Suspensión de pagos inminente y la nueva ola de rebelión de la clase obrera en Grecia
La crisis financiera en Grecia aparece constantemente en los titulares y atrae la atención de todo el mundo sobre lo que podría acarrear. Como hemos explicado en anterioridad, la razón de eso no es debida al peso económico objetivo de la economía griega dentro del capitalismo europeo y mundial. En términos absolutos, Grecia solo representa un 2% del PIB de la Unión Europea e incluso su deuda pública supone solo el 3% de la totalidad de la deuda de la Eurozona. La cuestión es, sin embargo, que Grecia es el eslabón más débil dentro del capitalismo europeo, el cual se encuentra actualmente en el epicentro de la crisis capitalista mundial.
El miércoles 6 de octubre hubo otra huelga masiva de 24 horas de los trabajadores del sector público contra las medidas de austeridad. Vuelos y transportes marítimos fueron cancelados; las escuelas, oficinas gubernamentales y lugares de interés turístico cerraron, los hospitales funcionaron con los servicios mínimos más esenciales. Controladores aéreos, trabajadores fiscales, transporte público, policía y otros trabajadores de emergencias también secundaron la huelga.
Esta huelga fue la primera desde que el Gobierno anunció su última ronda de medidas de austeridad, incluyendo el nuevo impuesto de propiedad y el despido de 30.000 trabajadores del sector público. El Gobierno dice que dichas medidas son necesarias para reducir el déficit público y cumplir los requisitos demandados por la UE para recibir más préstamos.
El Gobierno se encuentra en una situación desesperada, ya que afirma solo disponer de dinero suficiente para pagar pensiones, salarios de funcionarios y a propietarios de Bonos del Estado hasta mediados de noviembre. Sin embargo, a pesar de los recortes sin precedentes en el gasto público e incrementos masivos de impuestos, el Gobierno demuestra no ser capaz de alcanzar los objetivos impuestos para Grecia de reducir el déficit presupuestario al 7,5% de PIB. En su lugar, parece no situarse por debajo del 8,5%. Lo cual significa que se están estudiando medidas más severas
Los trabajadores griegos ya han tenido suficiente
Pero los trabajadores y la juventud griega ya han tenido suficiente. Se les está pidiendo que paguen por una crisis que no han causado y están reaccionando mediante movilizaciones a gran escala. La huelga vio la mayor participación en los últimos 18 meses, con grandes concentraciones y con una gran presencia de estudiantes universitarios y de educación secundaria. En Atenas hubo más de 30.000 personas en las calles. Al mismo tiempo, tenemos la ocupación de tres ministerios: finanzas, ministerio de transporte así como el ministerio de educación, donde los trabajadores decidieron continuar con la ocupación a pesar de la intervención del nuevo presidente de ADEDY (Confederación sindical de trabajadores públicos).
Tras el final de la manifestación, la policía disparó gas lacrimógeno contra los manifestantes atacándoles brutalmente. Durante la acción, también arremetieron contra muchos periodistas y fotógrafos. En reacción a la brutalidad policial, el ESIEA (sindicato de periodistas), lanzó una campaña ayer contra la violencia policial, apareciendo en la televisión estatal para presentar su caso.
Sin embargo, la deuda griega no es un fenómeno aislado. El gran incremento de la deuda pública alrededor de toda Europa deriva del hecho de que los capitalistas han tratado desesperadamente de evitar la caída en una profunda recesión. Ahora, no obstante, el problema se agudiza, ya que la economía mundial se adentra en otra recesión mucho mayor que la de 2009 y, mientras, la parásita clase capitalista especula con la deuda de la Eurozona. La explosión de la deuda pública griega es un reflejo de la crisis mundial del capitalismo y de su impacto sobre el débil capitalismo griego, ligado a la naturaleza extremamente parásita y dependiente del Estado de la burguesía griega.
La prueba es que el Estado griego ha suspendido pagos cuatro veces desde que obtuvo la independencia (1843, 1860, 1894 y 1932). La quiebra de 1932 duró hasta 1964, la más larga de las cuatro. No obstante, ninguna de las suspensiones previas causó un daño real a largo plazo a la economía global.
Sin embargo, hoy en día las cosas son muy diferentes. Grecia forma parte del euro y los bancos extranjeros poseen bonos griegos a un precio de 195.000 millones de euros, siendo los bancos alemanes y franceses los dos mayores propietarios. Así que, si Grecia suspende pagos, provocará un efecto dominó que golpeará el mismísimo corazón del sistema bancario internacional, desestabilizando al euro y con él al sistema capitalista en su conjunto.
Todo esto explica por qué los principales poderes capitalistas quieren evitar a cualquier coste una quiebra de Grecia habiendo puesto en marcha dos “paquetes de rescate”. En realidad, como hemos explicado previamente, los llamados “paquetes de rescate” están diseñados para prevenir el colapso de los bancos, del euro y del capitalismo mundial, poniendo el peso del pago de la deuda sobre las espaldas de la clase obrera griega.
Durante los 18 meses pasados, el Gobierno griego ha introducido cinco grandes paquetes de austeridad que han destruido los niveles de vida de la clase trabajadora griega. Como resultado de esos recortes los niveles de consumo de los trabajadores en Grecia han caído a niveles de 1983 y el desempleo se ha posicionado a los niveles de 1961.
Desde finales de 2009 hasta hoy, el Gobierno griega ha introducido los que probablemente sean los paquetes de recorte más grandes vistos en la historia mundial reciente, con el objetivo de reducir el déficit anual en 25.000 millones de euros. Teniendo en cuenta la diferencia del tamaño de la economía, esto sería equivalente a hacer recortes de más de 250.000 millones de euros en Alemania.
Hace dos semanas, el Gobierno aprobó nuevas medidas. Los impuestos sobre los trabajadores, los pobres y los propietarios de pequeños inmuebles están subiendo hasta niveles imposibles para gente trabajadora corriente. Este mes se espera que se pague el llamado “impuesto extra de solidaridad” de un 2 a 5 % de los ingresos anuales, aparte del impuesto de propiedad. Además, ha habido recortes en pensiones y en los salarios de trabajadores públicos (la disminución total desde 2010 se sitúa cerca del 40%) y, como se explica más arriba, está el último anuncio de un programa de despido para 30.000 trabajadores públicos tan solo para este año.
Presión insostenible
Tan asfixiante es la presión que ha surgido un movimiento popular llamado “No pagaré”. Manifestantes indignados por toda de Grecia quemaron públicamente los documentos que habían recibido de las autoridades fiscales exigiendo el pago de la nueva contribución de solidaridad.
Sin embargo, la presión para recortar más es implacable. Es debida a la profunda y larga recesión que el déficit presupuestario esté atascado en el 8,5%, bastante por encima del objetivo. El ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, ha insinuado incluso que si las recaudaciones de los impuestos no mejoraban, podría alcanzarse el 9%. Por lo tanto, la Troika (UE, Banco Central Europeo y el FMI) pide “más sangre”: 150.000 despidos más en el sector público, la abolición de la negociación colectiva entre sindicatos y Patronal, la cual estableció previamente un salario mínimo interprofesional de 750€ en el sector privado y un gran recorte del salario mínimo legal, probablemente hasta los 500€.
Las condiciones se están agravando dramáticamente para la gente trabajadora corriente. Los hijos de los trabajadores griegos no tienen libros en las escuelas públicas, las universidades no tienen dinero para funcionar, muchos hospitales carecen de medicinas o suministros básicos y, debido a un gran número de despidos en la principal línea de metro de Atenas, solo circula un tren cada 30 minutos.
En contraste con esta desesperada situación que deben afrontar los trabajadores, tenemos el bochornoso escenario donde los propietarios de yates privados griegos han salido campeones en el ranking mundial de compra y venta de embarcaciones en todo el mundo, invirtiendo más de 12.000 millones de euros, 10.000 millones más que los chinos. También los principales bancos griegos han sido financiados por el Estado con más de 100.000 millones de euros en efectivo y garantías, aunque el total de su valor actual en el mercado de valores es de 9.400 millones de euros.
La deuda pública griega se encuentra en el 167% del PIB, y se espera que suba al 179% a finales de 2012. Un indicador de lo dramático de la situación puede ser visto en las siguientes cifras:
1) Los intereses por la deuda solo para 2012 suben a 18.000 millones de euros, mucho más que el déficit primario esperado para 2012 (antes de los intereses) de 14.659 millones (de acuerdo con cálculos hechos por la Troika) y solo ligeramente por debajo del déficit del Gobierno central que se espera alcance los 19.000 millones.
2) Esta cifra es mayor que el coste total de los salarios y pensiones de funcionarios.
3) Es también mucho mayor que los 15.900 millones que se espera que el Estado gaste en seguros, sanidad y seguridad social.
4) Por último, significa aproximadamente el 40% de los gastos básicos previstos del Estado y excede 1/3 de los ingresos fiscales esperados.
El dilema de la burguesía es que las rigurosas medidas de austeridad están haciendo imposible para Grecia una salida de la espiral recesiva en la que ha quedado atrapada. Cuanto más recortan salarios, reducen puestos de trabajo e incrementan impuestos, menos queda disponible para el consumo. Cuanto más desciende la espiral económica, menos ingresa el Estado de la Hacienda, simplemente se agrava la situación.
La profunda recesión en la que se encuentra Grecia está subrayada por el hecho que el PIB ha caído este año cerca de un 6% y continuará cayendo el próximo año como mínimo un 2,5%. El próximo año será el cuarto año consecutivo de recesión en Grecia, con una caída total del PIB desde 2009 a 2012 de cerca del 15%, la mayor caída desde el final de la guerra civil griega. Solo en este año, 2011, el Gobierno estima oficialmente que el consumo privado caerá un 6,5%, las inversiones un 12,9% y el desempleo se incrementará en un 5,6%.
La bancarrota de Grecia se hará inevitable llegado a un cierto punto
Ahora todos los analistas serios han concluido que la bancarrota de Grecia es inevitable. Ya no es una cuestión de si sino de cuándo. El plan que la UE acordó el pasado julio, que solo sirvió para retrasar la quiebra por algunos meses, está ahora siendo objeto de objeciones, pues un país norteeuropeo tras otro está demandando garantías antes de contribuir con un nuevo préstamo. El problema al que se enfrentan es que mientras más pospongan un recorte mayor a la deuda griega, más están preparando una quiebra descontrolada de Grecia.
Sin embargo el problema para los dirigentes de la burguesía europea es que, desafortunadamente para ellos, Grecia no es el único país en peligro de quiebra. La experiencia viva ha demostrado que no pueden construir una muralla china alrededor de Grecia para evitar que el peligro de quiebra se extienda de un país a otro. El precio de salvar a Grecia, y también a Portugal e Irlanda, es relativamente bajo comparado con lo que costaría salvar Italia y España, que están viendo como el precio de sus préstamos crece día a día. El precio de salvar a la tercera y cuarta mayores economías de la UE sería enorme y mucho más allá de las posibilidades de incluso un prestamista mayor como Alemania. Este impasse ha provocado un conflicto abierto en la burguesía europea y la pregunta ahora es: ¿Quién pagará por todo esto? En última instancia, las principales potencias europeas se enfrentan con el siguiente enorme dilema: ¿Deberían aceptar el coste de salvar a todos los países seriamente endeudados mediante quiebras selectivas y nuevos préstamos, aceptando por tanto traspasar la perspectiva de quiebra de los países del sur de Europa a los del norte; o deberían cortar todo futuro préstamo y expulsar “consensuadamente” a las economía más débiles de la eurozona poniendo por tanto en discusión el futuro de la moneda común misma?
Hay, por supuesto, otro escenario muy posible: un efecto dominó de quiebras incontroladas y el fin de la eurozona, con todas las desastrosas consecuencias que podría tener para todos los estados miembros de la UE, con caídas masivas del PIB. Cualquiera que sea el escenario que veamos, Grecia sigue siendo el candidato número uno a una quiebra incontrolada y a la expulsión de la eurozona. La vuelta al dracma en condiciones de profunda recesión, sin embargo, empujaría a Grecia hacia una situación como la de Alemania al principio de la década de 1930, con una inflación por las nubes, colapso de la inversión y desempleo masivo.
La nueva ola de luchas de la clase obrera
La crisis se reflejó primero en Grecia, el eslabón más débil del capitalismo europeo, pero está ofreciendo una viva imagen de lo que será la lucha de clases en el resto de Europa en el futuro inmediato. El movimiento masivo que experimentamos desde el 25 de mayo a primeros de julio de este año marcó la entrada oficial de Grecia en un periodo prerrevolucionario donde las masas han comenzado a entrar en la escena de la historia. Debemos recordar que semejante situación fue preparada por dos movimientos estudiantiles de masas en 2006 y 2007; por una insurrección de la juventud, principalmente estudiantes de secundaria; y por una serie de huelgas generales de 24 horas desde 2007.
Todos los elementos de una situación revolucionaria descritos por Lenin hace mucho han madurado en Grecia.
La clase dominante ha comenzado a ser consciente de que no puede gobernar como en el pasado, con métodos pacíficos y “democráticos”. Están confusos y en crisis al ver a sus partidos, Nueva Democracia y el más populista LAOS, incapaces de aumentar su apoyo entre la población. La burguesía griega es muy débil en este momento y no puede moverse en dirección a la reacción abierta. Esto explica porqué está obligada a imponer su programa basándose en los dirigentes del PASOK y la burocracia sindical. El motivo de esto es que una confrontación abiertamente bonapartista con la clase obrera, en vez de solucionar sus problemas los agravaría. Durante los últimos 18 meses la clase obrera ha mostrado su disposición a la lucha una vez tras otra, participando en 13 huelgas generales, una de ellas de 48 horas.
La tradicional base de apoyo de la burguesía, las clases medias, se han radicalizado y están ahora en las calles. Todas las secciones de la sociedad están en proceso de moverse hacia la acción (incluso las capas tradicionalmente reaccionarias se están movilizando, como los camioneros, los tenderos, los taxistas, etc).
La única cosa que falta es un programa claramente revolucionario y una dirección revolucionaria firme con raíces profundas entre las masas. Esto es lo que haría falta para transformar la situación prerrevolucionaria en una revolución victoriosa. Nuestra tarea es construir tal dirección.
El hecho es que las medidas de austeridad fueron aprobadas en el Parlamento a pesar de las enormes movilizaciones. Las masas no pueden estar constantemente en movimiento, y esto inevitablemente conduce a un declive temporal del movimiento. Sin embargo, también es un hecho que el movimiento de masas ha cambiado radicalmente la conciencia de millones, y esto ya ha creado una nueva tradición de lucha.
Aunque el movimiento que vimos en el verano en las principales plazas se ha diluido ahora, las asambleas populares creadas durante el movimiento continúan existiendo en los barrios de Atenas. Al mismo tiempo, vimos recientemente un maravilloso movimiento masivo de los estudiantes universitarios que en su cenit llevo a la ocupación de 350 facultades y ahora ha sido seguido por una gran movimiento de estudiantes de secundaria, con la ocupación de 750 institutos.
Tras el shock inicial por las medidas de austeridad, los trabajadores han empezado a reaccionar de un modo muy dinámico. Todos los trabajadores en el sector público se están movilizando. Los trabajadores en todos los servicios públicos y compañías han organizado asambleas masivas. En los hospitales estatales los trabajadores han organizado las mayores asambleas nunca vistas en los últimos 20 años, donde decidieron organizar una campaña de no pago de los nuevos y pesados impuestos.
También tenemos los rimeros síntomas de una clara radicalización política. Por ejemplo, en la Industria Griega de Defensa (EAV) por primera vez hemos visto a las fuerzas de izquierda (Partido Comunista, Synaspismos…) ganar una mayoría entre los trabajadores.
Como ya hemos visto, el miércoles pasado, el Estado griego fue una vez más paralizado como resultado de la huelga de trabajadores del sector público convocada por las confederaciones sindicales GSEE y ADEDY. Como resultado de las grandes presiones desde abajo a que los dirigentes del GSEE están sometidos, ahora han sido obligados a convocar otra huelga general de 24 horas para el 19 de Octubre. Sin embargo, tras el anuncio oficial de los planes para abolir el actual Acuerdo sobre el Convenio Colectivo Nacional, con el objetivo de recortar los salarios, la presión de las bases de los sindicatos a la burocracia para la convocatoria de una huelga general indefinida aumenta con cada día que pasa.
La situación política
Se está preparando una nueva e inevitable oleada de revueltas del movimiento obrero y esta vez es muy posible que el gobierno cayera y que se convocaran nuevas elecciones. Todo esto está poniendo bajo una inmensa presión al PASOK, con creciente oposición al gobierno en las propias bases del partido. Esto está afectando en particular a la base del partido en los sindicatos y entre la juventud. El PASOK está organizado dentro de los sindicatos en el PASKE, que es su fracción reconocida en los sindicatos, y los dirigentes de esta facción están sometidos a la mayor de las presiones. Ahora las secciones de profesores y trabajadores municipales del PASKE se han separado del PASOK. PASP, la organización estudiantil Universitaria del PASOK, su principal base entre la juventud, se ha dividido por la mitad durante el último gran movimiento estudiantil. En muchas universidades, los miembros del PASP han llamado a crear un frente común con las otras organizaciones estudiantiles de la izquierda en apoyo a las ocupaciones y, como resultado de esto, muchos estudiantes han sido expulsados del PASOK.
También muchos parlamentarios del PASOK en las últimas semanas han hecho públicas declaraciones de que estaban “al límite” y que no aceptarían votar a favor de nuevas medidas de austeridad. De este modo podemos ver como la posición del Gobierno se está volviendo cada vez más insostenible y los rumores de que Papandreu pudiera estar pensando en convocar elecciones anticipadas, publicado hace dos días en la edición alemana del Financial Times, pudieran ser más que simples rumores.
Las encuestas revelan que es muy posible que ningún partido pueda formar un gobierno por sí mismo tras las elecciones. El PASOK tiene actualmente menos del 20% de intención de voto y Nueva Democracia solo el 26-27%, lo que es mucho más bajo que su anterior mínimo histórico del 32% en las pasadas elecciones. Este es el motivo de que la burguesía pudiera posiblemente tener que formar un gobierno de coalición entre el PASOK y ND, lo que significa un gobierno de “unidad nacional”. Sin embargo, tal gobierno inevitablemente sería un gobierno en crisis. Con las políticas que tendría que llevar a cabo en base a la bancarrota y posible vuelta al dracma, provocará una división masiva dentro del PASOK que derivará hacia un agudo giro hacia la izquierda en la sociedad griega en su conjunto. En la extrema derecha, el LAOS no está siendo capaz de beneficiarse de la crisis actual, logrando un mero 7%.
A la izquierda del PASOK, la “izquierda tradicional”, el KKE (Partido Comunista) y SYRIZA/Synaspismos [SIRIZA es la coalición electoral del comunista Synaspismos], se espera que obtengan el 20%, superando en algunas encuestas de opinión al PASOK. Sin embargo, también es cierto que la los dirigentes de la izquierda no están logrando situarse a la altura de las necesidades del momento.
La dirección del KKE, en vez de preparar al partido para la toma del poder, ha estado organizando una campaña nacional para restaurar la imagen de Nikos Zachariadis, (Secretario General del partido entre 1931 y 1956), el líder político del estalinismo griego y el hombre que llevó a cabo en Grecia las más extremas tácticas burocráticas y aventureras de la Internacional stalinista.
En línea con su ya acostumbrado método, en vez de dar pasos para preparar una lucha por el poder, continúan convocando manifestaciones separadas en los días de acción decididos por GSEE y ADEDY. En vez de ofrecer un programa a las masas con una perspectiva socialista e internacionalista, repiten monótonamente su llamamiento de “poder popular y economía popular” como una primera etapa separada de la construcción del socialismo y solo dentro de los estrechos límites nacionales de Grecia.
La dirección del Synaspismos, por otro lado, limita sus demandas a llamamientos en apoyo de la idea de los eurobonos junto con una retórica antineoliberal. La oposición interna en el partido, la tendencia liderada por Panayotis Lafazanis, está proponiendo con fuerza la salida del euro como una solución a la crisis. Sin embargo, como ya hemos explicado, esta no es una solución. Ello simplemente sería el inevitable, final y fatal resultado de la crisis del capitalismo griego y las condiciones sociales que se derivarían de ello marcarían una caída aguda de las condiciones de vida de los trabajadores, que vendrían a sumarse a la ya desastrosa caída que hemos presenciado.
El único camino
Frente a la inmensidad del presente ataque sobre todas las conquistas que la clase obrera ha hecho en las pasadas décadas, las huelgas generales de 24 horas acaban siendo simples ocasiones de hacer unas cuantas manifestaciones, mientras que el gobierno inexorablemente marcha a la ofensiva contra el movimiento obrero griego. Los dirigentes sindicales no pueden detener los ataques con huelgas generales periódicas de un día. La crisis es, con mucho, demasiado seria como para permitir cualquier tipo de compromiso por parte del gobierno.
En lugar de tales huelgas generales, lo que se requiere es un programa bien organizado de luchas que vayan aumentando hacia una huelga indefinida, combinada con ocupaciones de fábricas y oficinas donde hayan sido despedidos obreros y donde están siendo impuestos recortes salariales. Tras trece huelgas generales, la mayoría de 24 horas que no han tenido efecto, el único camino adelante es la organización seria del movimiento obrero para una lucha abierta donde todas las fuerzas de la clase obrera se unan para paralizar todo el país.
Los sindicatos están entre las armas más importantes que tenemos a nuestra disposición en tal lucha. La flagrante contradicción en todo este asunto es, sin embargo, que la dirección de GSEE y ADEDY descaradamente se niegan a implicarse en semejante lucha. La razón es sobradamente evidente: una lucha generalizada de tal amplitud naturalmente llevaría a cuestionar al gobierno y plantearía la cuestión del poder. Los actuales dirigentes están imbuidos de la idea de concesiones y negociaciones con el gobierno y la clase dominante. Desafortunadamente para ellos, no hay concesiones que conceder. La ausencia de voluntad por parte de estos dirigentes para organizar y ganar tal batalla es el obstáculo más serio para la victoria del movimiento de los trabajadores.
Este obstáculo solo puede superarse mediante la audaz y masiva iniciativa en los centros de trabajo. No hay necesidad de comenzar desde “cero”. El movimiento puede comenzar por aquellas secciones que han estado en lucha, como los trabajadores del transporte, profesores, los trabajadores de servicios públicos, etc., quienes deberían coordinar su acción y comenzar una campaña dentro del movimiento obrero por una huelga general indefinida. El eslogan debería ser trabajar por la unidad de acción, a través de la cual organizar una huelga general indefinida.
Sin embargo, la convocatoria de una huelga general es un asunto muy serio. En primer lugar, requiere tiempo y buena preparación en los centros de trabajo. Además el hecho de que tal acción hubiera de ser organizada contra la voluntad de las direcciones sindicales no significaría en absoluto que el movimiento debería abandonar la idea de convocarla oficialmente bajo la bandera de GSEE y ADEDY, las confederaciones sindicales reconocidas y tradicionales de la clase obrera griega. Para que tal huelga general se sostenga durante mucho tiempo y tenga el máximo impacto, la base de los sindicatos debe ejercer una presión enorme para comprometer a los dirigentes de GSEE y ADEDY. Esto significa que la cuestión de una huelga general debe ser primero discutida en asambleas masivas en cada centro de trabajo y que se necesitan aprobar resoluciones que hagan llamamientos a los dirigentes sindicales para proclamarla inmediatamente.
La campaña por la huelga general debe ser organizada con la participación activa de los trabajadores en cada centro de trabajo a pesar de la posición de los dirigentes sindicales. Tales asambleas deberían elegir comités de huelga y crear grupos de autodefensa para proteger a los trabajadores movilizados. Esos comités de centro de trabajo electos deberían coordinarse en un Comité Central Nacional de Huelga, que debería tomar por sí mismo la responsabilidad de organizar la acción, coordinándose también con las asambleas populares en los vecindarios y con el movimiento estudiantil de secundaria y universidad y los pobres en general.
Una huelga general duradera en condiciones de pobreza generalizada implica grandes sacrificios para los trabajadores. Por ello es necesario asegurar que los huelguistas y sus familias no sean amenazados por el hambre. En cada centro de trabajo y vecindario, los dirigentes del movimiento huelguístico deberían establecer cajas de resistencia y cocinas públicas. Y los ataques de la policía y las acciones provocadoras o fascistas solo pueden ser enfrentados creando piquetes y grupos de autodefensa equipados con los medios adecuados.
Una huelga general prolongada, como hemos dicho repetidas veces, inevitablemente eleva la cuestión del poder y de quién gobierna el país. Si el gobierno, sintiendo la presión del movimiento, cayera y anunciara elecciones, la atención de las masas giraría al frente electoral. En tales circunstancias, todas aquellas fuerzas políticas implicadas en el movimiento (KKE, SYRIZA, grupos oposicionistas de izquierda en el interior del PASOK) tendrían el deber de formar una alianza política que basara su autoridad sobre el único programa que puede ofrecer una solución a la crisis, que solo puede ser un programa socialista de nacionalización, bajo control democrático y dirección de los trabajadores de todos los sectores clave de la economía con la intención de establecer una economía democráticamente planificada.
Si el gobierno se resistiera a dar marcha atrás con todas las medidas de austeridad y persistiera con su programa de recortes draconianos, y además respondiera con represión y violencia policial, decidiendo permanecer en el poder sin una legitimidad real; entonces el comité nacional de lucha, en unidad de acción con todas las fuerzas políticas de masas de izquierda implicadas en el movimiento (KKE, SYRIZA tendencias izquierdistas oposicionistas dentro del PASOK) deberían imponerse la tarea de tomar el poder, basándose en los trabajadores democráticamente organizados en vecindarios y centros de trabajos para implantar un plan socialista.
Y, finalmente, una victoria de tal movimiento tendría que ser acompañada de un llamamiento inmediato de solidaridad y acción a la clase trabajadora en todos los países de Europa y del mundo. El problema no es meramente griego. La lucha tiene que extenderse a los trabajadores de todo el mundo, pues es todo el sistema en todas partes el que está en crisis y declive.
Tal plan es, en nuestra opinión, la única forma efectiva de luchar en esta despiadada guerra de clases contra la austeridad, la pobreza y el desempleo que los trabajadores y la juventud griega han declarado contra los capitalistas griegos y la Troika que los sostiene. Hacemos un llamamiento urgente a los activistas y militantes obreros y los jóvenes a luchar por la adopción de tal plan de acción por parte de todas las organizaciones obreras.
¿Qué programa?
La cancelación completa de la deuda y dejar de pagar a los tiburones prestamistas domésticos e internacionales es el punto de inicio fundamental del programa que la izquierda debería adoptar hoy. La simple reestructuración y cancelación parcial de la deuda no es suficiente para atender las necesidades actuales de las masas trabajadoras. Sin embargo, en y por sí misma, incluso la cancelación total de la deuda no sería suficiente para una solución sólida y duradera a la crisis. Debería además estar acompañada de la introducción de un programa socialista para establecer una economía socializada y planificada a través de la consolidación y del movimiento hacia la propiedad pública bajo control y dirección de los trabajadores de todas las grandes empresas, con la creación de una sola banca nacional y la introducción del monopolio estatal del comercio exterior.
Implementando este programa, de decisiva importancia sería el derrocamiento del actual derrochador y corrupto sistema político de poder y su sustitución por un poder democrático de los trabajadores y los pobres, que aboliría los privilegios de clase, garantizaría la elección de dirigentes con derecho a revocabilidad, y sentaría las bases para el funcionamiento de la economía de acuerdo a las necesidades sociales y no al beneficio.
Sin embargo, a largo plazo, incluso la aplicación de un programa socialista en un país, aunque sería un enorme paso adelante, no podría conducir por sí mismo al socialismo, hecho que fue de sobra demostrado por el destino que corrieron la URSS y China. Fue imposible construir el socialismo en esos inmensos países; sería incluso menos posible en una economía con unas fuerzas productivas tan pequeñas como Grecia.
Actualmente el capitalismo griego es una parte integral de una división del trabajo internacional altamente desarrollada dentro del capitalismo moderno globalizado. Ese es el motivo por el que la revolución socialista griega es una parte integral de la revolución socialista europea y mundial. Precisamente por esta razón, los líderes del movimiento obrero y la izquierda deberían explicar pacientemente a los trabajadores – comenzando por las capas más avanzadas- que se requiere un enfoque internacionalista si se quieren llevar a cabo las tareas de la transformación socialista. No hay otra salida para esta crisis.
La tragedia a la que se enfrentan los trabajadores griegos es que ninguno de los partidos de izquierda tiene una dirección a la altura de las circunstancias. Por tanto lo que se requiere es una lucha para ganar las organizaciones de masas al programa y perspectiva anteriormente desarrollada. No hay atajos para lograr este objetivo. Los trabajadores y jóvenes más avanzados deben organizarse en los partidos de masas de la izquierda y en los sindicatos con el fin de trabajar para materializar esta perspectiva. En las condiciones actuales de Grecia, una vez que una genuina tendencia revolucionaria basada en las ideas del marxismo se estableciera, ganaría muy rápidamente a las masas. Entonces no habría fuerza en la tierra capaz de parar a los trabajadores griegos. Eso es lo que los camaradas de Marxistiki Foni estamos luchando por alcanzar.
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