Venezuela: Sobre la liberación de Leopoldo López
Aunque quizás la medida era de esperarse, luego del anuncio hecho hace semanas por parte de Delcy Rodríguez, sobre la apertura de un canal de diálogo y negociación con Leopoldo López, en el que participaría el socialdemócrata oportunista Rodríguez Zapatero, la noticia ha caído como un balde de agua fría entre la militancia revolucionaria de base, sobre todo entre sus sectores más combativos, generando inmediatamente malestar e ira generalizados. Durante toda la mañana de hoy miles de militantes de base han discutido acaloradamente en las redes sociales sobre la medida, criticándola duramente, aunque, también es cierto que no han faltado quienes la defiendan. En la Radio Nacional de Venezuela por ejemplo, han sido constantes las llamadas de camaradas para pronunciarse contra la medida.
No obstante, de manera muy rápida los ideólogos de la burocracia, los intelectuales reformistas, han tratado de justificar la medida como ajustada a derecho, en tanto y en cuanto dicha medida no es una liberación, sino el cumplimiento de la pena mediante un mecanismo previsto en la ley (casa por cárcel).
Asimismo, arguyen que la decisión del TSJ proviene del exhorto realizado por la Comisión por la Verdad, dentro de la que han participado entre otros Rodríguez Zapatero, y en el cual se planteó el otorgamiento del beneficio a López como mecanismo de negociación para superar el “escalamiento del conflicto hacia niveles superiores de violencia”.
Otros apologistas de la conciliación de clase, como es el caso de Fidel Ernesto Vásquez, operador político del PSUV en Caracas, pero ya de manera más burda y vacía, ha señalado que la base del chavismo debe apoyar la medida y confiar en el presidente Maduro simplemente porque él es el líder de la revolución y porque “Nicolás donde este, y haga lo que haga, es Chávez”. Como señaló en el escrito que envió por la redes sociales en la mañana de hoy.
Sin embargo, la verdad es otra.
En primer lugar, la medida constituye una falta grave a los principios revolucionarios elementales. Leopoldo López es la cabeza del ala más fascista de la burguesía venezolana, actor de primer orden en el golpe de estado de 2002 y principal dirigente, junto a María Corina Machado, de las guarimbas de 2014, y por lo tanto, es un responsable fundamental de los muertos y heridos que hubieron en aquellas trágicas jornadas.
Para muchos militantes revolucionarios, es un absoluto sin sentido otorgar el mencionado beneficio procesal al principal responsable de los muertos de 2014. Muchos camaradas se están preguntando ahora mismo: ¿Quién pagará por los crímenes cometidos contra el pueblo trabajador en las guarimbas de 2014?, y de seguirse por esta vía, ¿quién pagará por los atroces crímenes que han sido cometidos durante las guarimbas de los últimos tres meses? ¿Qué pasará con los organizadores, financistas y dirigentes políticos de las guarimbas de 2017?
En consecuencia, darle el beneficio de casa por cárcel, en un momento además, en el que la burguesía vuelve a arremeter de manera violentamente salvaje contra la revolución, es una acción que provocará no sólo profundo malestar entre la base bolivariana, sino que además, contribuye a agudizar la apatía y desmoralización que ya viene sufriendo el movimiento bolivariano durante los últimos tres años, como consecuencia del rápido deterioro de sus condiciones materiales de existencia, más aún, cuando ha sido, el propio partido político fundado por López, Voluntad Popular, uno de los principales organizadores de la ofensiva fascista. Tal descontento y desmoralización, aumenta el peligro de que haya una enorme desmovilización del chavismo de cara a las elecciones del próximo 30 de julio.
En segundo lugar, están las cuestiones de orden táctico y estratégico.
En los años 30, el viejo Leon Trotsky dijo, parafraseando a Marx y Engels, que la lucha de clases era la ley de leyes. Toda la historia del siglo XX, en nuestro país y en el mundo, ha sido la historia de la lucha entre el proletariado y la burguesía. Una revolución, o para darle un nombre más preciso, una situación revolucionaria, tal y como la definió Lenin, no es sino el período en la que la lucha de clases se agudiza y entra en una etapa culminante y decisiva. Venezuela, de hecho, vive una situación revolucionaria desde finales de los años 90, y hoy está definiéndose su destino. En tales períodos históricos no es posible ningún tipo de conciliación pacífica entre los intereses contradictorios de las clases en pugna. Una vez que ambas clases han entrado en la arena del combate final, sólo una debe y puede vencer, no hay otra vía posible.
Lo que mueve a la burguesía a luchar de manera furiosa y desesperada contra la revolución, es la defensa de sus privilegios, de su propiedad sobre los medios de producción y sobre las palancas económicas del país, en una frase, su poder económico.
Mientras no arranquemos de las manos de la burguesía sus privilegios, que se basan en la propiedad privada de los medios de producción, y que por lo tanto, implican su expropiación, la burguesía no descansará un segundo, hasta liquidar y enterrar a la revolución. Esta es pues, la primera lección fundamental de la lucha de clases, que debe aprender todo revolucionario genuino.
Los ya casi 20 años de historia de la Revolución Bolivariana lo demuestran de manera irrefutable. Golpe de estado, paro petrolero y patronal, guarimbas, complots paramilitares, conspiraciones militares y nuevas intentonas golpistas, campañas mediáticas nacionales e internacionales y sabotaje económico, son las principales armas que la burguesía ha utilizado y que utiliza en la actualidad, para tratar de derrotar a la revolución.
La única forma de terminar de una vez por todas con la amenaza de la contrarrevolución, acabando para siempre con las guarimbas, las acciones terroristas, el sabotaje económico, los intentos de golpes de estado y demás acciones contrarrevolucionarias, a fin de poder alcanzar la tan añorada “paz”, de la que últimamente hablan con frecuencia los dirigentes bolivarianos, es llevando la revolución socialista hasta sus últimas consecuencias.
Sólo la expropiación de la burguesía, bajo el control democrático de la clase trabajadora, el desmantelamiento del estado burgués, y su reemplazo por un estado obrero y comunal basado en los Consejos de Trabajadores, las Comunas y las milicias revolucionarias, constituye una alternativa real ante la amenaza de la contrarrevolución de hacerse nuevamente con el poder político en el país. Por el contrario, mientras no llevemos la revolución hasta sus últimas consecuencias, y mientras dejemos las palancas económicas en manos de la clase dominante, continuará el sabotaje implacable de la economía y el financiamiento a las guarimbas y a las acciones terroristas.
Al conceder el beneficio de “casa por cárcel” a Leopoldo López, cediendo así ante una exigencia de varios años por parte de la burguesía, luego de su detención en 2014, la burocracia reformista piensa, en su concepción equivocada de los procesos históricos, y en su grave desconocimiento de la lucha de clases, que con ello puede apaciguar a la burguesía en su afán de derrocar al gobierno por la vía violenta y retomar el poder político, con lo cual, espera erróneamente, que la ofensiva violenta de la contrarrevolución de la que hemos sido testigos durante los últimos casi 3 meses, pueda cesar antes del 30 de julio.
En ése orden de ideas, según otros apologistas de la medida, ahora la derecha se verá obligada a reconocer al TSJ y la Fiscal General Luisa Ortega quedará en ridículo.
Sin embargo, tal idea es peligrosamente errónea. En primer lugar, como ya hemos explicado, toda la experiencia histórica de la lucha de clases, demuestra que al ceder ante las demandas y exigencias de la clase dominante ésta no se apacigua, y por el contrario profundiza su ofensiva, y en segundo lugar, en el fondo para la burguesía es irrelevante si el TSJ es legítimo o no. Tanto los mandatos del presidente Chávez como el del presidente Maduro han sido absolutamente legítimos, y no obstante, han sido tildados hasta la saciedad de dictaduras ilegítimas, por ende, a la burguesía le importa un bledo en realidad la cuestión del TSJ. Su objetivo principal es derrocar al gobierno y como ya hemos dicho, hasta tanto no liquidemos su poder económico y político, ésta no cesará en su afán de aplastar a la revolución.
En consecuencia, el beneficio procesal otorgado a López, no servirá en lo absoluto para calmar las guarimbas en los días por venir, más bien servirá para agudizarlas. Lejos de constituir una “jugada maestra” o una medida “necesaria” en el llamado ajedrez político, no queda duda que el marco actual de radicalización de la ofensiva contrarrevolucionaria, la medida será asumida por la burguesía como un reflejo de la debilidad actual del gobierno, lo que indiscutiblemente la envalentonará a profundizar su ofensiva hasta las últimas consecuencias posibles.
La única salida posible favorable al proletariado, ante la actual ofensiva fascista de la contrarrevolución, es completar la revolución socialista expropiando a la burguesía y destruyendo el estado burgués. Como hemos señalado, cualquier otro camino conducirá a la revolución a la derrota. Debemos construir autodefensas obreras y campesinas para enfrentar la ofensiva fascista, siguiendo el ejemplo de las Brigadas de Defensa Popular Hugo Chávez, que están conformando los camaradas de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora. El ejemplo de los camaradas campesinos que ocuparon haciendas de terratenientes que han apoyado y financiado las guarimbas en Socopó (Barinas) y en la zona del Sur del Lago (Mérida), debe extenderse a fábricas, empresas y haciendas en todo el país. El pueblo trabajador debe dar un paso al frente en la lucha de clases. Ante la insurrección generalizada y violenta de la contrarrevolución, necesitamos una insurrección revolucionaria generalizada de la clase obrera, los campesinos y el pueblo todo contra el poder burgués. Ante el papel nefasto del reformismo, que empuja a la revolución hacia la conciliación de clases con la burguesía, la clase obrera y el pueblo revolucionario sólo puede confiar en sus propias fuerzas. Es necesario construir una fuerza política de los trabajadores, la juventud y la militancia revolucionaria, basada en las ideas y programa del marxismo revolucionario, para poder derrotar al oportunismo y reformismo dentro de nuestras filas, y conducir la revolución socialista en Venezuela hacia la victoria.
¡Basta de conciliación, hay que completar la revolución!
¡Ningún acuerdo con la oligarquía y la MUD!
¡Expropiación de la burguesía bajo control obrero!
¡Todo el poder para la clase trabajadora!
¡Únete a la Corriente Marxista del PSUV – Lucha de Clases!
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