Tras el incendio en la Mezquita de Córdoba – ¡Expropiarla ya a la Iglesia!

El 8 de agosto Córdoba y el mundo fuimos testigos de las llamas que salían del techo de la Mezquita, el monumento más antiguo y mejor conservado de Al-Ándalus. Aunque la investigación de la policía científica no ha resultado en un informe público todavía, la hipótesis más probable del arquitecto conservador Gabriel Ruíz Cabrero es que hubo un cortocircuito de una barredora eléctrica cubierta con una cortina en un vestíbulo usado como almacén. Dice Ruíz Cabrero: “Lo que ha ardido en realidad es la cortina… Por eso el fuego fue tan deprisa hacia arriba” (El País, 19/08/25). Frente a esa negligencia hay que movilizarse para arrebatar este monumento artístico y los demás bienes de interés cultural de las manos de la Iglesia católica, y restituir su propiedad al pueblo.

 

El incendio hizo colapsar una bóveda y quemó las cubiertas de cuatro capillas en total. La clave “ha sido justamente la inmediata actuación de los bomberos lo que ha evitado una tragedia más grande” según Alejandro García Sanjuán, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Huelva (El País, 12/08/25). Aun así, hay bastante daño, que tardará tres meses en ser reparado por un coste estimado de un millón de euros, y que ha chocado a todo el mundo (El País, 11/08/25).

La Iglesia católica, que ha tenido control total de la gestión y conservación de la Mezquita desde su inmatriculación en 2006, está recibiendo críticas fuertes por parte de historiadores y otros expertos por su completa negligencia (El País, 13/08/25). El Cabildo admitió que era consciente desde el año pasado del riesgo de almacenar cosas inflamables en la capilla. Para colmo, la Iglesia dispone de inmuebles alrededor del edificio perfectamente aptos para guardar mejor este material (El País, 13/08/25). Aunque el Cabildo gasta dos millones de euros al año en mantenimiento y conservación, este grave error de negligencia es algo muy básico que tenía una solución barata y sencilla (Diario Córdoba, 05/08/25).

Frente a esto, no podemos permitir que monumentos de este grado de importancia cultural sigan en manos privadas de la Iglesia. No solo hay que expropiar la Mezquita, sino todos los monumentos nacionales en poder de la Iglesia, sin indemnización, como se hizo en la II República. Son bienes de interés cultural apropiados por la Iglesia durante siglos o sufragados por el pueblo y los Estados que siempre se han encargado de las obras de restauración. Además, la Iglesia se beneficia bastante de estos monumentos. El año pasado la Mezquita generó 21,2 millones de euros en entradas al recinto (Diario Córdoba, 05/08/25). Y, por último, hay que separar la Iglesia del Estado completamente, acabando con cualquier financiación directa o indirecta por parte del Estado. Para asestar un golpe a la Iglesia, hay que cortar la fuente que bebe de nuestros impuestos.

La Mezquita, que se construyó hace más de doce siglos, contiene una enorme belleza arquitectónica y artística. “Es el mejor testimonio de los primeros siglos de presencia del islam en la península Ibérica” (El País, 10/08/25). Sin embargo, igual que vimos con el incendio de Nôtre Dame en París en 2019 o el Museo Nacional en Río de Janeiro en 2018 con la pérdida de 20 millones de artefactos, vemos que a los capitalistas les da igual preservar nuestra historia. Cuando perdemos este patrimonio, no es simplemente un viejo edificio quemado, supone la pérdida de una parte de nuestra identidad.

Durante años, los expertos a quienes de verdad les importa preservar toda nuestra historia han estado reclamando una mayor implicación en la gestión de la Mezquita junto con la Iglesia. Pero tenemos que expropiar a la Iglesia completamente estos monumentos y poner su gestión total en las manos de los expertos y las administraciones públicas si queremos evitar más incendios y pérdidas por negligencia. Estas pérdidas causan rabia con razón, la clase obrera tiene que canalizar esa rabia en establecer su control sobre nuestro patrimonio humano. Estos monumentos son testamentos de lo que los seres humanos son capaces de hacer, no fuentes de lucro para entidades privadas. Las futuras generaciones van a tener solo cenizas como memorias si no prendemos fuego al sistema capitalista destructivo.

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