De la nacionalización de BANKIA a la intervención de la economía española (I)

El pasado 9 de mayo el Gobierno del PP nacionalizó a todos los efectos Bankia, al hacer efectiva la toma del 100% de su banco matriz, BFA (cuarto grupo financiero del país, poseedor del 52% de las acciones de Bankia).

Días antes, tanto el FMI como la Comisión Europea habían apuntado directamente a Bankia como el gran peligro financiero de España, ante las filtraciones sobre su estado real de cuentas.

En una reunión que cita El País [1], celebrada el domingo 6 de mayo, que describe a la perfección cómo funcionan las cosas importantes en este país y en todos los del orbe, los tres presidentes de los tres principales grandes bancos españoles (Santander, BBVA, La Caixa), junto al invitado ministro De Guindos, le explicaron a Rodrigo Rato que había acabado su papel como presidente de Bankia; eligieron a su sucesor, y pergeñaron la hoja de ruta definitiva de la última reforma financiera fallida del Gobierno, presentada hace 6 días, la segunda reforma financiera fallida del Gobierno Rajoy en tres meses. 

El escandaloso funcionamiento contable de la banca

El País (09-05-12) describe también la actuación escandalosa, tanto de Rodrigo Rato como del auditor de las cuentas de Bankia, Deloitte (una de las principales empresas mundiales de este ramo): BFA “tenía contabilizada la participación de Bankia en 12.000 millones de euros en su balance. Su valor actual en Bolsa es de 2.000 millones [ahora es un 50% menor, y bajando] (…) A ambas partes les pareció razonable que no se rebajara el valor de Bankia de los 12.000 millones hasta el de la Bolsa (…) Deloitte sí consideró necesario rebajar dicho valor desde los 12.000 millones de euros hasta los 8.500…”.

Rodrigo Rato se opuso porque esto dejaba al banco sin liquidez. Como el Estado, a través del FROB, [2] le había prestado 4.465 millones, automáticamente el Estado quedaría dueño del banco, como finalmente ha sucedido.

Lo que más llama la atención del asunto es, con todos los ojos del planeta Tierra puestos en el sistema financiero hispano, el chanchullo al que se presta una de las referencias contables en consultoría mundial, pero que resulta ser norma habitual, para seguir sin reflejar en absoluto el auténtico precio de mercado en los libros de caja. Esto demostraba a todo el mundo, no solo la insolvencia de Bankia, sino que arrojaba aún más serias dudas sobre el conjunto del sistema financiero español.

La cuestión es que el conjunto de la banca europea está afectadada por las deudas entrecruzadas entre los distintos bancos (apalancamiento). En la época actual del capitalismo, la especulación del capital financiero es atroz. Según las normas europeas, un banco solo está obligado a guardar en caja 1 de cada 100 euros que recibe de cada cliente, pudiendo especular libremente con los 99 restantes. Cuando la economía iba viento en popa y reinaba la famosa “confianza” parecía no haber problemas, nadie exigía su dinero… Ahora no es este el caso.

Preocupación mundial por la banca española

A los pocos días se supo de otro lío contable por el que en BFA-Bankia aparecía otro agujero financiero de 2.465 millones de euros, al reflejar en sus cuentas un beneficio futuro que no se llegó a materializar.

Los bancos europeos asisten nerviosos a este espectáculo público pues, dado el nivel de deudas cruzadas, varios acreedores europeos pueden tener serios problemas ante una tendencia clara a la insolvencia financiera en España y la falta de liquidez generalizada.

Tras cuatro años de crisis, ante la recaída actual en recesión del capitalismo, que va a ser larga dada la sobrecapacidad existente en múltiples sectores económicos; debido al nivel de endeudamiento del conjunto del sistema…, un susto serio en España (o en Grecia) puede precipitar una crisis financiera europea y mundial.

Desde meses antes se sucedían los informes y recomendaciones, de todo tipo de organismos y bancos de inversión, a la hora de que el Gobierno español tomase medidas rotundas para sanear el sistema financiero español, y forzar a los bancos a reconocer la pérdida real de valor de sus «activos» inmobiliarios.

Entre 1997 y el 2007 el boom inmobiliario determinó que el precio de la vivienda subiera a precios astronómicos, como en otros países, Irlanda o los EE.UU. Por ejemplo, en el caso español, en esa década los precios de la vivienda subieron un 200%.

Según las estadísticas del INE, que reflejan los datos «oficiales» de las principales empresas tasadoras, en los últimos 4 años de dura recesión (de 2008 a finales de 2011), los precios de la vivienda en España bajaron un 21’7%, una cifra muy inferior al descenso de la vivienda en Estados Unidos o Irlanda (más de un 50% y 60% en cada caso). Pero estas cifras oficiales, que sirven a los bancos para reflejar sus pérdidas (o no) en sus libros contables, no reflejan según los principales expertos muchas de la transacciones reales en el mercado, que se han efectuado a un precio mucho menor.

Después de las primeras reformas financieras de Zapatero (que privatizó las cajas para derivar sus recursos y clientes a los bancos, reformas votadas unánimemente por el entonces opositor PP), Rajoy realizó su primera reforma bancaria como gobernante, en febrero.

Según El País, la suma de todas estas reformas, hasta final de abril, solo había obligado (teóricamente) a cajas y bancos a resguardar un fondo de dinero en efectivo (provisiones), por valor de unos 70.000 millones de euros para los créditos del sector inmobiliario. Este dinero guardado (las provisiones) sirve para tapar parte de las pérdidas, fundamentalmente del crédito a constructoras y promotores inmobiliarios (que, fundamentalmente, refleja compras de suelo donde no se ha edificado nada y, muy probablemente, no se va edificar nada en muchos, muchos años, ante la sobrecapacidad existente en el mercado). [3]

Ahora bien, como ahora está quedando de manifiesto en el caso de Bankia-BFA, una cosa eran estas denominadas “provisiones” y otra muy diferente eran la totalidad de las pérdidas potenciales. Los libros de caja de los bancos reflejan en sus balances contables los precios antiguos del suelo y los pisos, pero ese ya no es su valor real, que cayó “oficialmente” según las tasadoras solo un 21’7% hasta final de 2011. Como las tasadoras oficiales están vinculadas a inmobiliarias y bancos, estos precios «oficiales» están abiertamente cuestionados.

Según CCOO: [4]

“…El sector financiero español acumuló durante la última etapa expansiva un volumen excesivo de crédito en el sector inmobiliario [préstamos a promotoras, más los préstamos hipotecarios a particulares, nota del editor]que actualmente lastra sus balances (981.932 millones de euros en enero 2012). Los préstamos dirigidos a personas para la adquisición de viviendas son un problema por su dimensión y la necesidad de refinanciar las cantidades con el exterior (…) Los préstamos dirigidos a los promotores inmobiliarios para compra de suelo y construcción de viviendas (cercanos a 318.000 millones), una parte de las promociones sin finalizar, son la principal causa de preocupación al no estar contabilizadas en balance a un precio adecuado a la evolución de los precios de mercado desde el punto máximo de inflexión en 2008. En la actualidad, la exposición inmobiliaria potencialmente problemática reconocida por el sector (143.815 millones de euros en febrero) está dotada alrededor del 30%…”.

El País actualizó estos datos de CCOO, señalando cómo a principios de mayo había 184.000 millones de euros considerados como «activos problematicos», ligados a créditos a promotores y construcción inmobiliaria (de los casi 318.000 millones de créditos citados por CCOO). El porqué tan solo 184.000 millones son considerados como «problemáticos» es un tanto arbitrario de todas formas, según los expertos principales, que cuestionan el valor real del resto de activos «no problemáticos». 

Una banca que tiende a la insolvencia

Resumiendo: las “provisiones”, a final de abril, suponían el 30% de estos «activos problemáticos» del crédito a promotores; la devaluación «oficial» del valor del suelo, hecha por las tasadoras, ligado al conjunto del crédito hipotecario, era de tan solo un 21’7% desde 2007…, todo esto constituía una gran irrealidad.

Pero hasta ahora estamos hablando solo del crédito inmobiliario a promotores (compras de suelo a precios elevadísimos durante la pasada burbuja donde, mayormente, no se va a construir nada). Las “provisiones” sobre el crédito hipotecario a familias (que es la parte fundamental del crédito hipotecario) eran solo una pequeña parte de esos 70.000 millones de euros.

Pero, aún hay más… No existen dotaciones que reflejen la devaluación del crédito que continuamente se está refinanciando a particulares y empresas desde hace años en otros sectores de la economía.

El 26 de abril, el FMI señaló públicamente algo que todos ya sabemos por nuestra propia experiencia (o la del vecino): «… Los técnicos del organismo alertan del riesgo de una morosidad oculta debido a la tolerancia de bancos y cajas con las refinanciaciones…» (El País, 27-04-2012).

Pero aquí, el FMI no se refería únicamente al vecino de nuestro piso. Por ejemplo, casi todas las inmobiliarias estarían quebradas de no ser porque los bancos y cajas han intercambiado «activos» (es decir, deudas que las inmobiliarias tenían con los bancos que ya no se pueden pagar) por acciones de dichas inmobiliarias, para que no quebrasen. Por tanto, el valor antiguo (y ficticio) de dichas inmobiliarias computa como «activos de calidad» en los libros de los bancos. Ello permite que el valor contable de las inmobiliarias siga artificalmente alto. No sucede así en la Bolsa, donde la deuda pendiente de las inmobiliarias suma varias veces la cifra de sus «activos».

Desde el 2007 ha desaparecido un 14% de las empresas españolas [5]. La empresa española está luchando, literalmente, por su supervivencia. Muchísimas están refinanciando sus créditos con ayuda de los bancos, con cifras espectaculares que nadie conoce, pero que suman decenas de miles de millones de euros. En el día de ayer, por ejemplo, se supo que las empresas Gallardo (principal grupo industrial extremeño) refinanciaban una deuda que es superior a los 1.000 millones de euros reconocidos hace un año, pero que se sigue sin hacer pública en su totalidad.

Los bancos prefieren cobrar «algo» del crédito de estas empresas (y de las familias, en el caso de las hipotecas), antes que «nada». Pero en el libro contable del banco sigue constando en el apunte correpondiente el crédito antiguo íntegro. El banco, en una huída hacia delante, alarga el plazo de devolución del crédito para no hacer quebrar a su cliente, que así todavía le puede devolver «algo» del crédito.

Pero para conceder tantos créditos en el Estado español, entre 1997 y 2007, los bancos hispanos pidieron centenares de miles de millones de euros a la banca europea, con lo cual están enormemente endeudados. Y la banca europea, ante la situación de crisis financiera mundial, no «refinancia» las deudas de la banca española. Las refinanciaciones de la banca española le garantizan menos ingresos, lo que hace inevitable (junto a la recesión brutal de la economía española en que estamos entrando nuevamente), en un momento dado, su incapacidad de devolver sus deudas a la banca europea.

Joaquín Maudos, catedrático de la universidad de Valencia y, quizás, el máximo experto sobre el sistema financiero español, escribía en el Cinco Días que un crédito refinanciado realmente habría que considerarlo como un crédito que entra en mora, moroso. Pero, legal y contablemente, no se hace así por parte de ningún banco.

La morosidad en todos los tipos de créditos concedidos por bancos, cajas, cooperativas y establecimientos financieros de crédito a particulares y empresas alcanzó en marzo el 8,36%, con lo que superó la cota máxima de octubre de 1994, cuando marcó el 8,2%. Actualmente, suponen 147.968 millones, de una cartera total de 1,768 billones de créditos concedidos. [6]

Lo que en definitiva dice el FMI es que, por todo lo explicado, la morosidad del sistema financiero es muy superior a la cifra oficial, la mayor con creces de toda la historia económica de España, y que tiene riesgos “sistémicos”, una palabra cada vez más empleada.

Alemania, el BCE y la Comisión Europea precipitan la crisis: la banca española está intervenida por los banqueros europeos

El 29 de abril diferentes medios nacionales se hicieron eco de la noticia publicada esa semana por el semanario británico The Economist [7], referente a la cifra extra que estimaban (aparte de lo anunciado por el Gobierno de Rajoy) necesita la banca española para sanearse. En total, 80.000 millones de euros más.

Había otras cantidades que ya se habían hecho públicas desde hacía semanas y que, según pasa el tiempo, tienden a elevarse: el Banco Espíritu Santo habla de 100.000 millones de euros; el cada vez más famoso economista Roubini dice que 150.000 millones, Stratford Global Intelligence menciona 250.000 millones de euros…

En esta situación, tienen lugar las elecciones griegas, que ya se preveían difíciles para los partidos griegos mayoritarios que sucumbieron ante las presiones de los principales bancos europeos y de los países e instituciones europeas que les representan. Estos, finalmente, ni siquiera han logrado constituir un Gobierno con una débil mayoría parlamentaria para imponer sus ajustes. Se da una situación, de aquí hasta las próximas elecciones griegas del 17 de junio, en la que va a haber una tendencia muy importante a que salga elegido un Gobierno griego que no acepte los recortes. Esto precipitará una crisis de la eurozona, crisis que estaba cantada desde hace muchos meses antes las diferentes velocidades y direcciones adonde se encamina cada economía capitalista, en un contexto en el que estas contradicciones se acentúan mucho más por la recaída en recesión.

Por tanto, en Bankia se forzó la destitución de Rato para “dar confianza” (ya que no hay dinero que dar en los agujeros descubiertos) y se obliga al Gobierno Rajoy a otra nueva reforma financiera, su segunda en tres meses, para obligar a la banca a realizar mayores provisiones. Se obliga también a que Rajoy admita una auditoría de toda la banca española.

Desgraciadamente para los banqueros europeos, a los que se les agotaba la paciencia, “la montaña parió un ratón” y el pasado lunes 14 de mayo el conjunto de la banca española, aplicando la novísima reforma de Rajoy “solo” reconoció que iba a provisionar la insignificante cifra de otros 22.000 millones de euros, llegando a poco más de 92.000 millones provisionados en el sector inmobiliario, cuando la cartera de créditos “problemáticos”, solo en el sector promotor, es de 184.000 millones. [8]

Junto a estas cantidades que tienen apartadas los bancos (o prometen apartar, provisionar) para hacer frente a las previsibles pérdidas en sus balances, el dinero que pondrá el Gobierno con la nueva reforma, que en palabras del ministro De Guindo podría alcanzar otros 15.000 millones de euros, tampoco sirve ni para tapar mínimamente las necesidades que ya abiertamente todos empiezan a visualizar.

Alemania (cuyos bancos tienen préstamos a empresas y bancos españoles por un importe de unos 180.000 millones de euros, según el Banco Internacional de Pagos), la Comisión Europea y el BCE reaccionaron fulminantemente y declararon que la labor de auditoría del conjunto de la banca española sería también supervisada por el BCE, sin que Rajoy se atreviese a decir esta boca es mía, reconociendo su insignificante papel de pedigüeño presidente de un país que, al final de 2011, debe 1’78 billones de euros al exterior (1’7 veces su PIB), entre deuda del Estado, de bancos y empresas.

Alemania ha dedicado 85.000 millones de euros del Estado a sanear su banca, mientras que aquí se han empleado poco más de 14.000 millones en este sentido por parte del Estado. Los banqueros alemanes (junto a los franceses y británicos) quieren cobrar sus deudas, y quieren saber si el deudor presenta garantías, cuando los acontecimientos griegos pueden desencadenar un auténtico terremoto financiero.

El que el BCE dirija la inspección de las dos próximas compañías auditoras sobre el conjunto de la banca española significa una cosa: España, empezando por su banca, está ya intervenida.

 

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[1] El País (13-05-2012), artículo de Miguel Á. Noceda, pag 10 de sección de “Negocios”.

[2] Fondo de Reestructuración bancaria, del Estado español, ha prestado casi 14.346 millones de euros a los bancos en los dos últimos años, en las sucesivas reformas financieras que han sido llevadas por consenso entre el PSOE y el PP (El País, 07-05-12).

[3] El País, página 24 edición impresa (11-05-12). Los datos de El País, que se basan en un cálculo suyo, utilizando datos proporcionados por la banca, no coinciden exactamente con los del Gobierno.

[5] (Guillermo de la Dehesa en El País, 12-04-2012).

[6]http://movil.cincodias.com/noticia.php/mercados/morosidad-bancaria-escala-837-abril/cdsmer/20120518cdscdsmer_5/Tes El artículo dice: «… A pesar de este crecimiento, la banca ha mantenido inalterada la cifra que ha destinado a provisiones (83.387 millones de euros, con un crecimiento del 0,11%) que dedicaron el mes precedente, aunque sí representa un incremento del 17,8% en tasa interanual». Estas «provisiones» por tanto solo representan un 56% de los créditos morosos.

Por otra parte, en el último Informe sobre estabilidad financiera (abril de 2012, página 27) del BCE, se afirma que desde 2008 la banca ha dedicado a «diversos saneamientos» 108.000 millones de euros. Los especialistas financieros se quejan de la obscuridad y confusión que reinan sobre estas cifras del BCE, pues no se detalla en concreto a qué corresponden estos «diversos saneamientos» (pueden deberse a inversiones fallidas, provisiones inmobiliarias…). En definitiva, no hay nadie que tenga una visión definitiva sobre las pérdidas reales que está teniendo el sistema bancario.

[7](http://www.eleconomista.es/economia/noticias/3931770/04/12/The-Economist-estima-que-los-bancos-espanoles-necesitaran-entre-60000-y-80000-millones-adicionales.html)

[8]El Gobierno espera que sean 84.000 millones de euros los que estén «provisionados» cuando se completen sus dos reformas financieras, aunque no está claro cómo (si los bancos van a ser capaces de conseguir estas cantidades o tendrá que ser con ayuda del Estado).

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