Una hambruna provocada por el imperialismo
La hambruna está devastando Gaza. Durante las últimas semanas, las imágenes más espantosas han salido del territorio ocupado, mostrando a hombres, mujeres y niños reducidos a piel y huesos. Un millón de niños en Gaza, la mitad de la población, corren el riesgo de morir de hambre. Al menos 180 palestinos, entre ellos 93 niños, ya han muerto de desnutrición y decenas mueren de hambre cada día.
Todo el mundo sabe que la hambruna es totalmente provocada por el hombre. Fuera de Gaza, cientos de camiones cargados con alimentos, leche en polvo y material médico permanecen parados por quinto mes consecutivo: hay ayuda suficiente a las puertas de la frontera, lista para salir en cualquier momento, para alimentar a los 2,1 millones de habitantes de Gaza durante tres meses.
La mísera cantidad de ayuda que está llegando es totalmente insuficiente. Desde que la «Fundación Humanitaria de Gaza» tomó el control, el número de centros de ayuda se ha reducido al 1 % del número que gestionaba la ONU antes del bloqueo. Los puntos de ayuda se han convertido en campos de exterminio en los que al menos 1400 palestinos han sido asesinados, tiroteados por soldados israelíes o guardias de seguridad extranjeros. Esto no es ayuda, es una hambruna provocada.
Hipocresía occidental
Los gobiernos imperialistas occidentales han comenzado a entrar en pánico por las consecuencias políticas de la escalada de la hambruna. Macron, Merz y Starmer han declarado que la situación ha ido demasiado lejos. Incluso Trump ha comentado que las imágenes de niños hambrientos son «reales», como si hubiera alguna duda.
Tras haber respaldado plenamente a Israel en su genocidio, los políticos occidentales se apresuran a enmascarar su propio papel con gestos simbólicos. Ahora han comenzado a lanzar desde el aire, de forma desordenada, unas pocas toneladas de ayuda a Gaza —una gota en el océano de lo que se necesita— para que se vea que están haciendo algo. Esto pone en peligro la vida de miles de palestinos, ya que tienen que luchar por la ayuda en zonas donde las Fuerzas de Defensa de Israel han dejado claro que dispararán a los palestinos en el acto.
En su movimiento más cínico, Francia, Gran Bretaña y Canadá amenazan ahora con reconocer a Palestina en la Asamblea General de la ONU en septiembre.

Los gobiernos imperialistas occidentales han comenzado a entrar en pánico por las consecuencias políticas de la creciente hambruna / Imagen: Ashraf Amra, Wikimedia Commons
Sus propias declaraciones muestran lo cínicos que son. La declaración del Gobierno británico, por ejemplo, plantea la posibilidad de que retiren la amenaza de reconocimiento, que mantendrán «a menos que el Gobierno israelí adopte medidas sustantivas para poner fin a la terrible situación en Gaza y se comprometa a una paz sostenible a largo plazo, entre otras cosas permitiendo que la ONU reanude sin demora el suministro de ayuda humanitaria al pueblo de Gaza para poner fin a la hambruna, y acordando un alto el fuego», etc.
En otras palabras, la condición de Estado para Palestina no es un principio para ellos, no es un derecho inalienable del pueblo palestino, es solo una hoja de parra para desviar la atención de su propia complicidad y una forma de ejercer un poco de presión diplomática sobre Israel. Durante 30 años, desde los Acuerdos de Oslo, los líderes occidentales han afirmado estar a favor de la condición de Estado para Palestina y han seguido hablando de una «vía» hacia una solución de dos Estados. Y durante todo ese tiempo han hecho la vista gorda ante el expansionismo imparable de Israel, que ha socavado sistemáticamente la posibilidad de que exista tal Estado.
La propia clase dirigente israelí hace tiempo que ha abandonado cualquier pretensión de permitir la existencia de un Estado palestino independiente. La semana pasada, la Knesset israelí aprobó una moción que respalda la anexión completa de Cisjordania ocupada.
Palestina nunca ha estado tan lejos de la independencia como ahora. La culpa de esto debe recaer directamente en la clase dominante occidental.
Los gobiernos occidentales hablan ahora de reconocer «un Estado palestino independiente», pero son ellos mismos los responsables de que no quede nada que reconocer. Es una broma de mal gusto agitar la zanahoria podrida del «reconocimiento» formal ante el movimiento palestino después de respaldar casi dos años de genocidio y en medio de una hambruna devastadora.
En cada paso, no han hecho nada sustancial para detener el genocidio. De hecho, Netanyahu ha tenido vía libre para intensificar el genocidio bajo el más flaco de los pretextos «humanitarios». Sabe que cualquier amenaza no tendrá consecuencias reales. Al fin y al cabo, los dólares y las armas seguirán fluyendo.
Occidente dio todo su apoyo a Israel, alegando que defendía su «derecho a la autodefensa». Ahora levantan las manos horrorizados y fingen que la situación actual les ha pillado por sorpresa. Sabían perfectamente lo que estaba pasando.
La actual hambruna ha sido anunciada —e incluso alardeada— por el propio Gobierno israelí desde el 7 de octubre de 2023. Lejos de ser un «cambio» en su política genocida, es la horrible culminación de la lógica del sionismo y de casi dos años de bombardeos indiscriminados.
Apenas unos días después del 7 de octubre, Yoav Gallant, exministro de Defensa, habló sin vergüenza de «luchar contra animales humanos». Sus aliados occidentales no pestañearon. En cambio, envalentonaron a Netanyahu apoyando el derecho «inalienable» de Israel a lanzar una cantidad infinita de bombas sobre Gaza en nombre de la «autodefensa».
Ahora, los líderes occidentales alegan ignorancia sobre el hecho de que la guerra iniciada en octubre de 2023 acabaría en una hambruna. Pero tomemos las palabras del general de división Giora Eiland, asesor del ministro de Defensa israelí, quien, solo un mes después del 7 de octubre, fanfarroneó sobre la explotación de los alimentos y la ayuda como medio para matar, y acogió con satisfacción el desastre humanitario:
«No debemos rehuir [el desastre humanitario y las epidemias], por difícil que sea. Al fin y al cabo, las graves epidemias en el sur de la Franja de Gaza acercarán la victoria».
Los líderes occidentales eran plenamente conscientes de las intenciones de Israel. La única razón por la que los líderes occidentales montan este espectáculo es porque sienten la presión que se acumula contra ellos entre la mayoría de la sociedad: ¡tienen miedo!
No hay vuelta atrás
Tomemos como ejemplo a Keir Starmer y al Gobierno laborista británico. Durante la reciente visita de Trump a Escocia, Starmer dijo que era «inequívoco» en su preocupación por las escenas «indescriptibles e indefendibles» en Gaza y que estaba «horrorizado» por las imágenes de niños y bebés hambrientos.

Gran Bretaña no sólo ayuda a Israel en sus operaciones militares en Gaza con vuelos de reconocimiento, sino que también les vende armas y entrena a soldados de las FDI / Imagen: No 10, Flickr
Pero para cualquier persona con un mínimo conocimiento de los hechos reales del Partido Laborista, estas declaraciones suenan a mentira descarada. Gran Bretaña no solo ayuda a Israel en sus operaciones militares en Gaza con vuelos de reconocimiento (de los que ha realizado cientos), sino que también le vende armas y entrena a soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel. De hecho, ¡el Partido Laborista aprobó más armas para Israel en tres meses que los conservadores en cuatro años!
En su propio país, el Partido Laborista también ha tomado medidas drásticas contra el movimiento palestino, calificando al grupo de acción directa Palestine Action como organización terrorista. Apoyarlo ahora puede acarrear hasta 14 años de prisión.
Lo mismo ocurre con el resto de estos criminales de guerra: Merz, Macron, Trump y sus predecesores. Estos líderes «democráticos» y «humanitarios» han permitido un flujo ininterrumpido de ayuda a Israel a pesar de todo, porque, digan lo que digan, Israel es indispensable para mantener el control del imperialismo occidental sobre Oriente Medio. Siempre valdrá más para ellos que el destino de los palestinos.
Israel ha dependido de esta ayuda desde su creación. Los imperialistas occidentales no son solo cómplices: este genocidio no podría ocurrir sin su apoyo financiero, diplomático y militar.
Agitación en el horizonte
Tenemos que dejar absolutamente claro que son ellos los que han causado esta hambruna, y que esta medida es producto del pánico y el miedo a las repercusiones revolucionarias.
La supervivencia política de Netanyahu depende de que esta guerra continúe. Pero sus acciones están poniendo cada vez más a sus partidarios en una posición imposible. No porque les remuerda la conciencia, sino porque las escenas indudablemente horribles del genocidio están despertando a la única fuerza que podría obligar a Occidente a retirar su apoyo a estos crímenes de guerra: las masas.
También en Oriente Medio, la ira podría estallar en cualquier momento. Egipto está en ebullición por el descontento, con Al Sisi reprimiendo cualquier cosa que pueda desencadenar un movimiento de masas contra el genocidio. Esta semana, en una medida sin precedentes, obligó al gran imán Ahmed al-Tayeb, la máxima autoridad del islam suní, a retirar una declaración en la que condenaba la campaña de hambre de Israel.

La supervivencia política de Netanyahu depende de que esta guerra continúe. Pero sus acciones ponen cada vez más a sus partidarios en una situación insostenible / Imagen: Jaber Jehad Badwan, Wikimedia Commons
Cualquier cosa que pueda catalizar la furia de la sociedad se enfrenta a una represión contundente, ya provenga de la cúpula o de la base de la sociedad. Hace solo unos días, estallaron protestas al norte de El Cairo después de que un joven muriera a causa de las torturas sufridas mientras se encontraba bajo custodia policial. Miles de personas salieron a las calles y se enfrentaron a la policía. Es muy significativo que las masas levantaran la consigna de la revolución de 2010-2011: «El pueblo quiere la caída del régimen».
En otro incidente que dice mucho del estado de ánimo de las masas, a finales de la semana pasada, al sur de la capital egipcia, dos activistas pro palestinos irrumpieron en la sede de la Seguridad del Estado con armas falsas y tomaron como rehenes a varios policías. Los vídeos muestran cómo exigían la apertura del paso fronterizo de Rafah con Gaza y reprendían a los rehenes por la detención de quienes intentaban desesperadamente llevar ayuda a los palestinos hambrientos.
Las imágenes fueron vistas millones de veces antes de que se cerrara el canal de Telegram. Los dos hombres están ahora desaparecidos y el Gobierno afirma que la historia fue inventada como parte de una conspiración de los Hermanos Musulmanes.
Mientras tanto, se han producido protestas masivas frente a las embajadas egipcias en todo el mundo, incluida Irak, a medida que crece la ira hacia el régimen de Al Sisi.
Esta ira popular se está sintiendo en todo el mundo e incluso ha obligado a Trump a cambiar de tono. En la conferencia con Starmer en su campo de golf de Turnberry, pareció intentar jugar a dos bandas al mismo tiempo, por un lado diciendo, en contra de las afirmaciones de Israel, que hay «hambre real», mientras que también decía que presionar a Israel para que acepte cualquier plan de paz a largo plazo sería «recompensar a Hamás».
Su hipocresía solo empeorará las cosas. Por mucho que los gobiernos intenten recurrir a una retórica dura para sofocar la ira y el rechazo populares, su política imperialista hipócrita solo se hace más evidente para la gente común. Cuando las acciones no se corresponden con las palabras, cuando existe un vacío real entre ambas, sus declaraciones se ven como lo que realmente son: engaño y complicidad.
Miles de personas llegan a estas conclusiones cada día, y el apoyo a Palestina nunca ha sido tan alto. En Estados Unidos, una encuesta de Gallup de esta semana muestra que la aprobación de las acciones de Israel en Gaza ha alcanzado su nivel más bajo desde el comienzo de la guerra.
En Gran Bretaña, el Partido Laborista ha sido superado en apoyo y afiliación en el espacio de una semana por el nuevo partido de Jeremy Corbyn, lanzado con un programa para detener la venta de armas a Israel.
Los acontecimientos en Gaza sumirán a los asesinos de Westminster y de la Casa Blanca en una crisis aún más profunda, y millones de personas llegarán a la conclusión de que, para que termine la hambruna y la matanza en Gaza, hay que derrocar a los imperialistas responsables.
Puedes enviarnos tus comentarios y opiniones sobre este u otro artículo a: contacto@comunistasrevolucionarios.org
Para conocer más de la OCR, entra en este enlace
Si puedes hacer una donación para ayudarnos a mantener nuestra actividad pulsa aquí