Perspectivas para México
En un periodo como este, donde las contradicciones están llegando a un límite intolerable, donde las consideraciones más necesarias para la vida se han vuelto imperiosas y la violencia es el pan de cada día, las perspectivas no son nada fáciles y en todo caso las tendremos que confrontar de forma paulatina con la realidad. Sólo esta nos podrá ayudar a corregir cualquier error.
El ambiente general
Los últimos 5 años han sido bastante turbulentos. La burguesía, en el momento de imponer por medio del fraude a Calderón, pensó en todos los ataques que tenía que hacer a nuestra clase. Sin embargo había un pequeño problema: la lucha que se había desatado contra el desafuero y el fraude parecía vibrante. La decisión de no ir más lejos por parte de López Obrador fue un factor de retención del movimiento que en ese momento, según encuestas, tenía la disposición incluso de la lucha armada.
Por el lado de la burguesía se tenía que emplear una táctica que permitiera mostrar, por lo menos un poco, fuerza frente al movimiento y al mismo tiempo dar legitimidad a su régimen. La táctica fue desatar la llamada “guerra contra el narco”. Con bombos y platillos el espurio anuncio su decisión de terminar con la violencia y dar seguridad a los mexicanos. En realidad era una táctica para sacar al ejército a las calles, intimidar al movimiento y, llegado el caso reprimirlo bajo la excusa de la seguridad nacional.
Desde ese momento a la fecha el ejercito ha jugando un papel fundamental en todo el entramado político de los últimos años, demandando cada vez más espacios políticos y participación en la seguridad pública. En muchos casos los mandos policiales son militares retirados o jubilados.
La violencia ha dejado tras de sí más de 50 mil muertos, 10 mil desaparecidos y más de 200 mil desplazados. Además de esto y lo que tiene un significado político para las perspectivas es el ambiente de descomposición, introversión, egoísmo y desmovilización de las grandes capas de la población. La violencia ha generado un ambiente de miedo paralizante entre las amplias masas.
Sumado a esto tenemos que tomar en cuenta los efectos de la crisis económica que tuvo su punto álgido en el 2008, la cual impactó de forma brutal los niveles de vida de los trabajadores. En realidad lo que hemos vivido desde el 2006 es, en un primer momento, un estancamiento acompañado de un desplome y una pequeña recuperación que no es capaz, ni siquiera, de recuperar los índices de crecimiento de antes de la crisis. Esto ha representado para las masas severos ataques a sus niveles de vida, derechos laborales y recortes al gasto social. Éstas han sido las llamadas recetas “anti crisis” del gobierno federal.
Nosotros no podemos tener un análisis mecánico con respecto a cómo influyen las crisis en la conciencia de los trabajadores. No podemos sacar conclusiones fáciles y decir que, cuando hay crisis, más luchas habrá o que cuando hay boom económico no hay luchas. No es una cuestión lineal ni mecánica. Trotsky menciona lo siguiente con respecto a esto:
- “Con la crisis, el proletariado internacional retrocedió y sigue retrocediendo toda una etapa histórica. El descontento, el deseo de escapar de la pobreza, el odio a los explotadores y a su sistema, todas estas emociones, ahora reprimidas y suprimidas por el terrible desempleo y la represión gubernamental, se expresarán con energía redoblada en cuanto asomen los primeros síntomas reales de resurgimiento industrial.” (León Trotsky, Perspectivas de recuperación, agosto de 1932).
Todo esto está afectando ahora el ambiente y no podemos cerrar los ojos ante esta situación. Se agregan a esto las derrotas que se han tenido en las diferentes luchas que se han dado (si lo vemos de forma muy optimista podamos decir que en el mejor de los casaos han sido derrotas a medias) como la lucha en contra de la modificación al régimen de jubilaciones y pensiones de los trabajadores del estado, la del SME, Mexicana de Aviación, reformas educativas, privatización del petróleo, etc.
¿Esto quiere decir que no podemos esperar reacción de las masas? No. Lo que quiere decir es que hay un estado de reflujo causado por los factores antes expuesto, pero esto no puede durar por siempre. El hostigamiento permanente contra los derechos laborales, contra la educación, etc. son más espinas que se clavan en un cuerpo ya de por si resentido y que pueden causar una respuesta descomunal.
El filoso alemán Georg W. F. Hegel decía que en muchas ocasiones la necesidad hace uso de la casualidad. Puede ser un simple accidente el que desborde toda la rabia acumulada y contenida ¿Cuándo o por qué causa va a pasar eso? Eso nadie puede saberlo, sólo quien tenga una bola de cristal podría contestar esta pregunta tajantemente.
Para lo que nos tenemos que preparar es para un giro violento de las masas. Cuánto tiempo debemos esperar, estará delimitado por muchos factores que tenemos que ver cómo se van desarrollando. Tenemos que tomarle el pulso al movimiento e ir sintiendo cómo la respiración se comienza agitar. De este despertar dependerá el resultado electoral del 2012 y el futuro próximo de nuestro país.
La vanguardia organizada
Pareciera que lo que hemos comentado plantea un cuadro gris para el movimiento, sin embargo, como hemos explicado anteriormente, hay contradicciones que se expresan de diferentes formas en las distintas capas de la sociedad.
Todo lo antes comentado ha sido asimilado por una capa de activistas, la vanguardia, de forma políticamente muy avanzada. Los sectores que han sido abruptamente golpeados han sacado conclusiones muy importantes sobre la necesidad de su actividad en la lucha política, la necesidad de la unidad en la acción y en su ceno se ha abierto un debate muy importante sobre las elecciones del 2012.
Los mineros junto con el SME están decididos a lanzar una Asociación Política Nacional (APN). Es un paso muy importante que estos sindicatos estén pensando en la participación política. En la base hay trabajadores industriales con un gran sentido de clase, sin embargo la dirección que le está queriendo implantar el SME es un error.
Desde una visión gremialista se entiende que el principal objetivo de un sindicato sea la defensa de los derechos económicos de sus agremiados. Sin embargo si un sindicato no logra cambiar esta visión está condenado a cometer grandes errores que le pueden costar muy caro, no sólo a sus agremiados, sino al movimiento en general.
El hecho que la dirección del SME ahora esté planteando la necesidad de apoyar al PRI en las elecciones porque es el partido que la tiene segura para el triunfo y con esto “garantiza” solucionar sus problemas con la recontratación de sus agremiados, es un error político muy grave. En primera instancia nada garantiza que el PRI solucione las demandas del sindicato. Ellos apoyaron al PAN en la desaparición de LyFC. En segunda instancia es poner por encima los intereses de un sindicato con 15 mil miembros por encima de los intereses, no sólo de todos los trabajadores sino del pueblo en general. Definitivamente está claro que el regreso del PRI en estas circunstancias lo único que ocasionaría es agravar cada una de las ya de por si desagradables desgracias que padece nuestro pueblo.
En el caso de los sectores democráticos del SNTE, la CNTE, se vive un debate intenso sobre la posición hacia las elecciones y particularmente sobre la actitud que se debe de tener ante el movimiento de AMLO. Por un lado la sección XVIII de Michoacán y el Comité Democrático Nacional pugnan por apoyar críticamente a AMLO. Ésta, desde nuestro punto de vista, es la mejor posición, ya que el no tomar posición o jugar al abstencionismo al único que favorece es al PRI.
Por otro lado la sección XXII de Oaxaca agita por la no participación en las elecciones. Es cierto que esta posición es el resultado de la actuación totalmente detestable de Gabino Cué como gobernador de aquel estado, sin embargo de lo que se trata no es de entregar el movimiento a nadie ni tener incondicionales, se trata de apoyar al único candidato y programa que puede empujar un pequeño cambio para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.
En estos dos casos, son sindicatos con unas tradiciones históricas tremendas, su vida interna permite que se tenga este tipo de discusiones y que una capa de cuadros esté debatiendo intensamente el porvenir no sólo de su sindicato sino del país.
Pero el punto donde se ha aglutinado el sector más avanzado ha sido, sin ninguna duda, el MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional). Esta organización ha formado comités seccionales en las diferentes zonas electorales y aunque por el momento se ha reducido su actividad a las cuestiones electorales, en un periodo de efervescencia seguramente que estos comités jugarán un papel muy importante en la lucha contra el régimen y la explotación.
El MORENA está significando la base para un nuevo partido político como nunca lo hemos tenido en el país. Los comités de base activos pueden, y tienen que jugar un papel en la vida interna de la organización. El programa de los 50 puntos que AMLO ha presentado es el programa de los comités, en este se defiende básicamente el programa que desde hace décadas la burguesía nacional debería de haber implantado y que por los miles de hilos que la atan a la oligarquía y el imperialismo no lo ha podido desarrollar.
Las consignas democráticas y la bancarrota del capitalismo
Gran parte de las pequeñas organizaciones, en su mayoría sectarias, ven al programan de los 50 puntos como un freno en la lucha revolucionaria. Lo critican porque no rompe con el sistema capitalista y porque mantiene la explotación del hombre por el hombre.
En términos generales es cierto que el programa de AMLO no es revolucionario y mucho menos socialista. Lo que se busca con ese programa es desarrollar a México en torno a la idea de capitalismo nacional, es decir, librarse de las presiones de la oligarquía nativa y el imperialismo para desarrollar la industria nacional, y darle oportunidad a la pequeña burguesía para que se desarrolle. Tiene como fin mejorar los niveles de vida de los trabajadores.
Esto no resuelve el punto central de la explotación del hombre por el hombre, sin embargo este programa aún con todas las limitaciones se va a enfrentar con la férrea oposición del imperialismo y la burguesía parasitaria, que a lo que aspiran es a mantener al país como su feudo personal.
Esto se agrava por el periodo de crisis internacional. En el momento en que el capitalismo esta ávido por destrozar todos los derechos laborales, donde se atacan salvajemente los niveles de vida del pueblo no se puede permitir reformas. Así el programa de AMLO lo que plantea es una lucha abierta entre los trabajadores y el gran capital.
La tarea de los marxistas es apoyar firmemente la lucha de los trabajadores por esas demandas democrático nacionales y, en la experiencia cotidiana, demostrar que la única forma de mantener esas conquistas es bajo un gobierno de los trabajadores que pueda nacionalizar las palancas fundamentales de la economía para disponer de recursos suficientes para que esto se cumpla.
Trotsky comenta al respecto de la defensa de las demandas democráticas lo siguiente:
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“En la etapa actual de la revolución, en el terreno de las consignas políticas, el proletariado se distingue de todos los otros grupos “izquierdistas” de la pequeña burguesía, no por el hecho de que niega la democracia, como lo hacen los anarquistas y sindicalistas, sino por el hecho de una lucha resuelta y abierta por esta consigna, al mismo tiempo que denuncia implacablemente las vacilaciones de la pequeña burguesía.
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«Poniendo por delante las consignas democráticas, el proletariado no quiere con ello decir que España va hacia la revolución burguesa. Sólo podrían plantear así la cuestión fríos pedantes atiborrados de fórmulas rutinarias. España ha dejado muy lejos, tras de sí, el estadio de una revolución burguesa” (León Trotsky, Las tareas de los comunistas en España, mayo de 1930).
Lenin también explica sobre la lucha de las consignas democráticas lo siguiente:
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“Debemos combinar la lucha revolucionaria contra el capitalismo con un programa y tácticas revolucionarias para el conjunto de las reivindicaciones democráticas: república, milicia, elección de los funcionarios por el pueblo, igualdad jurídica de la mujer, derecho de las naciones a la autodeterminación, etc. Mientras exista el capitalismo, todas estas reivindicaciones sólo pueden realizarse como excepción y, además, de un modo incompleto y desvirtuado. Apoyándonos en las realizaciones democráticas ya conquistadas y denunciando su carácter incompleto en el régimen capitalista, exigimos el derrocamiento del capitalismo, la expropiación de la burguesía, como base indispensable para acabar con la miseria de las masas y también realizar completa e íntegramente todas las transformaciones democráticas. Algunas de estas transformaciones serán iniciadas antes del derrocamiento de la burguesía, otras en el curso de su derrocamiento y otras después de dicho derrocamiento.
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“La revolución social no es una batalla única, sino una época que comprende toda una serie de batallas por transformaciones económicas y democráticas en todos los órdenes, batallas que sólo pueden culminar con la expropiación de la burguesía. Justamente en nombre de este objetivo final, debemos formular en términos rigurosamente revolucionarios cada una de nuestras reivindicaciones democráticas. Bien se puede concebir que los obreros de un país determinado derroquen a la burguesía antes de que se realice íntegramente siquiera una de las transformaciones democráticas esenciales. Pero es absolutamente inconcebible que el proletariado, como una clase histórica, pueda vencer a la burguesía sin estar preparado para ello por una educación en el espíritu democrático más consecuente y más enérgicamente revolucionario”. (Lenin. El proletariado revolucionario y el derecho de las naciones a la autodeterminación. Obras Completas. Vol. 27. Moscú. Editorial Progreso. 1981. p. 65-66.).
Bajo el capitalismo no puede haber soluciones a las demandas más básicas de los trabajadores, sin embargo esto no es comprendido por los reformistas los cuales limitan las luchas sólo por pequeñas reformas. Ellos piensan que se puede hacer al capitalismo más humano pero el gran problema es que ahora lo único que puede ofrecer son ataques. El programa del reformismo va a chocar con una realidad y quedará pulverizado, y esto ayudará a sacar conclusiones a miles, millones de trabajadores. Los acontecimientos les mostraran el camino a los trabajadores.
Las elecciones en el 2012
No hay duda que uno de los posibles puntos de ruptura puedan ser las elecciones del 2012. Ésta coyuntura centrará la atención de toda la izquierda y, en general, del pueblo entero. Lo que hemos visto hasta ahora de forma clarísima es cómo la burguesía ha obtenido el poder, a como diera lugar, y cómo ha ejercido este en defensa de sus intereses. La conclusión de toda una parte de la vanguardia es: tenemos que recuperar ese poder y ejercerlo en favor de los trabajadores, jóvenes y campesinos.
Para nosotros los marxistas, participar en las elecciones no es una cuestión de principios, sabemos que por esta forma difícilmente se podría acceder al poder y transformar de fondo toda la situación política y económica, sin embargo son estupendas posibilidades para dar a conocer a las amplias capas de la sociedad, las propuestas de los socialistas. Mejor aún, en medio del ambiente de politización política que hay en MORENA la discusión trasciende las elecciones mismas y se pone sobre la mesa quién debe dirigir al país en los próximos 6 años.
Hay otro factor fundamental por el cual las elecciones se vuelven importantes. Si la derecha llega a la presidencia con la careta del “nuevo PRI”, el panorama se pinta sombrío. Este partido defiende, y ha defendido durante los más de 70 años en los cuales gobernó, los intereses de los poderosos empresarios. No hay ninguna duda de que este partido continuaría con los ataques a los derechos laborales, a los niveles de vida y se profundizaría la militarización que hoy está desarrollándose en el país.
La burguesía le está apostando con todo para que su proyecto siga adelante. Ha abandonado al PAN y a Felipe Calderón lo ha dejado a su suerte y todas sus baterías se concentran en la imagen y discursos demagógicos de Peña Nieto. Él ha dicho claramente que si llega a la presidencia no sacará al ejército de las calles, profundizará las medidas de seguridad desarrolladas hasta ahora y seguirá ejerciendo el poder político para la oligarquía y el imperialismo.
El hecho de mantenerse al margen de la participación política en las próximas elecciones plantea la disyuntiva de ayudar, de forma voluntaria o involuntaria, a los sectores más reaccionarios de esta sociedad, quienes quieren impulsar al PRI para continuar atacando a los trabajadores.
Esto está quedando claro para una buena capa de trabajadores y la juventud. Este hecho causará crisis en las organizaciones de masas donde haya vida interna y que vean esta contradicción. Estas escisiones o fracciones de izquierda favorecerán al MORENA pues se levantará como una alternativa de lucha política. Estos llevarán sus tradiciones y su experiencia a esta organización-partido, tendrá debates internos donde las expresiones más claras, que representen de mejor forma los intereses de los explotados, ganarán terreno y podrán tener una influencia importante para cuando los acontecimientos muestren a la gran mayoría de la gente que el programa del reformismo lleva a un callejón sin salida y que la única salida es el socialismo.
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