como Bennismo. Era, con mucho, el más inteligente, culto y perspicaz de los laboristas de izquierda. Él era extremadamente bien leído y comenzó a interesarse también por el marxismo. Recuerdo que incluso le dimos un ejemplar de la «Historia de la Revolución Rusa» de Trotsky, que él leyó. A menudo hablaba en las reuniones y concentraciones de las Juventudes Socialistas del Partido Laborista, que estaba dominada por la Tendencia Militant.
Es evidente que, dada su evolución, Benn tenía el potencial para desplazarse aún más a la izquierda, sobre la base de los acontecimientos. El paralelismo con la figura de Largo Caballero viene a la mente, el dirigente obrero español, que comenzó como consejero en el gobierno de la dictadura de Primo de Rivera, pero bajo el impacto de los acontecimientos giró agudamente hacia la izquierda.
Tony Benn era amistoso con las Juventudes Socialistas, de las cuales yo era miembro de su Comité Nacional, y movilizamos autobuses llenos de jóvenes en las elecciones para hacer campaña por él en su distrito de Bristol-Sureste. Él salió en apoyo de Andy Bevan, presidente de las Juventudes Socialistas, cuando fue elegido como organizador juvenil liberado por el Partido Laborista, y el ala derecha y la burocracia laboristas intentaron sabotear su nombramiento.
Las divisiones y cazas de brujas en el Partido Laborista
En los 80, la victoria de Thatcher y la caída del gobierno laborista de Callaghan habían dado paso a un gran descontento en el movimiento obrero. La izquierda hizo una campaña por reformas democráticas para hacer que la dirección y los diputados del partido rindieran cuentas a través de elecciones revocatorias y la creación de un colegio electoral.
Este fue un momento peligroso para la clase dominante. El Partido Laborista, firmemente en manos del ala de derecha, era un pilar importante del capitalismo, y las grandes empresas estaban desesperadas para bloquear este peligroso giro a la izquierda. «… El Partido Laborista se ha convertido en una amenaza para la constitución, tanto en la oposición como en el gobierno», afirmó el ex ministro tory Ian Gilmour. «Los extremistas han penetrado a todos los niveles, haciéndolo girar violentamente a la izquierda.»
El peligro de que el Partido Laborista cayera en manos de «salvajes» izquierdistas era impensable. Por lo tanto, intensificaron su caza de brujas contra la Tendencia Militant dentro del partido, a través del ala de derecha laborista en las direcciones sindicales y entre los parlamentarios. Con esta caza de brujas, intentaron socavar a la izquierda en su conjunto.
La extrema derecha del Partido Laborista, alrededor de Roy Jenkins, Shirley Williams y Bill Rogers, se escindió para fundar el Partido Socialdemócrata (SDP), que dividió el voto laborista en las elecciones generales de 1983 y permitió ganar a Thatcher. Williams había escrito una diatriba contra el marxismo en el periódico The Guardian, pero Tony Benn respondió afirmando que el marxismo ha sido históricamente una parte legítima del movimiento obrero.
La debilidad del reformismo de izquierda
Tony Benn, sin embargo, no era marxista. Sus puntos de vista eran reformistas de izquierda y esa fue su debilidad. Por ejemplo, él tenía ilusiones en las Naciones Unidas, que eran sólo un foro para las clases dominantes del mundo, junto a los representantes de los regímenes estalinistas. Nunca podría resolver los conflictos fundamentales, como la experiencia ha demostrado. Debido a esto, nunca fue capaz de formular una alternativa socialista completamente elaborada. Sin embargo, a pesar de estas debilidades, Benn fue muy honesto y un hombre de principios, y permaneció fiel a ellos cuando muchos otros fueron abandonando el barco.
En 1981, Tony Benn se presentó para el cargo de líder adjunto del Partido Laborista y perdió por menos del uno por ciento de los votos. Los traidores del SDP se habían quedado para emitir su voto contra Benn, justo antes de escindirse del partido. Este período representó el punto culminante del Bennismo, pero las cosas pronto comenzaron a desenrollarse. Los factores objetivos que habían favorecido el crecimiento de la izquierda comenzaron a fracturarse. Los reformistas de izquierda empezaron a correr para cubrirse.
En 1983, el comité de redacción de Militant fue expulsado del Partido Laborista. Neil Kinnock se había convertido en el líder del Partido, y aunque formalmente estaba en la «izquierda», se convirtió en el caballo de ataque del ala de derecha. De hecho, Kinnock dirigió la caza de brujas contra Militant y el Ayuntamiento laborista de Liverpool. También se negó a apoyar a Scargill y a los mineros en 1984-5 y encabezó el giro a la derecha del partido, pisoteando las políticas de izquierda del pasado. Él degradó la conferencia del Partido y socavó la democracia interna. Por supuesto, a pesar de sus pretensiones de hacer que el Partido Laborista resultara elegible, condujo el Partido a las derrotas de 1987 y 1992.
Siguiendo su ejemplo, otros «Bennistas», como David Blunkett y Margaret Hodge, también se desplazaron a la derecha a la velocidad de la luz, haciendo la paz, primero con Kinnock y luego con Tony Blair, para garantizar sus carreras ministeriales. Esto reflejó la debilidad del reformismo de izquierda, que se basaba en el gradualismo, que se hizo añicos ante el giro general hacia la derecha de la década de 1980.
El Establishment capitalista recompensó a Kinnock por su trabajo sucio con un escaño en la Cámara de los Lores, un asilo político para los renegados del Laborismo.
Lord Kinnock fue mordaz en sus comentarios sobre la muerte de Tony Benn. Él lo atacó por ser «destructivo» y «autocomplaciente», lo cual es gracioso viniendo de un hombre que traicionó sistemáticamente todos los principios que antes había defendido. No es casualidad que se le haya comparado a menudo con la figura de Ramsay McDonald [McDonald fue expulsado del Partido Laborista en 1931 por traidor al formar un gobierno de unidad nacional con partidos burgueses para aplicar una política antiobrera. También fue nombrado Lord. NdT] El desprecio de Benn hacia Kinnock fue resumido en la anotación de su diario en diciembre de 1989: «Neil Kinnock ladra como un perrito alrededor de los talones de Thatcher y ella le da patadas para apartarlo a un lado.»
El apoyo a la militancia
Benn, por supuesto, se pronunció en contra de la caza de brujas, a pesar de sus diferencias políticas con Militant. Sin embargo, mientras otros se negaron, él estuvo dispuesto a hablar en el Rally de Militant en 1984 en el centro de conferencias de Wembley. Mientras que defendía el derecho de la Tendencia Militant a expresar sus puntos de vista, sin embargo, se distanció del marxismo.
Habiendo perdido su escaño en Bristol Sur por los cambios en la demarcación del distrito, Benn lo recuperó presentándose en Chesterfield en 1984, el año de la huelga de los mineros, una causa que él defendió hasta el final. Apoyó constantemente muchas causas de la izquierda, como la batalla contra la subida de impuestos de la contribución municipal y conflictos laborales, como los de las enfermeras, los impresores, y muchos otros.
Comunicador brillante, Benn, durante una entrevista de televisión, a menudo se volvía hacia las cámaras con el fin de hablar directamente con los millones que estaban escuchando. Como resultado, se ganó el odio de la prensa capitalista. The Sun una vez lo describió como «el hombre más peligroso de Gran Bretaña». Incluso hoy en día, los mismos medios sienten la necesidad de criticar su pasado papel. Mantienen su temor al Bennismo y sienten la necesidad de exorcizar su amenaza. «Benn fue una figura divisionista dentro del Partido Laborista por su apoyo constante al socialismo tradicional», afirma The Guardian hoy en su edición de intenet. Él era evidentemente «divisionista» con la derecha, pero no con los trabajadores comunes que estaban en lucha.
Fuera del parlamento
Desilusionado con el giro a la derecha del Partido, Tony Benn dejó el parlamento en 2001, después del primer mandato del gobierno de Blair, para «dedicar más tiempo a la política». Su hijo, Hilary Benn, en completo contraste, apoyó la causa de la derecha laborista desde el principio. Se convirtió en diputado laborista por la circunscripción de Leeds Central y responsable laborista para las comunidades y los gobiernos locales. Es famosa su descripción de sí mismo: «Soy un Benn, no un Bennista». Esto simplemente demuestra que el socialismo no es genético.
Fuera del Parlamento, Benn estuvo muy activo en el movimiento contra la guerra. A medida que envejecía, tendía a suavizarse un poco, incluso a hacer las paces con la nueva dirección laborista de Miliband. Hablaba de manera pesimista a uno de nuestros compañeros, diciendo: «¡Oh, en qué terrible mundo vivimos!»
Pero no hay que ser pesimistas, ya que estas crisis a nivel internacional son el reflejo de los dolores agónicos de un sistema moribundo. Se trata de un sistema que está en una parálisis completa. Su derrocamiento revolucionario está planteado de la manera más nítida.
Un hombre de principios
Sin embargo, a Tony Benn se le pueden perdonar sus debilidades y debe hacérsele un reconocimiento por su forma coherente de defender a los trabajadores y de mantenerse fiel a sus principios.
The Guardian reveló que algunos de los viejos colegas ministeriales de Benn desde la década de 1970 y 80 se quejaban en privado de que no querían hacer ningún comentario público, ya que eran reacios a hablar mal de una persona que acababa de fallecer.
Estos personajes son profundamente opuestos a la posición de principios de Benn, porque estos principios contrastan agudamente con la propia capitulación y arribismo apestosos de aquéllos. Rendimos homenaje a un hombre extraordinario y a su contribución. Sin embargo, la lucha continúa hasta que el capitalismo sea derrocado y podamos mirar hacia un futuro socialista de prosperidad y felicidad. En esto, el marxismo jugará un papel indispensable.
¡Únete a nosotros en la lucha por el socialismo!
Londres, 14 de marzo 2014
Puedes enviarnos tus comentarios y opiniones sobre este u otro artículo a: [email protected]
Para conocer más de la OCR, entra en este enlace
Si puedes hacer una donación para ayudarnos a mantener nuestra actividad pulsa aquí