Túnez, ¡hacia una huelga general nacional contra el gobierno de Gannouchi!
Las estructuras regionales de la central sindical UGTT habían convocado huelgas generales en Sfax, El Kef, Sidi Bouzid, Jendouba, Kairouan, Siliana, Gabés, Nabeul y otras ciudades. Las huelgas y movilizaciones tenían una consigna común y un objetivo unitario: derrocar al gobierno, que las masas correctamente consideran simplemente una continuación del odiado régimen del RCD de Ben Ali.
El gobierno suspendido en el aire
Mientras tanto, en la capital, miles de jóvenes, llegados de todos los rincones del país como parte de la Caravana por la Liberación, aún estaban acampados en frente a los edificios del gobierno en la explanada de la Kasbah. Los intentos de la policía antidisturbios el lunes y el martes para echarlos habían fracasado. El General Rachid Ammar, Jefe de Estado Mayor del Ejército de Túnez, que fue destituido por Ben Ali por negarse a usar el ejército contra el movimiento revolucionario, también intentó que los manifestantes despejaran la zona para permitir trabajar al gobierno. Utilizando la enorme autoridad que el Ejército y él mismo han ganado dando la impresión de estar al lado del pueblo contra Ben Ali, se dirigió a la multitud.
Les dijo que sus reivindicaciones eran justificadas y les dio garantías de que el Ejército “defendería su revolución”. También les aseguró que el Ejército «respetaría la Constitución» (aunque no dijo cuál) y les pidió, amablemente, que se fueran: «Me encantaría que este lugar quedara despejado, para que el gobierno pueda trabajar». Sin aparecer demasiado cercano al actual gobierno de Gannouchi (el ex Primer Ministro en Ben Ali), también añadió que en el interior del complejo gubernamental, el cual está cercado por los manifestantes desde el domingo, «no hay sólo ministros, sino también funcionarios que están tratando de posibilitar que el país funcione».
Y a continuación añadió una advertencia ominosa: «Vuestro movimiento puede ser manipulado por otros elementos, para crear un vacío de poder, y cuando hay un vacío de poder, el Ejército tiene que intervenir». Ni bonitas palabras corteses, ni amenazas veladas funcionaron. La multitud aplaudió extáticamente, cantó el himno nacional, elogió al general del ejército al que ven como que se ha puesto al lado de la revolución… pero se mantuvo sólidamente en la explanada de la Kasbah, bloqueando el edificio del gobierno. Los jóvenes revolucionarios que han marchado a la capital tienen una idea muy clara de por qué están allí: «La batalla se decidirá en Túnez. Esta es la razón por la que hemos venido. El gobierno debe ser derrocado. Son como un cáncer, que necesita ser extirpado, no puede dejarse ni una pizca». (Ver video de la sentada ante la oficina del Primer Ministro)
Esto realmente muestra el enorme poder del movimiento revolucionario en el momento actual y la correlación de fuerzas extremadamente favorable. El Jefe de Estado Mayor del Ejército se ve obligado a ir a hablar con el pueblo personalmente y les pide que por favor se vayan y dejen trabajar al gobierno, y cuando se niegan no hay nada que pueda hacer. ¿Quién tiene el poder en Túnez? ¿Las calles o el gobierno y el Estado?
En el interior, después de haber entrado por alguna puerta trasera, el consejo de ministros se reunió y anunció que iba a haber una » remodelación inminente del Gobierno». Pero el anuncio nunca llegó. Y 48 horas más tarde, todavía no ha llegado. También hubo rumores de que se estaba formando un «Comité de Sabios», pero nada ha salido de eso. Esto demuestra realmente las enormes dificultades a que se enfrenta la clase dominante de Túnez (y sus titiriteros imperialistas) en la búsqueda de un gobierno que sea aceptable para las masas y que tenga cierta legitimidad. El movimiento revolucionario de los trabajadores y los jóvenes no les permite recuperar el control completo de la situación.
El martes vimos los primeros intentos de la contrarrevolución para reagruparse. Bandas de matones y milicias del RCD asaltaron las oficinas regionales del sindicato UGTT en Gafsa, Kasserine (Oeste) Beja (Norte), Monastir, Mehdia (Centro) y otros. En la región minera de Gafsa, una banda de matones armados con palos, cuchillos y cadenas, atacó las oficinas del sindicato regional e hirió a varios sindicalistas presentes. El ejército intervino, tirando disparos de advertencia y los desalojó de las instalaciones.
También en la capital de Túnez, se había convocado una manifestación a favor del gobierno de unidad nacional. Esto formaba parte de una campaña de los medios de comunicación «contra las huelgas», «contra el caos», contra la «obstrucción de la economía» y, en general, contra los «elementos extremistas dentro de la UGTT». Mostrando la auténtica correlación de fuerzas, la manifestación reunió a unas 200 personas y fue rápidamente dispersada por los manifestantes anti-gubernamentales a pesar de tener una fuerte protección policial (ver video). Si la situación no se resuelve decisivamente a favor de los trabajadores y la juventud, estas manifestaciones podrían crecer y la reacción podría obtener apoyo en las calles. Pero en la actualidad, es extremadamente débile.
Huelgas generales regionales y manifestaciones masivas
Es en este contexto que las huelgas regionales se están llevando a cabo hoy, miércoles 26, y podrían ser cruciales para forzar la caída del gobierno. En la declaración llamando a la huelga, la UGTT regional en Sfax dejó en claro cuáles eran los objetivos del movimiento:
«Después de examinar la situación general en el país y los últimos acontecimientos políticos y sociales a la luz de la revolución de nuestro pueblo, y lo que se está tramando en su contra por conspiraciones internas y externas destinadas a eludir sus objetivos y logros, hemos decidido iniciar una huelga general para el Miércoles, 26 de enero 2011 en defensa de las reivindicaciones de nuestro pueblo para derrocar al gobierno del antiguo régimen y para disolver el Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD«. (Ver texto completo en inglés y en árabe).
Ésta, y las otras huelgas regionales, son claramente huelgas generales políticas para el derrocamiento del gobierno, que demuestran el carácter revolucionario del movimiento de los trabajadores tunecinos y el carácter extremadamente avanzado de sus reivindicaciones.
También muy significativo es el hecho de que las estructuras sindicales regionales y los comités revolucionarios están tomando cada vez más las tareas de la administración de la vida pública y económica en sus propias manos. Además de los ejemplos que ya hemos mencionado en Siliana (donde el consejo revolucionario regional ha expulsado al gobernador y, en la práctica, tomado el poder) y en Sidi Bou Ali, la UGTT de Sfax también ha comenzado a tomar decisiones sobre la economía. La declaración dice:
«Por la buena disposición de la Oficina Ejecutiva Regional para prestar servicios básicos y vitales a los ciudadanos, decidimos excluir de la huelga general a los trabajadores en los sectores vitales, especialmente hospitales y clínicas, agua y electricidad, gas y panaderías, y los enterradores municipales, también hemos decidido asegurar los viajes desde y hacia la isla de Kerkennah».
Así, pues, los sindicatos no sólo están convocando una huelga política para derrocar al gobierno existente, sino que también han decidido los sectores de los trabajadores que deben continuar trabajando bajo su autoridad a fin de garantizar los servicios básicos esenciales. Esta es una respuesta a coro estruendoso de la burguesía y los reformistas acerca del «caos» y la «obstrucción». De hecho, es precisamente el poder obrero y el control de los trabajadores, lo que puede garantizar el orden, pero un orden revolucionario, no el orden capitalista. Esto ya se demostró con la creación de comités de autodefensa en los barrios para mantener el orden contra las bandas del RCD y la policía.
La manifestación en Sfax, la segunda ciudad más grande del país y el centro industrial más importante, fue gigantesca, de proporciones históricas. En algunos informes se habla de 100.000 manifestantes, e incluso los medios de comunicación burgueses sitúan la cifra en «más de 50.000». El ambiente era muy radical y airado como se puede ver en los siguientes videos (video 1, video 2).
Entre las consignas que corearon los manifestantes estaban: «El pueblo quiere derrocar al gobierno», «¡Túnez es libre. Fuera el RCD!», «¡Túnez es libre. Abajo el gobierno!», y mostrando una gran conciencia de la repercusión internacional de la revolución de Túnez: «Thawra hatta’l Nasr [revolución hasta la victoria], de Túnez a El Cairo». Otro eslogan que se escuchó en la manifestación era «Túnez es árabe. No al tutelaje extranjero» y «Túnez es árabe. No al tutelaje estadounidense», en oposición a la visita del Vicesecretario de Estado para Asuntos de Oriente Medio estadounidense, Jeffrey D. Feltman, que se encuentra actualmente en Túnez. Muchos sospechan que EE.UU. había intervenido por la forma en que Ben Ali fue reemplazado por un gobierno lleno de sus propios ministros y hay un profundo sentimiento anti-imperialista por la persistencia de EE.UU. de continuar entrometiéndose entre bastidores para abortar la revolución. La manifestación concluyó con un llamamiento de la UGTT regional para que los manifestantes marchen sobre la capital, Túnez, el jueves 27, para unirse a la Caravana de la Liberación para el derrocamiento del gobierno. Ese es también el día fijado por el sindicato de profesores de secundaria para su huelga nacional.
Manifestaciones masivas similares tuvieron lugar en pueblos y ciudades de todo el país, incluidos Nabeul (vídeo), Kairouan (vídeo), Djerba (vídeo), Kelibia (vídeo), así como en Túnez capital, donde hubo enfrentamientos con la policía y la presencia de provocadores del RCD.
Como hemos venido insistiendo durante varios días, existe una situación en la que los trabajadores y los jóvenes podrían tomar el poder con relativa facilidad. El gobierno está suspendido en el aire, forzado a entrar en sus propias salas de reuniones a través de puertas traseras, sin poder utilizar el Ejército ni la policía para aplastar el movimiento y buscando desesperadamente una salida. Un último empujón por parte del movimiento revolucionario lo haría caer. Una huelga general a nivel nacional junto con ocupaciones de las empresas y lugares de trabajo y una marcha sobre la capital podría derrocar al actual gobierno débil. Un llamamiento a las filas del Ejército y a los agentes de la policía que quieren crear un sindicato paralizaría la fuerza efectiva del Estado capitalista.
¡Abajo el gobierno! Pero, ¿cuál es la alternativa?
Sin embargo, para derrocar al gobierno hace falta dar una respuesta a la pregunta: ¿con qué sustituirlo?. Aquí es donde hay más confusión y esa confusión, junto con la falta de dirección, han impedido al movimiento tomar el poder hasta ahora.
Los partidos de oposición legales son parte del gobierno actual y no tienen autoridad entre las masas, ya que no desempeñaron papel alguno en la revolución y se quedaron con Ben Ali hasta el mismo final. El antiguo Partido Comunista (Ettijdad) es probablemente el peor de todos. Después de haber condicionado su participación en el gobierno a que no hubiera ministros vinculados al RCD, ¡se quedó en el gobierno de todas maneras y pasó a organizar manifestaciones y a hacer campaña a favor del mismo! Deben de estar inspirados en el marxismo, versión Groucho Marx, basado en el lema: «Estos son mis principios, y si no te gustan… bueno, ¡tengo otros!».
La dirección de la UGTT, el Buró Ejecutivo, también estaba a favor de participar en el gobierno, pero las fuerzas más radicales en el Consejo de Administración (el Comité Central) la obligaron a retirar sus ministros y, más tarde, a llamar a la acción para derrocar el gobierno. En estos momentos, el Buró Ejecutivo de la UGTT está llevando a cabo frenéticas negociaciones en su sede nacional con todo tipo de figuras liberales, defensores de los derechos humanos, abogados, etc., para elaborar una propuesta de un nuevo gobierno ¡que luego presentará al presidente interino, Fouad Mebezza, para su aprobación! Esto es cretinismo parlamentario de la peor calaña. El ejecutivo de la UGTT se encuentra bajo una enorme presión de los obreros revolucionarios y los jóvenes para liderar la lucha por el derrocamiento del actual gobierno. Sin embargo, en lugar de derribarlo mediante la acción, la dirección de la UGTT quiere pedir al gobierno actual, cortésmente, ¡que designe a uno nuevo!
Pero incluso entre los elementos más avanzados de la izquierda revolucionaria en la UGTT y también en los pequeños partidos políticos de izquierda, que eran ilegales hasta hace muy poco, parece que no hay una idea clara de qué o cómo reemplazar el gobierno de Gannouchi.
La convocatoria de huelga general de la UGTT de Sfax habla de «sustituirlo por un gobierno de salvación nacional en el que los enemigos de nuestro pueblo estén excluidos». Este es un lema muy bueno y muy similar al del recientemente formado Frente 14 de enero, que habla de «un gobierno interino que goce de la confianza del pueblo, de las fuerzas políticas, sociales y sindicales militantes progresistas y de la juventud.» El Frente 14 de enero se compone principalmente del Partido Comunista de los Obreros de Túnez (PCOT), el Partido del Trabajo Patriótico y Democrático, y algunas corrientes más pequeñas a la izquierda, nasseristas y nacionalistas árabes de izquierda.
La declaración del Frente 14 de enero, correctamente, habla de la necesidad de ampliar el alcance de los comités:
«El Frente saluda a todos los comités, asociaciones y formas de auto-organización popular y les invita a ampliar su ámbito de intervención a todo lo que concierne a la conducción de los asuntos públicos y aspectos diversos de la vida cotidiana».
En pocas palabras, está llamando a los comités revolucionarios a tomar el poder, para convertirse en soviets reales. Lo que falta es el aspecto crucial de la necesidad de vincularse a nivel local, regional y nacional, convirtiéndose así en la base para el poder dual a nivel nacional, no sólo a nivel local o regional, como ya ocurre en algunos lugares.
Entre las organizaciones del Frente está la recién creada Liga Obrera de Izquierdas, que el 24 de enero emitió una declaración llamando a: «lograr una Constituyente y un gobierno obrero democrático del pueblo, con un programa social y económico que ponga fin a la orientación neo-liberal impuesta por el capital mundial». Esta es claramente una reivindicación más avanzada, ya que define que el nuevo gobierno debe ser un gobierno de los trabajadores, un gobierno democrático y un gobierno del pueblo. La formulación es un poco confusa, pero si lo que quiere decir es que debe haber un gobierno que responda a los intereses de las masas revolucionarias de los trabajadores que han hecho esta revolución, entonces no hay objeción.
Pero, ¿cómo va a formarse tal gobierno? En nuestra opinión, un gobierno revolucionario no puede basarse en ninguna de las instituciones del antiguo régimen, sino que debería establecerse sobre la base de los comités y consejos revolucionarios ya existentes, las estructuras sindicales regionales y los comités sindicales de los trabajadores en las empresas. Debería convocarse en la capital una asamblea nacional de delegados de estos órganos, aprovechando la presencia de la juventud revolucionaria de todas las provincias. Deberían elegir de entre ellos un gobierno revolucionario provisional de salvación nacional para convocar una asamblea constituyente en el menor espacio de tiempo posible.
De la misma manera que la izquierda revolucionaria dentro de la UGTT ha impuesto su retirada del gobierno Gannouchi y una llamamiento a su derrocamiento, también debería obligar al CC de la UGTT a adoptar un programa para un gobierno de salvación nacional basado en los comités revolucionarios.
Abajo la dictadura y el sistema capitalista al que sirvió
El Frente del 14 de enero también pide la expropiación de «la anterior familia gobernante, de sus parientes y asociados cercanos, y de todos los funcionarios públicos que utilizaron sus posiciones para enriquecerse a costa del pueblo,» así como «la renacionalización de las instituciones que se han privatizado». Estas reivindicaciones son absolutamente correctas y, de hecho, la expropiación de las propiedades del clan Trabelsi y de todos sus asociados sería un enorme paso adelante que daría a semejante gobierno control sobre las palancas fundamentales de la economía. Si a eso se añadiera las propiedades de todas las potencias imperialistas que apoyaron y se beneficiaron del régimen de Ben Ali, entonces el capitalismo en Túnez habría sido abolido. Sin embargo, el Frente no se define por una ruptura total con el capitalismo y, en su lugar, habla de la necesidad de «formular una política económica y social que rompa con el enfoque capitalista liberal», como si hubiera otro enfoque al capitalismo que fuera más favorable para los trabajadores y el pueblo.
Hay que decir claramente que la clase dominante ya está muy preocupada por el movimiento revolucionario de los trabajadores transgrediendo el sagrado derecho de la propiedad privada. Así es como una revista de negocios describía la situación:
«La revolución tunecina ha entrado como una tormenta en las empresas e instituciones públicas. Se está persiguiendo a los directivos en los aparcamientos de las empresas y colectivos de trabajadores están pasando a la auto-gestión”.
El artículo continúa: «los trabajadores tunecinos, en empresas e instituciones públicas han traído la revolución a sus lugares de trabajo» y «directores y gerentes de empresas públicas han tenido que correr en busca de refugio, seguidos por una multitud de trabajadores vengativos». Concluye: «la esperanza del gobierno y los empresarios es que el movimiento se limite a los funcionarios corruptos vinculados al clan Ben Ali-Trabelsi. Pero no es seguro que este será el caso».
Si hubiera un llamamiento serio por parte de la izquierda sindical, para que los trabajadores ocupen sus lugares de trabajo y pongan en práctica el control obrero, ese movimiento se propagaría como un reguero de pólvora. Ya hay casos en que los trabajadores han exigido la apertura de los libros de sus empresas con el fin de investigar los actos de corrupción del clan Trabelsi. Los trabajadores de la Agencia Tributaria han expulsado a sus directores y se han apoderado de los expedientes que arrojan luz sobre algunos de esos casos. El potencial está allí para un movimiento que no sólo desarticularía todo el aparato del Estado anti democrático de la dictadura, sino que también eliminaría el sistema económico capitalista al que sirvió.
¡Abajo el gobierno de unidad nacional! ¡Por una huelga general nacional! ¡Por un gobierno revolucionario basado en los comités y en los sindicatos! ¡Por una asamblea constituyente revolucionaria! ¡Por un Túnez socialista revolucionario! ¡Por una Federación Socialista Árabe, con plenos derechos democráticos para todas las minorías étnicas, nacionales y religiosas!
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