¿Nuevo auge del reformismo de izquierdas? Qué significa y qué posición debemos tomar
El anuncio del lanzamiento de un nuevo partido por parte del exlíder laborista Jeremy Corbyn y la parlamentaria exlaborista Zarah Sultana en Gran Bretaña ha despertado una ola de entusiasmo dentro de la izquierda. Del mismo modo, la inesperada victoria de las primarias del Partido Demócrata para la alcaldía de Nueva York por parte de Zohran Mamdani, un candidato autodenominado «socialista», ha sorprendido al establishment. ¿Qué expresan estos movimientos y qué posición al respecto debemos tomar los comunistas?
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Corbyn, Sultana y Mamdani
El anuncio de un nuevo partido de izquierdas por parte de Corbyn y Sultana, con un mensaje contra la austeridad y el genocidio en Palestina ha sido recibido con entusiasmo por parte de muchos trabajadores y, sobre todo, jóvenes. En apenas unas semanas desde el anuncio, sin haberse fundado oficialmente, “Your Party” recibió 700.000 inscripciones de apoyo.
Es más, sin contar aún con un programa, una encuesta hipotética del portal findnowout.co.uk en julio pronosticaba un 15% de voto para ese nuevo partido. Otra encuesta de ipsos.com en agosto señalaba que 1 de cada 5 británicos se plantearía votar por el nuevo partido, aumentando a 1 de cada 3 entre los jóvenes entre 16 y 34 años.
Del mismo modo, Zohran Mamdani ganó las primarias del Partido Demócrata para la alcaldía de Nueva York, frente al candidato preferido por el aparato Demócrata, el ex-gobernador Andrew Cuomo. Su victoria inesperada fue un jarrón de agua fría para el establishment quien no ha perdido el tiempo en atacarle, y acusándole de “antisemitismo” por su tibia oposición a Israel.
Aparentemente, Cuomo tenía todas las que ganar: se trata de una figura reconocida, con el apoyo de su partido y millones de dólares en donaciones para la campaña. Nada más anunciarse las candidaturas, Cuomo llevaba la delantera con un 40% en las encuestas, mientras Zohran Mamadani, en los sondeos de febrero, ¡sólo obtenía un 1%!
La razón de este cambio inesperado es que, independientemente de las serias limitaciones de su estrategia y programa, Zohran Mamdani basó su campaña en el aumento del coste de la vida, los “alquileres inalcanzables”, y hablando de “hacer una Nueva York para los trabajadores”. Este discurso resonó en un sector de los trabajadores y la juventud neoyorquina, que sufren las consecuencias de la crisis capitalista.
¿Un “giro a la derecha”?
En el último periodo hemos visto el auge o llegada al poder de distintos demagogos de derecha. Es el caso de Trump en EEUU, Meloni en Italia, Rassemblement National de Le Pen en Francia, Reform UK o Alternativa por Alemania.
nte este fenómeno, muchos a la izquierda han caído en el pesimismo y la desmoralización, planteando que el auge de estos candidatos y movimientos indica un «giro a la derecha» en la sociedad.
Esta conclusión equivocada parte de un análisis superficial de lo que representan estos movimientos. Si nos encontramos ante un “giro a la derecha”, ¿cómo es posible que, mientras las encuestas pronostican una mayoría absoluta de Reform en Reino Unido, en cuestión de días, el nuevo partido de Corbyn lo haya triplicado en número de miembros? ¿Cómo puede ser que, sólo 8 meses después de la victoria de Trump, un candidato «socialista» se postule favorablemente a la alcaldía del centro económico del país más rico del mundo?
La realidad es que el auge de los demagogos de derecha y del reformismo de izquierdas son ambos productos del mismo proceso: la crisis orgánica del sistema capitalista, que se traduce también en la crisis de la democracia burguesa, esto es, el descrédito de todos los partidos tradicionales y las instituciones existentes y un sentimiento de odio creciente hacia todo el establishment. En ausencia de una verdadera alternativa a la izquierda, los demagogos de derecha como Trump, que aparecen como “externos al sistema” y tienen una retórica “anti-establishment”, pueden canalizar ese malestar social temporalmente.
Estos “giros” a izquierda y derecha en el espectro político reflejan el intento de millones de personas de buscar una alternativa y una salida a la crisis de este sistema. Por tanto, lejos de entrar en una época oscura, en este período de radicalización política, las ideas anticapitalistas encontrarán un eco más amplio en la sociedad.
Los límites del reformismo
La idea básica del reformismo es que es posible acabar con los horrores del capitalismo sin derribarlo, sino manteniéndose dentro de sus límites. Esta idea “pragmática” asume que la austeridad, la guerra, etc. son una «decisión política» o resultado de la «ideología neoliberal». Pero la realidad es que el sistema capitalista tiene sus leyes que no pueden ser gestionadas, y que el Estado en una sociedad dividida en clases no es un escenario neutral a disputar, sino una herramienta en manos de la clase dominante, que no permitirá que se cuestionen sus privilegios.
De ello se desprende la máxima de que la traición es inherente al reformismo. La anterior ola del reformismo de izquierdas que siguió a la crisis del 2008 es un ejemplo gráfico. Syriza, Podemos, Bernie Sanders, el propio Corbyn, todos irrumpieron en la escena con un lenguaje radical, pero rápidamente acabaron claudicando.
La perspectiva no es distinta esta vez. En todas partes, la burguesía necesita aplicar un programa de austeridad masiva para mantener sus beneficios y su competitividad en el mercado mundial. Los capitalistas no pueden permitirse concesiones, sino que las conquistas del pasado están siendo y serán atacadas aún más. Así, en un período de crisis capitalista, tenemos también la crisis del reformismo. Esta verdad determinará el curso de Corbyn y Sultana y Mamdani.
¿Qué posición debemos adoptar los comunistas?
La oposición al reformismo y la necesidad de la independencia de clase es una idea básica para cualquier comunista. Pero también es un hecho que son las masas de la clase trabajadora las que pueden derribar ese sistema. Aquí surge la pregunta: ¿cómo ganar en el programa comunista a los trabajadores, hoy bajo la influencia del reformismo?
De lo que se trata no es condenar las “ilusiones reformistas” de los trabajadores, o simplemente advertir desde la barrera del carácter traidor de los dirigentes reformistas y la necesidad de la revolución. La tarea de los comunistas es comprender cómo se desarrolla la conciencia de clase, y conectar el programa acabado de la revolución socialista con el nivel de conciencia de cada momento, conectando la lucha por cada reforma con la necesidad de que los trabajadores controlen la sociedad.
En el caso de Corbyn, los comunistas celebramos y apoyamos el lanzamiento de un nuevo partido de izquierda, al tiempo que cientos de miles entran en la lucha política y comienzan a cuestionarse qué programa y métodos son necesarios. Esta situación abre grandes oportunidades para los comunistas. Sin embargo, nuestro apoyo no es acrítico, ni sacrifica nuestra independencia política o derecho a crítica.
Cuando participemos en las reuniones fundacionales de este partido, como han empezado a hacer los compañeros del Revolutionary Communist Party (RCP), lo haremos con nuestras ideas. Por ejemplo, cuando Corbyn y Sultana plantean que «este sistema está manipulado» en favor de los multimillonarios, añadiremos que este sistema se llama capitalismo y por tanto es necesario oponer un programa socialista. Cuando hablan de devolver el agua, la energía, los ferrocarriles a “manos públicas” añadiremos que hay que nacionalizarlos sin indemnización. Diremos que para acabar con la pobreza infantil y la crisis de la vivienda no es suficiente con “subir los impuestos a los ricos” mientras sigan siendo estos los que controlan la sociedad, sino que es necesario expropiar su riqueza y ponerla bajo el control democrático de la clase trabajadora.
El caso de Mamdani guarda similitudes, pero también diferencias fundamentales. Su concurrencia como Demócrata es una línea roja para la independencia de clase. Si la clase trabajadora estadounidense puede utilizar el Partido Demócrata para defender sus intereses o necesita un partido propio, es una cuestión clave en EEUU. El Partido Demócrata es un partido al servicio de la clase capitalista. Pero esto no significa no orientarse a su base, explicando que si se quiere “Nueva York para los trabajadores” -incluso para cumplir el limitado programa de Mamdani- hay que romper con los representantes de Wall Street. Basándose en los 42.000 voluntarios de su campaña, si Mamdani rompiera con los Demócratas podría dar un gran paso en la construcción de un partido que represente a los trabajadores en EEUU, que encontraría eco en todo el país.
En el próximo periodo, ante la debilidad de las fuerzas del marxismo, el vacío político puede ser llenado por nuevas formas del reformismo de izquierdas. Es la labor de los comunistas conectar con estos movimientos para construir nuestras fuerzas y ofrecer la única alternativa a este sistema decadente, la revolución socialista.
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