Venezuela – Declaración de la Corriente Marxista del PSUV: Golpes de estado y guerra económica – ¡¡Pasemos a la ofensiva revolucionaria!!
Mientras que por el contrario, en el caso de Cuba, el gobierno revolucionario expropió todas las propiedades del imperialismo yankee, así como de sus lacayos, la revolución se ha logrado mantener por más de 50 años.
El día 12 de febrero se desarticuló un nuevo intento de golpe de estado en Venezuela, dando como resultado la detención de 7 oficiales de la Fuerza Aérea. Se tiene certeza de que detrás de este nuevo intento de derrocar al gobierno del camarada presidente Nicolás Maduro, se encuentran los protagonistas del “Acuerdo Nacional de Transición”, María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma, quienes son también firmantes del dictador Carmona Estanga, en el golpe de estado del 2002.
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El papel de las fuerzas armadas
Por más que nos hayamos convencido de que las Fuerzas Armadas son ahora “rojas rojitas”, la realidad nos ha demostrado, que aún hay importantes sectores reaccionarios en las filas de oficiales del ejército en general, y en particular de la Fuerza Aérea, ya que es la segunda vez en que se desmantela un plan de golpe de estado en este cuerpo militar. Sin embargo, incluso los militares más comprometidos con los ideales republicanos, bajo las estructuras del estado burgués, en la medida en que son ascendidos y reciben cada vez mejores salarios, mejores beneficios y más privilegios, terminan sintiéndose más cercanos a la burguesía que a la clase trabajadora y a las masas desposeídas. Por lo tanto, ante dichas condiciones materiales de privilegios, sus intereses cambian progresivamente, a favor de los intereses de la clase burguesa.
Esto sin lugar a dudas está ya ocurriendo en la Venezuela de hoy, más aún, cuando históricamente las fuerzas armadas de nuestro país, han sido siempre una poderosa casta privilegiada al servicio de la burguesía nacional, los terratenientes y el imperialismo.
Mientras las estructuras del ejército estén basadas en el estado burgués, y éstas estén organizadas bajo las relaciones sociales que imperan en el estado burgués, la situación de privilegios y prebendas de ciertos sectores de las Fuerzas Armadas, es y será un mal necesario, que cualquier gobierno de turno debe garantizar para contar con el favor de los militares. Por lo que, aún y luego de las transformaciones sociales que se vienen llevando a cabo durante la revolución Bolivariana, los sectores militares, especialmente entre las capas de los altos oficiales, aún siguen siendo un sector de la sociedad desclasado y con muchos beneficios políticos, sociales y económicos.
Siendo las Fuerzas Armadas una estructura propia del estado burgués, no podemos confiarnos de una supuesta neutralidad ante la lucha de clases y ante la situación política del país, y de compromiso y lealtad por las leyes y la constitución. Como ocurrió en el Chile de Allende, fueron los mismos militares a quienes el presidente Chileno invitó a formar parte del gobierno, y en los que confiaba por su supuesta neutralidad, quienes llevaron a cabo un golpe de estado, seguido de la salvaje masacre de toda la disidencia a la dictadura, que llevó a cabo el gobierno fascista del dictador Augusto Pinochet. Este caso es muy similar a Venezuela, donde permanentemente se han detenido altos oficiales del ejército, por llevar a cabo complots en contra del gobierno del comandante Hugo Chávez, y ahora, en contra del camarada presidente Maduro.
Mientras las armas y el entrenamiento militar estén bajo el control de una pequeña casta de oficiales, el destino de la revolución y del bienestar del pueblo trabajador estará en sus manos, y como hemos visto, no hay garantía alguna de que las fuerzas armadas, en caso de algún conflicto bélico, respondan hacia los intereses populares, y no terminen siendo direccionadas por la misma burguesía en contra de las masas más pobres, como ocurría en el pasado.
Esto demuestra la importancia de la consolidación de las milicias por cada barrio, fábrica, sindicato, campo y universidad, como una fuerza armada independiente y no bajo la tutela del ejército, ya que “sólo el pueblo salva al pueblo”. Se necesita de la entrega de las armas a las mismas milicias, como única garantía de supervivencia y profundización de la revolución. De igual forma es necesario que los mandos militares de todas las fuerzas armadas, sean elegidos y revocados por los mismos soldados de base, y que ningún oficial gane más que un soldado de base, sin importar su rango. Estas medidas permitirán evitar la corrupción y el golpismo dentro de este cuerpo militar.
Los mismos protagonistas del 2002
Los sucesos que ocurrieron este pasado 12 de febrero, y que de seguro seguirán ocurriendo, no son ajenos a la realidad del país, y no deben ser tomados con sorpresa. Se trata simplemente de una réplica de lo que ya ha ocurrido en el pasado tantas veces. El imperialismo norteamericano financia a los sectores radicales de la oposición y a los partidos políticos de derecha, y la embajada norteamericana convence a algunos oficiales del ejército de llevar a cabo un golpe de estado, mientras la burguesía por su parte sigue radicalizando la guerra económica.
Los mismos sectores involucrados en el golpe de estado del 2002, son los que siguen intentando derrocar al gobierno Bolivariano: el imperialismo, la burguesía y los partidos de oposición. Incluso, esa falsa división que existe hoy en la oposición, entre los sectores democráticos y los fascistas, no es tal, ya que en el fondo ambos sectores quieren lo mismo: El derrocamiento del gobierno del presidente Maduro, y en caso de que alguna tendencia tuviese éxito, será apoyada sin titubeos por la otra, bajo la más homogénea unidad.
Esto demuestra que la burguesía nacional y la imperialista, así como sus lacayos agrupados en los partidos de oposición, nunca han cesado, ni cesarán en sus planes de desestabilizar y tratar de derrocar al gobierno Bolivariano. No podemos permitir que los firmantes del Carmonazo continúen saboteando el proceso revolucionario que vive el país, y que lo hagan libremente en nuestras narices.
El frontal saboteo contra la economía del país, la burla de los diferentes controles que ha intentado el gobierno sobre la economía, la planificación de golpes de estado, el financiamiento de paramilitares y actos terroristas en el país, y todas las medidas que han estado impulsando la burguesía imperialista y la nacional, son muestras de que estamos en una guerra, y no sólo en el plano económico, sino también en el político, social, y de manera más sutil, aunque permanente, en el militar. Y una guerra requiere acciones de guerra. No basta simplemente jugar un papel defensivo, mientras en la misma medida se subsidia a la burguesía con dólares a costo preferencial, para que con ese mismo subsidio se financie la desestabilización del país.
Es necesario pasar de las acciones defensivas, a la ofensiva revolucionaria con el encarcelamiento de los firmantes del Carmonazo y la confiscación de todas sus propiedades, así como de todos los nuevos actores que se han sumado a los nuevos intentos de derrocamiento del gobierno Bolivariano, sea por las vías democráticas, a través del desgaste producto de la guerra económica y/o por la vía violenta, a través de actos terroristas y del intento de promover la radicalización del ala fascista de las masas de oposición.
Pasemos a la ofensiva revolucionaria
Lo que demuestra la experiencia histórica de Chile, Nicaragua y Cuba, es que mientras no se acaben con los enemigos de clase dentro del país, estos no cesarán hasta ver aplastada la revolución, ya sea que para esto lleven a cabo un golpe de estado, instaurando un gobierno fascista como en Chile, o que por el contrario, a través de la guerra económica y el sabotaje de la economía, unido a la guerra civil impulsada por el imperialismo, logren derrotar al gobierno por la vía electoral, como sucedió en Nicaragua. Mientras que por el contrario, en el caso de Cuba, el gobierno revolucionario expropió todas las propiedades del imperialismo yankee, así como de sus lacayos, la revolución se ha logrado mantener por más de 50 años.
Esto nos explica que, mientras la burguesía nacional e imperialista, tengan en su poder las palancas de la economía, las usarán para sabotear el mandato democrático de las mayorías, y para derrocar cualquier gobierno revolucionario, e instaurar un gobierno contrarrevolucionario que acabe con las conquistas de este proceso. Por lo tanto, la respuesta oportuna es quitarle a esta pequeña oligarquía el poder económico, ya que con este poder financian todos sus planes antidemocráticos, en la misma medida en que sabotean la producción y realizan una fuga de capitales (aún con el control cambiario).
Es necesario pasar a la ofensiva revolucionaria, y completar la revolución socialista en Venezuela. Para esto es necesario llevar a cabo las siguientes tareas urgentes:
1) Nacionalización sin compensaciones de todas las propiedades de aquellos inmersos en actos de sabotaje económico y/o político.
2) Juicio y castigo a todos los involucrados en el Carmonazo y demás intentos de golpes y sabotajes desde entonces.
3) Nacionalización de las palancas de la economía: latifundios, monopolios nacionales y trasnacionales, y toda la banca privada. Con propiedad estatal, y bajo el control democrático de la Clase Trabajadora y el Campesinado, para el establecimiento de una economía planificada que permita acabar con el desabastecimiento y la inflación.
4) Establecer el Control Obrero a todos los niveles dentro de las Instituciones, Empresas y demás entes del Estado, para combatir el burocratismo y la corrupción.
5) Consolidar las Milicias Obreras, Campesinas y Comunales, y extender la más amplia agitación y organización revolucionaria dentro de las Fuerzas Armadas, dando a los soldados la potestad de elegir a sus mandos, para combatir el golpismo militar.
Así mismo, nos hacemos eco de los llamados del presidente Nicolás Maduro a la movilización cívico-militar, para combatir el golpismo y el sabotaje. Para ello, se hace necesaria y urgente la creación de Comités Revolucionarios en alerta y defensa de la revolución, en cada ciudad, pueblo, barrio, fábrica, universidad, ministerio, destacamento militar, etc. es decir, en todo espacio donde pudiera manifestarse algún conato de sabotaje y golpismo, para vigilar y combatirlo inmediatamente a través de todas las instancias del pueblo organizado.
¡¡Pasemos a la ofensiva revolucionaria!!
¡¡Derrotar la guerra económica expropiando a la burguesía!!
¡¡Consolidemos las milicias populares!!
¡¡Derrotemos el golpe radicalizando la revolución socialista!!
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