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Vitoria – Cierre de Esmaltaciones San Ignacio

Fue fundada en Oñate, en 1944. En  1950 se traslada a Vitoria tanto sus oficinas como su producción. Esta empresa fue creciendo poco a poco y llegó a tener más de 1500 trabajadores, convirtiéndose en una empresa referente en Vitoria.

En el año 2004, Esmaltaciones firma un convenio con el ayuntamiento para cambiar sus ya precarias instalaciones por unas nuevas. Este convenio tendría una vigencia de cinco años y en ningún momento el ajuste de plantilla se haría de forma traumática. En esta operación el ayuntamiento acuerda recalificar los terrenos de la antigua factoría para que con el beneficio obtenido de esta venta se levante una nueva planta productiva situada en el Pol. Ind.de Jundiz.

En el levantamiento de esta nueva factoría Esmaltaciones tenía que invertir el total del dinero conseguido por la recalificación de los viejos terrenos, 26 millones de euros de PLUSVALIAS.

Desde la dirección de la empresa se entrega una auditoría al ayuntamiento en la cual se hace constar que no han sido 26 millones de € los invertidos, sino casi 31 millones.

Desde nuestro punto de vista, estamos de acuerdo que así pudo ser, pero no es menos cierto que la inmensa mayoría de este dinero se pagó con unos cuantiosos préstamos hipotecarios y no con el dinero que ya tenían. Por otro lado, parte de la nueva maquinaria se financió mediante leasing, cosa que hemos descubierto recientemente pero que lamentablemente no podemos justificar con papeles.

No es normal que una empresa prácticamente saneada como ésta (que según las cuentas solo tenía unos 5 millones de € por financiar), año y medio después, en abril de 2006, se acoja a un concurso de acreedores del que resulta que debía más de 30 millones de €. Es evidente, si recordamos que no fueron 5 millones sino muchos más y la causa de llegar a esa situación.

Desde la llegada a la nueva ubicación lo que solo era una empresa se fue convirtiendo en un entramado de empresas en el cual la cabeza visible es IEG, dedicada al suministro de materias primas. A su vez, San Ignacio Kichenware empresa está dedicada a la distribución del producto final. Si tenemos en cuenta que una empresa vende la materia prima al precio que quiere y por otra parte a la empresa distribuidora se le vende a precio de coste ¿Dónde está nuestro beneficio?

También tenemos que tener en cuenta que el año 2006 se inicia la puesta en marcha de unas nuevas instalaciones en Tánger, Marruecos, para abastecer al mercado del norte de Africa. Solo se fabricarían piezas de poco valor añadido, series baratas.

Después de un ERE, entre octubre de 2010 y marzo de 2011, y una prórroga de mayo a diciembre de un nuevo ERE, de mayo de 2011 a diciembre de 2011, al volver de vacaciones nos encontramos con las puertas de la empresa cerradas y una carta en la que se nos comunica que estamos de vacaciones hasta nuevo aviso. Pero la realidad es otra, en el juzgado de lo mercantil se ha presentado la liquidación de la empresa.

Cuando miramos hacia atrás nos damos cuenta de que el traslado de la empresa a unas nuevas instalaciones lo que encubría realmente era un plan perfectamente diseñado para el cierre de la empresa productiva.

No podemos olvidar que esta marca sigue comercializando y vendiendo sus productos. Desde que nuestra empresa dejó de trabajar, la planta de Marruecos trabaja a pleno rendimiento, tres turnos al día y siete días a la semana. Por lo tanto, está claro que no se trata de un problema de la crisis que padecemos, desgraciadamente, sino de una deslocalización en toda regla.

Si las autoridades pertinentes no toman cartas en el asunto, nos veremos abocados a una situación insostenible, en la cual muchas otras empresas sigan los pasos de ésta, y otras que a día de hoy ya se han querido identificar con esta tan famosa crisis. 

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