Venezuela: Peligros de no profundizar la revolución
Sin embargo, como marxistas que somos, los compañeros y compañeras que nos agrupamos en torno al periódico Lucha de Clases entendemos también perfectamente que existe una enorme reserva de apoyo entre la clase trabajadora y las masas oprimidas a la Revolución Bolivariana y al Camarada Presidente, y que por lo tanto, el pueblo trabajador de nuestro país saldrá a votar masivamente este 7 de Octubre en defensa de la Revolución Socialista.
Ahora bien, no todo es color de rosas. La vanguardia de la clase trabajadora y del movimiento popular, sabe que al frente del proceso revolucionario se encuentran una capa de dirigentes que una vez que han llegado al poder y han adquirido groseros privilegios, han comenzado a dejar de un lado las luchas populares, las luchas que llevan adelante la clase trabajadora y las masas oprimidas para emanciparse de la opresión capitalista y poder así dignificar sus condiciones de vida.
Esta dirigencia reformista, que se contenta con hacerle meras reformas al capitalismo, como fijar controles de precios y establecer regulaciones a la banca privada, pero que no está dispuesta a romper con los capitalistas y a nacionalizar la banca, la industria y los latifundios, para ponerles a producir bajo control de la clase obrera y de las comunidades organizadas a fin de satisfacer todas las necesidades materiales y espirituales del pueblo, constituye actualmente un freno total y criminal para el proceso revolucionario.
Es cierto que las políticas sociales y misiones que ha impulsado el Camarada Presidente han permitido elevar de una manera significativa el nivel y la calidad de vida de nuestro pueblo en materia de salud, educación, alimentación y acceso a la cultura y al deporte, sin embargo, mientras se mantenga intacto el estado burgués, y mientras las grandes palancas de la economía se sostengan en manos de capitalistas, latifundistas y banqueros, es imposible terminar de resolver definitivamente los problemas más acuciantes de las masas como la escasez de vivienda, el acceso al empleo, el transporte, la salud y la seguridad, y mientras se mantenga así esta situación, existirá la posibilidad de un desgaste, desmovilización y apatía por parte de importantes sectores de la población que apoyan a la revolución. La historia nos ofrece crudos y trágicos ejemplos de ello.
Es en este punto donde las elecciones presidenciales del próximo 7 de Octubre jugarán un papel crucial para el proceso revolucionario. Como ya hemos dicho, confiamos en que las masas revolucionarias defenderán hasta el final a la Revolución, antes, durante y después del 7-O, sin embargo, el trabajo contrarrevolucionario que está haciendo la quinta columna burocrática dentro de nuestras propias filas también tiene sus consecuencias. La gloriosa Revolución Sandinista, aunque mucha gente no lo sabe, fue derrotada en las urnas. Daniel Ortega fue el candidato del Frente Sandinista en las elecciones presidenciales de 1989, y a pesar del enorme apoyo popular con el que contaba entre la clase trabajadora y el campesinado, este apoyo no fue suficiente para vencer al candidato de la burguesía en las urnas ¿Cuál fue la razón de su derrota? Una parte importante de las masas revolucionarias, al ver que sus problemas más acuciantes no fueron nunca resueltos por la Revolución, cayeron en la apatía y el desgaste.
Ahora bien, en este caso debemos tomar en cuenta la presión que sobre la conciencia de estos sectores de las masas que apoyaban al FSLN ejerció la guerra civil criminal promovida por el imperialismo norteamericano y la burguesía nicaragüense, sin embargo, hay un factor que fue aún más determinante que éste factor.
La dirigencia del FSLN, al igual que una gran parte de la dirigencia del PSUV, al llegar al poder degeneró burocráticamente como consecuencia de la opulencia en el nivel de vida y los privilegios adquiridos. La antigua dirigencia combatiente, guerrillera y “revolucionaria” del FSLN se volvió reformista, y su único interés pasó a ser el vivir de la revolución y no por la revolución, por lo cual se conformó con dedicarse a hacer meras reformas al capitalismo nicaragüense, sin tener intención alguna de expropiar a los capitalistas, demoler el estado burgués y construir el socialismo.
Si la dirigencia del FSLN hubiese nacionalizado los bancos, expropiado a los latifundistas y entregado las tierras a los campesinos, y si hubiese nacionalizado la industria con participación activa de la clase obrera nicaragüense, tal y como se hizo en la revolución cubana en los 60, el apoyo de los obreros y campesinos nicaragüenses a la revolución hubiese sido tan rotundo y poderoso que sin duda alguna, el imperialismo no hubiese podido derrotar a la revolución ni siquiera utilizando al plan criminal y asesino de los contras. El ejército revolucionario obrero y campesino de Nicaragua, habría hecho morder el polvo al imperialismo más duramente que en Vietnam y Daniel hubiese ganado aplastantemente en las elecciones. Es importante a su vez, señalar que estas no son “elucubraciones” de unos marxistas locos y radicales, como muchos reformistas a veces hacen ver, sino que son tesis basadas en la ciencia histórica, a la que tanto llama a estudiar y aprender el Camarada Presidente.
Las lecciones para Venezuela son claras. He allí los grandes desafíos que tenemos ante nosotros los revolucionarios y revolucionarias. Aún y venciendo el 7-O, debemos radicalizar la revolución a la izquierda de una vez por todas, como única garantía para avanzar de manera contundente hacia el socialismo y asegurar el triunfo definitivo de la revolución bolivariana sobre las fuerzas de la reacción.
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