UNASUR y la integración latinoamericana
Este artículo pretende abrir un intercambio sobre qué es UNASUR, cómo se manifiestan las distintas y encontradas presiones en su seno, cuáles son sus posibilidades y limitaciones, a quiénes beneficia, y cómo se relaciona con nuestra propuesta de Federación Socialista latinoamericana. Esperamos sirva como disparador para afinar nuestra caracterización de esta entidad continental y, a partir de ahí, determinar nuestras tareas de propaganda y agitación sobre la integración que consideramos necesaria.
¿Qué es UNASUR?
La Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, es un intento de «integración y cooperación» continental impulsado por los principales presidentes sudamericanos. Está formada por los gobiernos de los doce países independientes de América del Sur y, aunque aún no está ratificada por todos sus miembros, ya ha tenido algunas reuniones con cierta trascendencia mediática.
Si bien hubo reuniones preparatorias en Cochabamba en 2006 y en Isla Margarita en 2007, puede considerarse como punto de partida al Tratado Constitutivo, acordado en Brasilia el 23 de mayo de 2008, que estableció como objetivo construir un espacio de integración (cultural, social, económica y política) para eliminar la pobreza, la desigualdad, lograr la inclusión social y fortalecer la democracia, los derechos humanos y una cultura de paz.
Intereses contrapuestos
Sin embargo, las posiciones divergentes de los distintos gobiernos hacen que los acuerdos sean muy dificultosos. Cada gobierno expresa la compleja lucha de clases interna en cada país y las presiones de las distintas potencias. Conviven en UNASUR presidentes abiertamente pro imperialismo yanqui, como Uribe o Alan García, al que ahora se ha unido Piñera de Chile, con el añadido de ser un rico empresario, hijo dilecto de su burguesía nacional; «progresistas» o socialdemócratas con diferente vinculación con los imperialismos europeo y norteamericano, como intento de arbitraje entre clases (Cristina, Lula, Mujica); y finalmente los que expresan diferentes grados de avance de procesos revolucionarios internos: Chávez, Evo, Correa, etc. Además, influye el momento político interno de cada uno de ellos: si están en auge o en decadencia, asediados internamente, etc. También se puede apreciar la tensión entre los distintos intereses nacionales (o sea de las clases dominantes en cada país).
Todo esto tiene sus consecuencias en la mecánica de funcionamiento de UNASUR. El Tratado Constitutivo considera que la integración debe ser «flexible y gradual en su implementación». Toda normativa debe adoptarse por consenso, el quórum es de ¾ de los estados miembros y cada estado puede «eximirse de aplicar total o parcialmente una política aprobada». Lo que hace muy difícil que haya decisiones trascendentes.
Se han logrado acuerdos sobre temas menores como migraciones internas (se autorizaría a viajar entre países miembros con documento nacional sin necesidad de pasaporte), sobre la construcción de poliductos entre Venezuela y Colombia, o generalidades sin precisión (intercambio de información y experiencias en defensa, cooperación en seguridad). Y sobre temas en los cuales sin UNASUR igual hubiera habido cooperación (ayuda a víctimas del terremoto en Haití y Chile).
Pero en los temas de mayor relevancia no hay avances: no se pudo influir en revertir el golpe de Estado en Honduras, pese a todo el despliegue discursivo y diplomático, el proyecto de Banco del Sur está estancado, y el propósito de una moneda única genera muchísimas resistencias. Además, cabe mencionar que a la Unión Europea la existencia del Euro y del Banco Europeo no le ha servido de mucho en la actual crisis capitalista, más bien lo contrario.
Sí se logró una declaración de apoyo a la posición Argentina sobre la soberanía de Malvinas y la defensa diplomática del gobierno de Evo Morales frente a la ofensiva golpista fogoneada por el imperialismo en septiembre de 2008, medida que puede aparecer como positiva, pero que nunca puede reemplazar la movilización popular indispensable para frenar a la reacción.
Brasil como potencia capitalista regional
Si las presiones de EEUU sobre la región son evidentes (en lograr acuerdos de libre comercio, políticas de seguridad, antiterrorismo, bases militares, flota naval, defensa de empresas) y es notorio que las naciones europeas (España, Francia, Inglaterra, Italia, etc.) defienden a sus empresas transnacionales (bancos, petroleras, telecomunicaciones, comerciales, alimentarias, etc.), sobre todo en esta época de crisis mundial de sobreproducción, pasan menos advertidos los intereses de la burguesía brasileña.
Todo desarrollo capitalista llega a un momento (por competencia y sobreproducción) en que los límites nacionales y las restricciones del mercado interno obligan a los empresarios a buscar materias primas y mercados en las regiones externas más accesibles. Es el caso de burguesías como la paulista, que busca crearse una zona de dominación económica regional. No por nada Brasil es el principal impulsor de UNASUR.
Tradicionalmente, propugnó por un área de integración limitada a Sudamérica frente a las ideas bicentenarias de los Libertadores sobre la unidad latinoamericana desde México hasta Tierra del Fuego. Ahora, la burguesía brasileña aparece como la principal interesada y beneficiaria de este intento de integración llamado UNASUR. Más allá de las bonitas palabras sobre los grandes temas, los primeros acuerdos concretos contemplan obras de su interés, como la Carretera Interoceánica que permite una salida al océano Pacífico para sus productos, el Anillo Energético que distribuirá el gas desde Perú, y distintos ductos que permitirían el transporte de energía desde los productores (Venezuela, Bolivia, etc.) hacia los centros industriales continentales como Sao Paulo.
Estas intenciones hegemónicas en la región son parte del proyecto brasileño de integrar el G8 y de ocupar un lugar en el Consejo de Seguridad de ONU, entre otras aspiraciones a nueva potencia.
Néstor Kirchner, nuevo secretario general
En la última reunión de UNASUR realizada en Argentina, además de considerarse las mencionadas estrategias de ayuda a Haití y Chile y la situación de Honduras post golpe militar, se eligió como secretario general al ex presidente argentino Néstor Kirchner.
En este caso podemos ver el uso político interno que el gobierno hizo de esta designación, que le sirve como autopromoción en un momento de recuperación de la iniciativa política luego de varios meses de estar asediados por la oposición. A la vez, el cargo es útil al ex presidente para posicionarse como figura presidenciable de cara a las elecciones de 2011.
Otra integración es posible: Por una Federación Socialista Latinoamericana
Desde muchos sectores se ha criticado que UNASUR es una entidad virtual, que no ha producido resultados tangibles, quedando reducida a la producción de declaraciones de buena intención. Y también a su mecanismo de decisiones, que conduce siempre al pantano diplomático de las reuniones de presidentes o ministros de relaciones exteriores. Además, que se superpone con otros organismos como OEA, CAN, Mercosur, etc.
Nos interesa resaltar que existe otra integración posible, solidaria, que tiene como antecedente al ALBA (Acuerdo Libre Bolivariano de los Américas), que conforman Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y pequeñas islas caribeñas) y que sí produciría rápidos y grandes resultados. Estamos hablando de una Federación Socialista Latinoamericana que, partiendo de los procesos revolucionarios más avanzados (Cuba y Venezuela), profundice los cambios (nacionalizando las palancas fundamentales de la economía y poniéndolas bajo control obrero), fuera integrando a los de Bolivia y Ecuador, y se extendiera con los de Nicaragua, El Salvador, Paraguay y los países caribeños; y más allá. Una integración que planificara toda la economía regional en base a las riquezas de cada país latinoamericano para que pueda satisfacer las necesidades populares de todos los pueblos sin que intervengan intereses empresariales ni del aparto militar imperialista.
Frente a esta posibilidad puede leerse a la creación de UNASUR y a su perfil «progresista» como un intento de desvío de este avance revolucionario que consideramos necesario, o al menos un colchón entre los procesos revolucionarios más avanzados, a los que busca contener, y los demás pueblos; bajo gobiernos que responden a las oligarquías y al imperialismo.
Puedes enviarnos tus comentarios y opiniones sobre este u otro artículo a: [email protected]
Para conocer más de la OCR, entra en este enlace
Si puedes hacer una donación para ayudarnos a mantener nuestra actividad pulsa aquí