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Nuestro plan de “ajuste”

Editorial Lucha de Clases nº 10 – Repudiar la deuda pública, repartir el trabajo, ningún despido, nacionalizar la banca bajo control obrero

3.581 puestos de trabajo fueron destruidos diariamente durante el primer trimestre del año, según la Encuesta de Población Activa: más de 3.000 familias empujadas cada día a la pesadilla del paro, de la miseria y de un futuro negro. La mitad de los 6,2 millones de parados no reciben ningún ingreso, decenas de miles marchan al exilio laboral o son desahuciados de sus viviendas. Y los salarios y pensiones vienen perdiendo poder adquisitivo cada año.

Las previsiones oficiales apuntan a un empeoramiento de la situación. El PIB (la riqueza creada) caerá en 2013 un 1,5% y el desempleo se estirará hasta los 6,5 millones de parados.

Un sistema fracasado

La catástrofe social provocada por la crisis económica capitalista demuestra que este sistema, organizado para enriquecer a un puñado de grandes empresarios y banqueros, sólo puede existir extendiendo la miseria y la degradación física y moral entre los trabajadores y nuestras familias.

Es falso que haya resignación con esta situación. Las movilizaciones son incesantes en sectores como la sanidad, la educación, o contra los desahucios. Las manifestaciones del 1º de mayo fueron las más grandes de los últimos años. Es un síntoma que demuestra el deseo instintivo de presentar batalla al enemigo de clase y no claudicar, pese a la escasa disposición de las direcciones sindicales de organizar y movilizar las energías de los trabajadores. De hecho, la significativa subida de intención de voto a IU, que alcanza al PSOE en zonas como Madrid y Galicia, indica que sectores crecientes de la clase obrera y de la juventud están buscando una alternativa política radical a sus problemas.

¿Un “Pacto de Estado”?

El aplazamiento del objetivo de déficit público del 3% del PIB hasta el 2016 no aliviará el ajuste. Ni hará volver los gastos sociales y empleos eliminados. Reducir ese déficit desde el 7% actual implicará nuevos recortes de 40.000 millones de euros, 7.000 millones este año. Rajoy ya anunció ajustes de 3.000 millones sin especificar dónde recortará. Pretenden congelar las pensiones, adelantar la entrada en vigor de la edad de jubilación a los 67 años y encadenar a la juventud obrera con salarios de 400-500 euros.

El gobierno y la burguesía española están en estado de zozobra. Temen, sobre todo, la indignación social que se extiende como lava que ruge. Por eso tratan de implicar a los dirigentes del PSOE y de los sindicatos en su política. Para peor, también los dirigentes del PSOE, de UGT y de CCOO, claman por un “Pacto de Estado”. Pero ya vimos esos mismos “Pactos de Estado” en Grecia e Italia, ¡manteniendo y profundizando los ajustes!

¿Quién se aprieta el cinturón?

Nada más falso que “todos” hacemos sacrificios.El vicepresidente del Banco de Santander, un estafador indultado por el gobierno de Zapatero, se jubiló hace unas semanas con una indemnización de 88 millones de euros, lo que equivale a la jubilación anual de 7.521 pensionistas con la jubilación promedio (975 euros).

Según un informe de CCOO, el sueldo medio de los ejecutivos de las 35 mayores empresas del país (Ibex35) es 83,6 veces el salario medio de un empleado, y el 70,6% de los beneficios de estas compañías se destina a pagar dividendos, no a reinversión.

Las grandes empresas sólo tributan el 10% de sus beneficios, cuando el Impuesto de Sociedades les obliga a tributar el 30%. Esto es así porque gozan de innumerables exenciones y deducciones impositivas. Así, el Estado deja de ingresar 90.000 millones de euros al año ¡Y esta gente dice que el gasto anual en pesiones (100.000 millones de euros) es insostenible!

¡Y estos son los parásitos que nos niegan un puesto de trabajo para vivir dignamente, educación y sanidad decentes, un techo bajo el que dormir; y a nuestros viejos una jubilación razonable, gastados tras años de duro trabajo!

Ante la completa incapacidad de la burguesía para seguir rigiendo los destinos de la sociedad es más necesario que nunca que la clase obrera se ponga al frente de la misma.

La salvación y el futuro de la clase obrera y de nuestras familias – el sector más numeroso de la sociedad, y el más productivo y creativo – pasa por una transformación radical de la sociedad y por acometer un plan de acción urgente que debería contemplar, entre otras, las siguientes medidas:

Repudiar la deuda usurera

Desde 2008 la deuda pública española se incrementó en 500.000 millones de euros. El 1% de la deuda tiene como acreedores a pequeños ahorradores y el 16% a la Seguridad Social. La mayor parte está en manos de los bancos, del Banco Central Europeo e inversores nacionales y extranjeros. Gran parte se generó para rescatar a los bancos y grandes empresas que transfirieron al Estado sus propias deudas. Es una deuda ilegítima y fraudulenta. Succiona la savia vital de la economía española transfiriendo anualmente más de 50.000 millones de euros al pago de intereses, el verdadero negocio de la deuda pública, que va a los mismos bancos e inversores que fueron salvados con el dinero público. Es imposible acometer un plan de inversiones en obras públicas sociales, en viviendas y hospitales, y la restitución de los gastos sociales eliminados, sin repudiar y anular el pago de esta deuda, con excepción del 1% de los pequeños ahorradores.

Ningún despido. Repartir el trabajo sin bajar el salario

Desde la crisis, el paro aumentó en 4 millones. Los 6,2 millones de parados no pueden esperar, menos aún los 1,5 millones menores de 30 años. Emplear de manera inmediata a 6 millones de desempleados implicaría añadir 6 millones de jornadas de trabajo individuales a las actuales, que incrementarían un 35% la riqueza del país ¡Qué desperdido no hacerlo!

El trabajo es la forma de adquirir medios de vida y de sentirse útil hacia uno mismo y hacia la comunidad. Negar el trabajo a millones de personas es un crimen contra la humanidad.

Una política obrera, socialista, para combatir el desempleo pasa en primer lugar por repartir el trabajo por rama de actividad. Trabajar menos para trabajar todos, y sin bajar el salario. El salario permite adquirir los medios de vida que garantizan el mantenimiento de la fuerza de trabajo del obrero, y a su familia, en las condiciones sociales dadas. Reducir el salario significa reducir, degradar, degenerar esas condiciones de vida de la única clase realmente productiva y progresista de la sociedad, y la más numerosa. No podemos aceptarlo.

Nacionalizar, bajo control obrero, las empresas que cierren o despidan trabajadores

Si un empresario quiere cerrar o despedir trabajadores para acrecentar sus ganancias, o porque no puede sostener la empresa, reconoce su fracaso como factor social progresivo. Esta empresa debe pasar a manos del Estado, bajo el control de sus trabajadores, sin indemnización y sin un solo despido. Ante cada cierre de fabrica o amenaza de hacerlo los trabajadores deben ocupar la empresa, ponerla a producir y exigir la nacionalización bajo control obrero, y movilizar a la comunidad, al barrio y al conjunto de la clase y a sus organizaciones para que los apoyen.

Nacionalizar la banca y los monopolios bajo control obrero

Un plan estatal de producción que saque al país de la crisis, que emprenda un plan audaz de obras públicas, que centralice y planifique la distribución del crédito y de los recursos para atender las necesidades sociales y productivas más acuciantes, requiere el control de las palancas fundamentales de la economía por la clase trabajadora, comenzando con la nacionalización del sistema bancario, indemnizando sólo a los pequeños ahorradores y accionistas. Ante la amenaza del boicot económico o la huida de capitales, los trabajadores deben ocupar las empresas y monopolios afectados, introducir el control obrero y exigir su nacionalización sin indemnización. Y lo mismo con los grandes latifundios del campo.

Luchar no basta

Este debe ser nuestro plan de “ajuste”, el que necesitamos. Los grandes empresarios y el gobierno nos han declarado la guerra a la clase trabajadora. Debemos oponer un programa alternativo que muestre la misma determinación y energía con que ellos defienden sus intereses de clase parásitos. Debemos plantear a nuestros dirigentes sindicales que luchen y organicen a los trabajadores por este programa. Igualmente, si queremos que IU emerja como la fuerza política decisiva de la clase obrera de nuestro país, nuestros dirigentes deben agitar también por este programa, proponiendo un frente común de lucha a sindicatos, Mareas, afectados por las hipotecas y desahucios, y demás plataformas de lucha y organizaciones sociales.

No basta con luchar, hay que hacerlo por un objetivo concreto, por un programa determinado y por una alternativa de sociedad que impida que nos deslicemos a la barbarie de pobreza y miseria a que nos lleva el capitalismo, para poner el poder de la sociedad en manos de la mayoría que sufre y trabaja o anhela hacerlo, del pueblo trabajador, de la clase obrera.

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