Tsipras convoca un referéndum: rechazar el ultimátum de la troika, romper con el capitalismo
A última hora de la noche pasada, en un discurso televisado a la nación, el primer ministro griego Tsipras ha anunciado que va a someter el último ultimátum de la troika a referéndum el 5 de julio. Esto marca una etapa cualitativamente nueva en la crisis griega, que puede dar rienda suelta a la rabia acumulada de las masas contra la humillación constante sufrida a manos de la troika.
En su discurso, Tsipras utilizó un lenguaje muy fuerte:
«Pidieron al gobierno griego que aceptara una propuesta que acumula una nueva carga insostenible sobre el pueblo griego y socava la recuperación de la economía y de la sociedad griega, una propuesta que no sólo perpetúa el estado de incertidumbre, sino que acentúa aún más las desigualdades sociales.
«La propuesta de las instituciones incluye: medidas que conduzcan a una mayor desregulación del mercado laboral, recortes de pensiones, nuevas reducciones de salarios del sector público y un aumento del IVA en alimentos, restaurantes y turismo, mientras que se eliminan las exenciones tributarias para las islas griegas.
«Estas propuestas violan directamente los derechos sociales y fundamentales europeos: muestran que en la preocupación sobre el trabajo, la igualdad y la dignidad, el objetivo de algunos de los socios y de las instituciones no es un acuerdo viable y beneficioso para todas las partes, sino la humillación de todo el pueblo griego.»
Dijo que la «responsabilidad histórica hacia las luchas y los sacrificios del pueblo griego para la consolidación de la democracia y de la soberanía nacional … pesa sobre nuestros hombros. Nuestra responsabilidad por el futuro de nuestro país». Y concluyó: «esta responsabilidad nos obliga a responder al ultimátum sobre la base de la voluntad soberana del pueblo griego.»
Hizo un llamamiento directo a los griegos: «Ante el chantaje del ultimátum en el que nos piden que aceptemos una severa austeridad degradante sin fin y sin perspectivas de una recuperación económica y social, os pido que respondamos de una forma soberana y orgullosa, como corresponde a la historia del pueblo griego».
Para entender cómo hemos llegado hasta aquí tenemos que ir de nuevo al principio de la semana. Ya hemos explicado (Ver Ultimátum de la Troika a Grecia – Un golpe de Estado en ciernes) cómo el gobierno griego presentó un documento a la troika, que ya incluía muchas medidas que rompían las propias «líneas rojas» del gobierno. Era un paquete de 8 mil millones de euros que incluía severos recortes indirectos sobre las pensiones, aumentos del IVA y también un cierto grado de aumento de los impuestos sobre los capitalistas.
El FMI respondió de una manera muy provocadora, con una contrapropuesta que básicamente ponía todo el peso del paquete de 8 mil millones de euros en los hombros de los trabajadores exigiendo recortes más y más agudos en las pensiones, el aumento de los tipos del IVA, y muchos menos impuestos sobre las empresas. Esta contrapropuesta se debatió largo y tendido en una serie de reuniones. Las posiciones estaban acercándose, con el Gobierno griego haciendo más concesiones. Cuando un acuerdo parecía estar muy cerca, el principal escollo fue la negativa de Alemania y Finlandia de ofrecer algún alivio sustancial a la deuda a cambio de que el gobierno griego aceptara todas sus duras medidas de austeridad. Todo lo que se incluía era una extensión de cinco meses del memorándum actual, que permitía a Grecia acceder a los 15 mil millones de euros restantes del rescate en curso más una cantidad más pequeña de las ganancias del BCE conseguida con la rentabilidad de los bonos griegos que posee.
Las conversaciones se rompieron y un ultimátum, otro más, fue emitido por la troika al gobierno griego. Se trata de una oferta final, dijeron, lo tomas o lo dejas. Esto revela dos aspectos del problema. Por un lado, dentro de los límites del capitalismo no hay solución real a la crisis de la deuda del capitalismo griego, ya que significa que alguien más tiene que soportar la carga. Por otro lado, está claro que también hay un objetivo político por parte de la troika, el de humillar al gobierno de Syriza como una forma de impedir el contagio. Si le permitiera al gobierno griego ser visto llevando a la practica una política diferente a la austeridad y los recortes, entonces rápidamente sería un ejemplo que se extendería a Italia, Portugal, España, Francia, Irlanda, etc.
Tsipras era plenamente consciente de que el estado de ánimo en el país estaba cambiando, y muy rápidamente. Partidarios acérrimos de Syriza estaban expresando su oposición a las concesiones interminables por parte del gobierno en los términos más enérgicos. No había ninguna garantía de que ninguna de estas concesiones fuera aprobada por el parlamento, en la medida que no podía confiarse en que el ala izquierda de Syriza las votara.
Se intentó crear un escenario para un golpe parlamentario, con la troika apoyándose en los líderes de la derecha de To Potami y Nueva Democracia, y en el presidente derechista de la república (nombrado por Syriza), que hablaron de la necesidad de un «amplio frente democrático».
Al final, el acuerdo resultó imposible. Por un lado, estaba la intransigencia de la troika, con su demanda imposible de que todo el peso del paquete recayera sobre los trabajadores y pensionistas, y su negativa a ofrecer un alivio significativo de la deuda. Por otro lado, estaba el aumento de la oposición de las masas, que se reflejaba a todos los niveles dentro de Syriza y del gobierno. La lucha de clases, de una manera distorsionada, estampó su sello en las negociaciones.
Para entender lo que se pretende con el referéndum, podemos escuchar lo que dijo el ministro de Reforma de la Administración, Katrougalos: «Un voto No en el referéndum le daría al gobierno un mandato para volver a los prestamistas y arrancarles un mejor acuerdo». Esto también se ve claramente en las referencias a los valores europeos en el discurso de Tsipras. La dirección de Syriza permanece firmemente unida a la idea de que es posible poner fin a la austeridad a través de un acuerdo con la troika. Su idea del referéndum no es conseguir un mandato decisivo para romper con la troika y la austeridad, sino más bien para conseguir una posición más fuerte en las negociaciones.
Estarían a favor de aceptar algunas modificaciones a su propuesta del 22 de junio, siempre y cuando consiguieran a cambio un alivio sustancial de la deuda.
Pero la convocatoria de un referéndum ha puesto en movimiento fuerzas que están fuera del control del gobierno. En los últimos días se ha incrementado la polarización en la sociedad griega, y la sensación acumulada de estar humillada por la troika ahora se desbordará. El estado de ánimo de las masas será el de decir «¡Ya basta! ¡Demasiada humillación! ¡Demasiadas concesiones! ¡Es la hora de luchar!». Habrá genuino entusiasmo por el OXI, por un rotundo voto NO que se vincula con las mejores tradiciones de resistencia del movimiento obrero griego. El referéndum podría obtener una gran mayoría en contra del ultimátum. Varoufakis mencionó la cifra de 50% más 1 como un mandato claro en contra del acuerdo, pero el referéndum tal vez podría conseguir el 60, 70 o incluso el 80% del voto en contra. Estas fueron las cifras de apoyo al gobierno que vimos en la primera semana de febrero cuando parecía estar tomando una postura firme en contra de la troika.
Habrá sin embargo, una campaña masiva de terror por parte de los medios de comunicación capitalistas que presentarán esto como un referéndum en el que la gente tiene que elegir entre quedarse en el euro o ser arrojada al infierno. Sin embargo, la actitud de la gente también se ha endurecido en los últimos meses sobre la cuestión del euro. Sí, la gente no piensa que una salida del euro sea una solución, pero rechazan definitivamente el actual «acuerdo» que se está ofreciendo. Ellos han aprendido por su propia experiencia el impacto calamitoso de los paquetes de austeridad impuestos por la troika. Peor que eso, ellos saben que es un hecho que todos los sacrificios y el dolor impuestos han sido inútiles en el sentido de que ni siquiera resuelven la crisis ni el problema de la deuda. No serán amenazados tan fácilmente esta vez.
Sin embargo, esta no es una situación normal. Esto no va a ser el caso de un gobierno que convoca un referéndum y luego organiza una campaña tranquila y civilizada de argumentos durante una semana. De ningún modo. En primer lugar, Tsipras necesita conseguir que la convocatoria del referéndum sea aprobada en el parlamento. Ya el líder del PASOK Venizelos ha acusado a Tsipras de poner en escena ¡»un golpe de Estado»! ¡Qué hipocresía escandalosa! Él ha utilizado el hecho de que, técnicamente, de acuerdo con la Constitución griega, ningún referéndum puede ser convocado sobre temas fiscales sin apelar al presidente de la República para que firme la convocatoria del mismo. Aquí vemos la importancia de la figura del presidente, que se suponía que era «puramente ceremonial», y la exactitud de la posición de la Tendencia Comunista de Syriza cuando criticó el hecho de que un derechista fuera elegido para el cargo a propuesta de Syriza.
Aparte del aspecto constitucional, la troika aún sigue manejando los hilos de la bolsa, a través del mecanismo del fondo de liquidez bancaria europeo (ELA) para mantener la liquidez de los bancos griegos. El Banco Central Europeo celebrará una reunión de emergencia el sábado por la mañana para decidir si lo prorroga. Sin ello, los bancos no podrán abrir el lunes. Como sucedió en Chipre, es una herramienta muy poderosa en las manos de la troika para obligar a un gobierno a la sumisión.
También está el tema del reembolso al FMI de la deuda de 1.500 millones de euros que vence el martes 30 de junio. Sin un acuerdo o, al menos, la concesión de una prórroga, Grecia no podrá pagar, desatando una suspensión de pagos. Todas estas medidas y más serán utilizadas para chantajear a los griegos y al gobierno de Syriza. Sin embargo, en estas condiciones, cualquier provocación adicional sólo tendrá el efecto de polarizar aún más la situación, y radicalizar a los trabajadores griegos. Definitivamente hemos entrado en una nueva etapa de la crisis griega.
El discurso de Tsipras contiene una serie de referencias de haber pedido a Europa un margen de maniobra: «Ya he informado de mi decisión al Presidente de Francia y a la canciller de Alemania, al presidente del BCE, y mañana pediré formalmente por carta a los líderes de la UE y a las instituciones que extiendan por unos días el programa actual para que el pueblo griego decida, libre de cualquier presión y chantaje, como lo exige la Constitución de nuestro país y la tradición democrática de Europa».
Por supuesto, es correcto pedir, ¡pero sería suicida confiar en la buena voluntad de las mismas instituciones que acaban de ser acusadas de chantaje!
Ahora es el momento de tomar una acción decisiva. Este referéndum es una batalla que no puede ser librada y ganada sólo en las urnas, sino sobre todo a través de la lucha de clases en las calles, los centros de trabajo y los barrios. Ya hay manifestaciones convocadas para hoy sábado y mañana domingo. Estas deben ser masivas, como una demostración de fuerza de oposición a la troika.
El gobierno debe tomar de inmediato medidas defensivas que incluyan la nacionalización de todo el sistema bancario para evitar los retiros de depósitos masivos. El gobierno también debería tomar el control de los bienes y activos de los principales capitalistas y empresas para evitar la fuga de capitales. Los trabajadores deben ocupar sus fábricas y lugares de trabajo, abrir los libros de caja, y establecer el control y la vigilancia obrera para evitar el sabotaje y el acaparamiento.
La clase capitalista griega no dudará en utilizar todos los medios a su disposición (legales e ilegales). Los principales sindicatos deberían convocar un congreso nacional de la clase obrera, con delegados elegidos en los lugares de trabajo y barrios obreros para coordinar la lucha y ejercer la vigilancia.
Por otra parte, la lucha no se puede librar, ni ganar simplemente sobre la base de la idea de presionar a la troika para conseguir un acuerdo mejor. Esa idea ha quedado completamente rota por los acontecimientos de los últimos 5 meses. Lo que se necesita es una clara ruptura con la troika, a través del repudio de la deuda y con un programa de medidas socialistas audaces.
A nivel internacional el movimiento obrero y los activistas revolucionarios tienen una gran responsabilidad. Todos deberíamos discutir cómo podemos, en el transcurso de las próximas horas y días, movilizar a la mayor cantidad de gente posible contra la troika y en defensa de los trabajadores griegos. Esta es también nuestra lucha. Está en juego no sólo la suerte del pueblo griego, sino la de los trabajadores de toda Europa. Esta no es una lucha nacional, sino una lucha de clases. Se está preparando la mayor de las batallas.
Por la victoria de los trabajadores griegos. Abajo la troika. Romper con el capitalismo. Solidaridad internacional.
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