Perú: una nueva etapa política
Hay nuevos elementos como las contradicciones que se dan en las alturas con la ruptura del bloque de derecha con Mario Vargas Llosa (como intelectual), y los partidos Perú Posible, Acción Popular, bases apristas, entre otros, apoyando a Ollanta como una alternativa anti fujimorista, y por otro lado, un sector de la clase dominante que actúa como una “mafia” encarnada en el fujimorismo.
Otro factor político importante y gravitante es la creación de GANA PERÙ como institución de características de Frente Político amplio superior a la Izquierda Unida de los 80s. Superior en el sentido que integra no solo a partidos de izquierda sino a sindicatos, gremios y movimientos originarios y sociales, como los mineros artesanales, etc.
Pero además con probabilidades de sumar a partidos de derecha como Perú Posible tornándose en una suerte de Concertación chilena. Y en verdad, parece que esta es la idea de algunos intelectuales socialdemócratas. Y es que después del 5 de Junio, lo más probable es que GANA PERÙ, si es que las posiciones conservadoras no se imponen dentro del Nacionalismo, se convertirá en un fenómeno político aluvional que arrasará en victorias electorales en los próximos años. Desde ahora, las masas expresarán su bronca acumulada, sus problemas y aspiraciones, a través de GANA PERÙ.
El liderazgo de Ollanta también será un elemento importante. Ollanta se convertirá (por sus propias cualidades, la moral y la mística que le es inmanente), en el vocero del pueblo. Pero la relación entre él y los trabajadores será dialéctica. Estará en función de que se cumpla con las promesas hechas en campaña, la situación internacional y de la arremetida de la derecha fujimorista.
Por otro lado, hay una preocupación en la política de concesiones que hizo GANA PERÙ para lograr la concertación nacional. La pregunta aquí es, ¿hasta qué punto las concesiones hechas permitirán que se cumpla con las reformas sociales teniendo en cuenta que Perú no es Brasil?
Algunos activistas de izquierda con posiciones obreristas caracterizan que la tendencia general a partir de la alianza con Toledo y Vargas Llosa es hacia la moderación y la conciliación. Yo creo, como digo al principio, que el movimiento será más contradictorio.
El Perú tiene varias particularidades. Un Estado ultrareaccionario (similar al de Colombia), una ultraizquierda que no aprende de sus errores, un fujimorismo de características fascistas que quedará como segunda fuerza política, un movimiento de colectivos anti fujimorista juvenil y de clase media, una clase obrera economicista y a la defensiva, una clase campesina que no supera su dispersión, un movimiento indigenista radical y sectario (Palacin, Aduviri, etc.), y un movimiento mariateguista que no logra conquistar la unidad y autoridad suficiente para ser dirección política del proceso.
Otro factor clave es que a pesar de la guerra sucia histórica contra Ollanta y GANA PERÙ, el pueblo votará por el cambio manifestando un alto nivel de conciencia política. Instinto de clase, le llaman los clásicos. Pero, ¿hasta qué punto este instinto de clase dará tregua a Ollanta teniendo en cuenta la anomia y la gran explosividad social como en Puno?
Con justicia, Raúl Wienner, señala en sus Tesis sobre las elecciones que, un factor importante en la nueva etapa política serán los movimientos sociales.
Gana Perú difundió hace varios meses atrás un programa de diez puntos denominado Afirmar la Nación y Transformar el Estado, con el cual estoy de acuerdo. Sin embargo, ¿Qué clase de nación queremos afirmar?, ¿Estará dispuesto el empresariado nacional a convertirse en clase dirigente e industrializar nuestro país?, ¿Cómo trasformamos el Estado neoliberal?, ¿Los 7 ensayos de Mariátegui ya fueron historia?
¿Cómo damos la pelea contra la oligarquía mediática que no cesará en sus aspiraciones de seguir haciendo lo que se le da la gana?, ¿Bastará con crear radios comunitarias y barriales como en otros países con gobiernos progresistas donde observamos que los problemas de la seguridad y la explotación humana no han sido erradicados?
Alberto Adrianzen y Máximo Grillo, señalaron que si se imponía un fraude en estas elecciones se podía desatar una guerra civil. Implica eso que ahora que ganemos las elecciones, el temor a una guerra civil impulsada por la derecha (como siempre ha sido en la historia), está descartada?
Tenemos un gran reto por delante. Las futuras generaciones dependen de las decisiones políticas que tomemos hoy.
En esta nueva etapa política, es vital reunirnos, reflexionar, teorizar, debatir y construir, desde la praxis política mariateguista.
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