Los Socialistas Revolucionarios y las elecciones egipcias: ¿Marxismo u oportunismo?
«Es mejor votar por algo que quieres y no conseguirlo, que por algo que no quieres, y conseguirlo.» (Eugene Debs)
El Número 2305 del Socialist Worker en Internet (con fecha de 2 de junio de 2012) incluía un artículo titulado «Declaración de los Socialistas Revolucionarios sobre las elecciones presidenciales de Egipto».
Este artículo es tan escandaloso que tuve que leerlo dos veces y buscar el sitio web del Socialist Worker Party británico [la organización internacional de referencia de la Socialistas Revolucionarios de Egipto.NdT] para asegurarme de que no era una broma. Pero no, no es un engaño. Los Socialistas Revolucionarios egipcios están apoyando a la Hermandad Musulmana en la segunda vuelta de las elecciones y le reclaman que forme un gobierno amplio de unidad nacional contra el «fascismo».
Los SR han publicado una declaración, que comienza así:
«El Movimiento de los Socialistas Revolucionarios ratifica su oposición de principio al candidato del Consejo Militar, del disuelto Partido Nacional Democrático y de las fuerzas de la contrarrevolución, Ahmad Shafiq.»
Ni qué decir tiene que todos los socialistas se oponen por principios al gángster contrarrevolucionario Ahmad Shafiq. Este hombre es un criminal y un enemigo del pueblo egipcio. Como último primer ministro de Mubarak, fue el responsable de los sangrientos ataques de las fuerzas del Estado contra la revolución. Su candidatura no es más que la expresión más evidente de la naturaleza fraudulenta de estas elecciones y de la Constitución falsa que las preparó.
Como resultado del fraude y del engaño masivo, Shafiq ha logrado llegar a la segunda ronda de las elecciones presidenciales, donde se enfrenta al candidato de la Hermandad Musulmana, el Dr. Mohammed Morsi. El artículo dice correctamente:
«Esto fue gracias a una movilización masiva del campo contrarrevolucionario, que desplegó toda la fuerza organizada de los recursos a su disposición – el aparato represivo del Estado, los medios de comunicación y los intereses económicos que sostienen a Shafiq.
«Su éxito refleja las campañas de difamación, la represión e intimidación sistemáticas contra las fuerzas sociales y populares, que alcanzaron su punto máximo antes de la elección y se expresaron en que las heces del viejo régimen se atrevieron a presentarse a las elecciones.»
Está muy claro que el viejo régimen – que no fue completamente destruido con el derrocamiento de Mubarak – está utilizando todos los medios a su alcance para arrebatarle su victoria a las masas con trampas. Provocaron un fraude masivo para dar la victoria al criminal Ahmad Shafiq. Pero, ¿justifica este hecho el apoyo al candidato de la Hermandad Musulmana?
Lo que demostraron las elecciones
Lo que las elecciones revelaron, sobre todo, fue la debilidad del viejo régimen. En las recientes elecciones no hubo dos, sino tres candidatos principales: Morsi, el candidato de la Hermandad Musulmana fue primero con el 24.4% de los votos, seguido de Ahmed Shafiq, que consiguió un 23,3%, y luego Hamdin Sabahi, un nasserista (nacionalista de izquierda, seguidor de Nasser), que consiguió un 20,3%.
Shafiq era el candidato del viejo régimen, de los sectores más reaccionarios de la clase dominante, del ejército y de la burocracia. Fue el último primer ministro del viejo régimen, y fue derrocado tres semanas después de Mubarak. Es un títere de los militares y está claro que la contrarrevolución se está uniendo en torno a su candidatura. Se cree que movilizó al antiguo partido de Mubarak – el PND – para su campaña. Su campaña fue apoyada por todos los medios de comunicación y, probablemente, algunos sectores de las fuerzas armadas fueron más o menos obligados a votar por él.
A pesar del amplio campo que se movilizó a favor de Shafiq, sólo logró reunir cinco millones de votos para su candidato. Esta sería la suma total de las fuerzas de la abierta reacción en Egipto, y bien podría ser una sobreestimación. Por otra parte, sólo 26 millones de personas votaron, de una población de 80 millones. Sin embargo, en el pico máximo de la revolución el año pasado vimos de 10 a 20 millones en las calles – una gran parte de los cuales no parecen haber participado en las elecciones.
Esto no sugiere precisamente que las fuerzas contrarrevolucionarias estén ganando terreno. Por otro lado tenemos la irrupción en la escena de Hamdin Sabahi, un nasserista que está dando al movimiento revolucionario su primera y confusa expresión política (El Financial Times lo califica de socialista, aunque eso debe ser tomado en el sentido del viejo nasserismo).
El periódico The Hindu, escribió: «Procedente de una familia de campesinos, el Sr. Sabahi se ha centrado en un programa para luchar contra la pobreza de una manera que beneficie a los Fellahin o pequeños campesinos, así como a la insatisfecha clase obrera industrial de Egipto.» Él se ha comprometido a aumentar los subsidios sociales para los pobres, el salario mínimo y los subsidios agrícolas, promete que planea elevar los impuestos a los egipcios ricos. Entre otras cosas, propone un «impuesto de Tahrir,» el nombre de la plaza que fue el centro de la revuelta egipcia, que requeriría a los egipcios que ganaran más de $900,000 a que paguen un 10 por ciento de su patrimonio neto en un solo pago.
Sabahi también es el candidato más hostil a Israel y Occidente. «Voy a apoyar todas las formas de resistencia armada» contra Israel, dijo el Sr. Sabahi, «ya vengan de la tierra de Palestina, de la tierra del Líbano o de cualquier otra» «Egipto ya no será el compinche de Israel en esta región», agregó. «Esto se terminará».
Sabahi consiguió un resultado muy bueno, ganando en casi todos los grandes centros urbanos de Egipto, incluyendo El Cairo, Alejandría, Luxor y la región del Mar Rojo, áreas en las que ni siquiera era considerado un contendiente a tener en cuenta hace unas semanas. Se piensa que su promesa de no dejarse arrastrar por ningún partido ni por el ejército es lo que le valió un apoyo tan amplio, y su popularidad no ha hecho más que crecer desde que quedó tercero en las elecciones. Algunos hablan de escribir su nombre en las papeletas de votación en la segunda vuelta. Otros afirman que le fue arrebatado un lugar en la segunda vuelta por un gobierno que amañó las elecciones.
Cuando se dieron a conocer los resultados de la primera ronda , miles de personas marcharon a la plaza Tahrir para protestar porque estaban convencidos (sin duda, con razón) de que a Sabahi le habían robado su plaza en la segunda vuelta, que se llevará a cabo en las próximas semanas. Parece que Sabahi llamó a un boicot de la siguiente ronda electoral. Dadas las circunstancias, era la única cosa correcta que hay que había que hacer. Pero en lugar de basarse en esta demanda genuinamente revolucionaria, los SR han respaldado a Mursi, el candidato de la Hermandad Musulmana.
El voto por Hamdin Sabbahi muestra el enorme potencial para una futura victoria de la izquierda en Egipto. Sin embargo, con el fin de prepararse para esta victoria futura, es esencial que los revolucionarios no se comprometan ante las masas enredándose en alianzas sin principios con los enemigos de la clase obrera. Añadamos que estos enemigos no son sólo los vestigios del viejo régimen, sino que incluyen formaciones políticas burguesas como la Hermandad Musulmana.
¿El mal menor?
El documento de los SR dice:
«También estamos convencidos de que la victoria de Shafiq en la segunda vuelta de las elecciones sería una gran pérdida para la revolución y un poderoso golpe contra sus conquistas democráticas y sociales. Se daría una oportunidad de oro a los preparativos de la contrarrevolución para un ataque de venganza más brutal y amplio bajo la consigna de ‘restaurar la seguridad en la calle en cuestión de días’.»
Nadie puede hacerse ilusiones en cuanto a la naturaleza de Shafiq y del papel que está jugando. ¿Pero es esto una justificación suficiente para llamar a votar por la Hermandad Musulmana? Para justificar esto, el documento apela al viejo argumento del «mal menor». Hemos escuchado este argumento muchas veces antes. En cada ocasión, lo que se suponía que era el mal menor resultó ser un grandísimo mal.
En Rusia, antes de la revolución bolchevique, los cadetes (liberales) se hicieron pasar por los enemigos del zarismo y los defensores de la democracia. El ala oportunista de la socialdemocracia rusa sostenía siempre que el movimiento obrero debía apoyar a los liberales contra el reaccionario régimen zarista como «el mal menor». Este argumento fue rechazado siempre con el mayor de los desprecios por Lenin y Trotsky. Esta fue la cuestión central que distinguía a la tendencia revolucionaria (los bolcheviques) del ala reformista y oportunista (los mencheviques).
Siguiendo los pasos de Marx, que había descrito al burgués «Partido Democrático» como «mucho más peligroso para los trabajadores que los antiguos liberales», Lenin explicó que la burguesía rusa, lejos de ser una aliada de los trabajadores, inevitablemente se pondría del lado de la contrarrevolución.
«La burguesía en masa», escribió en 1905, «inevitablemente girará hacia la contrarrevolución, hacia la autocracia, contra la revolución y contra el pueblo, tan pronto como se cumplan sus intereses estrechos y egoístas, cuando eso ocurra ‘reculará’ ante la democracia consecuente (¡Y, de hecho, ya está reculando ante ella!) » (Obras en inglés, vol. 9, página 98)
¿Qué clase, en opinión de Lenin, podría dirigir la revolución democrático-burguesa?
“Sólo queda ‘el pueblo’, es decir, el proletariado y el campesinado. Sólo el proletariado puede llegar hasta el final e ir más allá de la revolución democrática. Por eso el proletariado lucha en primera línea de frente por una república y rechaza desdeñosamente el consejo estúpido e indigno de la burguesía ya que tiene en cuenta la posibilidad de que ésta última recule”. (Íbid)
Desde sus primeros escritos hasta su muerte, Lenin advirtió repetidamente a los trabajadores que no confiaran en los liberales burgueses.
Trotsky tenía la misma posición, como lo vemos en sus escritos sobre España y Alemania. Cuando los estalinistas acusaron a Trotsky de apoyar a Bruening como el «mal menor» contra Hitler en Alemania, respondió:
«La socialdemocracia apoya a Bruening, vota por él, asume la responsabilidad por él delante de las masas – sobre la base de que el gobierno de Bruening es el «mal menor». … Nosotros, los marxistas, consideramos a Bruening y a Hitler, Braun incluído, como partes componentes de uno y el mismo sistema. La cuestión de cuál de ellos es el «mal menor» no tiene sentido, porque el sistema contra el que estamos luchando necesita a todos estos elementos. » (La lucha contra el fascismo en Alemania, p.138. edición inglesa)
La política de Lenin y Trotsky para combatir a la reacción era el Frente Único obrero, y no bloques sin principios ni acuerdos electorales con partidos burgueses.
En España, en la década de 1930, la Monarquía fue barrida por las masas después de las elecciones locales de 1931. Los socialistas se unieron a una coalición con los republicanos burgueses, bajo el lema de «defender la democracia». Sin embargo, las condiciones de las masas empeoraron mucho más. El resultado fue el ascenso de los fascistas – primero bajo Gil Robles, y más tarde bajo Franco.
Los fascistas españoles (falangistas) tenía una consigna muy efectiva para los campesinos y obreros: «¿Qué te da de comer la República?» De la misma manera, en Egipto, la reacción va a decir a los trabajadores desempleados, a los comerciantes arruinados y a los fellahin hambrientos: ¿Qué te da de comer la democracia? De esta manera, la «democracia» burguesa prepara el camino para el fascismo y la reacción.
La Hermandad Musulmana y el imperialismo
«Por consiguiente, instamos a todas las fuerzas reformistas y revolucionarias, y al resto de los candidatos revolucionarios, a formar un frente nacional contra el candidato de la contrarrevolución, y a exigirle a la Hermandad Musulmana que declare su compromiso con lo siguiente».
A continuación sigue una lista de demandas que los SR presentan a los dirigentes de la Hermandad Musulmana (HM) como si fuera una lista de compras. La HM debe formar una coalición presidencial que incluya a Hamdin Sabahi y a Abd-al-Moneim Abu-al-Fotouh como Vice-Presidentes. Debe elegir un Primer Ministro que no pertenezca a la Hermandad. Debe aprobar una ley sobre la libertad sindical, y así sucesivamente.
¡Pero esperen un minuto! Si yo voto por el candidato de la HM, ¿Qué garantía tengo de que alguna de estas «exigencias» se cumplirá? Los SR dicen que los dirigentes de la HM deben hacer esto y aquello. Pero ¿Cómo podemos obligar a estos dirigentes a que hagan algo una vez que ya resulten elegidos? Estas demandas son como la pizca de azúcar que se pone en una píldora amarga para ayudar al paciente a que se la trague. Pero ninguna cantidad de azúcar puede quitarle el sabor amargo a esta píldora en particular, que dará a la clase obrera de Egipto un dolor de estómago muy desagradable.
Lo que los líderes de los SR están defendiendo no es ni siquiera un frente popular. Eso sería una alianza de partidos obreros con un partido liberal burgués. Es algo mucho peor. La Hermandad Musulmana no es un partido burgués liberal, sino una organización islamista reaccionaria y anti-obrera. En el pasado, fue respaldada y promovida por la CIA como una herramienta útil contra el Nasserismo, hasta que los imperialistas de Estados Unidos comenzaron a cambiar de opinión sobre las organizaciones islamistas.
Después de la muerte de Nasser, los imperialistas de Estados Unidos notaron que el régimen de El Cairo había cambiado su política y adoptado una actitud «pragmática» hacia Israel y Occidente. Por lo tanto, ya no se requerían los servicios de la Hermandad Musulmana, que fue abandonada a merced del Estado egipcio. Con los atentados del 11 de septiembre de 2001, la actitud de Washington hacia el islamismo se endureció en la medida que sus antiguos aliados y agentes, como Osama Bin Laden, dejaron de matar rusos y comenzaron a matar estadounidenses.
Últimamente, sin embargo, Washington parece estar cambiando de opinión una vez más. Ahora ven a la Hermandad Musulmana como una herramienta útil contra la revolución. Los estadounidenses fueron tomados por sorpresa por la Revolución Egipcia. «Nuestra evaluación es que el Gobierno egipcio es estable y está buscando maneras de responder a las necesidades e intereses legítimos del pueblo egipcio», dijo la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, el 25 de enero de 2011.
Aterrado por la expansión de la revolución en el Medio Oriente, Washington ha modificado su postura en relación a la Hermandad Musulmana, a la que ve cada vez más como un baluarte contra la revolución y el comunismo. En otras palabras, también ve a la Hermandad como un mal menor. En esto, los estadounidenses y los cliffistas están de acuerdo, salvo que uno ve a la HM como un baluarte contra la revolución y el otro lo ve como un baluarte contra la contrarrevolución. Pero ambos no pueden estar en lo cierto. Uno de los dos puntos de vista debe estar claramente equivocado. ¿Qué punto de vista será ese?
Es evidente que los líderes de los SR se sienten un poco avergonzados de su propia conducta. Por lo tanto, tratan de cubrirse las espaldas, asegurando a sus miembros que no han abandonado una posición revolucionaria. La declaración continúa:
«Nuestra posición en modo alguno significa, por supuesto, que estamos abandonando nuestra crítica al programa social y económico del Partido de la Justicia y la Libertad de la Hermandad Musulmana y a su «Proyecto Renacimiento», que está sesgado esencialmente hacia la economía de mercado, las finanzas y los negocios.
«Ni tampoco debilitamos nuestra crítica a la actuación política de los dirigentes de la Hermandad y del Partido de la Libertad y la Justicia, ni a la confianza de estos dirigentes en el Consejo Militar y sus ataques a los revolucionarios durante las batallas de la calle Mohammed Mahmoud y de la Oficina del Gabinete, y otras «.
Aquí tenemos una admisión vergonzante de que los SR están pidiendo un voto para un partido burgués reaccionario. Su «Proyecto Renacimiento» está «sesgado esencialmente hacia la economía de mercado, las finanzas y los negocios». Dicen esto casi como si estuvieran sorprendidos. Pero, ¿Cómo es posible que un partido dirigido por acaudalados hombres de negocios no esté «sesgado hacia la economía de mercado, las finanzas y los negocios»? ¿Cómo no podría poner su confianza en los generales que están atacando al pueblo que hizo la revolución?
Ellos pueden decir que tienen la intención de seguir siendo «críticos» contra las políticas de la Hermandad, y «exigirle» que adopte tal o cual plataforma tanto como quieran, pero el hecho objetivo es que están fomentando ilusiones electorales en un partido burgués reaccionario.
Lo que defienden los Hermanos Musulmanes
Se puede decir que Egipto tiene dos burguesías. Una de ellas ha estado en el poder durante décadas y se ha enriquecido con el saqueo del Estado. Personificada en el Consejo Militar de las Fuerzas Armadas (SCAF, sus siglas en inglés) y en bandidos como Shafiq, este ala burguesa está decidida a aferrarse a su poder y a sus privilegios a toda costa. La caída de Mubarak fue un duro golpe para ella, pero se ha reagrupado y está tratando de hacer retroceder a la Revolución.
Pero hay otra burguesía, que no se ha beneficiado del control del Estado y que se ha mantenido fuera del poder durante décadas. Representa a una muy amplia capa de pequeños y, en parte, medianos propietarios, que aún no han madurado pero que están tratando de hacerlo enérgicamente. Escondiéndose detrás del manto de la religión, ahora están tratando de ocupar su «lugar bajo el sol», y esto los pone en conflicto con el otro ala de la burguesía. Toda la vida política de Egipto se centra ahora en esta lucha entre estas dos tendencias burguesas.
Detrás de todas las miles de bellas palabras sobre la libertad y la democracia, está la lucha entre estas tendencias burguesas. Están peleando como gatos en un saco para conseguir el control del Estado con sus lucrativos contratos, subvenciones, corrupción, etc. Pero ambas partes están firmemente unidas en contra de los trabajadores y de la revolución.
Esta lucha no carece en absoluto de importancia para la clase trabajadora, sino todo lo contrario. Pero eso no quiere decir que tengamos que tomar partido o apoyar a un ala de la burguesía contra la otra. Los trabajadores con conciencia de clase deben hacer todo lo posible para conseguir que los campesinos y los obreros atrasados les sigan a ellos y no a la Hermandad Musulmana.
La dictadura de Mubarak fue derrocada por las masas, y en particular por la heroica clase obrera egipcia. Esta victoria no fue gracias a la Hermandad Musulmana, sino a pesar de ella. Tener ilusiones en este movimiento reaccionario sería absolutamente fatal.
¿Cuál fue el papel de la HM en el levantamiento contra Mubarak? En la primera etapa sus dirigentes llamaron a sus partidarios a no participar en las manifestaciones de protesta. Sólo cuando el movimiento había alcanzado proporciones masivas fue que finalmente se unieron. Tuvieron que hacerlo, o si no habrían perdido a su base.
Lejos de defender un punto de vista revolucionario, o ni siquiera democrático progresista, los Hermanos Musulmanes defienden una política reaccionaria, antiobrera, mezclada con el peor tipo de oscurantismo religioso. Morsi, el candidato de la Hermandad, pretende ser el único islamista verdadero en la carrera y ha declarado que la plataforma programática de su partido es una destilación del mismo Islam. El New York Times informa que, después de un primer intento de aparecer moderada, la campaña de la HM ha girado bruscamente a la derecha:
«Después de distanciarse de los salafistas más conservadores durante y después de la votación parlamentaria, el Sr. Morsi y la Hermandad los abrazaron durante la campaña, permaneciendo con entusiasmo junto a ellos. Él se llamó a sí mismo el único islamista verdadero en la carrera, dirigió cantos por la aplicación de la Ley Islámica, y retrató su programa político como una destilación del propio Islam». [NYT, 27 de abril]
The Guardian publicó un informe el 25 de mayo, que cita las palabras del candidato de la HM para el que los SR están pidiendo el apoyo del pueblo:
«En las reuniones con los gobiernos occidentales, la Hermandad hace hincapié en sus credenciales moderadas y democráticas. Sin embargo, los puntos de vista religiosos de Morsi son muy conservadores como lo son sin duda una gran parte de los planteamientos del Partido de la Libertad y la Justicia.
«Sus animadores han ajustado el famoso eslogan de la revolución: «El pueblo quiere derribar al régimen» con el de: «El pueblo quiere que se aplique la sharia de Dios», comentó el periodista Noha Hennawy. En un mitin electoral en la ciudad del Delta de Mahalla, el guía supremo de la Hermandad, Mohamed Badie, comparó a Morsi con uno de los más venerados compañeros del profeta Mahoma y con el Primer Califa Rectamente Guiado, Abú Bakr.
«La Ummah [nación islámica] había jurado lealtad a Abú Bakr, y por la misma razón la Ummah jurará lealtad a Morsi como presidente de Egipto,»si Dios quiere», dijo Badie. En su primer acto público Morsi cantó el controvertido lema de la Hermandad: «El Corán es nuestra Constitución».
Además de su oscurantismo religioso (que no es un mero detalle sino que tiene consecuencias reaccionarias) la HM no es tan hostil a los militares como les gustaría que la gente pensara. El New York Times escribe:
«De hecho, la Hermandad también ha indicado que tiene intención de adoptar una actitud conciliadora hacia los generales, que les permita preservar el imperio comercial bajo su control, la protección de su presupuesto del escrutinio público y mantenerlos fuera de los tribunales civiles». [NYT, 25 de mayo]
Sólo después de la primera ronda trató Morsi de presentar sus credenciales anti-Mubarak con un llamamiento a todas las fuerzas para que se unan contra Ahmed Shafik. Los dirigentes de la Hermandad Musulmana anunciaron que estaban invitando a los otros «candidatos revolucionarios» – efectivamente, a todos menos a Shafik – a una reunión para hablar de una coalición para oponerse al ex primer ministro y compartir el poder en un gobierno dirigido por la Hermandad. [NYT, 25 de mayo]
¿Cómo es posible presentar tales ideas reaccionarias como algo progresista? Tal vez los compañeros de los SR argumentarán que, puesto que Egipto es un país semi-colonial, se aplican reglas diferentes. Pero esto está en contradicción directa con todo lo que escribieron Lenin y Trotsky sobre la Revolución Colonial.
La HM es un partido burgués y está dirigido por ricos hombres de negocios. El candidato inicial de la HM fue el magnate de negocios millonario Jairat el-Shater. Los líderes de la HM no son los representantes políticos de las masas, sino sus explotadores políticos.
¿Qué quieren las masas?
La HM tiene una base de masas entre el campesinado, la pequeña burguesía, las capas más atrasadas de los trabajadores y el lumpenproletariado. Estas son capas oprimidas que han sido convocadas a la vida política de la revolución. Están luchando por un cambio en la sociedad, pero hasta el momento su nivel de conciencia política es muy bajo.
Podemos resumirlo de la siguiente manera: las masas tienen sólo una vaga idea de lo que quieren, pero saben muy bien lo que no quieren ¿Qué quieren las masas egipcias? Sus aspiraciones son confusas, pero es posible ver sus principales objetivos. Quieren democracia, por supuesto. Después de muchos años de tener negados sus derechos más elementales, tratan de tomar el control de sus propios asuntos. Pero las masas entienden la democracia de manera diferente a los políticos de clase media.
Para el arribista político de clase media la democracia significa una posición en el Parlamento, una cartera ministerial, un sueldo elevado y otros privilegios. Para un trabajador o un campesino la democracia no es un fin en sí mismo sino un medio para un fin: una manera de conseguir un trabajo, una casa y un nivel de vida decente.
¿Por qué las masas egipcias salieron a las calles y arriesgaron sus vidas para derrocar a Mubarak? Estaban luchando por una vida mejor. Más correctamente, luchaban contra una vida que se había vuelto insoportable. A través de sus esfuerzos y sacrificios, las masas lograron derrocar al tirano. Esta fue una gran victoria. Pero un año más tarde, ¿Qué ha cambiado realmente? El desempleo es peor que nunca, los niveles de vida están cayendo, las pequeñas empresas están en ruinas. Este está condenado a ser el caso mientras la economía egipcia se mantenga en manos privadas, sujeta a las vicisitudes de la economía capitalista mundial.
¿Es realmente cierto que apoyando a la Hermandad Musulmana vamos a impedir que los reaccionarios vuelvan al poder? Este argumento puede parecer atractivo, pero es falso hasta la médula. Vamos a plantear la cuestión no de manera abstracta, en términos de «principios», sino concretamente, en términos de lo que significaría un gobierno de la HM desde el punto de vista de las masas. Los Hermanos Musulmanes no son siquiera demócratas burgueses sino una organización reaccionaria, islamista oscurantista. Presentar esto como «el mal menor» es exagerado en extremo.
¿Qué diferencia habría con un gobierno de la Hermandad Musulmana? Ninguna en absoluto. Los mismos líderes de la HM son capitalistas y están a favor de la preservación de la economía de mercado a toda costa. Se continuará explotando a los trabajadores igual que antes, excepto que la crisis capitalista será aún más profunda y grave que antes.
La siguiente frase es tan extraordinaria que es casi surrealista:
«Tenemos que defender el derecho de las masas a tomar decisiones y poner a prueba esas opciones como condición para el desarrollo de su conciencia y el desarrollo de su posición en relación a las diferentes fuerzas políticas».
Una cosa es reconocer que la HM tiene un cierto apoyo entre las masas en esta etapa. Y otra cosa totalmente distinta es aconsejar a las masas votar por la HM. Es cierto que la experiencia de un gobierno de la HM ayudará al desarrollo de la conciencia de las masas y al desarrollo de su posición en relación a las diferentes fuerzas políticas. Pero esto es cierto sólo si el partido revolucionario no se ha comprometido, llamando a votar por la HM.
Las masas aprenderán una lección muy dura en la escuela de la HM. ¿Y qué lección sacarán? Si la izquierda mantuviera su independencia, y continuara defendiendo una política revolucionaria, aparecería ante los obreros y campesinos como su verdadero representante. Esto prepararía el camino para un giro masivo hacia la izquierda más adelante.
Pero si la izquierda apoya a la HM, ¿Entonces qué? Se colocaría sobre sus hombros toda la responsabilidad por cada acción del gobierno de la HM – a pesar de que formalmente no integrara el mismo. Las masas no perdonarían a quienes les habrían persuadido a votar por el partido que traicionó sus aspiraciones.
En estas circunstancias, ¿Qué conclusiones sacarían las masas? Ellas culparían a la izquierda de sus problemas. Algunos dirán: «¡Estábamos mejor con Mubarak!» Y el escenario estaría listo para un gran giro a la derecha.
Ahí es a donde conduce la idea del «mal menor».
¿Por qué etapa estamos pasando?
El auge de la HM es un reflejo de esta primera etapa de la revolución, los primeros indicios confusos de conciencia en las masas que aún no han adquirido una conciencia de clase, para distinguir sus intereses reales de clase de los de los dirigentes burgueses de la HM. Esto llegará con el tiempo. Las masas tendrán que pasar por la escuela de la HM – y será una escuela muy dura por cierto.
Por otro lado, tenemos a los elementos más avanzados de la sociedad egipcia, principalmente la clase trabajadora y la juventud revolucionaria, y la intelectualidad. La clase obrera egipcia jugó un papel fundamental en la revolución, a pesar de que los medios de comunicación burgueses restaron deliberadamente importancia a este hecho. La verdad es que a través de sus luchas heroicas, los trabajadores egipcios prepararon el camino para la revolución, y a consecuencia de sus acciones decisivas, sobre todo en las últimas etapas, aseguraron su victoria.
El movimiento de la juventud obrera de Egipto está empezando a organizarse, tanto industrial como políticamente. El crecimiento de los Socialistas Revolucionarios puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de un partido político de la clase obrera realmente independiente. Pero la condición previa para esto es que los Socialistas Revolucionarios mantengan independencia absoluta de todos los partidos y movimientos políticos burgueses, sometiéndolos a una crítica despiadada y desenmascarándolos ante las masas.
Es cierto que la HM fue perseguida por el antiguo régimen, y sus líderes fueron encarcelados. Esto les da un aura de respetabilidad ante mucha gente, al aparecer como enemigos del viejo régimen y luchadores por la libertad. Pero esta imagen es completamente engañosa. En realidad, los líderes de la HM son hombres ricos y parte de la burguesía, es decir, de los enemigos de los obreros y campesinos.Sus enfrentamientos con el viejo régimen eran en realidad enfrentamientos entre dos alas diferentes de la misma clase.
El hecho de que esta lucha se prolongara durante mucho tiempo y asumiera un carácter amargo y feroz no contradice esto en lo más mínimo. El viejo régimen quería monopolizar el poder del Estado, y no estaba dispuesto a compartirlo con la HM. Lo que los líderes de la HM quieren no es transformar la sociedad (ellos tienen intereses creados para su mantenimiento) ni derrocar al Estado, sino sólo encontrar un lugar en ese Estado y utilizarlo para sus propios fines. Ellos quieren empujar a los viejos burócratas para que les dejen un poco de espacio en la cama. Pero los viejos burócratas, después de décadas en el poder, han adquirido enormes riquezas y privilegios de la corrupción. Están muy cómodos y no tienen ninguna ansiedad por dejarle un espacio a los dirigentes de la HM. Esa es la base real de la «lucha» actual.
Podemos predecir con seguridad que, en el momento en que la HM tenga un firme control sobre el poder, sus líderes buscarán un acuerdo con la vieja burocracia estatal, y especialmente el ejército, a quienes necesitarán para defender su riqueza y sus privilegios contra la clase obrera. Una vez que suban por la escalera que ha sido sostenida por las masas, la tirarán de una patada y harán las paces con sus antiguos enemigos.
Washington, que tiene una mucho mejor comprensión de la mecánica de la sociedad de clases que algunos de la izquierda en Egipto y Londres, puede ver esto muy claramente. Una larga experiencia ha enseñado a los estrategas del imperialismo a distinguir cuidadosamente entre los hechos y las palabras. Es por eso que el Departamento de Estado de los EEUU está cambiando de posición sobre los Hermanos Musulmanes. Estos ya no son vistos como «terroristas peligrosos», sino como socios potenciales en el negocio de restablecer el Orden y la Estabilidad en Egipto.
Por otro lado, las masas, que no tienen ninguna experiencia política, son ingenuas. A diferencia de los imperialistas no distinguen entre palabras y hechos. Ellas confían en sus líderes y creen lo que dicen. Tendrán que pasar por la experiencia de un gobierno de la HM con el fin de llegar a la conclusión de que «esta gente es lo mismo que la vieja pandilla». Este proceso de aprendizaje sería infinitamente menor si los Socialistas Revolucionarios mantuvieran una independencia absoluta de la HM, advirtiendo a las masas de su verdadera naturaleza y papel. En lugar de esto, los Socialistas Revolucionarios están extendiendo ilusiones en la HM, por lo que «educan» a las masas hacia atrás.
Los camaradas de los Socialistas Revolucionarios cometen un error grave cuando se dejan impresionar excesivamente por el apoyo de masas (que sin duda existe) a la HM y la cuestión inmediata de las elecciones. Pintan en colores estridentes los supuestos efectos de una victoria de Shafiq para justificar su apoyo a la HM. Las elecciones tienen una cierta importancia, pero no es una cuestión absoluta.
Las elecciones son sólo una especie de fotografía que expresa el estado de ánimo de las masas en un momento dado. Pero estos estados de ánimo cambian continuamente. Es fácil ver lo que representan las actuales elecciones en Egipto. Representan la fase inicial, embrionaria de la revolución, cuando las masas aún no han aprendido quién es quién. Algunos desean seguir adelante y lograr un cambio real. Sin embargo, esta capa es todavía una minoría (aunque muy considerable).
Otra capa, más conservadora, tiene miedo del cambio y del caos y después de muchos meses de agitaciones y turbulencias constantes, anhela la paz y la tranquilidad y el retorno a la «normalidad». Una tercera capa anhela el cambio pero busca consuelo en los hombres que les ofrecen una salida fácil. Se fijan en los nombres y consignas familiares, y piensan que han encontrado el camino más fácil al votar a la HM.
La vacuidad del «centro»
En términos de la política egipcia, se podría caracterizar tentativamente a esta última como el «centro». Los líderes de la HM se presentan como hombres razonables y moderados. No son revolucionarios, y no cambiarán demasiado y demasiado pronto. No son extremistas islámicos. De hecho, no son extremistas de ninguna clase. Este es un mensaje muy tranquilizador para una población que acaba de despertar a la vida política y tiene un poco de miedo a los extremos. Para ella, el Centro parece la opción más segura para un cambio sin lágrimas.
Pero, precisamente porque tiene la apariencia de ser cualquier cosa para todo el mundo, el Centro es la más vacía de todas las fórmulas políticas. Su vacío será revelado por los acontecimientos. La profunda e incurable crisis económica y social de Egipto lo hará trizas. Todo lo que se requiere es un poco de tiempo para que las masas vean a lo que se parece un gobierno de la HM en la práctica.
La tarea histórica de la época actual, todo el quid del problema de la Revolución Egipcia consiste en la necesidad de que la gran masa de la población tome conciencia de las limitaciones de movimientos como la HM, demócratas de un egoísmo estrecho de miras, descorazonados y cobardes, con voluntad para el compromiso y la traición.
Los líderes de los Socialistas Revolucionarios dicen que su apoyo a la HM es sólo una cuestión de «táctica», no una cuestión de principios. Pero esto es sólo un juego de palabras. Las tácticas, en general, están subordinados a la estrategia. Una táctica que está en contradicción directa con la línea estratégica general del movimiento es necesariamente perjudicial. Al abogar por el apoyo electoral a la HM, los Socialistas Revolucionarios están abandonando la independencia de clase, que es un punto fundamental para una política revolucionaria del proletariado, y la subordinación de los trabajadores a una fracción de la burguesía. Esto provocará una tremenda confusión y desorientará a la vanguardia ¡Eso no es simplemente una cuestión «táctica»!
Si los dirigentes de los Socialistas Revolucionarios se basaran, no en lo que los líderes de la HM dicen de sí mismos, sino en los intereses de clase reales que representan, nunca podrían haber cometido un error tan evidente. Los Socialistas Revolucionarios tienen mucho que decir sobre los intereses económicos que se esconden detrás de Shafiq, pero no dicen nada de los intereses económicos de los líderes de la HM. Si se mira sólo un poco por debajo de las opiniones de los dirigentes políticos, yendo a su posición de clase, se encontrará que en la vida real la HM quiere compartir los privilegios políticos con Shafiq y cía.
Ningún trabajador puede presumir de ser un trabajador con conciencia de clase si no es consciente de que es imposible ser un luchador coherente por la abolición de la esclavitud asalariada colgándose de los faldones de la HM. Desde el punto de vista del trabajador, desempleado egipcio, del campesino pobre o del pequeño propietario arruinado, no es en absoluto una cuestión de repartir privilegios políticos, sino una cuestión de pan. Pero es precisamente esta cuestión la que ninguno de los partidos burgueses – sean los Shafiqs o los Morsis – pueden resolver. La cuestión del pan sólo puede ser resuelta por un cambio fundamental en la sociedad: cuando los trabajadores y campesinos tomen el poder en sus propias manos.
«Egipto no es Rusia»
«¡Pero esto no es la Rusia de 1917!», exclamarán nuestros amigos oportunistas indignados. «El partido revolucionario es demasiado pequeño para tomar el poder. Por lo tanto, tenemos que ser realistas y aliarnos con la opción menos mala.» Esta es una canción muy vieja y ni siquiera ha cambiado la melodía desde que fue cantada por los mencheviques rusos, Bernstein, Kautsky y todas las demás tendencias oportunistas en el movimiento marxista. Es falsa hasta la médula.
Admitamos que, al menos por el momento, los marxistas egipcios son demasiado débiles para llevar a los trabajadores al poder – una confesión que es obviamente cierta. La pregunta es: ¿Cómo nos transformamos de una minoría en la mayoría? Recordemos que en febrero de 1917, los bolcheviques rusos también eran una pequeña minoría: un grupo de sólo alrededor de 8.000 individuos en un país de 150 millones. Nosotros no pensamos que fueran mucho más fuertes que los marxistas de Egipto al inicio de la revolución. Sin embargo, en sólo nueve meses, el Partido Bolchevique pasó de ser un partido de 8.000 a un partido de cientos de miles que estuvieron a la cabeza de millones de obreros y campesinos.
¿Cómo se logró esta transformación? ¿Fue mediante el apoyo a la «opción menos mala»? ¿Abogaron los bolcheviques por votar a favor de los Kadetes y del Gobierno provisional porque ofrecían una salvaguarda contra el retorno del Zar? Por el contrario, Lenin y Trotsky atacaron sin piedad a los liberales burgueses y al Gobierno provisional y denunciaron vivamente a los dirigentes oportunistas en los soviets por apoyarlos. La línea seguida por los dirigentes de los Socialistas Revolucionarios en Egipto es la línea de estos últimos, no la de Lenin y Trotsky.
Sabemos por la historia que toda revolución pasa por una fase inicial de ilusiones democráticas. Las masas en las calles parecen estar avanzando constantemente, empujando a un lado todos los obstáculos. Es como una procesión que sólo puede ir en una dirección – hacia adelante. Las masas sienten su fuerza y se creen invencibles. En esta etapa de la revolución, la idea principal es la unidad: el «pueblo» está unido en la lucha contra un enemigo común.
Luego viene la segunda etapa. Comenzando por los elementos más avanzados y políticamente conscientes, las masas comienzan a comprender que han sido engañadas, que ninguno de sus objetivos principales se ha logrado, y que, en esencia, nada ha cambiado. Esta etapa, que va acompañada de un sentimiento de frustración y de todo tipo de levantamientos convulsivos, es el comienzo de una diferenciación interna en el campo revolucionario. Gradualmente, los elementos más revolucionarios del proletariado se separan de los elementos vacilantes, de los arribistas y políticos burgueses que han secuestrado la revolución para sus propios fines.
Esta es una etapa inevitable. Es la etapa por la que está pasando ahora la Revolución Egipcia . Después de un año de revolución, nada se ha resuelto todavía. Ha habido una resistencia masiva contra el SCAF [siglas en inglés del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.NdT] y las masas han tomado las calles muchas veces y en gran número. Hay una amenaza permanente de los contrarrevolucionarios. El SCAF ha tratado de probar el terreno para la contrarrevolución al atacar a grupos aislados dentro de la revolución (cristianos coptos, hinchas de fútbol, etc), pero cada vez que lo hicieron se encontraron con una resistencia de masas en las calles.
¿Cuál ha sido el papel de los Hermanos Musulmanes en todo esto? ¿Han estado luchando contra la contrarrevolución en las calles junto con los obreros y los jóvenes revolucionarios? No, ellos, callada o abiertamente, han elegido alinearse al lado del ejército en cada acontecimiento importante.
El papel de la Hermandad Musulmana
He aquí algunas citas del mismo Socialist Worker:
«Los activistas estudiantiles de la Universidad de El Cairo también fueron atacados por matones durante una sentada en la última semana. Las protestas han estallado en los campus después de que el Ministerio de Educación Superior anunciara que las elecciones para los representantes estudiantiles se llevarían a cabo sin ningún cambio en las constituciones de los sindicatos de estudiantes.
«Los activistas revolucionarios en el movimiento estudiantil se oponen a esa medida, que bloquea la creación de sindicatos de estudiantes verdaderamente independientes.
«Pero las organizaciones estudiantiles de la Hermandad Musulmana apoyan las elecciones estudiantiles bajo el viejo sistema. Parece que buscan sacar provecho de su estrecha relación con los generales» (Las cursivas son mías, AW).
Aquí hay otra cita del Socialist Worker:
«La represión contra los activistas de los Socialistas Revolucionarios (SR) de Alejandría, de las ciudades del delta del Nilo, Mansoura y Mahalla, y de la provincia sureña de Bani Sueif siguieron a la masacre.
«Matones vestidos de civil y fuerzas de seguridad uniformadas agredieron a los activistas, derribaron pancartas llamando a la huelga del 11 de febrero y quemaron banderas rojas del grupo.
«Detuvieron a otros activistas que estaban haciendo pintadas de apoyo a la huelga en las paredes de las fábricas.»
Esta fue otra provocación contrarrevolucionaria ¿Qué tiene el Socialist Worker que decir del papel de la HM?
«Los medios de comunicación estatalesy el periódico oficial de la Hermandad Musulmana, que se opuso a la huelga, también han estado dirigiendo una campaña de desprestigio contra los SR.
«Ellos han acusado a los SR de incitar a la violencia, de destruir la economía con huelgas y, aún más absurdo, de ser agentes de la CIA.
«Los parlamentarios egipcios se unieron a las denuncias de la huelga. Los islamistas de la Hermandad Musulmana y del movimiento salafista tienen la mayor parte de los escaños «
Téngase en cuenta que el Socialist Worker pone directamente en cursiva junto a los medios de comunicación estatales, es decir, el portavoz de la abierta reacción, al periódico oficial de la Hermandad Musulmana. Ambos estaban unidos en su oposición a la huelga y en calumniar a los Socialistas Revolucionarios. Sin embargo, este último nos dice que la HM es un baluarte contra la contrarrevolución y piden a los trabajadores egipcios que voten por ella. ¿No es esto un escándalo?
Sí, es un escándalo, y se agrava aún más por el hecho de que los trabajadores y jóvenes avanzados ya han visto el papel que juega la HM, como lo señala el SW cuando escribe:
«Desde su inauguración el 23 de enero, el Parlamento se ha convertido en un objetivo de las protestas de los trabajadores y activistas que exigen que se cumplan los objetivos de la revolución.
«La mayoría de los diputados se alinearon con la ofensiva del Ministerio del Interior contra los manifestantes».
«La mayoría de los diputados» son islamistas y miembros de la HM. El 3 de febrero cientos de miles de personas se reunieron de nuevo en Tahrir para conmemorar el aniversario de la revolución. Esto es lo que escribió el SWP sobre ello:
«El mensaje que domina el día es,»Abajo el SCAF, abajo los militares». El espectacular éxito de las protestas del miércoles ha ayudado a renovar la confianza del pueblo en que puede terminar con el consejo militar «. Y agrega:
«Hoy en día la Hermandad Musulmana también se enfrentó a una hostilidad abierta por ser vista como colaboradora de las fuerzas armadas.
«Acaban de ganar la mayoría de los escaños en el Parlamento, una señal de sus raíces y de apoyo. Pero aunque el Parlamento sólo se reunió por primera vez el lunes, ya es visto como que abandonó al pueblo.
«Una de las consignas de los 18 días en Tahrir, que provocaron la caída de Mubarak había sido «Levanta alta tu cabeza, eres egipcio».
«Hoy esto se volvió contra la Hermandad. «Levanta alta tu cabeza, eres sólo una silla», gritaron los manifestantes – lo que significa que habían vendido la revolución sólo para ganar un escaño en el Parlamento.
«En la plaza, por la noche, una multitud enfurecida se enfrentó con el escenario de los Hermanos Musulmanes. En un momento dado, los manifestantes agitaron sus zapatos en el escenario para mostrar su rabia»
Citemos otro ejemplo más notable de la conducta traidora de la HM. En febrero, los SR y los sindicatos «independientes», llamaron a una huelga general contra el SCAF. La huelga no llegó a materializarse (lo que también muestra la base débil de los SR), pero como el Socialist Worker escribe, al igual que los medios de comunicación, los sacerdotes, y los imames «la Hermandad Musulmana, que domina el Parlamento recién elegido, combatió denodadamente para detener los paros. «
De nuevo, el 11 de febrero varios miembros clave de los SR fueron arrestados por motivos falsos. Esto fue probablemente debido a su papel en la convocatoria de la huelga general. El Socialist Worker escribió:
«El ataque a los Socialistas Revolucionarios viene después de una intensa campaña de difamación emprendida por el consejo militar en unión con el Partido de la Libertad y la Justicia, el brazo político de la Hermandad Musulmana.» (Las cursivas son mías, AW)
Por último, vamos a citar la declaración de los SR antes de las elecciones, que decía:
«Por lo tanto es nuestro deber no abandonar a las masas, ni por arrogancia colocarnos por encima de ellas, sino participar en la batalla para exponer a los candidatos que representan la alianza entre los militares y la Hermandad Musulmana, mientras que empujamos a las masas adelante a fin de completar su revolución centrándonos en las demandas de la revolución y de las fuerzas revolucionarias, tales como…».
En muchas ocasiones, sobre todo después de que la Hermandad comenzara a apuntar a los SR, los SR han calificado a la HM de fuerza contrarrevolucionaria. Así que la HM está abiertamente al lado de las fuerzas armadas y de la contrarrevolución; es rompehuelgas, ataca a los revolucionarios; ha «vendido a la revolución sólo para ganar un escaño en el Parlamento»; los obreros y los jóvenes revolucionarios se manifiestan contra ella y «agitan sus zapatos en el escenario para mostrar su rabia».
Pero, a pesar de todo esto, los SR hacen un llamamiento a las masas para que voten por ella porque es un baluarte contra la reacción. Si esto no fuera tan grave sería para reírse.
Una tendencia orgánicamente oportunista
No tenemos ninguna duda de que en las filas de los Socialistas Revolucionarios hay muchos trabajadores y jóvenes honestos y abnegados que merecen todo nuestro apoyo. Pero al tomar esta posición en las elecciones, el partido ha cometido un error muy grave.
Vamos a ser francos. Argumentar de algún modo que la HM representa una fuerza progresista en la política egipcia, que están llevando a cabo una lucha seria contra el viejo régimen, o que de alguna manera puede ser un baluarte contra la reacción, es o bien un caso de ignorancia o de falsificación. Sin embargo, el Socialist Worker no puede ser considerado un ignorante del papel de la Hermandad Musulmana, como demuestran las citas anteriores.
No culpamos a los compañeros de Egipto por este error. Es de exclusiva responsabilidad de los dirigentes del SWP británico que han estado dando consejos equivocados a los compañeros egipcios durante años. El SWP es una organización muy oportunista que combina la fraseología ultra-izquierdista con la adaptación oportunista en todos los temas importantes.
Es este tipo de adaptación la que los llevó a abogar por el envío de tropas británicas a Irlanda del Norte en 1969 «para proteger a los católicos», el mismo oportunismo que les llevó a apoyar a los mujaidines respaldados por la CIA contra el gobierno de izquierda de Kabul, presentando a estos bandidos contrarrevolucionarios como «luchadores por la libertad». En los últimos años, el SWP ha jugado un papel lamentable yendo a la cola de los islamistas y dando apoyo acrítico a la Hermandad Musulmana.
Aquí, el SWP comete un «pequeño error».Confunde la revolución con la contrarrevolución. Se justifica esta política vergonzosa con la excusa del «anti-imperialismo» y con la necesidad de luchar contra la «islamofobia». Sin embargo, a fin de luchar contra la islamofobia no es necesario abrazar el islamismo. Y no debería ser necesario señalar que la gente puede oponerse al imperialismo por todo tipo de razones – tanto reaccionarias como progresistas.
En realidad es un poco vergonzoso tener que recordar estas cosas, que hasta un niño de seis años podría entender. Sin embargo, ya que algunos «marxistas» (e incluso algunos «teóricos marxistas» que son considerablemente mayores), no entienden el ABC del marxismo, nos vamos a explicar en un lenguaje muy simple.
Cuando un marxista señala las limitaciones y los engaños de la democracia burguesa, eso es una cosa. Pero cuando un fascista ataca a la democracia burguesa, eso es otra cosa totalmente distinta. De la misma manera, cuando los obreros y campesinos y la juventud revolucionaria de un país como Egipto, dicen que quieren luchar contra el imperialismo, les creemos. Pero cuando los mulás reaccionarios dicen lo mismo, debemos mirar más de cerca cuáles son sus intenciones.
Hoy en día en muchos países ex-coloniales la demagogia anti-imperialista se utiliza para disfrazar la reacción negra más feroz. Lenin vio el peligro muy claramente. Veamos cómo se planteó la cuestión en el Proyecto de Tesis sobre las Cuestiones Nacional y Colonial para El Segundo Congreso de la Internacional Comunista. Inmediatamente después de explicar la necesidad de apoyar los movimientos revolucionarios de liberación nacional, Lenin escribió lo siguiente:
«Segundo: la necesidad de una lucha contra el clero y otras influencias reaccionarias y elementos medievales en los países atrasados;
«En tercer lugar, la necesidad de combatir el panislamismo y tendencias similares, que se esfuerzan por combinar el movimiento de liberación contra el imperialismo europeo y norteamericano, con un intento de fortalecer las posiciones de los Jans, terratenientes, mulás, etc.»
¿Qué tiene en común la posición de Lenin con el vergonzoso espectáculo de ir a la cola de los reaccionarios burgueses islamistas que quieren imponer la ley islámica y el dominio de los mulás al pueblo de Egipto? ¡No tiene nada que ver en absoluto! Esto representa una capitulación oportunista ante una tendencia retrógrada en la política egipcia y una abdicación completa de una posición de clase.
Por cierto, la misma tendencia que en Egipto abraza a la reacción islamista con el mayor entusiasmo, en Grecia se negó a apoyar Syriza o a entrar en un gobierno de izquierda. No es muy coherente, pero entonces, la coherencia política no fue nunca el punto fuerte de esta tendencia, que puede pasar del ultraizquierdismo al oportunismo sin ni siquiera parpadear.
La Corriente Marxista Internacional ha apoyado a la Revolución Egipcia desde el principio. Hemos acogido con satisfacción la creación de los Socialistas Revolucionarios. Saludamos todos y cada uno de sus éxitos con entusiasmo. Somos sus amigos y compañeros. Sin embargo, un verdadero amigo no es alguien que halaga y elogia sin razón. Lenin señaló que muchas revoluciones habían sido destruidas por los halagos y las palabras vacías.
Un verdadero amigo es aquel que, cuando ve que estás cometiendo un error, no tiene miedo de mirarte a los ojos y decirte: «Amigo mío, te estás haciendo daño». Instamos a los camaradas de los Socialistas Revolucionarios a romper con esta línea oportunista, que sólo puede tener las consecuencias más negativas para la Revolución Egipcia. Sólo una política de clase coherente puede mostrar el camino a seguir. A corto plazo, ese camino puede ser difícil, pero es el único que conduce a la victoria final. No hay atajos.
Londres, 1 de junio de 2012.
Puedes enviarnos tus comentarios y opiniones sobre este u otro artículo a: [email protected]
Para conocer más de la OCR, entra en este enlace
Si puedes hacer una donación para ayudarnos a mantener nuestra actividad pulsa aquí