Sunak coronado como primer ministro en Gran Bretaña: el “establishment” consigue a su hombre
Para alivio de la clase dominante, Rishi Sunak ha sido nombrado como el nuevo primer ministro de Gran Bretaña. El nuevo líder conservador ha prometido «estabilidad», sobre la base de un programa de austeridad severa. En cambio, las explosiones revolucionarias se avecinan.
El 10 de Downing Street (la residencia oficial para los primeros ministros) está cambiando de ocupantes más rápido que una habitación en AirBnb, con su tercer residente en menos de tres meses, y el quinto en poco más de seis años, mudándose hoy.
Rishi Sunak se ha convertido oficialmente en el nuevo primer ministro del país, después de que el, aún por ser coronado, rey Carlos invitara al recién coronado líder del Partido Conservador a formar el Gobierno de Su Majestad.
Sunak reemplaza a la desafortunada Liz Truss, que entra en los libros de historia como la primera ministra de duración más corta de Gran Bretaña, después de haber perdido su concurso para sobrevivir a una lechuga iceberg.
Ahora se retirará ignominiosamente a ser una simple diputada en el parlamento, sin duda disfrutando de un empleo secundario en el circuito de conferencias del establishment, ofreciendo discursos blandos sobre «cómo colapsé la economía del Reino Unido en solo 44 días».
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Gobierno de los ricos
La clase dominante y los patrones estarán suspirando de alivio. Después de haber sido fastidiados durante años con bufones egoístas y poco fiables como Boris Johnson y Liz Truss, finalmente han conseguido a su hombre en el puesto de primer ministro.
«El Reino Unido ha tenido suficiente entretenimiento para una generación», comenta Robert Shrimsley en el Financial Times, hablando en nombre de la exasperada clase capitalista británica, «y ahora necesita desesperadamente un período de gobierno estable sin dramas».
Incluso durante el fin de semana, los estrategas serios del capital se alarmaron ante la perspectiva de un rebote de Boris, con Johnson afirmando que había superado el umbral de 100 avales de diputados requerido para llegar a la votación.
Pero de alguna manera, a puertas cerradas, las conversaciones entre los hombres con trajes grises organizaron una sucesión suave de Truss a Sunak, evitando que los «locos de ojos extraviados» en la militancia conservadora tuvieran voz sobre el nuevo líder de su partido.
Como resultado, los conservadores ahora han cambiado a una celosa thatcherista que proporciona recortes de impuestos para los ricos por un multimillonario infame que proporciona recortes de impuestos para él y su familia. De cualquier manera, será un gobierno de los ricos, para los ricos, y por los ricos.
“Plus ça change, plus c’est la même chose”, como dice el proverbio francés: cuanto más cambian las cosas, más permanecen igual.
Misión imposible
¿Quién sabe lo que hizo que Johnson cambiara de opinión al final, convenciéndole de que se retirara de la carrera para primer ministro?
Tal vez Boris, al igual que Penny Mordaunt, de hecho no había logrado obtener suficiente apoyo entre los parlamentarios conservadores. Tal vez fue persuadido para que se retirara por las amenazas de dimisión de sus colegas parlamentarios. Tal vez no le apetecía la perspectiva de presidir un partido dividido y una economía en crisis.
De cualquier manera, ha sido lanzado el dado. Y el desafío ahora recae en Rishi Sunak para lograr lo imposible: unir y rescatar a un partido conservador profundamente dividido, mientras lleva a cabo el programa económico más impopular en décadas, en un esfuerzo por restaurar la credibilidad financiera de Gran Bretaña.
Cáliz envenenado
En este sentido, al igual que escribimos cuando Truss logró ser la primera ministra, el nuevo Primer Ministro hereda un cáliz envenenado. De hecho, gracias a las acciones caóticas de su predecesora, el desorden es ahora de varias órdenes de magnitud mayor que cuando ella asumió el puesto hace apenas unas semanas.
Después de haber provocado el pánico en los mercados, haciendo que la libra cayera en picado y que los costes del endeudamiento del gobierno se dispararan, se estima que hay un agujero de £ 40 mil millones en las finanzas públicas.
Está previsto que el próximo lunes, 31 de octubre, se anuncie la forma exacta en que se afrontará esto. Pero ya está claro que esta declaración presupuestaria de Halloween contendrá muchos trucos, y nada de golosinas, para la clase trabajadora.
Rishi Sunak y Jeremy Hunt – que se queda como ministro de finanzas – han indicado que será a través de la austeridad y de ataques «penosos» como las cuentas estarán equilibradas.
Se pedirá a los departamentos gubernamentales que encuentren más «ahorros de eficiencia». Los servicios públicos, ya recortados hasta los huesos, se verán privados de más recursos. Y el gasto público se reducirá en todos los sectores, incluida la inversión en los denominados proyectos de «eficientes».
Hunt ya ha confirmado que va a reducirse el paquete de apoyo energético del gobierno. Es probable que los solicitantes de seguridad social sean los siguientes en la línea de fuego, con sugerencias de que las prestaciones sociales solo aumentarán en línea con los salarios, no con el coste de vida. E incluso las vacas sagradas como la pensión estatal titulada «triple-lock» (una regla que dice que la pensión tiene que subir cada año en línea con la más alta de las 3 cifras: la inflación, salarios promedios o 2,5%) podrían no estar asegurada, dada la profundidad de los recortes que se requieren.
Las implicaciones serán graves y mortales. El NHS (sanidad pública) ya está al borde del colapso, con una lista de espera de millones de personas. Los tribunales llevan meses atrasados con todo tipo de casos. Los institutos en ruinas están teniendo dificultades para retener al personal. Y los trabajadores de todo el sector público están abandonando en masa, después de años de recortes salariales, empeorados aún más por la inflación desenfrenada y el aumento de las facturas.
Ambiente de motín
Todo esto significará dolor y miseria insoportables para millones de personas en todo el Reino Unido. No solo los trabajadores, sino incluso las capas de la clase media están bajo presión, a medida que aumentan las tasas de interés, encareciendo los pagos de hipotecas para los propietarios y empujando a las pequeñas empresas endeudadas a la bancarrota.
Estas son bases de apoyo anteriormente confiables del Partido Conservador, que ahora está languideciendo en las encuestas como resultado de las decisiones kamikaze de Truss. Algunas encuestas sitúan la brecha entre los laboristas y los conservadores en 39 puntos porcentuales.
Frente a la aniquilación electoral, y buscando salvar sus propios pellejos, muchos parlamentarios conservadores probablemente se rebelarán contra las medidas de austeridad propuestas por Sunak y Hunt. Después de todo, los conservadores que ocuparon los escaños del «Muro Rojo» (las regiones en el Norte del país que tradicionalmente votan por el Partido Laborista) ganaron en 2019 sobre la base de prometer a los votantes un «mejoramiento», no años de mayor declive y devastación.
Una gran fracción del Partido Conservador -tanto en el Parlamento como entre los militantes- ya se opone a Sunak, a quien consideran un «traidor» y un «socialista». Para estos fanáticos fanáticos y rabiosos, es un caso de «Boris o fracaso». Y las promesas de mayor disciplina fiscal y recortes solo intensificarán el ambiente de motín y las divisiones dentro del partido.
Guerra de clases
Por lo tanto, la clase dominante no obtendrá la estabilidad que desea de la dirección de Sunak. En cambio, el capitalismo británico está en camino de entrar en aguas aún más peligrosas. Y tener a su timonel deseado en el timón hará poca diferencia.
Los intentos de restaurar el equilibrio económico servirán como chispa para más explosiones políticas y sociales, no sólo dentro del Partido Conservador, sino sobre todo del movimiento obrero.
El plan de austeridad de Sunak se suma a 12 años de ataques contra el empleo, el salario y las condiciones laborales; en un momento en que los sindicatos ya se están movilizando y la clase trabajadora está despertando y flexionando sus músculos.
En los últimos meses se ha observado un aumento de la militancia sindical, especialmente con las huelgas de ferrocarril y correos por parte de los sindicatos RMT y CWU, respectivamente.
Los sindicatos del sector público están votando por huelgas, con el personal de educación superior en la UCU (sindicato de profesores universitarios) votando abrumadoramente a favor de huelgas sobre salarios y pensiones, y las enfermeras, maestros y funcionarios públicos probablemente sigan su ejemplo.
Y ha comenzado la acción coordinada de vaios sindicatos, con protestas conjuntas y piquetes el 1 de octubre, y el reciente Congreso de los sindicatos británicos, el TUC, apoyando los llamamientos a más huelgas y luchas unidas.
Por lo tanto, el escenario está preparado para un invierno de descontento; una aguda confrontación entre este último gobierno conservador y la clase obrera; en resumen, para una guerra de clases total.
Conservadores rojos
En este contexto, un sector de la clase dominante está sopesando la opción de unas elecciones generales, con la esperanza de que un gobierno del laborista de derecha, Starmer, se haga cargo del trabajo sucio requerido para arreglar las finanzas de Gran Bretaña – a expensas de los trabajadores.
El «Sir» Keir Starmer, un leal sirviente del establishment, ha dejado claro que estaría dispuesto a desempeñar ese papel, prometiendo una economía «responsable», es decir, cumpliendo obedientemente los dictados de las grandes empresas.
Dicho gobierno laborista, sin embargo, incluso con una mayoría aplastante, sería un gobierno de crisis desde el primer día. Llevando a cabo las órdenes de los capitalistas, no tendría nada que ofrecer a los trabajadores y la juventud, sino una versión ligera de las políticas de austeridad del Partido Conservador.
Esto, a su vez, conduciría a la agitación en todo el movimiento obrero – y a una mayor agitación y radicalización de la conciencia dentro de la clase obrera, preparando las condiciones para erupciones revolucionarias en toda la sociedad.
Material combustible
En última instancia, el problema no es quién reside en Downing Street, sino el sistema en bancarrota que defienden.
La economía mundial se encamina hacia una nueva recesión mundial. El capitalismo británico es un barco en proceso de hundirse. E incluso el capitán más experimentado y confiable no sería capaz de mantenerlo alejado del iceberg que se avecina en el horizonte.
Para que no lo olvidemos, la clase dominante una vez consideró a David Cameron como un representante confiable -antes de que se jugara su fortuna con el referéndum del Brexit, todo en busca de sus propios intereses políticos estrechos.
Del mismo modo, Theresa May fue elogiada como un «par de manos seguras», antes de que ella también jugara al convocar elecciones anticipadas, perdiendo la mayoría conservadora en el parlamento en el proceso.
Y después de que Boris Johnson llevó a los conservadores a la victoria en 2019, los comentaristas principales en general predijeron ingenuamente que el Partido Conservador gobernaría sin obstáculos durante una generación.
Pero como nosotros, los marxistas, predijimos en ese momento, contrariamente al pesimismo que impregnaba al resto de la izquierda, pronto se revelaría que el gobierno de Johnson tenía «dinamita incorporada en sus cimientos».
Ahora este material combustible se está encendiendo, con repercusiones explosivas.
Dirección revolucionaria
Lo que se necesita es una campaña de acción masiva para expulsar a todos los conservadores y al sistema capitalista corrupto que defienden.
Como ha afirmado el dirigente del RMT, Mick Lynch: «¡Necesitamos un levantamiento!»
Todas las condiciones para la revolución están madurando. La clase dominante está dividida. Las clases medias están en efervescencia. La clase obrera se está moviendo, buscando un camino para salir del estancamiento del capitalismo.
Lo que falta es el cuarto -y más decisivo- factor: el de una dirección revolucionaria, que pueda señalar el camino a seguir por los trabajadores y la juventud.
La tarea de construir esta dirección recae sobre nosotros. No tenemos tiempo que perder.
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