Portugal, la “geringonça” gana pero no entusiasma en el largo desencanto de la contrarrevolución capitalista

Tal como pronosticaban las encuestas, el Partido Socialista ganó las elecciones a la Asamblea de la República de Portugal del pasado 6 de octubre. Los datos a simple vista indican la aprobación de las políticas del PS de Antonio Costa, pero más allá de los grandes datos, hay otra serie de indicadores que muestran más bien pasividad o hartazgo en partes importantes de la sociedad y en particular, de las clases populares.

El primero de ellos es la altísima abstención (de un 45,60% del censo electoral), la más elevada en unas generales en Portugal hasta ahora; todo un reflejo del cansancio de grandes partes de la población con la democracia burguesa y las políticas pro-capitalistas dominantes tras el triunfo de la contrarrevolución tras el 25 de noviembre de 1975 (final del Periodo Revolucionario en Curso). De hecho, la participación en las elecciones ha ido bajando progresivamente desde más de un 90% en los primeros comicios tras la Revolución de los Claveles hasta poco más de la mitad del censo en la actualidad. La falta de alternativas, la incapacidad de unas direcciones de izquierda encerradas en el cretinismo parlamentario y las moquetas de los edificios institucionales, y la propia indignación con las insuficiencias y la máscara de engaño que se esconden tras la democracia liberal representativa, pueden explicar esa tendencia a las elevadas abstenciones, al igual que ocurrió en Grecia hace unos meses y ocurrirá el próximo mes en España con un previsible aumento de la abstención.

Por otra parte, el PS obtiene una ligera subida (apenas sube unos 118.000 votos respecto a 2015). En proporción de electorado, sube 4 puntos en el mismo periodo y unos 30 escaños. Respecto a los otros partidos del llamado pacto de «izquierdas» o geringonça:

-El Bloco de Esquerda se mantiene estancado en 19 escaños, pierde 0,5 puntos y unos 50.000 votos. Se consolida como principal partido a la izquierda del PS pero no consigue crecer más. En las grandes ciudades (Lisboa y Oporto) apenas logra conseguir el 10% de los sufragios.

-El Partido Comunista Portugués, dentro de la Coalición Democrática Unitaria (CDU), obtiene su peor resultado histórico con menos del 6,5%, pierde casi 117.000 votos y 5 escaños respecto a 2015. Su fuerza la mantiene en los distritos del Alentejo (Beja, Évora y Setúbal), donde puede rozar hasta el 20%, siendo aún así un resultado muy alejado de los que obtenía en dichos territorios en la década de 1980. El PCP es un superviviente, pero también sufre la crisis histórica de unos PCs que llevan décadas practicando una política de mantenimiento de la cuota de representación en los parlamentos de las democracias liberales, y unas prácticas reformistas. Los partidos comunistas nacieron para organizar, liderar o hacer la revolución, no para estar décadas vendiendo la ilusión de que dentro de los cauces de la «democracia» liberal, o con pactos puntuales con la socialdemocracia reconvertida en socioliberalismo, se cumplirán las metas históricas que prometieron a la clase obrera.

Por lo tanto, a nivel de voto, la denominada geringonça ha pasado de 2.744.557 votos en 2015 a 2.688.011 votos, es decir, incluso retrocede a nivel de adhesión popular absoluta. Esto es resultado de un gobierno totalmente comprometido (como todos los PS) con las políticas neoliberales y de control presupuestario impuestas por la Unión Europea del capital y su globalización, bajo una realidad marcada por la precariedad generalizada, la burbuja turística, el difícil acceso a la vivienda en las ciudades y el dominio económico de los capitales transnacionales, a los que Costa como su predecesor Passos Coelho ha dado toda serie de facilidades y prioridad en su agenda.

Por su lado, las derechas que entre 2011 y 2015 aplicaron el programa de la Troika, también sufren un retroceso. El PSD y CDS pierden 356.920 votos respecto a 2015, y eso es lo que en gran parte ha reforzado más la ligerísima subida del PS.

Otro aspecto a destacar es la irrupción de 3 nuevos partidos: el ecologista Livre, Iniciativa Liberal y Chega, cada uno con un diputado, además de la subida del PAN (Pessoas, Animais, Natureza). Es interesante detenerse en Chega, un partido considerado “populista” de derecha, nacionalista y euroescéptico. Ha obtenido el primer diputado de ultraderecha en Portugal tras el 25 de abril y a nivel de apoyo por territorios hay un hecho importante: aunque con porcentajes muy reducidos, la mayor proporción del voto la obtiene en los distritos de Évora, Faro, Beja y Portalegre, es decir, en el Alentejo, en los mismos lugares que fueron históricamente (y todavía lo siguen siendo a pesar del desgaste) la base de apoyos de los comunistas. En cambio, en el norte históricamente conservador y reaccionario no llega ni al 1%.

En conclusión, se puede decir que el gran ganador de las elecciones en Portugal fue el cansancio y el hartazgo con el parlamentarismo burgués al servicio de un capitalismo depredador y explotador. El llamado pacto de «izquierdas» podrá mantener el gobierno, pero no con mayor apoyo popular absoluto que en 2015 y sin tener ya en el horizonte las limitadas medidas con las que Costa se estrenó hace 4 años. De ahí que probablemente genere más cansancio, desafección y desencanto en la clase trabajadora ante una política de simple gestión de las migajas del capitalismo en la periferia de la UE. Por otra parte, unas izquierdas reformistas sin un verdadero programa anticapitalista, incapaces y renuentes a superar la democracia liberal, sin ninguna ambición de construcción del socialismo y lideradas por la pequeña burguesía académica, no parece que vayan a ser una alternativa sólida a la decadencia de los Estados liberales.

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